Poesía

Poesía española: Ernesto Pérez Zúñiga (Madrid, 1971)

 

 

 

Ernesto Pérez Zúñiga (Madrid, 1971)

 

 

PUERTO FLOTANTE

(diez poemas de un libro inédito)

 

 

I

 

El amor es un dibujo de Escher

Estamos uno en el otro

Dentro y fuera

Del revés hacia el derecho

El ahora del ayer y el mañana del ahora

Todo el mismo destiempo

Tú en otra tierra y en mí

Yo en la casa llena de ti

con la continuidad de una cinta de Moebius

A través de las ventanas de las torres

A través de la orfandad del cuerpo

y de la caverna creciente de la Luna

El amor es una cinta de Moebius

una serpiente entre los pies

frente al espejo

Una cinta sacudida por el viento

de una dimensión a otra

Tus ojos se adentran en mi esfera

y la esfera se adentra en otros ojos

Como un dibujo de Escher

 

 

 

II

 

Vuelas dentro de mí

Despegas en algún lugar de mis vértebras

Despegas una vértebra de otra

Estiras las columnas del templo

las derribas

médulas modulan los nombres

serpenteando

 

Te afanas en desplazarte

de un punto de mi estómago a otro

Te infiltras en el hígado y regresas a casa

Iluminas mis riñones como Cástor y Pólux en el firmamento de la ciudad

ciega de sus propias luces insignificantes

salvo cuando despierta a ti

 

Hélices

alas

aguijones

fibras en vibración resplandeciente

sangre aquí

allá materia oscura

                       marrón enana

centella esquiva

 

El jardín de la ciencia te respira

Los cilios te acarician como anémonas

 

Y tus meteoros

atraviesan

girando

mi pequeño

territorio

 

 

 

III

 

Te mueves en mí como una marea que alienta hacia el astro que nos corrige

Que corrige la sombra y la llena de luz

Es Luna llena y hace un rato fue la música de Schubert

quien te envuelve en mi cuello como una bufanda-partitura

En los ojos tengo a Beethoven buscándote

dentro del oído de las avenidas

Schumann en cada dedo de los pies

tratando de caminar sobre tu música

Las notas caen del cielo sobre el agua

como gotas de una palabra deshecha

La música de tanto amar que hay en los nombres

 

Vivir es un acto de presencia

 

Yo creo en otras dimensiones

Las he visto en las latas de conservas

Las he visto en la materia oscura

Las he visto en el espejismo de las ventanas

cuando reflejan mi rostro sin ti

 

Mirar es un acto de presencia

Y cerrar los ojos el acto de ver

 

Dormir es encontrarte en marejadas

y en la quietud transparente de los sueños

 

como si una pluma

pudiese

seguir

cayendo

dentro

del agua

 

Morir es una plaza mayor

Canto y bailo en la plaza mayor

Cae la Luna bajo nuestros pies en el baile

Bailamos sobre el espejo redondo de la muerte

Bailamos rayando la pulida superficie del no ser

 

Te mueves en mí como una marea se mueve en ti

El amor es una cinta de Moebius

Te trae haciendo surf en bumerán

 

 

 

IV

 

Has entrado en la puerta giratoria

Te veo desde fuera y desde dentro

Entras en mí o salgo hacia ti

Ya no hay ninguna diferencia

 

Entreabro mis membranas y me encuentro

un cabello tuyo

                 por ejemplo

Me abismo en el picor de mi garganta

y te observo navegando en mis pulmones

 

Como una muñeca rusa

soy yo el bosque que te contengo

eres tú el bosque que recorro

dentro del muñeco del mundo

que flota en el espacio

parpadeantes ojos de cristal

atónita presencia

 

Viniste como un panel solar

para activar el movimiento de mis piernas

Vendrás en naves con petróleo de estrellas

para que el mundo se ponga en pie dentro del aire

para que el mundo se siente en el sillón vacío

para que el mundo pueda tumbarse en un colchón de anémonas

muy tranquilo

dentro del mar

 

Has entrado en la puerta giratoria

Entro en ti o salgo hacia mí

Fuego en el Agua Aire en la Tierra

Cuatro elementos dentro de un círculo

El amor ha inventado la rueda

 

 

 

V

 

Me tambaleo entre paredes de agua

 

Cuando camino

el agua oscila

hacia el sur o hacia el este

 

Me tambaleo sobre el suelo

de agua

 

Cada paso abre una onda

 

Cada onda

         busca

                otro

caminante

 

Me tambaleo bajo el cielo

de agua

y aún pienso que me ahogas

 

Pero soy el pez que nada en su semilla

El árbol que germina en el silencio

 

 

 

VI

 

