Luís Filipe Castro Mendes (Portugal). Traducción de José Javier Villarreal
Luís Filipe Castro Mendes (Portugal)
Traducción de José Javier Villarreal
Una ciudad de Escocia, desenfocada en el poema
Ahí nadie me esperaba. Tampoco dije
que quería ir.
Una cena solitaria, la lluvia doliendo en los cristales,
un cuarto sencillo y hecho a la carrera.
A la mañana siguiente el aire estaba limpio como las palabras en un buen poema
y las calles y las casas, libres de retórica,
nos dibujan el día, simplemente.
Me siento tan bien en los lugares
que no fingen querernos,
que no nos imponen recuerdos ni legados,
que simplemente son
y nos permiten ¡no pertenecer!
(¿Por qué escribimos siempre contra alguna cosa,
aun cuando hablamos de felicidad?)
Ed é subito sera
De pronto se hizo la noche.
Mis libros se oscurecen en los estantes,
todas las cosas cobran un triste y elegante tono sepia
y mis hijos, ésos, construyen por sí mismos sus vidas.
Yo nunca planté un árbol.
Vine cerca de mí:
de todas las ciudades que atravesamos
ninguna nos dio el mágico elíxir,
pero todas nos enseñaron alguna cosa
de aquello que todavía crece dentro de nosotros.
La misericordia de los mercados
Nosotros vivimos de la misericordia de los mercados.
No hacemos falta.
El capital se regula a sí mismo y las leyes
son meras consecuencias lógicas de esa regulación
tan sublime que algunos ven en ella el dedo de Dios.
Se engañan.
Los mercados son simultáneamente el creador y la propia creación.
Nosotros somos los que no hacemos falta.
Estos días robados al tiempo
Los días de hoy me ofrecen el sol
como una sonrisa de piedad sobre nuestro transcurrir.
Nos sentamos en la explanada más próxima,
las muchachas de las que hablan los poetas
no llegaron, pero estas mujeres muestran de sí
lo suficiente para que no baste. Entonces, continúa sentado
y reflexiona un poco y ve que nada se perdió,
sólo porque en verdad nada ganaste
en tantos años, en estas mismas explanadas,
cuando veías llegar a las muchachas de las que hablan los poetas
y los cafés encendían en las conversaciones puntos luminosos
de los que no te acuerdas más.
¿Algunos poemas? Pobre de ti,
admitamos que sí.
Mira cómo el sol hace brillar ahora todas las cosas
y permite que olvides mansamente
tu juventud.
Alguien como tú hace tiempo atraviesa la calle sonriendo.
La noche del mundo
Deja que la oscuridad se instale completamente sobre la tierra
y enciende sólo entonces el pequeño candelero
para que tu sombra encuentre la noche del mundo.
Vigilia
No te duermas:
es lo que dicen a quien lucha por estar vivo,
es lo que decimos cuando
el frío ya penetró muy profundo dentro de nosotros
y toda la vida se dejó cubrir por la niebla.
No, yo no me dormiré.
Descansa, tú que cada madrugada
encuentras mis manos
para apartar el frío y la niebla.
Yo no me dormiré.
No nos dormiremos.
Nuestro amor es una vigilia constante
Y nunca pueblo alguno se abandonó al sueño.
Nuestra señora de Rocamadour
1.
Como si alguien me hubiese dejado aquí
un mensaje en la piedra.
Cómo es difícil entender lo que ella me dice,
límpiala de piedad y de memoria,
de todos los tiempos que deshicieron el tiempo
cuando en el tiempo se deshicieron.
Apartar toda la piedad para poder oír de nuevo
un nítido mensaje.
2
Nuestra señora de las cosas
imposibles que buscamos en vano
Álvaro de Campos
Señora de los imposibles, ruega por nosotros
que perdemos todos los posibles.
Señora de los viajes, ruega por los que permanecen
y siempre quedarán atrás.
Ruega por los siervos, por los vencidos,
por los que arrastran los ojos bajos
desmerecidos.
Dejad el fuego
preso en la ceniza
soñar la cumbre
desde la ruina.
3.
Porque sentimos que llegábamos a un lugar
donde la tierra se mide con la vida
y el tiempo nos suelta de pronto la mano,
nos detuvimos un momento en la pregunta
y supimos que siempre habríamos de regresar aquí.
4
Nosotros peregrinos caminamos hacia ti desde todas las derrotas,
hijos espurios de la Historia, abandonados de todos los triunfos,
llegamos a ti con la mirada turbia y la pisada amarga
y no somos agradables de ver: caminamos sobre toda la miseria
que el mundo amasó.
