Percy Bysshe Shelley (Inglaterra): A una alondra. Traducción de Luis Vargas
Percy Bysshe Shelley (Inglaterra, 1792-Gran Ducado de Toscana, 1822)
Traducción de Luis Vargas
A una alondra
¡Gloria a ti¡, ¡espíritu bienhadado!
Que ave nunca fuiste
Que desde el cielo o cercano a él
derramaste tu corazón entero
en profusos estruendos de impremeditado arte
¡Alto y todavía aún más alto!
Desde lo terrenal tu asciendes
como una nube de fuego,
el azur más extenso tu azoras:
trino que te elevas cantando, vuelo hecho canto…
En el dorado alumbramiento
del sol yaciente,
sobre las nubes que resplandecen
Tú transcurres y te suspendes
cual goce etéreo cuyo vuelo aún comienza.
El ocaso y su pálido púrpura
en tu aleteo se consumen;
pues cual lucero en el firmamento
eres en el extenso albor del día
invisible al iris pero delicia al oído.
Letal eres como son las saetas
de aquella esfera argéntea
cuyo fulgor intenso se reduce
en el amanecer claro y transparente;
que no lo vemos pero al sentirlo estará ahí.
Todo lo terrenal y lo celeste
es más digno con tu canto
como cuando la noche se aligera,
y de la última nube solitaria
fulgor la luna vierte y el cielo se derrama.
Lo que has de ser nosotros lo ignoramos;
¿Que podría asemejarse a ti?
Desde las nubes y su arcoiris
no caerán brisas tan espléndidas
como de tu presencia lloviendo melodías.
Como un poeta que se esconde
en la alta luz del pensamiento,
y canta himnos inusitados
hasta fraguar de esperanza
el mundo, y así ante al miedo,pase inadvertida.
Como una doncella de alta cuna
en una torre palaciega
consolando a su alma exhausta
de tanto amar en la hora secreta
con acentos que desbordan su parra de amor.
Como una dorada larva radiante
en un regazo de rocío,
dispersando inadvertida
su tintura etérea
entre la hierba y las flores que contemplan su altura.
Como una rosa confinada
en sus propias hojas verdes,
por tibios céfiros desflorada,
hasta que la esencia que exhala
vence con dulzura a los hurtos de pesada ala.
Sonido de abluciones vernales
sobre el titilante herbaje,
flores por la lluvia insomnes;
todo lo que siempre ha sido
goce fresco y claro tu canto lo eclipsará.
Muéstranos, ave o hado
cuales son tus dulces pensamientos:
pues nunca he escuchado
elogio de amor o vino
que jadee un caudal pleno de éxtasis divino.
Cántico nupcial,
o triunfante coro;
comparado contigo todo queda
en alardeo banal:
un punto donde sentimos el deseo oculto...
¿Qué elementos son las fuentes
de tu alegre melodía?
¿Qué campos, oleajes o montañas?
¿Qué contornos del cielo o del llano?
¿Qué amor de tu misma esencia que ignorada vaga?
Con tu júbilo diáfano
de languidez imposible,
espectro de cólera jamás
habrá de acecharte:
Tú, todo amor que ignoras tu triste saciedad…
Adormecida o insomne,
De la muerte tú ponderas
elementos más verdaderos y extensos
que aquellos que los mortales soñamos;
¿O cómo tus notas podrían fluir cristalinas?
Nosotros sólo vemos el antes y el después
y adolecemos lo que ya no es:
nuestra más sincera risa
con algo de pena es corrompida;
pues de las amarguras brotan los dulces cantos.
Y aunque pudiéramos desdeñar
el odio, el orgullo y el temor,
y aunque fuéramos concebidos
para jamás una lágrima derramar,
aún así a tu alegría nunca aspiraría…
Pues superior a todas los compases
del más exquisito sonido,
y mejor que todos los tesoros
encerrados en los libros,
tu temple de poeta es, tú tan al escollo ajena…
Muéstrame un poco de ese gozo
que tu cerebro tendría que conocer,
y así una locura armoniosa
de mis labios brote;
y el mundo me escuche como yo te escucho a ti.
To a Skylark
Hail to thee, blithe Spirit!
Bird thou never wert,
That from Heaven, or near it,
Pourest thy full heart
In profuse strains of unpremeditated art.
Higher still and higher
From the earth thou springest
Like a cloud of fire;
The blue deep thou wingest,
And singing still dost soar, and soaring ever singest.
In the golden lightning
Of the sunken sun,
O'er which clouds are bright'ning,
Thou dost float and run;
Like an unbodied joy whose race is just begun.
