Laura Nieves (Ecuador)
Laura Nieves (Ecuador)
Las vacas pastan tranquilas en el campo
Saciadas se acuestan sobre la yerba
Apacibles son sus cuerpos
y hermosos sus cuernos de media luna
Estiran sus patas
Frotan su pelaje con sus lenguas rosadas
La inocencia resalta en sus ojos
No conocen del mañana
Solo pastan
se lamen
duermen
Es hermosa su inocencia
y la pureza de su instinto
que solo se conforma con vivir
Pero el hombre no se contenta con mirarlas
Quiere su piel
su carne
Destruye
se apodera de sus vidas inocentes y puras.
Himno a Deméter, diosa de la cosecha
Se cuenta en el Himno a Deméter
que cuando Perséfone, su hija
recogía flores con las muchachas de Océano
vio una flor brillante de narciso
olorosa
suave al tacto como su vientre plano y juvenil
que tanto observó el amante codicioso
Al estirarse la muchacha para tomar la flor en sus manos
la tierra se abrió
Salió de ella el dios del inframundo con su carro tirado por caballos infernales
Raptó a la muchacha
Perséfone gritó
temblaron las montañas
Su madre escuchó sus gritos de virgen aterrada
Corrió a buscarla pero fue tarde
Su tío se la llevó al inframundo para hacerla su mujer
Aquella flor de narciso solo fue un anzuelo para atraer a la inocente
Una flor brillante de olor profundo como el deseo
o el sexo del amante
Pero Deméter exigió la devolución de la hija
con la amenaza de no hacer brotar ningún fruto de la tierra
Los dioses temerosos la escucharon
Intervinieron con Hades y llegaron a un acuerdo
Permitieron a Deméter tener a su hija
por seis meses en el año
y los otros seis meses estaría con el marido en el infierno
Nada sabía hasta entonces Perséfone del amor
Así también un día a mí me raptó el amor a un país lejano
Mi madre lloró casi todas las tardes
Con sus ojos a manera de linternas me buscaba en cada sueño o recuerdo
Yo también la extrañaba y lloraba, recordándola
Me culpaba y lo culpaba a Él
Ojalá mi madre hubiese sido una diosa como Deméter
para lograr con amenazas y sus dones celestiales
tenerme junto a ella durante largo tiempo
Pero ella es una mortal como yo
y solo estamos destinadas a vernos cada ciertos años
¡Ay madre, tú y yo no somos como Deméter y Perséfone!
Mi amado yogui tiembla
Tiene el invierno en sus pupilas
un demonio que le escribe cartas
detrás de la pared
lo escucho gemir
lamentarse
Su miedo es mi miedo
una herida que quisiera cerrar
Mi amado yogui tiembla
su cuello se ha enrojecido
por el dolor
Lo consuelo en mis brazos
con mi cabello lo cubro
lo dejo soñar
Quemo las cartas
que lo hacen temblar
al demonio le declaro guerra.
Él es fuego que hierve en mi cabeza
Reencarnación
libro budista
hombre de vimanas y menhires
Él es las líneas de mis manos
los chakras de mi cuerpo
Puma Punku
La puerta del Sol
Es Antroposofía
Thot
Lemuria
amuleto y prana
Él es la puerta a lo desconocido
fuego que enciende mis costumbres
me trae de vuelta a mi origen.
Un dia se cae
y otro se levanta
De cerca la casa
Los hermanos
El alegre sonar de los objetos
Mis manos acariciaron la tierra
Mi madre como un árbol me observaba
Han pasado treinta años
y aún recuerdo la ventana
donde recostada junto a un gato
vi las estrellas correr
Un mundo se abría y se cerraba
Cientos de civilizaciones
Millones de vidas palpitaban en los espejos
Me llevaron por encima
y debajo de este mundo
Sosegada y dividida caminé
Soy la imagen desatada por el cielo.
Laura Nieves (Ecuador, 1984). Máster en Formación e Investigación Literaria y Teatral en el Contexto Europeo. Ha publicado los poemarios Animales de Luz (2018), El macho de los 4 vientos (2019) y El olor de la canela (2022). Algunos de sus poemas han sido traducidos al alemán, francés, italiano y mandarín taiwanés. Ha participado en encuentros literarios, festivales de poesía, conferencias y ferias de libro. Tiene una Mención de Honor del IV Premio Nacional de Poesía Joven Ileana Espinel Cedeño organizado por La Casa de la Cultura Ecuatoriana Núcleo del Guayas y El Quirófano Ediciones.