Poesía

Viljo Kajava (Finlandia, 1909-1998)

 

Estos poemas aparecen originalmente en la revista El Corno emplumado, número 19, pp. 7-8, julio 1966.

 

 

 

Viljo Kajava (Finlandia, 1909-1998)

 

 

Bueno es el mar

 

A la orilla del mar

los caracoles serán molidos en arena blanca,

las olas perdieron su transparencia azul,

las tablas grises, quebradas

arden en su infinita soledad;

a la orilla del mar

yacen las aves con las alas extendidas hacia la muerte

clavando sus picos en la arena de los muertos;

a la orilla del mar

gira el resuello de las aguas su eterna vuelta

y la voz de las profundidades sin fondo

en vano busca un oído donde perderse;

a la orilla del mar

se congela la ondulante sangre de las algas,

la hierba tiene sabor a sal,

y en el fondo del viento resuena, sordo,

el eco lejano de lo eterno.

 

Este es el reino silencioso de la piedra,

un mundo olvidado, poderoso.

La escritura grabada en las rocas

nunca divulgará sus secretos,

el brillo en el pecho de la piedra

es la helada gota de luz de una estrella

que una vez estuvo girando por los universos.

 

Nacen flores entre las piedras,

estallan, se apagan.

Las hojas salobres se extienden como lenguas

a los vientos, lamiendo las lluvias de la madrugada.

Las tablas hundidas en la arena gris

empapan la bruma como si fuese un sueño de plata.

La frente poderosa de la montaña alta, reposada,

donde el liquen verdinegro se hincha con la humedad de la noche,

suda agua negra que gota por gota

va cayendo en la bahía del mar.

 

*

 

Bruma y lluvia

son los orgullosos pensamientos del hombre

como lágrimas que han perdido su luz

corren por su cara

cayendo en la noche que sabe a tierra

 

bruma y lluvia

son los contornos del cuerpo del hombre:

el océano de la eternidad los borra

y la silenciosa tormenta de lo infinito

los quiebra en noches que no tienen nombre,

y de la figura querida quedará

sólo la imagen de la memoria, ya sin contornos

bruma y lluvia espuma del inexistente mar de los sueños

huellas perecederas en la bocina del canto:

murmullo bajo en un sueño en cuyos grises colores

el triste perfil se dibuja por un momento,

teñido del rojo de los cabellos que arden con llamas delicadas.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *