Poesía uruguaya: Rafael Courtoisie

 

Esta selección de poesía está a cargo del poeta español/mexicano Iván Méndez González.

 

RAFAEL COURTOISIE

 

 

BAJO EL LENGUAJE

 

El eros es una articulación del logos así como el orgasmo es el colapso del logos; el logos enmudece en el orgasmo, en lo que no puede decirse pero se intuye debajo del lenguaje.

El grito mudo del logos en el orgasmo es la sustancia concreta, sin piel, en carne viva, es la materia bruta vuelta vértice, la sombra en mismidad, el instante supremo donde la cosa en sí se vuelve para sí, cosa entre dos, sustrato compartido, punto del otro.

En tanto inflexión del logos el eros expande significación.

El orgasmo, por el contrario, se hunde, absorbe, borra toda significación, todo detritus o secuela del logos hasta hacerse más profundo que la última palabra y más cierto en el acto, más oscuro y preciso que toda huella del logos.

Es un sismo cuya magnitud corresponde a la alegría y a la angustia en partes semejantes.

 

Partes de todo. Madrid: Ediciones Liliputienses, 2012

 

 

 

ESTADO SÓLIDO

 

En toda pared hay un abismo ordenado. Una pared es un colmo, la principal apariencia del estado sólido: encalada, es un espejo que devuelve la imagen intestina, la blancura de una piel sin cuerpo, una ausencia notoria pero vulnerable, la falta completa de un objeto.

Desprovista absolutamente de glándulas, sin vísceras, la pared acumula una pureza que termina.

Es lo contrario a un órgano pero recuerda a éste por su membrana: todo órgano requiere de pared o de paredes, toda sospecha acude a su pared, no hay intimidad sin paredes.

Probablemente es la intimidad la verdadera, la posible víscera de las paredes, la intimidad con su mucosa oculta, su invención en penumbras que empieza y termina en la pared, aunque afuera, bajo la luz del sol, estire su pedúnculo, su fantasma de raíz rastrera, la acera o el camino, aplastados de horizontalidad.

Si la intimidad es la víscera de la pared, y la pared la protege, detrás de todo conjunto de paredes puede haber un misterio, cuya glándula invisible se constriñe, se apaga y precipita en los derrumbamientos, cada vez que hay un sismo.

Entonces la pared acude a su silencio: "Si las paredes hablaran..."

Las paredes hablan, sí, un idioma perfectamente vertical cuyo dominio exhiben los reclusos.

Una pared es muda en su estridencia, es lacónica a los gritos.

Las paredes hacen pensar en un pequeño mar despierto, en un agua puesta de pie en quejido. Pero a poco que se la toca se sabe que es mar duro y prescindente, que no hay peces.

La pared no tiene orillas. Nadie naufraga en la pared salvo el desesperado, el que se estrella la cabeza, el que se rompe el casco del absurdo contra la pared.

Además, ¿cómo nadar un mar vertical? Un mar que va a ninguna parte, porque la pared desemboca en sí misma, aunque el piso y el techo sean excusas. La pared retrocede sin moverse, pues siempre está en su sitio, y en el proceso de ese movimiento imposible, de esa marea que no obedece a la luna sino al tiempo, se erosiona o agrieta, deja una resaca que se confunde con el polvo, que nadie ve y que se barre y expulsa como si fuera una materia floja, cuando en realidad es materia de la pared, polen de hueso.

Calcárea, obcecada, la pared simula una meditación. Pero no piensa.

 

Estado sólido. Visor: Madrid, 1996

 

 

 

SAGA DEL ENTOMÓLOGO

 

El patíbulo de una polilla parda, la gruesa duda de no verla, cóncava, el esmero en estar muerta y la comba fugaz que hace al quedarse, inmóvil, en la punta de los dedos.

El muerto es uno, que la toca.

Y queda polvo dorado de las dunas ínfimas y una caravana de mercaderes va perdiendo oro sobre el lomo de las alas, donde transitan dromedarios expuestos al sol implacable de una lupa.

 

Publicado originalmente en un número especial de la revista Plural, México, 1992

 

 

 

PERSISTENCIA DEL DÉBIL

 

Nací en Esparta hace casi tres mil años. Viví exactamente treinta minutos desde que salí del vientre de mi madre, que también se avergonzó por haber engendrado un hijo tan débil.

El cirujano que me examinó y la partera coincidieron en el mismo juicio: yo no era digno de ser un ciudadano de Esparta. Mi complexión menuda, mis huesos quebradizos, las arrugas de mi piel que al nacer parecían las de un viejo, con arborescencias de pequeñas venas rotas en el dorso de las manos minúsculas, y una transparencia no humana de piel de pescado, de delgada membrana de renacuajo, contribuían al grotesco espectáculo. Nací débil.

