Los Mayores de la poesía: Georg Trakl (Salzburgo, Austria, 1887-1914). Traducción de Luciano Pérez García
Estos poemas aparecen publicados en Alforja. Revista de Poesía, número 34, otoño 2005. Nueva época, pp. 26-28.
Georg Trakl (Salzburgo, Austria, 1887-1914)
Traducción de Luciano Pérez García
Humanidad
La humanidad se coloca ante las gargantas de fuego,
un redoble de tambor, oscuras frentes de guerra,
paso a través de la niebla de sangre; negro hierro pega,
desesperación, noche en cerebros triste.
aquí la sombra de Eva, cacería y oro rojo.
Nubes, la luz atraviesa, la comunión.
Habita en el pan y en el vino un suave silencio
y están reunidos aquellos doce en número.
De noche se cubre el sueño bajo ramos de olivo;
Santo Tomás sumerge la mano en el estigma.
En el Este
Al salvaje órgano de la tormenta invernal
compara la gente con cólera tenebrosa,
las purpúreas olas de la batalla,
estrellas deshojadas.
Con cejas rotas y brazos plateados
la noche señala a los soldados que murieron.
A la sombra de los fresnos otoñales
suspiran los espíritus de los que han muerto.
Espinosa selva ciñe la ciudad.
En sangrientas escaleras caza la luna
a mujeres asustadas.
Salvajes lobos irrumpen por la puerta.
A Lucifer
Al espíritu tu flama presta candente melancolía;
la cabeza suspira alta en la medianoche,
en la verde colina primaveral; donde tiempos atrás
sangró un suave cordero y sufrió el más profundo dolor;
pero lo oscuro sigue a la sombra del mal,
levanta los húmedos movimientos
hacia el disco dorado del sol y estremece
a su pecho desgarrado de dolor un sonido de campana,
una salvaje esperanza; las tinieblas de llameante caída.
Grodek
En la tarde resuenan los bosques otoñales
de armas muertas, doradas llanuras
y azules mares, mientras el sol
rueda hacia lo oscuro; abraza la noche
guerreros muertos, las salvajes quejas
de sus bocas rotas.
Mas quietas se reúnen sobre el pasto
nubes rojas, donde habita un Dios enojado,
se derrama la sangre, frío lunar;
todas las calles desembocan en la negra putrefacción.
Bajo el ramaje dorado de la noche y las estrellas
titubea la hermana sombra entre la silenciosa floresta,
para saludar a los espíritus de los héroes, las ensangrentadas cabezas
y bajos sonidos en el tubo de las oscuras flautas del otoño.
¡Oh, orgulloso luto! a sus altares de bronce
las calientes llamas del espíritu nutren hoy con fuerte dolor,
el de los nietos no nacidos.
Canto a Gaspar Hauser
Para Bessie Loos
Él en verdad amó al sol, que purpúreo baja la colina
por los caminos del bosque, entre los pájaros negros que cantan
y las alegrías del verdor.
Serio fue su vivir a la sombra del árbol
Y pura su mirada.
Dios habló con suave flama en su corazón:
“¡Oh, hombre!”
Leve fue su andar por la ciudad en la tarde;
la oscura queja de su boca:
“Quiero ser un jinete.”
Pero lo siguieron el arbusto y el animal,
la casa y el jardín crepuscular de los hombres blancos,
y su asesino lo halló.
Primavera y verano y bello el otoño
de los justos, su paso lento
hacia el oscuro cuarto de los sueños.
De noche permaneció sólo con su estrella.
Vio la nieve que cae sobre el frío ramaje
y en el atardecer del vestíbulo la sombra del asesino.
Plateada hundió la cabeza el no nacido.
Menschheit
Menschheit vor Feuerschlünden aufgestellt,
Ein Trommelwirbel, dunkler Krieger Stirnen,
Schritte durch Blutnebel; schwarzes Eisen schellt,
Verzweiflung, Nacht in traurigen Gehirnen:
Hier Evas Schatten, Jagd und rotes Geld.
Gewölk, das Licht durchbricht, das Abendmahl.
Es wohnt in Brot und Wein ein sanftes Schweigen
Und jene sind versammelt zwölf an Zahl.
Nachts schrein im Schlaf sie unter Ölbaumzweigen;
Sankt Thomas taucht die Hand ins Wundenmal.
Im Osten
Den wilden Orgeln des Wintersturms
Gleicht des Volkes finstrer Zorn,
Die purpurne Woge der Schlacht,
Entlaubter Sterne.
Mit zerbrochnen Brauen, silbernen Armen
Winkt sterbenden Soldaten die Nacht.
Im Schatten der herbstlichen Esche
Seufzen die Geister der Erschlagenen.
Dornige Wildnis umgürtet die Stadt.