The pale purple even
Melts around thy flight;
Like a star of Heaven,
In the broad day-light
Thou art unseen, but yet I hear thy shrill delight,
Keen as are the arrows
Of that silver sphere,
Whose intense lamp narrows
In the white dawn clear
Until we hardly see, we feel that it is there.
All the earth and air
With thy voice is loud,
As, when night is bare,
From one lonely cloud
The moon rains out her beams, and Heaven is overflow'd.
What thou art we know not;
What is most like thee?
From rainbow clouds there flow not
Drops so bright to see
As from thy presence showers a rain of melody.
Like a Poet hidden
In the light of thought,
Singing hymns unbidden,
Till the world is wrought
To sympathy with hopes and fears it heeded not:
Like a high-born maiden
In a palace-tower,
Soothing her love-laden
Soul in secret hour
With music sweet as love, which overflows her bower:
Like a glow-worm golden
In a dell of dew,
Scattering unbeholden
Its aëreal hue
Among the flowers and grass, which screen it from the view:
Like a rose embower'd
In its own green leaves,
By warm winds deflower'd,
Till the scent it gives
Makes faint with too much sweet those heavy-winged thieves:
Sound of vernal showers
On the twinkling grass,
Rain-awaken'd flowers,
All that ever was
Joyous, and clear, and fresh, thy music doth surpass.
Teach us, Sprite or Bird,
What sweet thoughts are thine:
I have never heard
Praise of love or wine
That panted forth a flood of rapture so divine.
Chorus Hymeneal,
Or triumphal chant,
Match'd with thine would be all
But an empty vaunt,
A thing wherein we feel there is some hidden want.
What objects are the fountains
Of thy happy strain?
What fields, or waves, or mountains?
What shapes of sky or plain?
What love of thine own kind? what ignorance of pain?
With thy clear keen joyance
Languor cannot be:
Shadow of annoyance
Never came near thee:
Thou lovest: but ne'er knew love's sad satiety.
Waking or asleep,
Thou of death must deem
Things more true and deep
Than we mortals dream,
Or how could thy notes flow in such a crystal stream?
We look before and after,
And pine for what is not:
Our sincerest laughter
With some pain is fraught;
Our sweetest songs are those that tell of saddest thought.
Yet if we could scorn
Hate, and pride, and fear;
If we were things born
Not to shed a tear,
I know not how thy joy we ever should come near.
Better than all measures
Of delightful sound,
Better than all treasures
That in books are found,
Thy skill to poet were, thou scorner of the ground!
Teach me half the gladness
That thy brain must know,
Such harmonious madness
From my lips would flow
The world should listen then, as I am listening now.
Percy Bysshe Shelley (Field Place, 1792 - golfo de La Spezia, 1822) Poeta británico. Cursó estudios en Eton y en el University College de Oxford, de donde fue expulsado (1811) por la publicación del libelo La necesidad del ateísmo. Aquejado de tisis, abandonó su país y en 1818 se instaló en Italia en compañía de Mary. Vivió en Milán, Lucca, Venecia, Nápoles y Florencia y escribió durante sus últimos cuatro años de vida sus obras maestras: el drama lírico Prometeo liberado (1819), la tragedia Los Cenci(1819), diversos poemas líricos (Oda al viento del Oeste, Oda a una alondra, La mimosa y la Oda a Nápoles), la elegía Adonais (1821), inspirada por la muerte de John Keats, y el tratado La defensa de la poesía (1821).
Shelley es uno de los principales poetas de la segunda generación de románticos ingleses. Su obra está impregnada de idealismo y de fe entusiasta en el futuro de la humanidad, pero también de melancolía ante las desdichas de la existencia; en ella desempeña un importante papel la naturaleza, concebida como vínculo entre el hombre y los valores absolutos.
Luis Vargas (Puebla, Pue, 1996). Me debato entre la literatura y la ciencia. Apasionado de ambas disciplinas, he traducido a Lord Byron y Robert Browning en revistas nacionales. Antes que ser escritor, soy lector, y siempre lo seré hasta que la vista y la vida lo permitan. Actualmente me dedico a la investigación y soy candidato a Máster en Biomedicina y Biotecnología por el CICESE.
Gracias por esa magnifica traducción de la Oda a una Alondra. He gozado de su lectura. Maravilloso el poeta Shelley que también inspiró a Thomas Hardy. Estamos ante maestros de la poesía y unos poetas llevan a otros. Volveré a leer la oda a una alondra que inmortalizó el gran poeta y que tradujo Luis Vargas con amor a la poesía y a la lectura.