Poesía

Primer Encuentro de Poetas Iberoamericanos: Julieta Dobles Yzaguirre (Costa Rica)

 

 

 

 

Para el Primer Encuentro de Poetas Iberoamericanos en Ciudad de México, se contará con la participación de 90 poetas, además de la implicación del Ayuntamiento de Salamanca y de la Fundación Salamanca Ciudad de Cultura y Saberes. Despuès de XXV ediciones celebradas en Salamanca, España, el prestigioso Encuentro de Poetas Iberoamericanos, que dirige Alfredo Pérez Alencart, cruza el Atlántico y tiene nueva sede en Ciudad de México, ahora coordinado por la poeta hispano-mexicana Carmen Nozal.

https://www.tribunasalamanca.com/noticias/324440/ciudad-de-mexico-prepara-para-septiembre-un-encuentro-poetico-iberoamericano-siguiendo-el-modelo-salmantino

 

 

 

 

 

 

 

 

Julieta Dobles Yzaguirre (Costa Rica)

 

 

DE PALABRAS

 

La palabra, tu palabra

es un barco certero hacia el deseo.

Lanza tan primitiva,

caricia tan urgente,

lindando casi con el rojo

mordisco de lo obsceno.

 

Tu palabra me sobresalta,

me desata, me incita.

De repente, plenamente verbal,

me humedezco de esencias germinales,

y se activan mis manos,

mi cuerpo, mi palabra también

para domar el aire con la tuya.

 

Tu palabra, furtiva entre mi oído,

antiguo moscardón malicioso,

me cosquillea el instinto.

Subleva mis silencios

y, exacerbada de penumbras,

nos acerca y nos une

en esa vieja danza

de los cuerpos deseantes y absolutos.

 

Tu voz y mi voz se están amando

entrecortadas, susurrantes,

plenas de excitaciones, de turgencias,

de alientos agresivos o ternísimos,

entre un silencio despeinado y gozoso.

Palabras que se tocan,

se muerden, se estremecen

en esa enredadera de deseos

que es sólo aire empapado y aromoso.

Hacemos el amor también con la palabra.

 

Del libro HOJAS FURTIVAS (Editorial Costa Rica, 2007)

 

 

 

 

Tercera carta

Agosto 2006

 

¿Y tus ojos, Camila?

Enormes luces vivas

que interrogan, oscuras.

Y que a pesar de su pátina amarilla,

relumbran de hermosas certidumbres,

como si su pupila quisiera,

curiosa y deslumbrada,

fijar cada objeto, cada rostro

en el alma infantil que la posee.

 

Sombreados por pestañas

especialmente largas,

enmarcan a la vida

severos, doloridos desde dentro.

 

Pero si de pronto, repentina,

una gota del mundo los sorprende:

algún revoloteo de hojas y gorjeos

en el cautivo níspero del patio,

el aullido del tren en la ventana,

la música que te ama, acogedora

cuando buscas el sueño,

tus ojos se convierten

en pequeñas pantallas sin más de la alegría.

 

Y en su fondo, como en dos pozos profundísimos,

hallaremos, brillante, el núcleo de la infancia:

el celo del crecer, entre miedo e impulso,

la alegría del presente desnudo y absoluto

desde la vida misma que palpita y rebulle.

 

(Del libro CARTAS A CAMILA

Editorial Biblioteca Líneas Grises, 2007)

 

 

 

 

ELOGIO DE LOS SENOS

 

En mi primera infancia

siempre hubo un sitio para mí

en la magia inquietante de los chicos

y en sus juegos móviles y atrevidos,

donde la fantasía es salto, vuelo.

El reto de las piernas con las cercas punzantes,

el amor de los charcos,

la energía de la piedra devorando los cielos,

o vibrando, certera, al centro mismo

del agua y de sus círculos perfectos.

Yo era uno más, sudorosa y jadeante

entre los trotes infantiles,

tratando de emular al campeón de los saltos

y de no mostrar miedo frente a las lagartijas

que brillaban al sol,

como botones nuevos de la vida,

invitando a los dedos a ir detrás de sus colas,

fugaz golpe de luz entre las piedras.

Era mi orgullo ser uno más entre todos,

con la prerrogativa sutilísima

de mi falda y mi nombre.

Con esa “a” final de campanilla breve,

misteriosa y rotunda.

 

Pero un día los noté: breves yemas silentes

apuntando, asustadas,

a la caricia misma de la vida,

a algo demasiado íntimo, inevitable y hondo

que se escapaba ya de mis manos de niña

y empujaba, implacable, todo mi ser

hacia otras realidades

temidas y deseadas.

 

Lentamente mis senos maduraron

como el deseo en la bruma de los sueños.

Y entonces fue mi orgullo ser distinta,

femenina y fecunda, como la tierra misma,

nutricia y dulce, apetecida

como una fruta extraña

que da sin agotar sus mieles y frescuras.

