Poesía

Marina Guerrero (México). Selección de Melina Sánchez

 

 

 

 

 

 

 

Marina Guerrero. Nació en Guaymas, Sonora, México, en 1993. Hace unos años emigró para estudiar. Se radicó en La Plata, Provincia de Buenos Aires. Estudia Sociología en la UNLP. Está a punto de recibirse, le faltan la tesis y la residencia. Es docente, fotógrafa, comunicadora, poeta, militante de las causas indígenas, de los feminismos negros, por los presos políticos, por hacer circular información y pensamiento de un lado a otro del Abya Ayala. A finales de 2020 volvió a México. Desde entonces, no paró, se conectó con su tierra de origen, cobró fuerzas, y continuó su viaje por Centroamérica. Ya otra vez en Argentina planea terminar su residencia y publicar su primer poemario.

 

 

 

 

 

 

Marina Guerrero (Guaymas, Sonora)

Selección de Melina Sánchez

 

 

¿Cómo pienso yo la ancestralidad?

 

Me parece que es un tema súper interesante para ponerlo en cuestión, ¿verdad?

Llevo mucho tiempo pensando en qué derecho tengo yo a mi ancestralidad. Y cómo ese derecho se habilita o se niega por distintas circunstancias socioterritoriales, sociopolíticas…Yo no heredé ningún legado cultural ancestral de ninguna parte de mi familia.

Yo sé que tengo ascendencia indígena y también afro en algún punto, pero no sé quiénes son mis tatarabuelas o mis tatarabuelos… Y en mi familia, por lo menos en la paterna, que es de donde yo sé que heredo esto más directamente, no hubo ese resguardo de información y tampoco tengo tanta cercanía a ellos, aunque la he estado trabajando en los últimos años.

Más allá de lo que yo puedo o no heredar de mis antepasados a nivel de una herencia cultural, de un legado identitario, yo soy hija de un territorio, un territorio despojado, un territorio negado, mutilado en su identidad e historia. Y ese territorio no se reduce al lugar donde yo nací, se expande a todos los lugares en donde yo me he anclado y he tenido un compromiso territorial. Entonces, para empezar, me siento hija de todo el continente. No estoy poetizándolo ni lo estoy romantizando. Estoy politizando mi migración en los términos en los que se dio. Estoy politizando mi compromiso con los distintos territorios, estoy politizando también la historia de despojo a nivel cultural que heredamos, porque, está bien, yo no heredé una identidad cultural de raíces fuertes, heredo un despojo.

En esa herencia del despojo yo reivindico mi derecho a la recuperación, que es una recuperación que no se aloja solamente en una identidad cultural.

Yo reivindico una identificación con lo primigenio, ese contacto con la tierra, con nuestra animalidad, con nuestra feralidad, y desde ahí es desde donde yo tengo un contacto con lo primigenio, con esta comunicación con el medio, con este animismo también. Obviamente tengo todo el respeto a las identidades culturales, a los pueblos, que son los guardianes, los que en resistencia han permitido la herencia y benditos los que heredan esa identidad cultural, benditos los que crecen escuchando una lengua madre de la tierra en casa. Pero no fue mi caso. Y sin embargo, yo reivindico mi derecho a la ancestralidad despojada por un lado y por otro, el derecho a mi reencuentro como parte de la naturaleza. Es una capacidad de todas las especies, la adaptación al medio natural. Es una comunicación, cercanía, ese vínculo con la tierra, con una cordillera, con el mar, no me lo tiene que mediar ninguna ideología, está. Para mí es esencial, entonces lo busco, lo busco porque es mi manera de vivir, no solamente mediante la poesía.

 

 

Aquí compartimos algunos poemas de su libro inédito Versa e Incendia. Azul Vandálica. Versos para incendiar a dios y apagar el incendio. 

 

 

 

 

I

 

Orgasmos fugaces

y derrepente

ha terminado la carrera.

Todxs han perdido su dinero.

Mis jefes, mis amigas, nuestros padres.

 

Lxs niñxs que salvaron al mundo aún no han nacido.

 

Paria

Fina

Cruel y vandálica.

 

Corro y la pista es una.

 

Vos me preguntás

De qué está hecha la poesía

 

Me masturbo para escribir poesía.

 

Para escribir poesía me masturbo.

 

Esta noche voy a tener un orgasmo por cada desaparecida.

 

Si ellas estuvieran aquí, rodeándome, tomarían mis cabellos entre sus manos: me besarían la cara, me dirían tiernamente

amiga, hermana, madre, abuela: Eres amada y el placer es tuyo.

 

Por ellas voy a vivir este amor que siento en plenitud.

Por ellas clavo los dientes

agito los puños

y salgo al sol.

 

 

II

 

Escribo de vos imaginando tu  cuerpo dorado

e inerte al lado del río

 

un cúmulo de suplicantes células

ardientes

apenas rozando el agua

 

Te he desvestido y lavado.

 

Tu piel morena nada dice.

 

Vuelves a ser más cercanx al barro que al mal.

 

De tus dedos

lame el río

la grasa

de tantos días acumulados

operando la máquina

 

La piel de tus labios

destella por primera vez

desde aquella última noche

en que fueras besadx

 

si bebo de tí,

así,

dormidx sobre la piedra,

 

nada bebo que me haga mal.