Hasta mi madre se avergonzó de mí cuando me vio: "Yo fui hecha para parir hombres, no ranas".

Viví poco más de media hora. Treinta minutos escasos, que transcurrieron entre las gruesas y ásperas palmas de las manos de quienes me examinaron con desprecio porque no era apto para pertenecer a su casta de guerreros.

Pasé esos minutos, mi ración escueta de vida sobre la Tierra, en medio de llantos y voces destempladas. El médico designado por los ancianos para decidir sobre las aptitudes de los que nacían, me tuvo apenas segundos entre sus gruesos dedos que me parecieron leñosos, cubiertos de callos de corteza y extremadamente duros, sin una gota de savia. En vano busqué el seno de mi madre, que me rechazó desde el primer hasta el último momento.

Mis hermanos, mis compañeros de generación, nacieron fuertes y musculosos, con huesos duros y flexibles que resistirían las caídas y los golpes con la parte plana de la espada. Ellos, y sólo ellos, nacieron dignos de llevar el escudo con el dibujo de la abeja.

Sus musculosos torsos, sus piernas gruesas y ágiles hace ya muchos siglos se pudrieron bajo el peso del olvido. Sus brazos poderosos, sus terribles glándulas, desaparecieron. Yo morí enseguida, a la media hora de nacer. No llegué a conocer la luz del día, puesto que nací de madrugada y antes de que el sol despuntara fui lanzado al barranco de los niños débiles, al abismo de los inútiles y los faltos de temple, a la ciudad fantasma de los miserables inocentes de Esparta, que no merecieron oportunidad sobre la Tierra.

Yo hubiera querido escribir un largo poema. Un poema duro como las rocas que golpearon contra mi cara de recién nacido, en Esparta. Un poema con filos de silicio y uñas de piedra que se metiera en las carnes, que quebrara el destino como se quebraba la caliza cenicienta de mis huesos endebles como esponjas, el temporal inestable de mi cuerpo.

Yo no tuve cimientos, ni fui construido para durar. Antes del amanecer del primer día de mi vida yacía en el fondo de un barranco y era el almuerzo insípido de las arañas, una ración más con bracitos y piernas en el comedero de los cuervos.

Ni mi padre, cuyo escudo guerrero hace ya mucho tiempo que ha desaparecido bajo el océano de los días, vio mi cara delgada que salía del vientre de mi madre y se hundía en la vida sólo por un momento. Mi padre musculoso, flexible como un junco, glorioso de una gloria caduca, puesto que ya hace siglos nadie recuerda su nombre, no se dignó a verme.

Yo no fui. No tuve nombre. Tengo los nombres de los lanzados en aquel barranco de Esparta. Mi único nombre es el del rescoldo, no el del incendio. No queda nada de mí más que lo poco que pude ser: minutos bajo la sombra de la noche. Por eso he venido. Por eso tengo este espacio breve de papel en el que volver en la mano de otro que me escribe.

Yo he durado. Mis hermanos, los fuertes, se pudrieron hace mucho y el artificio de su tórax prevenido, de su guardia feroz no alienta nada. Han sido.

Yo soy. Muerto en Esparta hace casi tres mil años, con un soplo de vida. Vuelvo en este papel y en este idioma extraño porque yo, el débil, no conocí idioma alguno. Nonato para el sonido articulado y para el amor de las mujeres. Sólo conocí la madurez del grito ronco en la reprobación, el temprano gruñido del aborrecimiento en la mueca de las bocas, no el beso. La mano me escribe y soy ahora.

Hay un río incesante hecho de los cadáveres de los poderosos, el río de los fuertes que caen a cada momento, las caliginosas aguas de los que quieren vencer.

Yo estoy en las tierras altas, lejos de esas orillas. Y permanezco.

