Poesía argentina: María Meleck Vivanco (Córdoba, 1921-2010)

 

 

 

 

 

La poeta Marta Cwielong (Argentina, 1952-2021) prepara una selección de poesía argentina. Nos acerca a sus tradiciones, una de las más destacas de nuestra lengua del siglo XX hispanoamericano.

 

 

 

 

María Meleck Vivanco (Córdoba, Argentina, 1921-2010)

 

 

Fue la primer mujer en ser parte de esa generación que militó el surrealismo. Estuvo entre las fundadoras del Partido Comunista de Córdoba.

 

 

 

El viaje

 

Lozano y perverso, el desatino del amor acaricia los abedules  Con pequeñas manos de ambrosía, zambulle el aire su tufo cotidiano

de sombras

Me hallo cubierta en los atardeceres remotos que destilan su cólera de almizcle  Dulcemente por encima de los escombros del

monte

No habrá deslumbramiento final para los héroes  Ni discursos del olvido que reconozcan su propia iniquidad  Ni espadas entre

cubas de agua ardiente que enderecen rumbo a la sordidez  Ni palpitaciones y pestañas vibrátiles en los exiliados del infierno

No habrá furia ni arrebato cabalgando su espacio de ceguera  Ni signo privado contra las imprevistas apetencias del alma  Ni

porfiadas veletas adversarias del viento  Ni amantes recostados sobre mares encendidos

Vagabundos, si

Payasos de carne enamorada  Y respiración de puro fuego blanco

 

 

 

 

Quemados por la luna

 

Amor de ojos vendados  Tiembla en el desván de la cordura  De infinitas orillas su rumor contra el cielo  Caída en los cristales

anémicos y tristes  Su rosa del nacer, con los núcleos amargos en una sola vuelta entretejidos

Las catedrales madre de vientre abovedado, sangran gota por gota sus placentas  Cotidianas lisonjas que bordean la sed  Y siglos

retorcidos en la guerra

Miro aquí al niño solo  Al infante de piel envejecida, perdido en la ciudad de su aliada la sombra  Los metales muy blancos

quemados por la luna  Y el vellocino de heno que prefiere el silencio

Susto a susto el iridio anda por los rincones  De a poquito nos tocan sus pestañas de pluma  Sus faisanes de garras bordadas en el

hueso

El ocaso se duerme sobre mi pecho  Masticando la  nada

Teje y desteje la araña, su red de seda fúnebre  Para el suplicio de la mariposa

 

 

 

 

Papeles amarillos húmedos de oscuridad 

destiñen de a poco las galas del reino

 

En remolino de menguados ojos  Entro en el laberinto de la guerra

El delirio flamea junto a una nube extraña  Con una agorería  de

gallo bataraz  De ave gloriosa incursionando en causes de zozobra

Bajo un aura salvaje donada por las flores más lujosas  Atraigo  mi deriva

de ser en el  lago Kivú  En los fértiles sueños jubilosos  Rodeados de azahares que junio resucita

La dimensión del luto es hálito inocente  Como un padrillo en celo

descarrila sus ángeles  En cavidad de piedra desollada

Nadie le salva el corazón a nadie  Nadie le salva el beso la herencia la memoria el trino  Que de olvido y de brasa son los pueblos que

entregan sus ovejas Y corolas en duelo desesperan a los ríos ocultos  Madres rituales que desgranan fábulas  En un recodo de

aquietada guerra

Lagrima mía  Efigie de medalla oxidada reconocidamente muerta  Desgajada en la rama

Ya nadie cuida el oro fuera de la tierra

Ya nadie nombra el llanto

 

 

 

 

Reclinatorio donde la Virgen

 

Mi arrobamiento se suma a los conjuros de la

sombra  A la savia picante y sensual de los paraísos

abstraídos  Como ala de abanicos angélicos que

refrescan la turbulencia de la tierra

Mientras la luna exhala su perfume animal, me

instalo soberana en los jergones del monte  En los

remiendos estrellados del viento

Llegan los marginados de la procesión  Abren el

follaje y se reparten los manjares deliciosos y las

naranjas profundas  El rocío distrae más allá de la

fiesta  Y obedezco al pulso salvaje de ruidos

luminosos

Fruto de la compasión, la niña alisa sus cabellos con

peine de palo santo  Y el ave infiel se despereza

entre las flores

Amo las chimeneas desoladas  Y suspiro la púrpura

en el reclinatorio, donde la virgen descansa su

cabeza

Ahora las máscaras, se prueban corazones alrededor

de mi casa

 

