Poesía argentina: Estela Figueroa (Santa Fe, 1946). Selección de Marta Cwielong

 

 

La poeta Marta Cwielong (Argentina) prepara una selección de poesía argentina. Nos acerca a sus tradiciones, una de las más destacas de nuestra lengua del siglo XX hispanoamericano.

 

 

 

Estela Figueroa (Argentina, 1946)

 

 

Realizó trabajos para cine y teatro. Coordinó talleres literarios en el Pabellón de menores de la cárcel de Las Flores, donde editó la Revista Sin alas.

 

 

 

LA POBREZA

 

Eso que parecía oscilar

‒nube negra sobre tu cabeza‒

ya llegó:

está aquí.

Puebla cada uno de los objetos

de la casa que se deteriora.

Eso que no quise para mí.

 

¿Qué hacer?

Todavía tengo unos cigarrillos en el atado

y un poco de vino en la botella.

 

Me aferro a esas pertenencias

como un buitre.

 

 

 

Pequeños asesinatos

 

Una noche en que volví tarde a casa

la vi disparar rauda y oscura

desde el canasto de papas que está en un extremo de la cocina

hasta el otro

al costado de la heladera

donde acumulamos botellas vacías de vino y gaseosas

que en gloriosas jornadas de limpieza

sacamos a la calle.

- : Tenemos una laucha -dije a mi hija Florencia-.

Es gorda. Vive detrás de la heladera.

Habrá que matarla -me contestó ella.

Habrá que poner triguillo fuera del alcance de Toto.

(Toto es nuestro perro)

Pero pasaron los días

y ninguna de las dos iba a la ferretería

en busca del triguillo.

Y la laucha seguía corriendo rauda y oscura de un extremo a otro

-en la cocina-

ante la mirada curiosa de Toto

y ya sin importarle si estábamos nosotras o no.

- : Esta laucha se está tomando mucha confianza

recuerdo que dijo mi hija.

Bueno.

De manera que a la mañana siguiente me encaminé a la ferretería

y compré el triguillo Drumolive

hecho con glándulas disecadas de roedores

lo cual- según decía el prospecto-

ejerce una poderosa atracción sexual sobre sus iguales.

La caja estuvo envuelta varios días sobre la mesa de la cocina

hasta que Florencia

-que es más expeditiva que yo para estas cosas-

abrió el paquete una noche

llenó potes con buena parte de su contenido

y acomodó estos potes estratégicamente.

Durante varias mañanas

mientras yo tomaba té leyendo a Carver

la sentí comer ávidamente.

Es cierto. Nadie

nada escapa

de lo que implica una atracción sexual.

Los ruiditos terminaron

y Carver y yo quedamos solos.

Charlando sobre la proximidad de una jornada de limpieza de la casa dijo mi hija

- : Parece que la laucha se murió. Ya no se la oye.

- : Es cierto-respondí-. Yo tampoco la oigo. La matamos.

 

 

 

No.

El hermoso verano

no ha terminado aún.

Nos queda un mes para estarse en los patios

y descalzarnos

mientras charlamos

de esto y aquello

sin ton ni son.

Todavía habrá hombres de brazos tostados

en las calles

de la ciudad envuelta por la noche

brotada toda

como un lazo de amor.

 

No.

No me sostengas que no voy a caerme.

Sólo se caen las estrellas fugaces

y yo -te dije-

quiero permanecer.

 

Un hombre es bueno para una noche.

Cuando amanece es un reflejo dorado

sobre la cama donde se toma café.

Y es agradable el olor que deja.

Dura todo un día.

Pero no toda la vida.

 

Luego hay que descansar.

El libro de Kavafis y el de Pavese

sobre la mesa de luz.

Hay que aminorar la marcha.

Sentarse un rato a solas

en el sillón del patio.

Mujeres: tendríamos

que aprender de los gatos.

¡Cómo agradecen el tazón

que rebosa de leche!

 

Falta para el otoño.

Que nos encuentre intactas.

Sin habernos negado

a estas pasiones

que cada tanto

asaltan.

 

 

 

El poema malo

 

Amortajado por una red de palabras

tachaduras y manchas

conservo del poema malo

su esqueleto precario.

 

Digo que la idea no era mala

así como puedo decir de otra mujer

-No es fea.

Pero si una buena idea

no es perfectamente desarrollada...

Pero si una mujer hermosa

no lleva un hermoso vestido...

 

En el cajón de la mesa lo escondí

junto con remedios, resultados de análisis y facturas.

¡Y pensar que lo escribí creyendo

que lo llevaría sobre la frente

incrustado como una perla

o un pequeño ojo perfecto

que reflejaría el mundo!

Marta Cwielong, nació en Longchamps, Buenos Aires, Argentina. Ha publicado su obra bajo los títulos: Razones para huirDe nadieJadeo animalMorada (Valencia, España), Pleno de ánimasLas vírgenes terrestres, (Observación de poetas latinoamericanas, trabajo de investigación y creación). La orillaMemorias del hambre, (Ediciones POE Guatemala). 2 Poetas de Argentina, publicación compartida con Mariana Vacs, Ediciones Corazón de Mango, Colombia. No esperes que me anuncie, publicación bilingüe catalán-castellano compartida con el poeta valenciano Pere Bessó. Participa en numerosas antologías y festivales de Poesía de Latinoamérica. Su poesía ha sido traducida al catalán, polaco, italiano y francés. Embajadora de La Guacha Revista Nacional de Poesía.

Un comentario en "Poesía argentina: Estela Figueroa (Santa Fe, 1946). Selección de Marta Cwielong"

  • el mayo 20, 2020 a las 12:47 pm
    Enlace permanente

    Pura y estremecedora belleza.Tan ahi que parece cerca.Gracias

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