Poesía joven en español: Francisco A. Cobo-Reyes Lendínez (Jaén, España, 2000)
Francisco A. Cobo-Reyes Lendínez (Jaén, España, 2000)
La costilla de adán
La costilla de adán, verde en tu patio,
ya tan solo será verde conmigo.
Allí sucederá cada reforma,
habitarán tu hogar desconocidos,
demolerán por siempre el edificio,
alzarán uno nuevo, diseñarán un parque,
será del sol de agosto, del invierno,
hablarán otras lenguas y otros rostros
sonreirán al amor y llorarán
muertes injustas.
Pero mientras yo viva y quede escrito
que te amaré por siempre y que te espero,
se sentirá en lo eterno y libremente
la costilla de adán, verde en tu patio.
[…]
Quiero ser aire y todas las palabras
que me agarren al mundo simplemente.
Tengo los ojos, tengo mis dos manos,
puedo decir "amor", recordar música.
Me describen los siglos. Mis anhelos
cruzan las lenguas de los inmortales
y los pronuncio aquí, para que entiendas
que el tiempo es el más débil enemigo.
Qué ocurrirá si observo en tu mirada
un prodigio total, que encierre al cielo,
a la luna de agosto, a las estrellas?
Soy: este verbo elijo para hablarte
sin saber lo que habré de ser mañana.
Pero en el mundo: un momento, un ámbito,
el hogar más remoto, la frontera
más accesible a la añoranza. Escuchas
esta voz de cristal que se enamora
mientras los años se desnudan solos?
Ni siquiera en el medio del camino:
hemos llegado al último país
desde el momento en el que, dios rosado,
nuestro beso sonó en el 2020.
[…]
«Vierto mis infinitas penas en las palabras
que tejo en una seda de tela»
HUANGFU RAN (poeta chino de la dinastía Tang)
Pido perdón, pero es que sufro.
No quiero hacer un monumento
donde mis lágrimas reluzcan
como mil prostitutas tristes
que visten penas falsas en busca de la gloria.
Tal vez sinceridad sea poesía:
si lloro, que mi llanto moje el verso;
si solo necesito divertirme,
que aparezcan las formas más exóticas
y el poema no salga de sí mismo.
Pero ahora estoy sufriendo, y si me quejo,
que mi dolor se aplaque en tanto escribo,
que me ayude a avanzar o a confundirme:
es que a veces la vida no ofrece soluciones
y es preciso buscarlas en el arte.
Por eso escriben unos y leen otros.
Por eso aquel se fue anoche al cine
y aquella no ha dejado de escuchar
la larga lista de su Spotify.
A lo mejor el arte no es inútil.
Hay que buscarlo:
ir detrás del amor y el sufrimiento.
Azul y verde
El cielo azul, el árbol verde.
Ambos aquí: verde y azul.
El color es el aire, el fresco.
Verde el silencio, azul el alma.
Aquí soy todos los lugares
y soy también al sol el tiempo.
Mis ojos, el azul, el verde.
Me amparan juntos: árbol, cielo.
La tarde de agosto a la sombra:
Soy luz, silencio verde, azul.
Noche total
Llenas el mundo de manera antigua.
Si pronuncio "mujer" te yergues sola,
barro celeste enardecido en aire,
y das tu cuerpo en forma de planeta:
total, redonda, siempre
siendo la luz y amparando la sombra.
Tuya es la lengua de los árboles
cuando el viento se anuncia entre lamentos:
en la noche descifras
todos los signos que me oculta el día,
eres marea alta
para que el mar alcance cada orilla,
das con el trigo y con el agua,
agrietas la tierra con tus labios
y llega el beso.
Entonces sé cuánto duran los siglos,
porque toco tu cuerpo y me deslizo
a través de tu espalda hasta el centro del mundo,
porque soy tu cabello desvistiéndome
esta piel de papel en la que habito.
No eres divinidad, pero eres vida,
eres el sol y la mañana blanca.
Y yo, agarrado al cielo de tu boca,
soy por fin el amor y soy tu sexo.
Francisco A. Cobo-Reyes Lendínez (Jaén, España, 2000). Comienza a escribir algunos poemas desde la temprana adolescencia, pero no será hasta que se acerque a los 18 cuando descubra su verdadera vocación literaria. Va en 2018 a Salamanca, donde se matricula en el grado de Filología Hispánica y afianza afinidades literarias: cada vez más entusiasmado por la literatura latinoamericana, encontrará en ella su inspiración más profunda. Con el corazón a ambos lados del Atlántico, escribe, sinceramente, por amor al arte.