 

 

 

Las apariciones

 

Las estrellas guardan secretos de un deseo agujereado por la lluvia

Desde qué valle te contemplo, desde qué estación y otras voces calientes de intensa fuga, justo a la altura de mi alma

Hay ventanas y sitios luminosos que envidia el atardecer Sus delicados arpegios

horadando la totalidad de lo incorpóreo Envolviendo en seda las mariposas verdes des-

prevenidas del verano

Hay un marcapasos de pulso de fiesta ausente en los graznidos de la noche El

último tren arracimado que se miró cara a cara con la desolación

Y existen también los albergues celestiales a partir de un rencor oculto, sabiamente marginado, sabiamente indeciso

El ombligo partido de la serenidad es como una hilera de gansos cegados por la luz de los ríos

Se me olvidó la vida Se me olvidó la muerte

Me he quedado con las apariciones de mi corazón

 

 

 

 

Olga Orozco (EN MEMORIA)

 

Acróbata y nadadora del rocío

Color de noche su piel, seda que hoy flota luminosa, como abanico de

mediatarde sangrando en la faena de los toros ­

Ella elevó sus indulgentes claros ojos a zonas del espanto que yerguen

una figura del olimpo. Seducida por la hidalguía del océano, miraba

fijamente los corales Y como Cristo, sus labios resplandecían crueles

entre vinagre y agua

Sacrificando en el deleite su forma de abigarrada luna, de maga en los jardines

de la cábala, con su ejercicio suspirante del amor

Cuando el mun­do era santo del ritual del milagro Los glaciares,

cataratas de lágrimas Y los pájaros se bienvenían en sus deseos

de cristales inalcanzables y de espejos mordidos

Ay estrella delicada de la mañana, que eligió en la belleza

su desamparo ¿Acaso somos los sobrevivientes del salvaje suicidio de su dulzura?

Por que te fuiste temeraria en vilo, desafiando las máscaras de la

eternidad

Ocultando para siempre la salida del sol

 

 

 

 

María Meleck Vivanco (1921-2010), quien integró el primer movimiento surrealista –liderado por Aldo Pellegrini junto a Francisco Madariaga, Carlos Latorre y Enrique Molina entre otros– y es considerada la primera poeta surrealista latinoamericana. ha recibido las siguientes distinciones: Libro de Oro (Lima, 1956), Segundo Premio de Poesía de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires (1978), Premio Fundación Argentina para la Poesía (Colección de Poetas Contemporáneos, Buenos Aires, 1988), Premio de Poesía del Fondo Nacional de las Artes (Buenos Aires, 1991), Premio Unicef (Nueva York, 1996), Premio Universidad de las Letras (La Habana, 1997) y Premio Fundación Sociedad de Los Poetas Vivos (Buenos Aires, 1998). En 1978 fue invitada al Tercer Congreso Latinoamericano de Mujeres Escritoras organizado por la Universidad de Ottawa. Y en 1999 al Congreso Internacional del Surrealismo en el Tercer Milenio, efectuado en Roma.

 

 

 

 

Marta Cwielong, nació en Longchamps, Buenos Aires, Argentina. Ha publicado su obra bajo los títulos: Razones para huirDe nadieJadeo animalMorada (Valencia, España), Pleno de ánimasLas vírgenes terrestres, (Observación de poetas latinoamericanas, trabajo de investigación y creación). La orillaMemorias del hambre, (Ediciones POE Guatemala). 2 Poetas de Argentina, publicación compartida con Mariana Vacs, Ediciones Corazón de Mango, Colombia. No esperes que me anuncie, publicación bilingüe catalán-castellano compartida con el poeta valenciano Pere Bessó. Participa en numerosas antologías y festivales de Poesía de Latinoamérica. Su poesía ha sido traducida al catalán, polaco, italiano y francés. Embajadora de La Guacha Revista Nacional de Poesía.