Los Mayores de la poesía: Quinto Horacio Flaco (65 a. C., Venosa-8 a. C., Roma, Italia). Traducción de Aurelio Espinosa Polit

 

Estos poemas fueron publicados en el libro Lírica horaciana (Jus, 1960)

 

 

Quinto Horacio Flaco

(65 a. C., Venosa-8 a. C., Roma, Italia)

 

Traducción: Aurelio Espinosa Polit

 

 

 

ODAS

 

 

 

II-3 A Delio

 

Cuida de conservar serena el alma

si te agobia el dolor, y si feliz,

contén las locas alegrías, Delio:

Un día has de morir…

 

lo mismo so es tu vida ansia perpetua,

o si en las fiestas en rincón de paz

sobre el césped, finísimo falerno

tienes para escanciar.

 

Para que la gocemos, pino y álamo

su sombra ayuntan —¿para qué si no?—,

y va torciendo el paso en ágil fuga

arroyo bullidor.

 

Vino y perfumes haz traer, y rosas

¡flores de un día!: te dan tiempo aún

los negros hilos de las tres Hermanas,

tu oro y tu juventud.

 

Luego será el adiós a tus haciendas,

a tu casa, a esa villa que, al pasar,

el Tíber besa… cúmulo de bienes

que al fin de otro serán,

 

sin que importe que seas rico o pobre,

plebeyo o casta del argivo rey,

pues del Orco que a nadie compadece

víctima habrás de ser…

Todos vamos a un fin, todos tenemos

nuestro nombre en el ánfora fatal;

salta tarde o temprano, y nos embarca

para la eternidad.

 

 

 

A Baco

 

Razas futuras, ¿lo creeréis— yo he visto

a Baco que a las Ninfas enseñaba

sus cantos en las peñas; vi a los Sátiros,

orejitas agudas, pies de cabras…

 

¡Euhé! Tiemblo del susto todavía;

lleno de Baco, en túrbida algazara

me bulle el pecho… ¡Euhé! ¡Líbrame, Líber,

del rudo golpe que tu tirso amaga!

 

Ya cantar puedo a las rabiosas Ménades,

y el vino y leche que en arroyos manan;

puedo al vino pintar los huecos troncos

que destilan la miel den dulces lágrimas;

 

y celebrar la gloria de tu esposa

entre constelaciones endiosada,

el rayo en el palacio de Penteo,

la ruina de Licurgo, rey de Tracia.

 

Tú domeñas los ríos y el mar índico;

y, tumulento, en serranías bravas,

sin daño la melena a las Bistónidas

con nudos viperinos enmarañas.

 

Tú, cuando la gavilla de Gigantes

subió al asalto del paterno alcázar,

vuelto león, pusiste en fuga a Reto

con horrrendas mandíbulas y zarpas.

 

Inútil te creyeron en las luchas

y apto tan sólo para el juego y danza.

Pero lo mismo que en la paz supiste

demostrar tu valía en la batalla.

 

Suspenso ante tu hermoso cuerno de oro

te vio Cerbero y moderó su rabia,

y a tu paso, halagando con la cola,

con sus tres lenguas lamiscó tus plantas.

 

 

 

III-21 A una ánfora de vino

 

Nacida conmigo bajo el cónsul de Manlio

ya inspires querellas, ya juegos y bromas,

ya riñas de amigos o locos amores,

ya tranquilos sueños, ánfora piadosa,

 

el másico puro digno de un gran día,

que fiel has guardado (¿para qué? No importa)

bríndalo y desciende —Corvino te llama—,

tu lánguido flujo, mezquina, no encojas.

 

No te he de hacer fieros, por más que en honduras

de libros socráticos a gusto se engolfa;

que aun Catón el viejo solía —se dice—

calentar con vino su virtud ceñosa.

 

Potro de gustoso tormento, haces que hable

quien, de tardo ingenio, palabras no logra;

tú la lengua sueltas del sabio que encubre

sus planes secretos y sus cuitas hondas.

 

La esperanza vuelves al pecho que duda,

al pobre das bríos, y él, tras unas copas,

firme las diademas de reyes airados

y de sus satélites las armas afronta.

 

Si Baco, si Venus acuden sonrientes,

si vienen las Gracias que juntas retozan,

durarás al brillo de lámparas fieles

hasta que a los astros apague la aurora.

 

 

 

II-3

 

Aequam memento rebus in arduis

servare mentem, non secus in bonis

ab insolenti temperatam

laetitia, moriture Delli,

 

seu maestus omni tempore vixeris,

seu te in remoto gramine per dies

festos reclinatum bearis

interiore nota Falerni.