 

Hoy que los miro blancos, como entonces,

firmes, grandes y tiernos, como panes del día,

dolientes o gozosos, como la lluvia que alza

su humedad en la tarde,

cruzados de ríos profundos y azulinos,

recorridos por tus manos inquietas,

por tus labios de suave tenacidad,

con los pezones rosados y violentos

que alimentaron hijos, pasiones y dulzuras,

agradezco su silenciosa vida propia,

su placidez turgente ante la sed del niño,

su urgencia antes el placer

que despierta su rosa delicado,

en fin, su gozosa y a veces

dolorosa presencia

que me define mujer de pie,

nutricia y compasiva,

velita desafiante ante los vientos

que no la extinguirán,

cuerda sensible al siempre de la vida.

 

(Del libro AMAR EN JERUSALÉN, Editorial de la Universidad Estatal a Distancia, 1992)

 

 

 

 

CASAS DE LA MEMORIA

 

Amor, hemos vivido en tantas casas

que tan sólo contarlas nos enmarca el recuerdo,

pone puntales de ámbar en nuestras biografías,

hace emerger paisajes cristalinos

desde el mar sin final de la memoria,

Y nos deja un sabor a fruta ya aprendida,

a tiempos esfumados que saltaran de pronto

al dintel del recuerdo.

 

Casas ancianas y amplias,

cual regazos de abuelas invernales,

tan llenas de rincones y presencias ajenas

que aprendimos a amar sin conocer,

confiando que el sueño compartido

y la vigilia cotidiana

del color y la vida nos hermanaran a ellas.

 

Jardines que agradezco,

sin conocer las manos que los fueron creando.

Habitaciones cuyos sol y color

fueron ideados para otras pupilas,

y hoy acompañan nuestros amaneceres.

Paredes que susurran, ventanas que poseen

ese espíritu libre del cristal,

a través de las cuales tantos ojos miraron

hacia los espejismos con que el mundo destella.

 

Casas nuevas, con el aroma delicioso

de los sueños cumplidos,

diseñadas “para la vida entera”.

con esa inquietud indefendible

de quien sabe que hace su futuro con niebla.

 

Casas gestadas con amor para el amor,

donde los hijos balbucearon

los vocablos frutales,

entrenaron sus pasos de lumbre terrenal

y soltaron sus sueños

tras las cortinas todas de la imaginación,

donde la luz deshace en las mañanas

las criaturas de sombra

gastadas en el sueño trémulo de la noche.

 

Dormitorios tranquilos

aromas de pinturas y aserrín,

que esperan ser llenados de pasiones y voces,

y vajillas y espejos que crecen al albur,

enredaderas desatando aromas:

el olor de la vida y el perfume deseoso

de tu cuerpo y el mío bajo la noche íngrima

que se desnuda a solas frente a nuestras ventanas.

 

He recorrido el mundo hurgando en el pasado,

descorriendo el ahora para encontrar el siempre,

una puerta, una calle, un jardín que no existe.

Es la rara aventura riesgosa de nostalgias,

donde memoria y vista se enfrentan, forcejean,

viendo lo que no existe, hablando a lo que calla,

que nos deja un sabor a guerras asumidas,

a corduras maltrechas.

 

Casas que han sido lumbre, recodo y estandarte,

habitadas y amadas por nuestros entusiasmos.

Yo os invoco ahora, casas de nuestros nombres,

a que surjáis de las cenizas todas

y me dejéis contar esa pequeña historia,

nuestra historia, cuento de claroscuros,

pacto de tiempo y vidas

en la móvil e incierta ventana del recuerdo.

 

(Poema inicial del libro CASAS DE LA MEMORIA. Editorial de la

Universidad de Costa Rica, 2da edición, 2015)

 

 

 

 

Refugio para dos

 

15, Rue Erlanger, París.

(septiembre 1999 – diciembre 2000)

 

El otoño de las ciudades tiene

un no sé qué melancólico de tarde,

como si la caldera de lo humano fallido

condensara el otoño todas sus levedades.

 

Entonces hasta un árbol, uno solo,

y mejor si son dos, como estos nuestros,

que se yerguen unidos y cantores

para olvidar tristezas, espectros y silencios

y sentir el llamado de la brisa en sus bordes.

Sólo dos en la calle, como éstos,

que se cuelan a pocos, dulcemente,

con su fulgor furtivo sobre nuestro balcón,

orgullos de la acera, pregones diamantinos,

pajareras en pugna, paragüeras del sol.

Y la lluvia, y la lluvia desconsolada y ocre

hermana barro y oro en la misma canción,

en donde cada charco es trampa oscurecida

y el frio ataca de pronto, sin fulgor y sin voz.

 

Sin embargo este otoño yo te amo

así, otoñal, de una manera nueva.

Junto a este radiador que inicia sus incendios,

un amor de pantuflas y palabras pequeñas,

de poemas que nacen, de sofá atardecido,

de caricias que rinden sin comenzar apenas,

cuando van encendiéndose las luces de los barcos

enjambre de luciérnagas titilando en el Sena.

 

Y allá lejos, detrás de nuestra calle,

el cobre de los bosques de Boloña,

cúpula viva en el verano quieta,

y hoy, tobogán del viento entre las hojas.

