Lizbeth Padilla (México): En el silencio metálico de las guayabas
LIZBETH PADILLA
EN EL SILENCIO METÁLICO DE LAS GUAYABAS
Dedicados a mi padre, Federico José Padilla Díaz de León
Huérfana Mirra
Nos reúnen los pianos y los gatos,
el amor a los prólogos,
la insensatez de amar a quemarropa,
la amistad con insomnes que nunca nos tomaron muy en serio.
Nos parecemos por arrastrar sin tregua la dulce sombra del acordeón gitano.
Hubo sencillos cuentos que narraste en mi tediosa espera,
globos en que subí a tu soledad atisbando palomas demacradas.
Fuiste discípulo y maestro,
una presencia antigua en Emaús.
Ahora me alimento del fruto de tu espíritu
y persigo las huellas de tu ascenso.
Si me descuido un poco, sólo un poco,
el viaje me guiará hasta el espejismo
donde los efrits pulverizarán nuestros amores: los pianos y los gatos,
los prólogos, la dulce sombra del acordeón gitano.
HORMIGA HILANDERA
En el jardín
las coronas de Cristo se adormecen bajo el abrazo tibio del verano.
Sus espinas destilan lentas salmodias.
El guardián de las pérdidas nos visitó.
Sobre los baldosines agrietados caminan las hormigas hilanderas.
Entran al Hortus Deorum donde quiero enterrar mi corazón
para que me compartas la tibia oscuridad que ahora te arropa.
NUEVOS SILENCIOS
Desciendo de navíos entristecidos
y paseo por la playa donde ha encallado el rumor de tu partida.
Y ahora ¿con qué catalejo atisbar tu Paraíso?
¿Qué ruta he de seguir para alcanzarte en la Blanca Ciudad de Doce Puertas?
¿Cuántos ópalos debo de tirar para hallar mi oscuro rastro hebreo de Isabel?
En la orfandad arrastro nubes negras,
vuelvo piedra al silencio con mis artes de druida.
Regaste los jardines como lluvia de pan sobre el menesteroso.
Eres canto olvidado,
deslucido pañuelo en la cruel ceremonia del adiós.
Tus trajes permanecen en vigilia
atestiguando amaneceres que no verás porque tu corazón,
donde anidaban los más tibios asombros,
quedó enterrado donde el cuerpo no es más que anónima materia,
visitante aturdido de los nuevos silencios,
juglar de inaudibles aullidos.
EL VALS Y EL BÚHO
Yo seguiré siguiendo,
yo seguiré muriendo,
seré, no sé bien cómo, parte del gran concierto.
Gabriel Celaya
Los búhos me despiertan de su canto.
Las campanas parecen desquiciarse el domingo.
Dejaste todo para buscar la mejor melodía.
Tus partituras hacen huir antiguas danzas.
Querías sembrar semillas de magnolias y rosas
y sólo agua de piedra te ofrecimos.
De tus canciones saltan grillos de azufre,
aturdidos amantes con los brazos vacíos,
mujeres siderales y lamentos de tango.
Tu presencia era oasis para los extraviados,
para el que rompió aldabas sin que nadie le abriera,
para los mercaderes del puerto del ruego inútil.
Tú que intentaste pegarle alas de ángel a tus hijas
eres el búho que me despierta
cuando las campanadas me arrojan al domingo que se vuelve centavo
para gastar el alma en viajes sin razón.
NIÑA DE ARRUGAS FINAS
Ausente tú no encuentro ser que me consuele
y tú presente toda la humanidad está conmigo.
Ibn Zaydun
Vuelvo a ser la pequeña lastimada
por el venablo de tu última exhalación.
Ocupada en la tarea de engañar bobos con mis trampas de ogresa
el ventarrón entró y con él las funestas aves de los encantamientos.
Me secuestraron las razones para seguir en este mundo.
Niña de arrugas finas y corazón de plancha:
atrévete a voltear de cabeza los cuentos que te amaron,
exilia a los personajes que te hicieron feliz,
que peregrinen aturdidos por la Tierra para que igual que tú
le teman a la muerte
que hace de la vida un tic-tac sin consecuencias.
