Poesía joven hispanoamericana: Mariana del Vergel (México, 1998). Selección de Carlos Sánchez Ramírez
Mariana del Vergel (Aguascalientes, México, 1998)
Sillas
Te sientas, nos sentamos, se sientan
poltronas, butacas, reclinables
de madera, forja, terciopelos
móviles, binarias, secreteras
puestas todas a descanso
utilidad y pensamiento
respaldo de memorias, confesiones
balbuceadas a dios
en la sala de espera.
Por ahora, dice la psicóloga, no es nada
levántese, por favor, tome aire,
medite en caso de, camine, repare en las roturas,
vuelva a cada una de sus partes
ya es hora de cambiar su respaldo
ya es hora de tomar la paralítica
por lo que es:
las serpientes tienen
también cuatro patas
y muchas veces
se les quiebra
la vara con que miden.
Y yo solo veía los huecos,
el espacio que hay
entre las sillas.
Juego de Pares
abajo
las horas se palpitan
trazando en la tierra
una silla con tu nombre
escojo que me escojan
todas las aves temerarias
arriba
me sostengo con la punta
del madero henchido
que marca en su humedad
el ritmo:
sube y baja
subeibaja
subibaja
sabemos
detener el juego
cuando el lodo no
permite ya que caiga
el reloj a nuestra arena
líneas colgadas (de la mano de un cartero)
Con Gonzalo R. y Rubén B. y Thelma N.,
carteros intímos
Te decía en la carta
aquella, pérdida
en ceder todo mi destino
en la mano del cartero,
que mantener a pie
tus rebeliones, no
se batía con tu palabra al aire
la infinita espera en una falda larga
o al comernos con el mundo
de una ciudad que te llovía en los zapatos;
que leer a Whitman envejecía menos
la partida de los grandes
de Vicente o Ernesto o de
tu propio padre, cuando muera,
y otras cosas más o menos serias
como queriendo pedirte
como ahora pido –inútilmente–
que se detenga el tiempo sin tocarte,
que me guardes siempre en la
sed jaguarundí de tu maleza.
Te decía
que al fin entendía
estos dos espejos
mi tardanza en líneas cóncavas
y su anulada proyección
en las fibras de tu ovillo:
esa mitad de llanto que no lloras
lleva la casilla
de la hija que –aún– no tienes
de la esposa que no lograste
del movimiento retorcido de tu boca
preguntando cerca de mi vientre:
¿nuestra fertilidad es otra cosa?
mientras
yo solo asomaba a mí ventana
esperaba al cartero desde lejos
como queriendo decirte:
me divierten las cosas que me cansan
pero él no escucha ni conoce
el punto medio de su meta,
no sabe dónde vives
ni las muchas formas de confesarme que
tampoco puede llamar a la puerta
porque ya no hay entregas ni devoluciones.
Quilombo
Una mujer guarda en su cabello
un grano de arroz,
la brevedad de su pertenencia
mejor y único escondite
para el hambre de los suyos
que es una y la misma
me gustaría escribirle
a su cabello en crecimiento,
un lento acordonar la mata
de su pelo tumultuoso,
hablar de la blandura
y de su caída, cuando envejezca
me gustaría decirle
desentierra tu peineta y tus horquillas
y desata tu cobriza cabellera
el mundo que solo sabe repartir
la semillas por puños o por gramos
no cuenta lo sabio de su herencia
sus cabellos susurran entre sí
la invisible unión entre las letras
e s c l a v i t u d
y yo solo intento trenzar
mi cabello con el suyo
a un nuevo grano: este poema
Calle Libertad
Sentados en el asfalto
d o s
hombres se miran con la sencilla
diferencia de dos
gotas en el dorso de un mismo
vaso contenidas.
Se miran casi frente a frente
y reproducen con quietud los movimientos
grabados de su pupila en contención:
un paramento de piedra
ante cada uno
pone en la memoria cuasiacústica
la trastocada fuerza del viento inútil
cuando amanece desvelado o supino.
Junto al eco crudo de sus pies
las virutas de papel y
el polvo de hojarasca sepia
recuerdan la silente distancia
q u e t i e n e n e n t r e s í
el rebote de sus miradas
y la caída de la última moneda
aventada a la hojalata
con descuido y sin reclamo.
Y reproducen en su quietud los movimientos…
Pero nadie se pregunta
aquí afuera
qué vuelo tiene la expresión al aire libre
ni cómo ha cambiado la necesidad en
las formas de esperarse, lo mismo
en el adriático color celeste
que en el cambio de riqueza,
enunciado por el anónimo Urbanista.
Aquí no se habla del milagro perdido
del allá, en este aquí
ni de los pasos en la calle
–en esta misma calle–
que muere a su comienzo
en una de las cuatro esquinas
de ocelos abnegados.
Aquí no se habla del filo para cortar
dos pedazos de espejo.
Aquí no se cuenta la verdad
de los cruzados
que vuelan bajo
mucho más
abajo
hasta dejar caer a plomo
el número de su asiento
en el asfalto:
la mirada
esquiva la mano
el silencio.
Mariana del Vergel (Aguascalientes, 1998). Escritora. Fundadora del Encuentro Nacional de Revistas Literarias (ENAREL) “Fernando Benítez” y coordinadora del primer Encuentro Nacional de Mujeres Poetas Jóvenes. Ha publicado sus poemas y ensayos en diversas revistas literarias como Punto de Partida, Revista Feminismo/s, Liberoamerica y Circulo de poesía; así como en las antologías Crisis (Página Salmón, 2021) y Raíces a una voz (Silla Vacía, 2021). Obtuvo la beca para el Curso de Creación Literaria para Jóvenes de la Fundación para las Letras Mexicanas en 2021 y la mención honorífica en el Concurso de Crítica Literaria “Elvira López Aparicio” 2021. Actualmente es becaria PECDA 2021 y directora editorial de la revista de creación y crítica literaria Los Demonios y los Días (www.losdemoniosylosdias.com).
Carlos Sánchez Ramírez (Ciudad de México, 1998). Estudia Lengua y Literaturas Hispánicas por la FFyL UNAM. Ha sido dos veces becario del Curso de Creación Literaria para jóvenes de la Fundación para las Letras Mexicanas. Forma parte de la revista Taller Ígitur, de Crítica y Pensamiento en México y de Diótima.