Poesía

Los Mayores de la Poesía: Juan Ramón Jiménez (España, 1881-1958). Selección Carlos Sánchez Ramírez, Emir

 

 

 

Juan Ramón Jiménez (España, 1881-1958)

 

 

Selección Carlos Sánchez Ramírez, Emir

 

 

 

De Arias tristes (1902)

 

La luna me echa en el alma

honda, un agua de deslumbres

que me la deja lo mismo

que un pozo templado y dulce.

 

Entonces, mi fondo, bueno

para todos, sube, sube,

y abre, al nivel del prado

del mundo, su agua de luces.

 

Agua que une estrella y flor,

que llama a la sed con lumbres

celestes, donde están, náufragos

de amor, los reinos azules.

 

 

 

 

De Sonetos espirituales (1917)

 

Octubre

 

Estaba echado yo en la tierra, enfrente

del infinito campo de Castilla,

que el otoño envolvía en la amarilla

dulzura de su claro sol poniente.

 

Lento, el arado, paralelamente

abría el haza oscura, y la sencilla

mano abierta dejaba la semilla

en su entraña partida honradamente.

 

Pensé arrancarme el corazón, y echarlo,

pleno de su sentir alto y profundo,

al ancho surco del terruño tierno;

 

a ver si con romperlo y con sembrarlo,

la primavera le mostraba al mundo

el árbol puro del amor eterno.

 

 

 

 

De Diario de un poeta recién casado (1917)

 

Mar

 

Parece, mar, que luchas

—¡oh desorden sin fin, hierro incesante!—

 

por encontrarte o porque yo te encuentre.

¡Qué inmenso demostrarte,

en tu desnudez sola

—sin compañera... o sin compañero,

según te diga el mar o la mar-, creando

el espectáculo completo de nuestro mundo de hoy!

Estás, como en un parto,

dándote a luz —¡con qué fatiga!—

a ti mismo, ¡mar único!,

a ti mismo,

a ti sólo y en tu misma

y sola plenitud de plenitudes,

... ¡por encontrarte o porque yo te encuentre!

 

 

 

 

De Eternidades (1918)

 

CVI

 

Cierra, cierra la puerta,

como a ella le gustaba…

¡Que se encuentre a su agrado su recuerdo!

 

 

CXXV

 

Yo no soy yo.

Soy este

que va a mi lado sin yo verlo;

que, a veces, voy a ver,

y que, a veces, olvido.

El que calla, sereno, cuando hablo,

el que perdona, dulce, cuando odio,

el que pasea por donde no estoy,

el que quedará en pie cuando yo muera.

 

 

 

 

De Poesía (1923)

 

¡Ay!

¡Instantes que el mañana

no vale nada, en que es hoy

el fin; y estamos dispuestos

a todo, no importa qué,

ni con qué!

 

             ¡Cómo se alza

nuestro ser, qué grandes somos,

entonces! ¡Qué solos somos!

 

…¡Y qué poquísima falta

nos hace el hombre, ni el dios!

 

 

 

 

De La estación total

 

Con las rosas

 

No, esta dulce tarde

no puedo quedarme;

esta tarde libre

tengo que irme al aire.

 

Al aire que ríe

abriendo los árboles,

amores a miles,

profundo, ondeante.

 

Me esperan las rosas

bañando su carne.

¡No me claves fines;

no quiero quedarme!

 

 

 

 

Juan Ramón Jiménez nació el 23 de diciembre de 1881 en Moguer, Huelva. Estudió interno en el colegio de los jesuitas del Puerto de Santa María, donde terminó el bachillerato. Empezó la carrera de derecho en Sevilla, pero no finalizó los estudios. Su interés, en cambio, se centró en la poesía y la pintura. En abril de 1900 se trasladó a Madrid, invitado por el poeta modernista Francisco Villaespesa. Publicó sus primeros poemas en revistas y sus dos primeros libros: Nínfeas, y Almas de Violeta. En 1905 regresó a Moguer, donde escribió Platero y yo. Volvió a Madrid en 1911 y se instaló en la Residencia de Estudiantes en 1913, allí conoció a la catalana Zenobia Camprubí, de quien se enamoró profundamente, ella lo rechazó en un principio pero finalmente se casaron y marcharon a Estados Unidos en 1916, el viaje dio fruto a uno de sus mejores libros: Diario de un poeta recién casado, con este libro se abrió otra etapa en la obra del poeta de Moguer, la de poesía pura. Zenobia fue una mujer cultísima, traductora de R.Tagore, feminista y un puntal absolutamente decisivo en la vida del poeta, como reconocen todos sus biógrafos. Volvió a Madrid y fue un mentor para todos los que después serían los grandes poetas del 27, pero estos jóvenes rebeldes, y el carácter sensible y generoso pero también rencoroso de Juan Ramón iniciaron un distanciamiento que fue subiendo de tono, y tuvo su cenit cuando Pablo Neruda en la revista Caballo verde para la poesía publicó su Manifiesto de la poesía impura. De 1925 a 1935 publicó sus Cuadernos, en los que daba a conocer todo o casi todo lo que escribió en ese periodo, recogían poemas, cartas, retratos líricos de escritores y recuerdos literarios. En 1931 se le diagnosticó un cáncer a Zenobia. Ese año se declaró la Segunda República, el poeta abrazó la causa republicana, y acogía en su casa a los niños huérfanos, para cuyo cuidado destinó sus ahorros cuando abandonó España en 1936, al estallar la guerra, tras ser nombrado en agosto agregado cultural de la Embajada de España en Washington. Fue invitado a pronunciar unas conferencias en la Universidad de Miami. Terminada la guerra tuvo que quedarse en el extranjero y residió en Puerto Rico, La Habana, en Florida y en Washington pero se instaló definitivamente en Puerto Rico, lugar al que la familia de Zenobia había estado siempre estrechamente ligada. En 1956 le concedieron el Premio Nobel como escritor español, estando en el exilio, pero fue un año dramático ya que falleció Zenobia tres días más tarde, hecho del que el poeta ya no se recuperará, falleció en San Juan de Puerto Rico el 29 de mayo de 1958.

 

 

 

Carlos Sánchez Ramírez (Ciudad de México, 1998). Estudia Lengua y Literaturas Hispánicas por la FFyL UNAM. Ha sido dos veces becario del Curso de Creación Literaria para jóvenes de la Fundación para las Letras Mexicanas. Forma parte de la revista Taller Ígitur, de Crítica y Pensamiento en México y de Diótima.

 

 

 

 

 

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