Somos muchos siglos y muchos dolores,
llegamos a ti con las heridas abiertas
y el corazón endurecido. Pero venimos.
Que tú nos recibas es lo que nos asombra,
que tú nos esperes es lo que nos maravilla,
aquí estamos.
Señora del lado oscuro del tiempo,
Virgen Negra del gran Dolor,
no habrá un ángel a tu lado cuando nos veas llegar,
ninguna gota de agua nos bendecirá
y la música continuará callada a la orilla de tu rostro que nos sonríe.
Nosotros peregrinos hacia ti caminamos
y así serpa sobre todas las cosas
y todos los tiempos.
Aún la poesía
La poesía no está hecha por uno ni por todos,
nunca estuvo en la calle.
La poesía está en la aspereza de las cosas en nuestra contra,
cuanto más nítidas a nuestra mirada exenta
más duelen en el corazón silencioso.
Tan solo un soneto
El delicado deseo que te dora
y nos dura en la piel cuando anochece
en contra nuestra vida que se teje
y es en el verso que vive y demora.
Amor que ni tuvimos ni nos tuvo
vino a llamarnos ahora, De repente
se hizo niebla la palabra del presente
y luz tu cuerpo que tan leve estuvo.
Mas si arde en la memoria de la canción
el cuerpo que me diste y me huiste,
el verso es otro modo de traición
porque miento a lo que nunca tú mentiste.
Y engañamos así a la emoción
disfrazando de mitos lo que existe.
Luís Felipe Castro Mendes. Poeta portugués, diplomático de carrera, nacido en 1950 y, aún muy joven, entre 1965 y 1967 fue colaborador del Diario de Lisboa-Juvenil. En 1974 se licenció en Derecho por la Universidad de Lisboa. Tuvo actividad política militante, antes de la Revolución del 25 de abril de 1974, en el movimiento estudiantil antifascista. Carrera diplomática desde 1975. En particular, fue cónsul general en Río de Janeiro, embajador de Portugal en Budapest, Nueva Delhi, UNESCO-París y finalmente en el Consejo de Europa en Estrasburgo. Fue Ministro de Cultura entre 2016 y 2018. Publicó su primer libro de poesía, Recados, en 1983, al que siguió Seis Elegías y otros poemas (1985), premiado por la Asociación de Periodistas y Hombres de Letras de Oporto , A Ilha dos Mortos (1991), que ganó el premio de poesía del PEN Club, O Jogo de Fazer Versos (1994), que ganó el Premio D Diniz, Modos de música (1996) y Outros Canções (1998). En 1999 publica en Portugal y Brasil la primera colección de sus poemas (Poesia Reunida). De 2001 es el libro Os Dias Inventados y en 2011 pública Lendas da India (Premio António Quadros, de la fundación del mismo nombre), en 2014, A Misericórdia dos Mercados y en 2016 Otro Ulisses vuelve a casa. En 2018 publica una nueva colección de sus Poemas Reunidos, que ganó el Premio Teixeira de Pascoaes de la Asociación Portuguesa de Escritores en 2020. En 2021 publicó un nuevo libro, Volver
José Javier Villarreal. Nció en Tijuana, Baja California, el 17 de julio de 1959. Poeta, ensayista y traductor. Radica en Monterrey, Nuevo León. Licenciado en Letras Españolas por la Universidad Autónoma de Nuevo León, Master of Fine Arts por la Universidad de Texas en El Paso y Doctor por El Colegio de Michoacán. Profesor de Literatura Renacentista, Barroca y de Poesía Contemporánea en la UANL; fue director de Los Doce Tubos y de Hogaza. Colaborador de Casa del Tiempo, El Buscón, La Gaceta del FCE, La Tempestad, Letras Libres, Plural, Punto, Renacimiento y Siempre!. Miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte (2007-2009 / 2011-2013 / 2015-2018). Premio Nacional de Literatura Simón Salazar Mora 1986. Premio Nacional de Poesía Aguascalientes 1987 por Mar del norte. Premio del Certamen Nacional de Poesía Alfonso Reyes 1989, Monterrey, por La procesión. Ganador del Primer Certamen Literario Ángela Figuera 1989. Premio a las Artes UANL 1990. Distinción World Cultural Council Awards 2008. Su poemario Mar del norte se incluye en la compilación Premio de Poesía Aguascalientes 30 años, 1978-1987, Joaquín Mortiz/Gob. del Edo. de Aguascalientes/INBA, 1997. Parte de su obra ha sido traducida al portugués y francés.