 

Quo pinus ingens albaque populus

umbram hospitalem consociare amant

ramis, ¿quid obliquo laborat

lympha fugax trepidare rivo?

 

Huc vina et unguenta et nimium breves

flores amoenae ferre iube rosae,

dum res et aetas et sororum

fila trium patiuntur atra.

 

Cedes coemptis saltibus et domo

villaque, flavus quam Tiberis lavit;

cedes, et exstructis in altum

divitiis potietur heres.

 

Divesne prisco natus ab Inacho

nil interest an pauper et infima

de gente sub divo moreris,

victima nil miserantis Orci.

 

Omnes eodem cogimur, omnium

versatur urna serius ocius

sors exitura et nos in aeternum

exsilium inpositura cumbae.

 

 

II-19

 

Bacchum in remotis carmina rupibus

vidi docentem, credite posteri,

Nymphasque discentes et aures

capripedum Satyrorum acutas.

 

Euhoe, recenti mens trepidat metu

plenoque Bacchi pectore turbidum

laetatur. Euhoe, parce Liber,

parce, gravī metuende thyrso.

 

Fas pervicaces est mihi Thyiadas

vinique fontem lactis et uberes

cantare rivos atque truncis

lapsa cavis iterare mella;

 

fas et beatae coniugis additum

stellis honorem tectaque Penthei

disiecta non leni ruina,

Thracis et exitium Lycurgi.

 

Tu flectis amnıs, tu mare barbarum,

tu separatis uvidus in iugis

nodo coerces viperino

Bistonidum sine fraude crines.

 

Tu, cum parentis regna per arduum

Cohors Gigantum scanderet impia,

Rhoetum retorsisti leonis

unguibus horribilique mala;

 

quamquam, choreis aptior et iocis

ludoque dictus, non sat idoneus

pugnae ferebaris; sed idem

pacis eras mediusque belli.

 

Te vidit insons Cerberus aureo

cornu decorum leniter atterens

caudam et recedentıs trilingui

ore pedes tetigitque crura.

 

 

 

III-21

 

O nata mecum consule Manlio,

seu tu querelas sive geris iocos

seu rixam et insanos amores

seu facilem, pia testa, somnum;

 

quocumque lectum nomine Massicum

seruas, moueri digna bono die,

descende, Coruino iubente

promere languidiora uina.

 

Non ille, quamquam Socraticis madet

sermonibus, te neglegit horridus:

narratur et prisci Catonis

saepe mero caluisse uirtus.

 

Tu lene tormentum ingenio admoues

plerumque duro, tu sapientium

curas et arcanum iocoso

consilium retegis Lyaeo;

 

tu spem reducis mentibus anxiis,

uirisque et addis cornua pauperi

post te neque iratos trementi

regum apices neque militum arma.

 

Te Liber et, si laeta aderit, Venus

segnesque nodum soluere Gratiae

uiuaeque producent lucernae,

dum rediens fugat astra Phoebus.

 

 

Epodos

 

 

 

15

 

Noche albar. En un campo sereno de estrellas,

fulgores de luna.

Abrazándome amante, cual yedra a la encina coposa,

(¡ay labios aleves! ¡ay lengua perjura

ya dispuesta a mentir a los dioses!) conmigo

la dulce promesa decías a una:

“¡Mientras dure la inquina del lobo a la oveja

y Orión al marino trasiegue en las brumas,

mientras ricen las auras la intonsa melena de Apolo,

en mutuos amores nuestra dicha es mutua!”

 

¡Ah, Nera, verás mis rigores de amante ofendido!

Si varón es Flaco, ¿creerás tú que sufra

que a un rival preferido tus noches entregues,

sin que a su vez busque quien te substituya?

Y no hay miedo que ceda al hechizo de odiada belleza,

si al fin el despecho le llega a la hondura.

 

Pero tú, más audaz y feliz, tú quienquiera que fueres,

que en mi mal, ufano, te gozas y triunfas,

por más ricas que sean tus greyes e inmensas tus fincas,

y por ti el Pactolo, riego de oro, fluya,

aunque vuelto a la vida, su ciencia te enseñe Pitágoras,

y el lindo Nireo te dé su hermosura,

¡infeliz!, ya sabrás cuán sin pena ella muda de amores;

y seré yo entonces quien de tu haga burla.