Von blutenden Stufen jagt der Mond
Die erschrockenen Frauen.
Wilde Wölfe brachen durchs Tor.
An Lucifer
Dem Geist leih deine Flamme, glühende Schwermut;
Seufzend ragt das Haupt in die Mitternacht,
Am grúnenden Frühlingshügel; wo vor Zeiten
Verblutet ein sanftes Lamm, der Schmerzen tiefsten
Erduldet; aber es folgt der Dunkle dem Schatten
Des bösen, oder er hebt die feuchten Schwingen
Zur goldenen Scheibe der Sonne und es erschüttert
Ein Glockenton die schmerzzerrissen Brust ihm,
Wilde Hoffnung; die Finsternis flammenden Sturzes.
Grodek
Am Abend tönen die herbstlichen Wälder
Von tödlichen Waffen, die goldnen Ebenen
Und blauen Seen, darüber die Sonne
Drüster hinrollt: umfängt die Nacht
Sterbende Krieger, die wilde Klage
Ihrer zerbrochenen Münder.
Doch stille sammelt im Weidengrund
Rotes Gewölk, darin ein zürnender Gott wohnt,
Das vergossne Blut sich, mondne Kühle;
Alle Straßen münden in schwarze Verwesung.
Unter goldnem Gezweig der Nacht und Sternen
Es schwankt der Schwester Schatten durch den schweigenden Hain,
Zu grüßen die Geister der helden, die blutenden Häupter;
Und leise tönen im Rohr die dunklen Flöten des Herbstes.
O stolzere trauer! ihr ehernen Altäre,
die heiße Flamme des Geistes nährt heute ein gewaltiger Schmerz
Die ungebornen Enkel.
Kaspar Hauser Lied
Für Bessie Loos
Er wahrlich liebte die Sonne, die purpurn den Hügel hinabstieg,
Die Wege des Walds, den singenden Schwarzvogel
Und die Freude des Grüns.
Ernsthaft war sein Wohnen im Schatten des Baums
Und rein sein Antlitz.
Gott sprach eine sanfte Flamme zu seinem Herzen:
O Mensch!
Stille fand sein Schritt die Stadt am Abend;
Die dunkle Klage seines Munds:
Ich will ein Reiter werden.
Ihm aber folgte Busch und Tier,
Haus und Dämmergarten weißer Menschen
Und sein Mörder suchte nach ihm.
Frühling und Sommer und schön der Herbst
Des Gerechten, sein leiser Schritt
An den dunklen Zimmern Träumender hin.
Nachts blieb er mit seinem Stern allein;
Sah, daß Schnee fiel in kahles Gezweig
Und im dämmernden Hausflur den Schatten des Mörders.
Silbern sank des Ungebornen Haupt hin.
Georg Trakl. (Salzburgo, 1887-1914). Desde muy joven alternó el trabajo como farmaceuta con su afición por la literatura, fundando con varios amigos el grupo literario Apollo y escribiendo algunos poemas que fueron publicados en el prestigioso periódico "Neues Wiener Journal". En 1910 obtuvo el título de Magister der Pharmazie por la Universidad de Viena. Aunque su afición por el alcohol y el cloroformo le produjeron graves cambios de personalidad, su obra literaria, influenciada por autores como Rimbaud, Hölderlin y Novalis, osciló entre el expresionismo y el simbolismo, y se convirtió en un gran legado para generaciones posteriores. Durante la primera guerra mundial participó en la batalla de Grodek, lo que le produjo una crisis nerviosa que le condujo al hospital psiquiátrico de Cracovia, donde se suicidó con una sobredosis de cocaína el 3 de noviembre de 1914.
Luciano Pérez. Es originario de la Ciudad de México, nacido en 1956. Egresó de los talleres literarios del INBA, donde fue discípulo de los escritores Agustín Monsreal y Sergio Mondragón. De 1986 a 2006 laboró en la Subdirección de Acción Cultural del ISSSTE, primero como promotor de talleres literarios, y de 1989 a 1998 en la revista cultural del instituto, memoranda, donde fue secretario y luego jefe de redacción. De 2007 a 2012 estuvo en Ediciones Eón, como redactor y corrector, y después como editor en jefe. Desde 2013 se ha dedicado a traducir del alemán al español, tanto para la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, como para Editorial San Pablo. Narrador, ensayista y poeta, ha publicado los siguientes libros: Cacería de hadas (1990), Cuentos fantásticos de la Ciudad de México (2002), y Antología de poetas de lengua alemana (2006). Actualmente es editor de la revista cultural en línea Ave Lamia, y aquí publica sus ensayos literarios, históricos y de cultura popular, además de cuentos de corte fantástico, así como también traducciones de autores alemanes.