Primer Encuentro de Poetas Iberoamericanos: José Antonio Santano (España)
Para el Primer Encuentro de Poetas Iberoamericanos en Ciudad de México, se contará con la participación de 90 poetas, además de la implicación del Ayuntamiento de Salamanca y de la Fundación Salamanca Ciudad de Cultura y Saberes. Despuès de XXV ediciones celebradas en Salamanca, España, el prestigioso Encuentro de Poetas Iberoamericanos, que dirige Alfredo Pérez Alencart, cruza el Atlántico y tiene nueva sede en Ciudad de México, ahora coordinado por la poeta hispano-mexicana Carmen Nozal.
José Antonio Santano (Baena, Córdoba, 1957)
MADRE LLUVIA TU NOMBRE
entre gotas de lluvia
golpeando ventanas
corazones ausentes
cuando mudos los ojos
acarician las nubes
que la tarde dibuja
en el ángulo oscuro
de una sala silencio
y un sillón de orejeras
los cabellos nevados
la sonrisa en el aire
de los dedos la artrosis
una herida profunda
en la rosa marchita
los recuerdos que sangran
y en la hora más negra
los cuchillos se clavan
como música antigua
y la casa es infierno
en la ausencia y la carne
de ese vuelo infinito
al abismo nutriente
de la muerte y la nada
que al abrigo del tiempo
a la tierra enardece
en la impía frontera
de un eterno sollozo
que al sueño despierta.
Madre lluvia tu nombre
cada día como el pan
alimento de lluvia
de un otoño infecundo
cuando solas las aguas
en la mar son herida
que los años invocan
pero ya no hay salida
que nos lleve al edén
de las risas primeras
cuando todo era luz
en los campos de olivos
y en los ojos el agua
avivando la tarde
repicar de campanas
y en la sala el vacío
invisible a la lluvia
a su tacto de diosa
a su muerte imposible
por la puerta cerrada
de su nombre la espera
el perfume de rosas
que la tierra sea leve
un enorme silencio
una lágrima inmensa
en los labios del aire
que me trae sus aromas
de mujer madre lluvia
y el sillón de orejeras
que en la sala no existe,
la cabeza caída
sobre el filo del sueño
una siesta profunda
en las venas ya mustias
por venir el desierto
de los pasos a golpes
en negror del asfalto
de las horas urgentes
en la voz del silencio
atrapado a los muros
de una casa encalada
en la esquina del tiempo
cuando fueron las lluvias
en la calle humedal
de una senda secreta
conjurada en su nombre.
Sin embargo es ahora
cuando todo es neblina
y los versos guadaña
que vacía la sala
y el retrato una sombra
muy adentro en la sangre
y su voz todavía
una luz infinita
que se agolpa en las sienes
y me nombra los nombres
de otro tiempo aviejado
en las gotas de lluvia
que incesantes destilan
soledad en el rostro,
la cabeza caída
moribunda la tarde
en otoño de lágrimas
poco a poco cayendo
sobre las blancas manos
de la tierra al abrigo
en un día cualquiera.
Para siempre el silencio
la invisible mirada
esa música sorda
de las gotas de lluvia
que monótonas caen
en los ojos cansados
y en la luz de los labios
madre lluvia la vida.
(Del libro Madre lluvia, Olifante, Zaragoza, 2021)
Cierra tus ojos, ruiseñor, pues nosotros
ya los hemos cerrado para oírte cantar.
Antonio Colinas
Estos días de confinamiento tengo la sierra a la vista
como una tentación constante. Allí está, frente al ventanal
del salón de casa. Recorro con la imaginación sus callejas
y los caminos que trepan hacia el agua. Comprendo la
dureza de la condena de Tántalo.
Pedro Ojeda Escudero
Estamos confinados.
Salimos al balcón algunas veces
por una buena causa.
Cumplimos con las normas en silencio.
Antonio Rodríguez Jiménez
MORIR NO ES SUFICIENTE
Hay que sentir el tiempo entre las manos,
acariciar su piel de pez cristal,
ascender a la nada de lo bello
y regresar callado a los orígenes.
Morir no es suficiente.
Hay que adentrarse en las sombras azules
de la tarde, en su alquimia de grito
y esperar el designio de los dioses
confinados y ajenos a este mundo.
Morir no es suficiente.
Salvar la vida en el último instante
requiere de un valor extraordinario,
hay que vivir los días de soledades
y sostener el cuerpo sobre el aire.
Morir no es suficiente.
Un desierto de calles y de plazas
dibuja el triste son de las ciudades,
la soledad se crece en su espesura
en la nada sin luna de la noche.