 

 

 

15

 

Nox erat et caelo fulgebat luna sereno

inter minora sidera,

cum tu magnorum numen laesura deorum

in verba iurabas mea,

artius atque hedera procera adstringitur ilex,

lentis adhaerens bracchiis,

dum pecori lupus et nautis infestus Orion

turbaret hibernum mare,

intonsosque agitaret Apollinis aura capillos,

fore hunc amorem mutuum.

O dolitura mea multum virtute Neaera!

Nam si quid in Flacco viri est,

non feret adsiduas potiori te dare noctes,

et quaeret iratus parem,

nec semel offensae cedet constantia formae,

si certus intrarit dolor.

At tu, quicumque es felicior atque meo nunc

superbus incedis malo,

sis pecore et multa dives tellure licebit,

tibique Pactolus fluat,

nec te Pythagorae fallant arcana renati,

formaque vincas Nirea,

Eheu, translatos alio maerebis amores.

Ast ego vicissim risero.

Aurelio Espinosa Polit: Nació en Quito el 11 de julio de 1894 en la casa materna de la plaza de San Francisco, exactamente en la biblioteca de su tío Manuel María Pólit.   "Nací entre libros", solía decir, con una pizca de gracia, en sus años adultos. Fueron sus padres el Dr. Aurelio Espinosa Coronel y Cornelia Pólit Lasso.  En 1895 el Dr. Espinosa viajó con su familia a Bélgica huyendo de la revolución liberal y para educar a sus hijos en colegios católicos.  En 1911 se graduó de bachiller e ingresó al noviciado de la Compañía de Jesús en el Colegio Máximo de Granada.  Completó su formación religiosa en el Colegio de Chamartin (Madrid, España). En diciembre de 1922 se ordenó sacerdote y el 31 de ese mes celebró su primera misa en Barcelona.   En 1927 viajó a Inglaterra a obtener su especialización en Humanidades Clásicas y se matriculó en la Universidad de Cambridge. Dominaba el griego y el latín, hablaba con fluidez inglés, francés, español e italiano. En 1928 regresó a Quito y asumió la dirección del noviciado de la Compañía de Jesús en Cotocollao.  Un año más tarde, instaló una Biblioteca de Autores Nacionales, en tres modestos estantes del colegio jesuíta de Cotocollao, que con el paso de los años se transformará en la gigantesca biblioteca que ahora ostenta su nombre y es uno de los más importantes centros de estudios del país.

El P. Aurelio haría del Colegio [Loyola] de Cotocollao un centro generador de cultura.   Prueba de esto son las representaciones de varias tragedias clásicas como “Edipo [en Colono]” que llevó a escena con diálogos en griego y música coral compuesta por su amigo Belisario Peña Ponce. Además de esto, fue un notable poeta que sacó a la luz cuatro tomos de poesías propias:   "Alma Adentro" "En el mismo laúd", "Estaciones y Cristofanías" y "La Fuente Intermitente".  En ellas se revela su  dominio sobre los matices más delicados y propios de la lengua y su profunda religiosidad y paz interior. Fue uno de los fundadores de la Casa de la Cultura Ecuatoriana (de la que se separaría más tarde por diferencias ideológicas) y en 1946 fundó la Pontificia Universidad Católica con Julio Tobar Donoso y el Arzobispo Carlos María de la Torre, siendo además su primer rector.

Desde 1956 dirigió la preparación de la "Biblioteca Ecuatoriana Mínima" editada en México por el gobierno ecuatoriano y que constituyó el mayor esfuerzo colectivo y cultural de su tiempo. En ella aparecieron sus ensayos sobre los padres Bastidas, Moran de Butrón, Aguirre y los jesuitas quiteños del extrañamiento, así como selecciones de obras de otros escritores nacionales.

Por esos días comenzó a sentir las molestias que le llevarían a la tumba, aquejado de una persistente diabetes y falleció en Quito, a las 22h47 del 21 de enero de 1961, de 66 años de edad, cuando aún se esperaba mucho más de su talento.  De naturaleza amable y asequible, sencillísimo y hasta llano en el trato con los demás, tenía sin embargo fuerza de carácter y don de mando para imponerse con argumentos lógicos. Generoso, amigo de enseñar sin egoísmos como sucede con los perfectos maestros.  Su paso por las letras ecuatorianas le significó ser considerado el más importante religioso ecuatoriano del siglo XX en materia de cultura.

 

Tomado y resumido del

“Diccionario  Biográfico Ecuatoriano”

de Rodolfo Pérez Pimentel

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