Poesía

Poemas de Franca Mancinelli (Fano, Italia, 1981). Traducción de Sebastián Arellano

 

 

 

Franca Mancinelli (Fano, 1981)

de Masa madre

Traducción de Sebastián Arellano

 

 

 

cuchara en el sueño, el cuerpo

recoge la noche. Se alzan enjambres

sepultos en el pecho, extienden

alas. Cuántos animales migran en nosotros

pasándonos el corazón, deteniéndose

en el pliegue del anca, entre ramas

de costillas, cuántos

quisieran no ser nosotros,

no quedar atrapados entre nuestros

contornos de humanos.

 

 

 

***

 

dejas la piel sobre la sábana

como una culebra al cambio de estación

y una bolsa de semillas

para el desierto que está llegando

más allá de las redes, las represas

colmas sin remedio.

Deberás enterrarte

tornar tibia raíz.

 

 

 

****

 

un golpe de fucil

y vuelves a respirar. De cara al suelo,

sin sangre derramada.

Cosas miradas con el rabillo

de un ojo que desmorona

mientras el otro ya se ha hundido, y todo

se aleja. Los árboles

se pliegan hacia un lado

pierden la voz en cada hoja

que aprende de los pájaros

y por pocos instantes vuela.

 

 

****

 

padre y madre caídos

frutos que no podían

marchitarme aferrados

mientras desnudo aprendía

a sostener el cielo

como un pájaro sobre el dorso, dejando

campos y casas hundirse.

El azul vuelve

a cubrir la tierra. Retengo

en el pico el recuerdo,

la semilla que fueron.

 

 

 

****

 

lo que soy es una ventana

el peso que tenía lo recogió

en sacos oscuros el alba.

 

Cada movimiento más allá de la habitación

ahora puede transportarte

y luminoso el tráfico se aquieta

para que el sombrero boca arriba

contenga una moneda.

 

 

 

****

 

cubos dispersos en la habitación,

cuadernos vacíos. Volverán

a romperse como infiltraciones

pero llora sin más y aprende

de los canalones llenos

pilas de agua bendita

sobre la puerta donde cada uno

se medica las manos

 

 

 

****

 

«he trabajado con la muerte

en el corazón por un mes».

Y los ojos que desbordan al pensamiento

de las noches cuando al otro lado

de la cama un río se obstruía

lento de deshechos. Luego en el sueño

profundo, una gran obra

reanudaba la vida a cuatro puentes.

Son veinte años que dormimos

juntos y solo ahora

sé que mi sangre

va de mi atrio al suyo.

 

 

 

****

 

daré simples besos de sutura

verteré saliva en cada juntura

seré descascarada y dulce a los dientes.

Cada mañana te cogeré un puñado

de flores en la calle.

Para ti tendré agujas siemprevivas

y despuntaré cada invierno para abrasarme.

 

 

 

****

 

en la gangrena abierta con los gestos

veo, y dejo de germinar

esta resina inútil.

 

Después con los labios me tomo

y llevo a dormir como haría

una gata con su hijo.

 

 

 

****

 

vuelvo a sumergirme en el cuerpo

azul y bueno de un domingo

en la mañana, fraterna a los demás

sin cabello y ojos, mudos

como en un día de trabajo

por pasillos

con otras sombras al costado.

Mas en este claro de saliva

cloro y semen, abandonada cada uno

su cáscara, gesto tras gesto entramos

niños con un signo de agua en la iglesia.

 

 

 

****

 

dormía sobre una página cada noche

blanca. La mañana

una sombra de mi peso, algunos pliegues

y rápido giraba: proseguir

es este punto aparte del principio

boca que pasa calor

al aire como si pudiese despertar

ser todavía salvada.

 

 

 

cucchiaio nel sonno, il corpo

raccoglie la notte. Si alzano sciami

sepolti nel petto, stendono

ali. Quanti animali migrano in noi

passandoci il cuore, sostando

nella piega dell’anca, tra i rami

delle costole, quanti

vorrebbero non essere noi,

non restare impigliati tra i nostri

contorni di umani.

 

 

 

****

 

lasci la pelle sul lenzuolo

come una biscia al cambio di stagione

e un sacchetto di semi

per il deserto che sta arrivando

oltre le reti, le dighe

colme senza rimedio.

