Poesía

Sofía Bernardo Méndez (Miranda de Ebro, España)

 

 

 

 

Sofía Bernardo Méndez (Miranda de Ebro)

 

 

 

Ser pasado es cosa de presente

 

a Elena Garro.

 

Cae, resbala, atraviesa,

rueda por el aire, saluda al viento.

Aún cae, me resfría, se desliza

a través del reverbero,

farándula hecha tormenta

soslayando lo inhumano.

Ser pasado es cosa de presentes,

perforar tiempo y grafeno,

escurrirse en un virtuosismo casi armónico,

ser antesala de lo innombrable,

mantra de lo infinito, polifonía de la barbarie,

contorsión del extravío, hangar de lo invisible,

concatenación de lo imposible, decir no.

Decir no, aunque el instante no se detenga.

Decir no, aunque continúe cayendo,

escurriéndose hacia el miedo,

estallando el mercurio del termómetro

que atraviesa la cordura finita.

Decir no, aunque la tormenta adquiera

una tonalidad casi operística y

la beldad se apoltrone contra el corazón;

mientras aún resbala,

esquinza el instante, cercena el tiempo,

(¿quedarán recuerdos?)

divide para siempre este momento.

Sigue lloviendo,

me repta esta gota por la vida.

Renunciarme, como se renuncia

a lo que se ama por uno mismo,

ser libres, regresar después.

Volver el mundo irreal.

Seguir cayendo,

como la piedra sin llover,

avanzando con arrojo, desplomarse

como Ícaro una vez acariciado el cielo

(¿quién anhela quedarse quieto?),

ser el recuerdo de alguien alguna vez.

Dejar que escampe bajo algún prado,

engrilletarse a las hierbas que vienen a escuchar,

estremecerse entre el perfume de las flores,

abrazar un chopo alguna vez.

Restituir el tiempo, volver a llover,

atravesar de nuevo el pasado

de atrás hacia delante,

de delante hacia atrás,

ver de nuevo los recuerdos proyectados

y ya, con perspectiva elemental, suspirar:

“¡ya fui!”, y tanto que fuimos.

Abrir los ojos de nuevo, ser esta gota de lluvia

que taladra las olas, que ametralla golondrinas,

que sigue cayendo sin principio, sin final.

Pero caer, desaparecer, derrumbarse,

extinguirse, calar hondo en la tierra,

tan hondo que se eche raíces.

Caer, resbalar, atravesar,

rodar por el aire, saludar al viento.

Ser presente es cosa del pasado.

Ser aire, ser nube, ser águila, ser viento.

Ser.

Ser la gota de agua que atraviesa el tiempo.

Dar en la tierra, compartir el duelo,

y al final, seguir lloviendo.

 

 

 

 

Águila de sangre

 

Aquí estoy. Sentada sobre esta vida plana.

Una senda luminosa asciende tras mis pasos.

Esto soy. Carne vacilante que no esconde,

la palabra sin grafía siempre pronunciada

aunque tarde un instante en llegar

y, solo, un segundo en irse.

Cargando el equipaje, alguien me dejó

sobre la espalda la marca gélida

de un águila de sangre.

Cae el agua fría en la tina blanca,

quiero que el olvido no se entienda mañana.

Pero aquí estoy. Sentada sobre esta vida plana.

Me gotean los recuerdos por el alma,

los avivan con sal,

alguien los graba en la piedra blanca.

En lo alto del pasado,

los pulmones se me tornan alas.

Pero en el aquí estoy ahora,

las gotas aún resbalan sobre esta tierra plana,

ruedan por el borde,

ascienden sobre el aire,

atracan en las pupilas buscando fin.

Quizá el presente

sólo se comunique por ausencias,

pero la tristeza pesa tanto

que ni estas alas logran entender.

Aquí estoy. Sentada sobre esta vida plana.

Hoy día, todos escapan de su patria,

nos miran con envidia,

no todos pueden permitirse

el lujo de la alegría.

Ahora ya no somos niños,

aún en mi felicidad

quedan sitios vacíos.

 

 

 

 

Reflejos

 

Ese hombre se quedaba con mi nombre.

Daba igual cuántas veces le encarase,

al final él, siempre se quedaba con mi nombre.

Contabilizaba mis lunares,

marcaba bajo los ojos las horas vivas,

repasaba con carboncillo cada cicatriz,

recogía los neologismos de los moratones,

entrenaba en el recuento de los pliegues,

me anotaba y regresaba al cristal.

Jamás me debí tanta hipoteca como entonces.

 

Este extraño que me imita,

es un yo que no conozco,

aunque todos lo llamen por mi nombre.

(¿Qué sería él de perderlo por la calle?)

Aquí dentro yo lo tengo todo.

Este espejo que me refleja,

espejo de agua,

espejo cuerpo,

espejo mujer,

espejo raza,

es la extinidad que viste mi desnudo:

yo estoy aquí abajo

en esta herida abierta proyectada hacia el mundo.

 

 

 

 

Ser de noche

 

Dicen que los astros se despeñan,

se desmoronan en lo alto

como las cosas bellas.

Hay quienes nunca supimos mantener.

Llueven las luces de las farolas;

da igual donde vaya,

esta ausencia será mi sombra.

Tengo una gotera infinita en el corazón,

un grifo que no cierra.

Ahora estoy suspendida en el aire,

esperando eso que nunca podrá llegar.

Ya no recuerdo.

En la víspera de esta vida,

siempre esperé al menos una despedida.

¿Cómo era esa voz?

Alguien me ha colgado un cartel sobre el alma:

busco padre,

o tal vez solo un adiós.

 

 

 

 

Sofía Bernardo Méndez (Miranda de Ebro, 2000) es estudiante de Filología Hispánica en la Universidad de Salamanca y licenciada en Oratoria y Comunicación 4.0. Es organizadora del Congreso Internacional Voces Eclipsadas: el letargo de la voz, celebrado en la misma universidad y ha colaborado en las revistas de crítica literaria como Apostasía.