Recurro a las tierras del norte

si no te siento

recurro al ojo del dragón

atravieso su iris cristalino

como un puño estalla en la oscuridad

como un beso solo se puede añorar a mordiscos

si no te siento

recurro a las tierras del norte

 

Recurro al mar del oeste

si no te siento

recurro a la espiral de los nervales

la desmenuzo en mi saliva

desciende por mi columna vertebral

peces abisales con tu nombre

y en la penumbra

de mis huesos

arde

tu llamada

si no te siento

recurro al mar del oeste

 

Recurro a la roca del sur

si no te siento

recurro a los colmillos de los elefantes

los clavo en el centro de mi pecho

para escuchar el brote de luz

la sangre hace árboles de selva

las raíces se deslizan por tus dedos

si no te siento

recurro a la roca del sur

 

Recurro a la bruma del este

si no te siento

recurro a los escudos que ocultan el Sol

los golpeo en el ring de mi mirada

donde el mundo no concreta tu figura

pero ocupas la plenitud de los vapores

y tú vuelas en el humo del agua

si no te siento

me bebo la bruma del este

 

 

 

VII

 

No le des otro nombre

El fuego alumbra la carne desde dentro

No le des otro nombre

                        es la llama

cobijo hogueras

y whiskey cegador

Una bomba nuclear se eleva

hacia dentro

desde el envés del ombligo

 

Mi cuerpo es un abrigo reversible

que abraza una cueva ignorada

 

Hace frío fuera de la cueva

 

Mi piel se ha girado sumergida

y te busca entre los órganos como un barco que ha volcado

Mi piel se ha girado sobre sí

y te busca en las costillas

y en los pulmones de Descartes

 

Ardo

     luego existo

Me hielo

       luego estoy ardiendo

 

 

 

VIII

 

Tan callando

se viene tan callando

 

Cavando

tan cavando

se viene

 

el otro lado de mí

 

Luz negra

Abismo de claridad

 

Tan cavando

Tan callando

 

 

 

IX

 

Sé que pretendo sustraerte a la materia

esenciarte en voluta

sentarte en el aire

abrazarte en hidrógeno

inflamar el carbono

bañarme en tu oxígeno

 

Sé que pretendo rescatar el sonido

que hacen tus pies al deslizarse por la acera

en  esta o en otra ciudad

en cualquier zapato o chancla que pisa calendarios

hojas secas o colillas

Sé que pretendo edificar mi torre con la arena

que resbala de tus pasos cuando cruzas las dunas

Sé que pretendo salpicar mi cara con las gotas

que desprende tu cuerpo cuando sales del mar

 

Sé que pretendo rescatar el eco

que deja tu risa en el oído de los otros

-los otros que soy yo-

Sé que pretendo reunir la luz multiplicada

que dejan tus ojos sobre objetos plantas animales

y el resto de seres en movimiento

 

Y sé que pretendo silbar

la canción que tu aliento

va ritmando

en la partitura del mundo

 

Así que voy atento

al silencio

 

Así que voy creando

silencio

 

Así que voy silbando

el silencio

 

 

 

X

 

Extiendo mis brazos hacia las termitas del cielo

y las palmas de mis manos se engastan con estrellas

Ernesto Pérez Zúñiga (1971) nació en Madrid, ciudad donde vive actualmente. Es licenciado en Filología Española por la Universidad de Granada. Profesor y editor, trabaja como jefe del departamento de actividades culturales del Instituto Cervantes. Como narrador es autor del conjunto de relatos Las botas de siete leguas y otras maneras de morir (Suma de Letras, Madrid, 2002) y de las novelas Santo Diablo (Kailas, Madrid, 2004), El segundo círculo (Algaida, Sevilla, 2007), El juego del mono (Alianza, Madrid, 2011), La fuga del maestro Tartini  (Alianza, Madrid, 2013), No cantaremos en tierra de extraños (Galaxia Gutenberg, Barcelona, 2016) y Escarcha (Galaxia Gutenberg, Barcelona, 2018). Ha publicado los siguientes libros de poemas: Ella cena de día (Dauro, Granada, 2000), Calles para un pez luna (Visor, Madrid, 2002), Cuadernos del hábito oscuro (Candaya, Barcelona, 2007), y Siete caminos para Beatriz (Vandalia, Sevilla, 2014). Recibió el premio Arte Joven de la Comunidad de Madrid en 2002, el premio Torrente Ballester en 2012 y el Premio Nacional Cultura Viva a la trayectoria narrativa en 2019. Algunos de sus libros se han traducido al francés, al rumano y al italiano. Ha colaborado con distintos medios como El País, Cuadernos hispanoamericanos o Zenda.

 

Fotografía: Lisbeth Salas

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