Primer Encuentro de Poetas Iberoamericanos: Luis Manuel Pérez Boitel (Cuba)
Para el Primer Encuentro de Poetas Iberoamericanos en Ciudad de México, se contará con la participación de 90 poetas, además de la implicación del Ayuntamiento de Salamanca y de la Fundación Salamanca Ciudad de Cultura y Saberes. Despuès de XXV ediciones celebradas en Salamanca, España, el prestigioso Encuentro de Poetas Iberoamericanos, que dirige Alfredo Pérez Alencart, cruza el Atlántico y tiene nueva sede en Ciudad de México, ahora coordinado por la poeta hispano-mexicana Carmen Nozal.
Luis Manuel Pérez Boitel (Remedios, Cuba, 1969)
POEMA LIMINAR
When we set out, the willows were drooping with spring,
We come back in the snow,
We go slowly; we are hungry and thirsty,
Our mind is full of sorrow, who will know of our grief?
Ezra Pound
1/
en el despavorido territorio la gran alianza se enseñorea
sobre el cuerpo que ha dejado de pertenecernos. amuleto para
la buena suerte tras mis pasos, fantástico lugar que se distorsiona en el poema, como daguerrotipo del poema, bajo la grava, en el submundo del poema mismo, animal malherido, gélido, doméstico diría para ser más contemporáneo, que nada sabe de mí, que se alimenta de mí como madre nutricia, allí donde transcurre la sierpe un hombre ocupa el turno
y el despavorido terreno queda en la palma de la mano, entre sahumerios,
luces arcanas, países que solo existen bajo las curvas
finísimas
del invierno.
2/
transida por la ensoñación, fenece el ave sobre un árbol. diluvio que la mano esconde de un ritual, frente a lo impropio, tártaro cielo, divertimento
de su sino, cóncava luz que agujerea el paisaje, ya inerte, ya sobrehumano. intima ceremonia que Ofelia dejaba con el dibujo de ayer. tenía un raro presagio, una especie de airecillo sempiterno, allá donde la noche pierde todo soporte, el albur, su equilibrio, el equilibrio de los cuerpos, el equilibrio
de los cuerpos que pasan de largo, el equilibrio. transida por la ensoñación
la muchacha en el parque escribe estos poemas liminares, ciega la madre dice vivir en un país y se juega el todo. allá, bajo el álamo del innombrable noviembre Ofelia ve cómo el ave se adentra a un reino y
después
muere.
3/
en el diluvio de la mano escapan los países nunca antes visto. tía Margarita tiene unos mapas de los siglos pasados, por aquí atravesaron los vendedores
de ceda, los escanciadores, los recolectores de lapislázuli en una antigua travesía. piedras de oro, aguamarinas y otros artificios dejaban a su paso
en las aldeas que como santuario fueron renegadas al olvido, a la dicotomía que impone el olvido. olvido de los hombres. olvido de la noche que juega
un papel tangencial, en el olvido que hacemos de nosotros mismos.
ahora que estoy en el Zócalo he visto una catedral edificada bajo otra, especie de poderío contra el tiempo, mala jugada del hombre de ayer. allí un templo azteca me conminaba al límite, a la heredad de los límites, en los más cercenados mapas, en la rutina de otros mapas, esas franjas fueron
la demostración de un tiempo inerte, de raras deudas, paganas deudas.
dicen que debajo del Zócalo se esconde toda una ciudad precolombina,
una ciudad que se edifica sobre otra como Torre de Babel . tía Margarita
tenía esos sortilegios, en aquellos países que semejaba ocultar de todo,
mientras la calle insurgente me obligó a detenerme en la Barranca del Muerto, a unas millas, me quedé imaginando estas dos ciudades que dejé atrás
para arribar a una especie de teoría sobre la superposición de las cosas;. extraños reinos donde uno va repoblando todo lo que quedó en el ayer,
en el más reciente ayer, ahora mismo, como una especie de poderío
contra
el tiempo.
EN EL INDEFINIBLE CAMINO DE LAS ANIMAS
dejo la prudencia que aniquila los espacios baldíos de la tierra.
por no tener fe, ni memoria descanso en la misma heredad
y me aproximo. admito la procesión
confabulada de los muertos que tocan mi daga y otras palabras
que tal vez no quise revelar. tiempo habrá, pero no más tiempo inerte.
cuando los hombres recobren sus atriles, y yo no sea la palabra multitud.
escarnio que hilvana la mudez. pasado de un polvo que nos ciega
y nos hiere desde un principio, supuestamente.
ato las columnas desde el umbral que formaron las piedras esparcidas.
en el embrujo que conquisto mis ojos tienden al delirio. voy al delirio
y desde él, no hay fortuna mejor cubriendo
tanta desnudez. mi cuerpo espera. aparece un signo en el indefinible camino
de las animas. los pájaros clavan sus picos
en el supuesto eco de los hombres. intimo resurgir
que advertía. sobriedad de nada saber
sobre el limo. llovizna que imantó
todo lo que tengo. hasta volver a las piedras
que a mis espaldas lanzaban, ferozmente. la propia tierra que se abría,
igualando las miserias, los eclipses, en el concierto de tanta luz.
una luz poco vista desde entonces.
DÍPTICO POR EL HALLAZGO DEL FONDO
I
sobre el acto final que marca el horizonte
se presupone el vacío. el vicio de mis manos
emana otros límites hasta la anunciación
de los cuerpos más ebrios; que proveen el sopor
o el filo de su luz inamovible.
gotea un pájaro ante la tempestad
de un árbol que ha perdido, y no se siente sed
bajo las pétreas ramas donde fluye una voz
impersonal o etéreas de alas imposibles.
no se siente el camino. las manos
fueron pocas al ocultar en turbulentas márgenes
esas espirales que indicaban el comienzo.
allí, sobre la piedra o sobre el árbol
cimbrado por el viento y la neblina
sólo queda el polvo en la miseria
de sus márgenes. el pájaro,
como gotas de ágata sobre la tierra
invade con sus alas el olivo.
