Vinícius de Moraes (Río de Janeiro, Brasil): Sobre poesía y arte poética II

 

 

 

El ensayo y los poemas parecen publicados en Alforja. Revista de Poesía, número IV y V, pp. 165-167.

 

 

 

Vinícius de Moraes

 

Sobre poesía

 

Traducción de René Palacios More

 

 

No han sido pocas las tentativas de definir lo que es poesía. Desde Platón y Aristóteles hasta los semánticos y concretos modernos, filósofos, críticos y hasta los mismos poetas insisten en dar una definición del arte de expresarse en versos, viejo como la humanidad.  Yo también, en artículos y críticas de mucho tiempo atrás, no puedo hurtarme a la vanidad de producir mis mots de finesse al respecto, cosa que hoy me parece si no irresponsable, al menos bastante literaria.

Un obrero parte de un montón de ladrillos sin significación especial excepto como ladrillos para —bajo la orientación de un constructor que a su vez sigue los cálculos de un ingeniero obediente el proyecto de un arquitecto— levantar una casa. Un montón de ladrillos es un montón de ladrillos. No existe en él belleza específica. Pero una casa puede ser hermosa si el proyecto de un buen arquitecto contara, para estructurarlo, con los cálculos de un buen ingeniero y la vigilancia de un buen constructor en cuanto al buen acabado del trabajo en ejecución en manos de un buen obrero.

Cámbiense los ladrillos por palabras, colóquese al poeta, subjetivamente, en la cuádruple función de arquitecto, ingeniero, constructor y obrero, y ahí se tendrá lo que es la poesía. La comparación puede parecer orgullosa desde el punto de vista del poeta, pero, muy por el contrario, me parece que ella ubica a la poesía en su posición real delante de las otras artes: la de la verdadera humildad. El material del poeta es la vida, y sólo la vida, con todo lo que ella tiene de sórdido y sublime. Su mundo informe de sensaciones, sentimientos y presentimientos de los otros con relación a todo lo que existe o es posible de existencia en el mundo mágico de la imaginación. Su único deber es hacerlo de la manera más hermosa, simple y comunicativa posible, de lo contrario nunca será él un buen poeta, sino un mero lucubrador de versos.

El material del poeta es la vida, dijimos. Por eso me parece que la poesía es la más humilde de las arts. Y, como tal, la más hermosa, pues esta circunstancia determina que el poeta constituya la leña preferida para el hogar ajeno, pese a que lo que se muestre de entrada a las visitas sea el cuadro que está encima de él, o la escultura en el zagúan, o el último longplaying en alta fidelidad, o la propia casa si ella fuese la obra de un arquitecto de renombre.  Y yo les diré el porqué de esta actitud puesto que no se oculta aquí misterio alguno ni ningún descrédito para la poesía. Ocurre que la vida es, para todos, un hecho cotidiano. Lo es por la dinámica misma de sus contradicciones y de esos opuestos, que constantemente intenta olvidar para poner en movimiento la máquina del mundo, de la que es un único creador y operario, y para no perder su razón de ser dentro de la Naturaleza en la que constituye al mismo tiempo la nota más hermosa y la más inarmónica. O mejor: para no perder la razón tout court.

Mas para el poeta la vida es eterna. Él vive en el torbellino de esas contradicciones, en el eje de esos contrarios. De no vivir así, se transformaría seguramente, dentro de un mundo en carne viva, en un jardinero, en un floricultor de especímenes que, por más hermosos que fueran, pertenecerían antes a los invernaderos que al hombre que vive en la calle y en las casas. Esto es así al menos para mí. Y no hay otra razón para demostrar que la poesía haya dado a la historia, dentro del marco de las artes, el mayor, con mucho el mayor número de santos y de mártires. Pues individualmente el poeta es, ay de él, un ser en constante búsqueda de absoluto; y, socialmente, un rebelde permanente. De ahí que no hay que extrañarse por el hecho de que la poesía sea, para efectos domésticos, la hija pobre en la familia de las artes, y un elemento de perturbación del orden dentro de la sociedad tal como está constituida.

Se afirma que el poeta es un creador, o mejor, un estructurador de lenguas y, siendo así, de civilizaciones. Homero, Virgilio, Dante, Chaucer, Shakespeare, Camoes, los anónimos poetas del Cantar de Mío Cid viven con base en esas afirmaciones. Puede ser. Pero para el burgués común la poesía no es algo que se pueda cambiar usualmente por dinero, colgar en la pared como un cuadro, colocar en un jardín como una escultura, poner en un tocadiscos como una sinfonía, transportar a la pantalla como un cuento, un relato o una novela, ni escenificar como un guion cinematográfico, un ballet o una pieza teatral. Modigliani —que si estuviera vivo sería multimillonario como Picasso— podía cambiar, en la época en que se moría de hambre, una tela por un plato de comida; muchos artistas plásticos habían hecho lo propio antes y otros lo hicieron después de él. Pero encuentro difícil que un poeta pueda nunca conseguir un bife a cambio de un soneto o una balada. Por esto me parece que la mayor belleza de ese arte modesto y heroico es su aparente inutilidad. Esto da al poeta auténtico fuerzas para no comprometerse nunca con los dueños de la vida. Su único patrón es la propia vida: la vida de los humanos en su larga lucha contra la Naturaleza y contra sí mismos para realizarse en medio del amor y de la paz.

 

 

 

Poética II

 

Traducción de Mario Trejo

 

 

Con lágrimas de tiempo

Y la cal de mis días

Yo hice el cimiento

De mi poesía.

 

 

Y en la perspectiva

De vida futura

Erguí en carne viva

Su arquitectura.

 

 

No sé bien si es casa

Si es torre o si es templo

(Un templo sin Dios…)

 

 

Pero es grande y clara

Y es de su tiempo

Entrad hermanos míos

Adentro.

 

 

 

 

Vinícius de Moraes (Río de Janeiro, Brasil, 1913-1980). Poeta y compositor brasileño. La «Garota de Ipanema», escrita en colaboración con Antônio Carlos Jobim, es un himno de la música popular brasileña. Además de ser uno de los compositores más famosos de la música popular brasileña y uno de los fundadores del movimiento musical Bossa Nova en los años 50, fue también un importante poeta de la Segunda Fase del Modernismo. También fue dramaturgo y diplomático.