 

El Mar Rojo, publicado originariamente en Montevideo: Banda Oriental, 1991

Rafael Courtoisie. Montevideo. Poeta, narrador y ensayista. Miembro de número de la Academia Nacional de Letras. Miembro correspondiente de la Real Academia Española. Su antología Tiranos temblad obtuvo el Premio Internacional de Poesía José Lezama Lima (Cuba, 2013). Obtuvo el Premio Internacional Casa de América (Madrid) de Poesía por su libro PARRANDA (Editorial Visor, Madrid, 2014, publicado también en edición bilingüe en Roma, con el título de “Baldoria”, 2016).  Se editó en España, su libro El lugar de los deseos (Valencia, editorial pre-textos, 2013) y la segunda edición (en Uruguay, 1ª edición en España) de Partes de todo (ensayo-poesía). La balada de la Mudita (México, 2016), Diario de un clavo (México, 2016) y Ordalía (Madrid, 2016) son sus libros más recientes de poesía. En 2016 fue homenajeado por su trayectoria en el Festival de Poesía Contemporánea de san  Cristóbal de las Casas, México. Ha obtenido, en diversas ocasiones, el Premio Bartolomé Hidalgo (Premio Nacional de la Crítica, Uruguay) tanto en Narrativa como en Poesía. Ha sido Profesor de Literatura Iberoamericana y Teoría Literaria en el Centro de Formación de Profesores del Uruguay, de Narrativa y Guión Cinematográfico en la Universidad Católica del Uruguay y en la Escuela de Cine del Uruguay. Ha sido Profesor Invitado en Florida State University (Estados Unidos), Cincinnati University (Estados Unidos), Birmingham University (Inglaterra) y la Universidad Nacional de Colombia, entre otras. Fue invitado por la Universidad de Iowa para integrar el Internacional Writing Program. Ha dictado seminarios y conferencias en numerosas universidades e instituciones de España, Inglaterra, Francia, Italia, Israel, Grecia, Turquía, Bosnia, Canadá, Estados Unidos y América Latina. Fue finalista del premio Rómulo Gallegos. Su novela Santo remedio (Madrid, Lengua de Trapo, 2006) fue finalista del Premio Fundación Lara. Goma de mascar (Madrid, Lengua de Trapo, 2008, La habana 2016) y El ombligo del cielo ( Santiago de Chile, 2012, Montevideo, Random House, 2014) , La novela del cuerpo (Montevideo, 2014)  y El libro de la desobediencia (Montevideo, 2017) son sus más recientes novelas. Ha recibido, entre otros, el Premio Fundación Loewe de Poesía (España, Editorial Visor, jurado presidido por Octavio Paz), el Premio Plural (México, jurado presidido por Juan Gelman), el Premio de Poesía del Ministerio de Cultura del Uruguay, el Premio Nacional de Narrativa, el Premio de la Crítica de Narrativa, el Premio Internacional Jaime Sabines (México) y el Premio Blas de Otero (España). Es autor de numerosos trabajos críticos y de investigación sobre literatura latinoamericana y europea.

Es autor de la “Antología Plural de la Poesía Uruguaya del siglo XX” (Seix Barral, 1995), de la “Antología de la poesía uruguaya del siglo XX” (Editorial Visor, Madrid, 2010), junto con Basilio Belliard, de la antología “Plata Caribe” (Poesía Dominicana y Uruguaya del siglo XXI) y de la “Antología de microrrelatos uruguayos del siglo XXI” (2011), entre  otras. Su obra ha sido estudiada en numerosas tesis universitarias en Europa y Estados Unidos. Ha traducido a Emily Dickinson, Sylvia Plath, Raymond Carver, Mario Luzi, Valerio Magrelli, y Alessio Brandolini. Ha traducido “King John”, de William Shakespeare. Ha sido jurado de los premios del Ministerio Colombiano de Cultura, del Ministerio de Cultura del Uruguay, de la Institución B’Nai B’ Rith, de la Intendencia Municipal de Montevideo, del Premio Onetti-Rulfo (México-Uruguay), del Premio Casa de las Américas (Cuba), de los Premios Nacionales de República Dominicana, de los Premios del Ministerio de Cultura del Ecuador, del Premio Loewe de Poesía de España, entre otros. Palabras de la noche (Caracas, Monte Ávila, 2006) y Levedad de las piedras (Roma, 2015) son dos  extensas antologías de su obra poética. Tiranos temblad (edición del Ministerio de Relaciones Exteriores, Montevideo, 2010) reúne su poesía en prosa e incluye un ensayo introductorio y una detallada cronología y juicios críticos sobre su obra. La Universidad de Nuevo León (México), en conjunto con Versus y Posdata ediciones, ha publicado una edición corregida y aumentada de Tiranos temblad (México, 2011). Tiranos temblad (La Habana, Cuba, 2013).  En 2012 ha sido nombrado como Distinguido Profesor Visitante por la Thomas P. Johnson Foundation y la University of Central Florida, en Estados Unidos. Parte de su obra ha sido traducida al inglés, francés, italiano, portugués, rumano, uzbeco, bosnio y turco, entre otros idiomas.

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