Poesía joven en español: Marvín Castillo Solís (Costa Rica, 1992). Selección de Carlos Sánchez Emir

 

 

 

 

 

Marvín Castillo Solís (Costa Rica, 1992)

 

 

 

ARTE RUPESTRE

 

Lo intuyeron los bisabuelos de tus bisabuelos.

Gabriel Chávez Casazola

 

 

Mordí el pan de levadura con higos

que llevó tía Sara a la casa de mi abuela,

y vino a mí este pensamiento:

 

Los antiguos descubrieron la forma de parar el tiempo ahuyentando el agua.

El grano unido a su planta está lleno de jugo. Ellos lo apartaron y lo secaron al sol y al viento.

Y tras secarlo al sol y al viento lo molieron incluso, para que el aire y la luz se llevaran las últimas moléculas.

Y no existía entonces la palabra molécula.

Así salvaban al grano de las horas que se acumulan en su humedad.

Los cereales molidos solo descansan y esperan, mientras el viento rehace sus dunas todos los días. Les da lo mismo una semana que un lustro, porque duermen sin soñar como la leña estivada.

A diario, mis ancestros despertaban un puño de harina proporcional a su hambre. La revivían mojándola, una vez más, con miel, con huevo, con aceite, con jugo de frutas. De esta forma, el clan convocaba al tiempo, y el grano se reintegraba al ciclo mediante el pan.

Y pensé que el agua era buena, pero ¿cómo comprender entonces el diluvio universal, los tsunamis, el fenómeno del Niño, y la hidrocefalia?

Solo si se cumple el siguiente juicio: quien obra el milagro de la vida obra al mismo tiempo el milagro de la muerte.

Una persona se suspende simultáneamente en el líquido amniótico y en el fondo del mar, porque los setenta años que separan estas dos suspensiones no son nada si se miran desde la eternidad del agua.

 

En todo esto pensé

mientras comía pan de levadura con higos

en la lluviosa casa de mi abuela.

 

 

 

ODA AL NAILON

 

Cuando mi tío Javier compró una fosa grande,

tuvimos al fin donde caernos muertos

y adonde trasplantar al abuelo Enrique,

que estaba sembrado en la pura tierra

como si tuviéramos la esperanza de que germinara.

 

Cuando mi tío Miguel fue al cementerio

para darle la noticia

solo encontró

astillas de los fémures

que más parecían

trozos de coral o de madera

y un par de medias como nuevo.

 

Estos tristes artefactos de nailon

están más cerca de la vida eterna

que nosotros.

 

Ahora mi abuelo descansa

en una bolsa de tela oscura,

en un lugar fresco y seco

de nuestros corazones.

 

 

 

RAÍZ DE CEMENTERIO

 

A la memoria de Marvin Castillo Esquivel

 

Fui marcado con su nombre,

me heredó la mancha que tengo en la nuca.

Esos signos que me obligaban a obedecerle

ahora me dan la última palabra.

 

Los difuntos no escriben,

no piensan aquí viene el gusano,

aunque el gusano entre y salga y entre

y los deje cosidos a la tierra.

Ni siquiera extrañan las ganas de llorar.

 

Mi papá no lloraba.

Si pudiera, a lo sumo, extrañaría

almorzar con arroz, frijoles y barbudos

bañados en vinagre de chilera.

 

La enfermedad llegó como la policía, el amor

o cualquier otro amigo de lo ajeno

que se instala en casa prestada,

ensucia paredes, rompe macetas

hasta que un día incendia la cocina.

 

Cuando la vida ya no tenía caso

sacaron por su nariz

la culebra de hule que lo sustentaba.

¡Qué indigno, no ser alimentado por el pan,

la carne en salsa, el plátano frito;

sino por un licuado de manguera!

 

¡Y qué forma hermosa de matar a un hombre,

en especial a uno tan fuerte,

acostumbrado a imponerse sobre todos:

quitarle una manguerita

como quien desconecta el microondas!

 

Jamás olvidaré la flacura de sus brazos,

su cara de esqueleto agonizando de hambre,

ni aquellos ojos de pozo

que reemplazaron las últimas palabras.

 

Quien fuera el que dijo:

no temáis,

es tan hermoso morir,

nos tomó a todos por idiotas.

 

Chao, pa, cuánto me alegra

que no haya Dios,

vida eterna,

energía,

vibraciones,

aura,

providencia,

reencarnación,

ni nada remotamente parecido.

 

Gracias por enseñarme a orinar en público.

Gracias por llevarme sobre los hombros.

Gracias por dejarme dormir en misa.

 

Perdón por no cuidarlo en su enfermedad.

Perdón por no asistir a sus funerales.

Perdón por no ser un hombre en sus términos.

 

Y esto es lo inútil, mi última palabra:

la gente convierte el arroz,

los frijoles y los barbudos

en mierda.

 

El árbol convierte

la tierra del cementerio

en naranjas.

 

 

 

BASÍLICA

 

Gobierno nombra a Virgen de Los Ángeles

Comandante de la Sección Aérea de la Fuerza Pública.

La Nación, 18 de julio del 2013.

 

Reina de Los Ángeles,

soy Carmen, tu hija,

Carmen Rojas Segura, cédula 1-1521-0028,

vecina de San Ignacio de Pérez Zeledón.

Desde allá he venido en romería

a poner en tus manos mi congoja.

 

Me casé con un energúmeno

un insufrible, un infiel.

De nada valieron para mi bienestar

tantas católicas guerras contra los infieles.

Imagínate, Santa María,

cuando por su pecado le cerré las puertas

de mi cuerpo, que es templo del Espíritu Santo,

el sinvergüenza

se fue a vivir con su amante de toda la vida.