 

Ah pisito minúsculo, tan breve

como una zapatilla de cristales rotundos

rodeada de calles tumultuosas y rápidas

donde nunca está el mundo.

Pisito para dos bien entendidos,

como su bañera azul, como un mar diminuto,

y su enorme balcón amanecido

cada mañana frente a las dos higueras

que van enmudeciendo conforme pesa el frío.

 

Cocina de dos pasos, burbujilla de olores,

un dormitorio-estudio con su cama esperando

reino de los amantes, cancha de los amores

que hemos alegremente inaugurado

desde nuestros reencuentros otoñales,

en ese otoño tan recién llegado.

 

( Del libro CASAS DE LA MEMORIA. Editorial de la

Universidad de Costa Rica, 2da edición, 2015)

 

 

 

 

BANDERA

 

Somos una bandera de palabras

contra tanto silencio.

Una pasión desatada y perenne

entre las dos tinieblas

de nacimiento y muerte

que nos urden.

 

Ondulemos al viento inevitable.

Y que nuestro destello arda en el filo,

fugaz pero bellísimo,

inerme, pero terco,

mortal, pero amoroso.

 

Somos palabra,

como quien dice tránsito,

pasión, memoria, augurio.

Palabra que ondea, luminosa,

interpelando a la consumación.

 

Del poemario TRAMPAS AL TIEMPO. (Editorial de la Universidad

Estatal a Distancia, 2014.)

 

 

 

 

CASA COMÚN

 

La paz, la paz…

¿Es alguna bandera hermanada a los vientos?

¿Un manto que nos cubre y que nos salva?

¿Un signo? ¿Un horizonte esquivo?

¿Una fiesta sin nombres?

 

La paz es el instinto de luces de la vida.

Es laborar hombro con hombro,

desde el reto voraz de la materia.

Es saber que lo tuyo y lo mío

se suman y se crecen en la patria común.

 

No hemos sobrevivido

por enfrentarnos fieramente,

sino por solidarias

razones dialogantes.

 

Desde que entre las cuevas

compartimos el hambre

y las presas sangrientas

que todos acosamos.

Desde que nos turnamos

a vigilar el fuego

que mantenía el calor

de todos nuestros hijos.

Desde que la palabra fue surgiendo,

fruto como los otros,

recogido por manos hermanadas

-vinculo y herramienta tenaz

en la tarea pendiente de la sobrevivencia-

su sonoro entusiasmo rescató la esperanza

de hacer de nuestro mundo

una casa común.

 

Tu mano, compañero,

rival, amigo, hermano,

dámela y conversemos.

 

¿Llegará a ser la Tierra

en el nuevo milenio

esa casa común?

 

Nadie se salva solo.

Quizá por la palabra y la acción compartidas

estalle, al fin, la paz.

 

(Del libro TRAMPAS AL TIEMPO, Editorial de la Universidad Estatal a Distancia, 2014)

 

 

 

 

 

 

DOBLES YZAGUIRRE, Julieta: Nació en San José, Costa Rica, el primero de marzo de 1943. Formación académica: Profesorado en Ciencias biológicas (1965) y estudios en Filología Española en la Universidad de Costa Rica. Postgrado en Literatura Hispánica en State University of New York (1986). Ingresó a la Academia Costarricense de la Lengua en 2006, con un discurso sobre El poema como búsqueda interior. Principales obras publicadas: Reloj de siempre (1965), El peso vivo (1968), Los pasos terrestres (1976), Hora de lejanías (1982), Los delitos de Pandora (1987), Una viajera demasiado azul (1990), Amar en Jerusalén(1992), Costa Rica poema a poema (1997), Poemas para arrepentidos (2003), Casas de la memoria (2003), Hojas furtivas (2005), Fuera de álbum (2007), Cartas a Camila (2008), Espejos de la memoria (Primer tomo de su Obra en Marcha,(2014) Trampas al Tiempo (2014), Lunaridades (Antología, 2014), Envejecer Cantando (divulgación científica) (2015-2016), Poemas del Esplendor (2016), Poemas del Reencuentro (Antología, Nueva York 2019) , Desde la Alta Ventana de los Años (2020) y Como la Misma Vida (Relatos) (2023). Publicó junto con otros poetas, el Manifiesto Trascendentalista (1977) Representó como diplomática a su país en Madrid, Nueva York, Jerusalén y Paris. Actividad académica y docente: Catedrática jubilada de la Universidad de Costa Rica. Instructora de Talleres literarios por muchos años, hasta el presente. Hoy participa del Taller Literario Poiesis y de la Fundación Casa de Poesía, que organiza los festivales Internacionales de Poesía desde el 2001. Honores y reconocimientos: Primer premio de la Editorial Costa Rica (1976), cinco veces Premio Nacional Aquileo J. Echeverría en poesía, un accésit del Premio Adonais, de Madrid (1981) y Premio Nacional de Cultura Magón de Costa Rica 2013. Sus poemas han sido publicados en revistas y antologías literarias en Estados Unidos, España, Rumanía, Francia, Nicaragua, El Salvador, Colombia, República Dominicana, Uruguay, México, Japón, Praga y Costa Rica.