Poemas de Beatriz Saavedra (Culiacán, Sinaloa, México)
Beatriz Saavedra
LETARGO
Revelada la noche
al pie de las ficciones
los inviernos prometen siempre
torres altas
de letras gastadas
y el camino que vamos arando
tercos
con la lengua seca
como la patria
vestida de blanco
muerde mi carne y la de los otros
errantes, rutinarios
cayendo en el vértice
del mismo ojo
que se ahorca con la misma cuerda
desgastada
con las manos sucias
excéntricos, domesticados
los hombres de mi raza
ilusos, culpables
tramitando siempre supervivencia
a esa hora guerrera
rebota el aullido
de muro a infinito
pies de una realidad expuesta
río que fluye al costado del hombre
certera y tajante
nuestra porción de totalidad
palabra que nace como canto
y aturde las ficciones de la ira
del que está siendo
palabra de hombre,
ciudad a la deriva
lazos invisibles
entre los ojos miopes
de la inconciencia.
Culpable, inocente
abandono mi puesto
recluido en mí
soy látigo
soy rienda.
FIJO EL PENSAMIENTO
Gastado el aire, sin rostro,
sable diluido,
inmerso recuerdo que corre el engranaje
su mundo cae sobre la mesa.
Mis tardes entristecen
bostezo ya sin pulso
muralla impalpable.
Disgrega el cuerpo de medianoche
me abandona el pensamiento
insondable como el yo,
fijo en el mismo abismo
escribiendo sus silencios
se obstina mi pecho degollado
mastica inocente mi identidad,
mi ausencia.
NO ME RECONOCIERON LOS ESPEJOS
I
Tocamos feroces la sombra de un rostro.
En vano su goce perdido
es la piel traslúcida de viento
que se tiende inacabada.
Los dioses son formas quiméricas,
con manos desnudas tocan el vacío.
La verdadera vida
atenta contra la noche.
Es golfo de luz,
piel vulnerable de mujer apenas.
Más allá de la infancia,
tras vidrieras pesadas de silencios
enfrentamos a la muerte.
II
La noche se agota en polvo de sangre,
ficticias contusiones,
péndulo de fantasía.
Hay que soñar para saberse vivo.
sufrir caídas insondables.
Ser realidad de otros nombres,
aire en la frente,
labios de hilo último,
grietas del primer pecado.
Las palabras son apariciones
a punto de nombrar la vida
el árbol, el tiempo.
A veces última puerta.
A voces de incendio.
Erosiones de tierra infértil.
III
Soy la circunstancia,
sostengo la vida.
Fuera de mí no veo
sino esta realidad adormecida.
No hay hora en que amanezca
a un mar infinito.
Tendemos las redes,
los cuerpos intangibles
para hundir el sonido
del hálito en las manos
donde la puerta impasible
me abrace a puño cerrado.
IV
Miro la noche prematura
de mi propio cuerpo.
Punto inerte de presencias vanas
oscila la eternidad
en los laberintos nublados de mi ceguera.
Existir en otra parte.
Los universos son murmullo,
aliento nuevo,
abismo silencio
congelado donde empieza el día,
gira el espacio sobre nuestros cuerpos.
El límite olvida tu presencia,
busco mi centro en el túnel de sombras
para inventar el estallido de palabras
donde el aire esgrime y renazco.
INACABADA
I
Que no duela en el espejo
mi rostro inacabado.
Mi deslucido cuerpo y su esplendor extinto,
penumbra en la memoria.
Me estoy buscando
bajo la geometría de los astros,
por el azar
henchida y anhelante.
El día se desprende de mis ojos
en transparencia tácita.
Me abro al pensamiento
al temporal de soles acariciado.
CAMBIA UNO DE SITIO
Escribo tus ideas
violentas
en el lecho transitorio
que entierra penas.
Gastado el sexo
anida sombras.
Tiembla,
tirita el día,
yo busco a mi asesino en este filo.
REALIDADES
Todavía interminable
la forma disipada del viento.
Su fijeza de luz
ha olvidado mi nombre,
hora nula,
espejo ciego.
La realidad me arrastra,
sus formas inconscientes
siempre las mismas.
Yo escribo.
No sé adónde.
Las letras son quizás
una manera de morir.
Volver al día del comienzo
cuando la tarde de nombres mortales
se ha ido a pique,
y el tiempo
duda todavía de lo real.
Otras versiones de la noche nos unen.
Palpando tus ojos
separados de sueño
la sílaba sin ruido
olvida su respiración,
dice sin decir.
Vende tu hambre,
tus ojos secos.
Del verbo oblicuo,
anterior a las letras,
conjugando los latidos,
los cuerpos comienzan
a olvidar el mundo.
DESHABITADOS
El tiempo desnudo
difiere los intentos,
aguanta una derrota compartida.
Regreso sin escuadra
abrazo ni pelea,
posiciones intermedias,
siempre lo mismo
sin cicatriz memoria.
Las manos alcanzan
nuestros sitios vacíos,
las cortinas mueven
espacios deshabitados.
Cuando nos miramos,
hilos del mundo
a la intemperie,
hasta encontrar descanso
en ser uno mismo,
reposo de las mutaciones
donde las máscaras se asfixian.
Beatriz Saavedra. Maestra en letras por la Universitat de Barcelona, España. Es escritora, investigadora, poeta, ensayista y académica. Doctorada por el IMELE (2018). Directora del centro de estudios sobre la mujer en la Academia Nacional de Historia y Geografía (ANHG) y directora del festival La mujer en las letras de la ANHG UNAM. Codirectora de la Editorial Floricanto, A.C. y directora de La Casa Estudio de Crítica Literaria CDMX. Autora de 11 libros de poesía y un libro de ensayo, Anatomía del Erotismo en Griselda Álvarez. Dirige el Taller de Creación Literaria “Alicia Reyes” en la Capilla Alfonsina (INBAL), y es directora del ciclo de conferencias “La poética de la inteligencia” en el Museo de la Mujer (UNAM). Coordina el programa poéticas de la inteligencia en “Mujeres a la tribuna” IMER y coordina la cápsula literaria en ASTL.TV. Autora de artículos sobre literatura en revistas y periódicos nacionales y extranjeros, siempre estudiosa de las nuevas formas literarias.