 

Tal vez en otra vida nuestros cuerpos

hubieran ambos ganado

la batalla del deseo

 

pero estamos atenidos a la época

nuestro pensar es desquiciante.

 

 

III

No creo en la patria.

Creo en la tierra que riegan las madres.

Confieso que me da miedo que broten semillas

sobre los campos regados con sangre.

Creo en la niñez sin peinar

La que juega descalza

sobre este barro rojo que nada seca

Por donde pasa un tren que no para.

Creo en la explosión de la idea

de la verdad redonda.

Sé que esta patria tuya no existe.

Creo en la aparición de las desaparecidas como único credo.

Creo que existe algo parecido a la justicia.

La he visto jugar

Entre piernas de madres caídas

entre escombros de minas cerradas

por los pasillos de  hospitales para ciegos.

Jugar empapada sobre la tierra de un monte muerto, bajo la sombra de un árbol último.

Jugar como si fuese por fin cierta

 

 

IV

la absolución de ésta deuda.

Quisiera pasar estos días con mis senos expuestos al sol

Invertir horas en circundar mis pezones con la yema de mis dedos frente a un espejo

Que sobre mí caiga la lluvia y canten los grillos

Que se caigan los higos maduros del árbol y alguna araña me teja entre labios.

Que pase un tiempo

Que al fin y al cabo

Para hacer la revolución

¿No habré primero de reconocer mi cuerpo?

Para amar la vida y el cuerpo del otrx

¿no habré primero de amar mi cuerpo?

Y qué si la sensualidad en mí vertida

Por la carne que desbordo

nunca fue nuestra

Qué si los placeres como el sostener

mis propias tetas bajo el sol del mediodía

los desconozco

¿No habré de desconocer también al otrx?

Qué si lengua al sol nunca expuse, porque la

lengua también mejor guardada, con qué boca

(mía?) besaré y cantaré al otrx...

Qué si nunca me lamí los propios pies, cómo

habré de caminar segura para encontrarme con otrx. Qué al otrx

no lo encuentro en la revolución

que no conozco.

Que al otrx lo encuentro en mí... que el otrx se

encuentre en mí... que el otrx no es ningún infierno;

 ocaso-testimonio. Que yo soy mi primer territorio.

 Que todxs estamos un poco sordos. Que se vierta

en mí la primer misión de cambio.

 Que si he de darme en cuerpo a esta lucha quiero haberme

hecho el amor.

Mil luciérnagas bailando la quena

Mis piernas bailando la guerra

Una espalda al sol blandida

Madre tierra, acá nada sobra

Más que la maldad del hombre.

 

 

V

Nunca voy a ser una poeta

porque mi experiencia no entra en tu canon.

entonces

libre

me pregunto

qué es esta prosa occisa

ardiente cocer de la carne

será que para escribir poesía tendría que renunciar a estar en guerra?

Soy un búfalo embistiendo al viento?

o

Soy  piedra contra metal?

Nada encuentro de sublime en mi experiencia

Nada soy si no la enfrento en esta suciedad tan fúrica tan propia y ajena

Yo sé que no te gusta el ruido que agita las rejas

que no te deja pensar

Colegas! Qué hago si a mí la piedra y el árbol no me llaman por mi nombre

si solo el cemento

 ¡todo éste cemento grita mi nombre!

Este nombre obsceno que nos nombra a todxs

mientras excremento de humanx

ardiente calcina en la misma vereda

nada soy

si no compro

si no vendo

si no me compran

si no me venden

una minúscula experiencia punzante

con un corazón a cielo abierto en este  rastro sucio de dios

¿Qué abeja vendría a beber aquí?

Qué nácar

qué piel

oh naturaleza

expropianos

 

VI

 

Lluvia que caes

besa me

en tierra caliente

 

Inunda las bocas inmundas

de los amargos señores del orden

Para los que nunca

Auroras

 

Cuerpo de pez plenilunio

Bruma boreal y desnuda

-¡qué se imagina el infierno!-

 

De la que bebe el maízal

 

Es tan tuyo este tiempo

de fiesta y de albores

Que sube la mar a verte bailar

 

boca-altar

dulce

guerrilla

coral.

 

 

 

Selva de Los Chimalapas, territorio indígena ancestral ocupado siglos antes de que existieran los estados de Oaxaca y Chiapas, por lo que fue el pueblo indígena Mixe Zoque- descendiente de los Olmecas- Los Chimalapas tienen una importancia ecológica fundamental.

La Región de Los Chimalapas está reconocida como la región de México con mayor y más diversa vegetación forestal conservada de forma compacta.  Las imponentes montañas y selvas, territorio ancestral, se convirtieron en lugar de resguardo para el pueblo Zoque chimalapa, ahí sobrevivieron a la conquista española y en 1687, la comunidad decidió comprarle a la corona española sus propias tierras, para lograr reconocimiento jurídico y respeto.

En las últimas décadas, la autonomía y reconocimiento del territorio de Los Chimalapas se encontraba en peligro ante una controversia constitucional entre los límites del territorio del Estado Oaxaqueño y el Chiapaneco, que comprometía sus fronteras y seguridad de sus habitantes.

Estas fotografías fueron tomadas en el transcurso de Septiembre del 2021, meses antes de que La Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), resolviera que las 160 mil hectáreas en la selva de Los Chimalapas son territorio del estado de Oaxaca y no de Chiapas. Esta resolución ha sido gracias a la organización y lucha sostenida de las comunidades.