DURMIENTE INCONSOLABLE
La mansedumbre de la mañana es una pérgola para la desgracia,
sombrilla amortiguando aullidos.
Sueño que me explicas qué es la muerte.
Te veo remar a contraflujo del día
evitando perderte en las respiraciones de otros.
Un paso más, un alto en el camino
y llego al pozo donde cada reflejo es más araña,
donde azulean las venas de la luna.
El agua circular ciñe los aspavientos
que se ahogan en limo donde convergen luz y sombra,
donde somos polillas quemadas en lánguidos focos.
Padre, regrésame las máscaras de los desobedientes,
los deslumbrantes paseos por la Tierra.
A cambio te daré la fuente del dolor donde mana mi sombría cabellera,
fronda que intenta proteger las faenas del hijo.
Guarezco semillas de perdón y limpio tumbas que ya nadie visita.
La huella de tu mano aún permanece tibia.
Te seguiré soñando
hasta que mi respiración sea crisálida de tu muerte.
PATÉTICOS VIAJANTES
La lluvia despertó a Janitzio y lo hizo azul.
Los oyameles no amortiguan mi rebuzno dentro del desamparo.
Los muertos uncen a sus carretas bueyes blancos.
Mi padre aceptó el yugo como se acepta un dulce.
Mientras en las acacias la lluvia escurre
Andrés se encuerva dentro de una begonia.
La carretera enlaza espigas como trenzas de luz.
Continuaremos puliendo los dolores,
desyerbando el suicidio con las frutales manos que los muertos de Pátzcuaro
dejaron a las puertas de la troje.
NO ME TANGERE
Here lies One
Whose Name was writing in Water.1
(epitafio de John Keats)
Cruzad sin hacer ruido frente a esa tumba.
Ahí yace el espejo de mí misma.
Guardad silencio
porque en las catacumbas aún pasea el aliento
del padre que arrullaba piedras.
No levantéis la voz, no respiréis con prisa.
El más ligero toque de palabras podría distraerlo de su meditación.
No vayáis a tocar esa lápida ni con la sonrisa.
No debéis aturdirlo, no palpitéis siquiera.
Cuando crucéis enfrente de esa tumba hacedlo de puntillas,
apenas murmurando los nombres de la muerte,
cristalizados pétalos que besan el nombre Federico.
1.- Aquí yace alguien cuyo nombre estuvo escrito en el agua.
Lízbeth Padilla es una escritora mexiquense que ha obtenido diversos premios: En 1998 recibió el galardón de poesía del Centro Toluqueño de Escritores, con el poemario Escobas para el viaje, además de que su libro Papalote de luz para Andrés, recibiera el premio en 2001 y Lápices de la Ninfa Vieja, en 2003, del mismo CTE. Fue premiada en el año 2008 por el Instituto Mexiquense de Cultura en el Concurso de Obra Publicada con su libro El dolor de los Iluminados y en el mismo año el CTE le publicó el poemario El libro de Natanael por haber ganado el Concurso de Publicación. En 2013 fue publicada su antología personal Enlobar epifanías, por el Fondo Editorial del Estado de México. El mismo año ganó el Certamen Literario Internacional Sor Juana Inés de la Cruz, del Estado de México, con su libro para niños Sharash y el regalo de Federico. En 2019 Casas del poeta le publicó su plaquete La última gota de la clepsidra. En 2020 obtuvo la distinción del CEAPE en el concurso Publicación de Obra, con su poemario La rueca inmóvil de la ermitaña. Tiene publicados los libros de poesía Azoteas (publicación colectiva de la colección Piedra de Fundación, de la UNAM) dentro del libro Romper los muros, 1987; Ritual de Juegos Efímeros, CONACULTA, 1991; La piel de los ausentes, (El ala del tigre) UNAM, 1994; Tragaluz del insomnio, Margen de poesía, UAM, 1998; Escobas para el viaje, CTE, 1999, Alquimista de lágrimas, editado por La tinta del alcatraz, de la UAEM, 2001; Papalote de luz para Andrés, CTE, 2001) y Lápices de la Ninfa Vieja, CTE 2003, entre otros.