II
agujereado por el arpegio de los pájaros
un árbol se desliza, como un soplo de luz
hasta la orilla. tiende allí su trampa, en la noche de siempre, bajo el aire
fugas que en noviembre resurgía.
todo, jugando desde la humedad, en la intemperie.
las pocas ramas, su flor primogénita, hallazgo del fondo y del áspid oculto.
los pájaros, clavando sus picos
en las sombrías laderas, como piedras de mármol
endurecidas, en relieve distintos, el corazón del árbol partían.
INDAGACIONES
voy con el disfraz, en la tramoya
del agua / bajo la hosca piedra
donde resplandece el mineral que en la ruta
los hombres recolectan de la nocturnidad,
con el ruido del acero / a menudo
entre tales cenizas
desando los trillos vecinos ya
cercanos / el aire de cuaresma
vadea el cuerpo mil veces descubierto,
del tráfico de la gente desconfío
ahora, que voy así
sobre las trampas, avizorando todo
lo que indique la tierra.
TRÍPTICO PARA CUANDO MI PADRE DIGA ADIÓS Y YO NO SEA MÁS QUE UN PARADERO NECESARIO ENTRE LA SOLEDAD Y EL HOMBRE
Lo cierto es, que cuando vimos partir al amigo,
fue como volver a tener seis años apretados entre los párpados
y quedarse sin padre sabiendo que aunque lejos
e impronunciable, él seguía existiendo.
Nelson Simón
I
toca en el cielo la noche
un rostro entra por la casa sin techo
mi padre mira el infinito donde aguardan
los príncipes y duendes de entonces
alucino manteniéndome sereno como si hubiera
entrada la propia imagen
su rostro esquelético con olor a tierra
vuela entre el espacio vacío
mi hermana está con mal humor
no quiere saber de estas cosas
miro el reloj que entre telas de araña vegeta
papá se quita los guantes y no duerme
se escucha un relincho
alguien prepara un café con leche
mi padre dice adiós entre la madrugada y el día
abuelo duerme
y en el reflejo de la imagen de papá
lo sigo con un caballo de tripas y tejidos
estoy cerca le hablo
mi voz toca el cielo
perforando el silencio de la noche
II
papá se va a morir y él no lo sabe
apenas su sonrisa guardaré en la inmediatez
de la casa
y lo veo disimulado corriendo los sillones
intranquilo
recordando su infancia ante el espejo
porque él nunca fue un héroe para contar
los triunfos
papá se va a morir y tirará el sombrero
tras la próxima noche
aunque desconozco la llave exacta
de su regreso
para que vuelva a dibujar el techo
de barro y vigilia
rogar detrás de la puerta
con la esperanza de verlo aparecer
mientras el traje no me importa
voy a dibujar su nombre para que no diga adiós
porque nadie puso llaves a las puertas
ni lo vio con su camisa blanca de domingo
y almidón que le gustaba
papá se va a morir y él no lo sabe
III
en esta soledad de antaño llevo el equipaje
por descubrir la ausencia me di a la fuga
traté de borrar el pasado
pero me fue prohibido
aún cuando prefiera aquella navidad
donde aplaudía
y era yo feliz como una embarcación
en pleno viaje
pero la muerte tiene su sed y debe saciarla
entre los goznes del cuerpo
también descubro escaras
cuando la vida es un salto nada más
para dejar los recuerdos
fotos y poemas que nadie encontrará como él
porque fui un loco ante la gente
un paradero necesario entre la soledad
y el hombre
ya nada es tan real
en la casa quién se confabulará
con mi adolescencia
quién prenderá el fuego
hacia donde irán estos años
estos caprichos que no son más que golpes
porque en realidad mi padre ya no está
y he quedado solo
yo que había probado la sal
el agua y la penumbra
no encuentro el sendero
no encuentro la razón que justifique la muerte
el final y lo demás
aquí donde lo demás es realmente imposible
DEJA PAROS, Y AQUELLOS HIGOS Y LA VIDA EN EL MAR…
Arquíloco
cuando los estibadores llegaban al puerto, yo veía los barriles
de aceite bajar a lo profundo. sudorosos hombres
cubrían el navío donde el vino era un signo
de encuentro. en el bullicio que impone la faena, el más fuerte,
el adaptado, deja un pedazo de pan sobre unos versos.
el mar vuelve a la frente de los marineros, como su único
disfraz. Arquíloco tenía razón y yo le repetía a mi amante:
“Deja Paros, y aquellos higos y la vida
en el mar…”
Luis Manuel Pérez Boitel (Remedios, 1969). Ha publicado, entre otros, los poemarios: Aún nos pertenece el otoño (2022), Nunca preguntes por la gloria (2003), Antes que la noche acabe (2005), La sagrada estación (2006), Un mundo para Nathalie (2007), Las naves que la ausencia nombra (2008), Conversaciones con máscara (2009), Hay quien se despide en la arena (2010), Contra la noche es el juego (2021) y Autopsias a la noche (2021). Ha obtenido importantes premios literarios tanto en Cuba como en otros países, entre los que destacan el Premio Casa de las Américas, en poesía (2002), El Premio Internacional en Lengua Española “Manuel Acuña” (2013), el Premio Nacional de poesía Nicolás Guillén (2020), y el Premio internacional de poesía “Pastora Marcela” (2021). Es miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba y en el 2019 se le otorgó la Distinción por la cultura cubana que entrega el Ministerio de Cultura.