Morir no es suficiente.
Abrasarse de nuevo en el abrazo
con el miedo silbando en los oídos,
traspasar la tupida red del drama
sin alivio ninguno en las pupilas.
Morir no es suficiente.
En los fríos pasillos de hospital
se acumulan los cuerpos imprecisos,
el horror se mastica en el anuncio
de una muerte tras otra en las noticias.
Morir no es suficiente.
Fue marcada la hora en el reloj
y ya nada será como lo fuera,
al principio de todo, en el edén
desnudos en la grandeza del mundo.
Morir no es suficiente.
En la ciudad de los sueños perdidos
no existen avenidas ni automóviles,
el cielo es extensión de las heridas,
de la lluvia que sangra a borbotones.
Morir no es suficiente.
Hay que vivir el pulso de lo amargo,
abismarse en el fondo de una lágrima,
descender para siempre a los silencios
en el límite exacto de la nada.
Preciso es el morir
si huérfano el corazón
del amor no es refugio,
si en el otro no somos
carne y espíritu
vida.
ÁNGEL Y PRINCESA
A Jacqueline Alencar. In memoriam
Princesa, tu mirada me alimenta,
amor, feliz me entrego a ti.
Alfredo Pérez Alencart.
Como tu nombre de ángel o princesa.
Inmensa luz que aviva el río Tormes
cuando atardece en la carne del verbo
y en él proclamas tu fe y bonhomía,
para luego crecer hacia las nubes,
desnudo el mundo, el canto de los pájaros
sobre la extensa sombra de la infancia
que renace con la última luna
para seguir viviendo entre los náufragos
y los desposeídos. Humilde tú
entre la multitud, discretamente
apareces y sonríes colmando
la noche con la llama de tus ojos.
Como tu nombre de ángel o princesa.
Así el corazón abierto espera
la llegada del pájaro a tu patria
boliviana, allá en Cobija o las aguas
del Acre que avizora de soslayo,
de nuevo, tu sonrisa, y del tucán
el vuelo en las alturas del bosque.
Gracia plena en la cornisa del cielo,
temblor en la Amazonia de tus manos,
ciclón del tiempo, estallido de luz
en tu modesta casa de Tejares,
en sus plazuelas y calles de antiguo,
en la farmacia o la peluquería
de Noelia, el supermercado Gama
o el kiosko Don Miguelón, tal vez
en cárnicas don Daniel o en la iglesia
la casa donde anidan las cigüeñas.
Como tu nombre de ángel o princesa.
A la hora bendecida del ángelus
regresas, del amor sin fronteras,
como antaño muy de frente miraste
a la muerte y en la muerte toda el alma
serena fluye ceñida entre rosas;
a la hora más cierta, abrazada
de auroras renaces, alzas el vuelo
tal la vecina garza o cormorán
y subes y subes, inalcanzable,
hasta el jardín de los silencios
y toda luz en su verdor floreces,
eterna en los versos del poeta
amigo, dulce esposo y fiel amante,
y atrapada en su música miras
la levedad del día en los estanques
la escritura en sus aguas de tu nombre,
inextinguible, de ángel y princesa.
José Antonio Santano (Baena, Córdoba, 1957). Cultiva la poesía, narrativa, ensayo y crítica literaria. Es Licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Almería y autor de más de 20 libros, entre los que destacan: Profecía de Otoño, (Sevilla, 1994), Exilio en Caridemo (Almería, 1998), Íntima heredad (Madrid, 1998), La piedra escrita (Alhulia, 2000), Suerte de alquimia, (Alhulia, 2003), Trasmar, de narrativa, (Alhulia, 2005), Las edades de arcilla (Alhulia, 2005), Razón de ser (La Laguna, 2010), Caleidoscopio (Almería, 2010), Estación Sur (Alhulia, 2012), Tiempo gris de cosmos (Nazarí, 2014), Memorial de silencios (En Huida, 2014); Los silencios de La Cava (Alhulia, 2015), La voz ausente (Alhulia, 2017), Lunas de oriente (Ediciones Dauro, 2018), Cielo y Chanca (Alhulia, 2019), Tierra madre (Alhulia, 2019), Marparaíso,” (Diputación de Córdoba, 2019), Madre lluvia (Olifante, 2021), Alta luciérnaga (Diputación de Salamanca, 2021) y Silencio[Poesía 1994-2021] (Alhulia, 2021). En la actualidad es miembro de la Asociación Colegial de Escritores de España y de la Asociación Española de Críticos Literarios, además de cofundador de la corriente Humanismo Solidario.