Dovrai seppellirti

tornare calda radice.

 

 

 

****

 

un colpo di fucile

e torni a respirare. Muso a terra,

senza sangue sparso.

Cose guardate con la coda

di un occhio che frana

mentre l’altro è già sommerso, e tutto

si allontana. Gli alberi

si piegano su un fianco

perdono la voce in ogni foglia

che impara dagli uccelli

e per pochi istanti vola.

 

 

****

 

padre e madre caduti

frutti che non potevano

marcirmi attaccati

mentre nudo imparavo

a reggere il cielo

come un uccello sul dorso, lasciando

campi e case affondare.

L’azzurro torna

a coprire la terra. Trattengo

nel becco il ricordo,

il seme che sono stati.

 

 

 

****

 

quello che sono è una finestra

il peso che avevo l’ha raccolto

in sacchi scuri l’alba.

 

Ogni movimento oltre la stanza

ora può trasportarti

e luminoso il traffico rallenta

perché il cappello rovesciato

contenga una moneta.  

 

 

 

****

 

secchi sparsi nella stanza,

quaderni vuoti. Torneranno

a frantumare come infiltrazioni

ma piangi pure e impara

dalle grondaie colme

acquasantiere

sulla porta dove ognuno

si medica le mani.

 

 

 

****

 

«ho lavorato con la morte

nel cuore per un mese».

E gli occhi le debordano al pensiero

delle notti quando all’altro lato

del letto un fiume si ostruiva

lento di rifiuti. Poi nel sonno

profondo un gran cantiere

riallacciava la vita a quattro ponti.

Sono vent’anni che dormiamo

insieme e solo ora

so che il sangue

va dal mio atrio al suo.

 

 

 

****

 

darò semplici baci di sutura                                         

verserò saliva a ogni giuntura

sarò sbucciata e dolce ai denti.

Ogni mattino ti coglierò un pugno

di fiori dal selciato.

Per te avrò aghi sempreverdi

e sboccerò ogni inverno per bruciarmi.

 

 

 

****

 

nella cancrena aperta con i gesti

vedo, e smetto di germogliare

questa resina inutile.

 

Poi con le labbra mi prendo

e porto a dormire come farebbe

una gatta col figlio.

 

 

 

****

 

torno a immergermi nel corpo

azzurro e buono di una domenica

mattina, fraterna ad altri

senza capelli e occhi, muti

come in un giorno di lavoro

per corridoi

con altre ombre accanto.

Ma in questo chiaro di saliva

cloro e seme, abbandonata ognuno

la sua scorza, gesto dopo gesto entriamo

bambini con un segno d’acqua in chiesa.

 

 

 

****

 

dormivo su una pagina ogni notte

bianca. Il mattino

un’ombra del mio peso, alcune pieghe

e subito voltava: proseguire

è questo a capo del principio,

bocca che passa calore

all’aria come potesse svegliarsi

essere ancora salvata.

Franca Mancinelli (Fano, 1981) es autora de los libros de poesía Mala kruna (2007), Pasta madre (2013) y Libretto di transito (2018) publicado con traducción inglés de John Taylor con el titulo The Little Book of Passage (The Bitter Oleander Press, Fayetteville, New York, 2018). Sus textos están incluidos en varias antologías, tales como Nuovi poeti italiani 6, al cuidado de Giovanna Rosadini (Einaudi, 2012), y XIII Quaderno italiano di poesia contemporanea, al cuidado de Franco Buffoni (Marcos y Marcos, 2017). Sus textos han sido traducido en varios idiomas y publicados en revistas y antologías extranjeras. Ha participado en unos proyectos internacionales entre cual, de reciente, Chair Poet in Residence (Calcuta, India 2019). Desde el proyecto Refest –Images and Words on Refugee Routes (2018) ha nacido Taccuino croato, ahora en Come tradurre la neve (2019). En el 2019 apareció por The Bitter Oleander Press la traducción al inglés de John Taylor de sus dos primeros libros de poesía con unos ineditos, At an Hour’s Sleep from Here: Poems (2007-2019). Su nuevo libro de poesía se publicará en el 2020 por Marcos y Marcos. Su blog-sitio web: https://www.francamancinelli.com/

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