Yo nunca había pensado en divorciarme,

pero así las cosas,

solo veo dos soluciones para mi tribulación:

el divorcio o el homicidio,

y bien sabes que entre dos pecados

debe escogerse el menor.

Supongo que tendré que divorciarme.

Pero este no es el problema del que te hablaba,

Madre virginal,

Consuelo de los afligidos.

 

Mi congoja es esta:

el pasado 30 de julio amaneció en mi patio un carro de la policía.

Su exmarido acaba de vender la casa,

eso me dijeron,

tiene que desalojar.

En ese momento clamé a ti

porque sabía que fuiste nombrada

Comandante de la Fuerza Pública de Costa Rica,

pero no me escuchaste,

ni me escucharon ellos cuando les dije

que no podían desalojar

a una devota de su superior.

Como no tenía adónde ir,

está bien, les dije, pero sepan

que voy a hablar con su Comandante.

Agarré mis cuatro trapos

y me fui con un grupo de romeros.

 

Sé que eres la patrona de Costa Rica,

pero me darás la razón si digo que en este país

no hay orden humano ni divino.

Si la patria la hacemos todos,

¿cómo es posible que los policías,

los diputados, el presidente,

mi marido en la cama de la otra

y yo frente a ti

estemos haciendo juntos

los pastizales y las pozas

que aparecen en los anuncios de Imperial

y en Informe 11?

¿No crees,

Comandante inmaculada,

que si este país, o cualquier otro,

fuera hijo de sus hijos,

sería una telenovela grabada en un manicomio?

 

Contéstame, Espejo de justicia,

no endurezcas tu corazón,

que cada vez hay menos gente en esta Basílica que es tu casa

y no estoy acostumbrada al frío de Cartago.

 

 

 

A LA HORA EN QUE LOS DIPUTADOS CRISTIANOS SE MASTURBAN, MI MANO DE ADULTO ESCRIBE USANDO ESTE LÁPIZ DECORADO CON BICICLETAS             

 

A Byron Ramírez

 

No detuve el cambio climático.

No penetré a mi primera novia.

No he logrado juntar a mi familia.

No practiqué el orgullo ni el silencio.

No soy ajedrecista, ni catador, ni músico.

No cambiaré el rumbo de mi generación con mi primer libro.

No consigo reunir a mi familia.

No tengo cómo saber si mi papá me oyó con atención una sola vez antes de morirse.

Lucí mi ateísmo en las universidades; pero en mi propia casa tragué, sin hacer muecas, litros de aceite de lagarto para el alma.

No logro que mi mamá deje de llamarme por el nombre del perro, ni que los imbéciles contengan la risa cada vez que lo digo.

 

No pude reunir a mi familia. Y sin embargo, por el poder que me confieren las palabras,

que son las ideas, que son los objetos, tiro mi cruz de fracaso al mar y sobre su madera flotante me siento a ver pelícanos.

 

Los espirituales dirán que es poca cosa. Conformarse con un espejismo, un momento frente a la espuma, a flote sobre una vida derrotada.

 

No quieren saber que el Reino

de los Cielos también es ilusorio,

pero en verdad les digo:

prefiero mi segundo frente al agua,

prefiero mi certeza

de no tener opciones fuera de la ficción.

 

 

 

MÁQUINA DEL TIEMPO

 

Hace mucho yo sentía nostalgia

por un árbol de mi escuela

o por la cara de un primo a los seis años,

y esa emoción caía sobre el presente

con la ligereza de una garúa.

 

Luego, se extendió a territorios más cercanos:

añoraba una panadería descubierta el día anterior

o una nube vista durante la mañana;

así hasta que las paredes de los recuerdos

atravesaron, no sin violencia, las del presente,

de manera que unos fueron entrando en el otro.

 

Hace meses que extraño las cosas mientras las vivo.

Me hace falta el lapicero que tengo en la mano

y lloro por este sol perdido para siempre.

 

¿Alguien sabe qué fue de mí en el futuro?

 

 

 

 

MARVIN CASTILLO SOLÍS nació en 1992 en Pérez Zeledón, Costa Rica, donde vivió hasta los diecisiete años. Migró al Valle Central para estudiar Filología Española en la Universidad de Costa Rica, carrera en la cual recibió los títulos de Primer Promedio y Graduación de Honor. En el 2013 dio inicio, junto a otros estudiantes, al Taller Literario Joaquín Gutiérrez, el cual sigue activo siete años después. Ha sido profesor de Creación Literaria en el Conservatorio de Castella y coordinador de Literatura en el Festival Internacional de las Artes de Costa Rica. En el 2014, participó en un intercambio académico de un ciclo en la carrera de Letras Hispánicas de la Universidad Nacional Autónoma de México. Su poesía ha sido publicada en revistas como Revarena, Conjetura, VozUCR, Comelibros, Antagónica, Larvaria y Campos de plumas; también en antologías como Sub30, Miércoles 2p.m., Certamen desierto y Y2K.

Entre otras actividades, ha participado en el Festival Internacional de Poesía de Costa Rica, la Feria Internacional del Libro de Costa Rica y el Encuentro Internacional de Escritores en Tarija, Bolivia. Obtuvo el primer lugar en la categoría de poesía del Certamen Brunca 2017 y en el Certamen Lisímaco Chavarría 2019. Con la editorial Perro Azul, en el año 2019, publicó su primer poemario: El libro de Jonás, el cual fue presentado en Pérez Zeledón, San José, Oaxaca y Ciudad de México.

Actualmente, cursa la Maestría Académica en Literatura Latinoamericana de la Universidad de Costa Rica e imparte la asignatura de Lingüística y Literatura en el Instituto Educativo Moderno, donde también coordina un Taller de Escritura Creativa.

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