EL TREN DE LOS SUEÑOS ROTOS
El poema se refiere a la profunda tragedia que experimentan ciertos países de América Central donde miles de personas desesperadas se montan en el tren llamado “La bestia”, también llamado “De la muerte” y atraviesan todo México intentando llegar a Estados Unidos en busca del famoso y mal llamado sueño americano. La mayoría de los emigrantes mueren en su intento, víctimas de las Pandillas Maras y de las mafias de la droga.
J.P.
La desesperación viaja aferrada
a un oxidado hierro en los vagones
de la bestia, ese tren que rueda lento
sobre rieles cansados y herrumbrosos
por llanuras inmóviles e inciertas
franqueando el infierno en su aleteo.
La desesperación es lo que lleva
al emigrante hambriento y sin papeles
a recorrer kilómetros de riesgo
y humo ciego, montado sobre el lomo
de ese animal feroz, devorador
de la esencia del hombre y sus anhelos.
La desesperación lo vuelve débil,
vulnerable, empujándolo a apiñarse
al hermano de lucha, al compañero,
en esas vagonetas descubiertas,
ansioso por cruzar esa frontera
hacia el nuevo horizonte de sus sueños.
La desesperación es el vacío
de aquellos que se duermen y caen,
es hálito mortal entre los cuerpos.
¿Cuánta muerte tendrá aun que llegar
y cuántas violaciones a mujeres?
Qué injusto es este mundo y qué imperfecto.
La desesperación es voz anónima…
Cuando se van sumando los cadáveres,
es el nombre solemne de los muertos.
Y es el nombre del miedo, que se alarga
cuando la vida queda más desierta
y los potros galopan por el pecho.
LA CIUDAD DESNUDA
Una brisa de río y de nostalgia
asciende por las calles más antiguas,
diluyendo en la plaza el mar bravío
y la sospecha de un reflejo claro
de luna, que se adivina a su espalda,
inmaculada de todo prejuicio.
Desierta la ciudad dibuja a mano
filamentos de lluvia transparente
que descienden al pozo de la noche.
Ciudad con un pasado soberano,
levemente inclinada a la tristeza,
azotada por ráfagas de un viento
que atraviesa la Plaza y se descuelga
ciego, y a cuerpo muerto, a la penumbra,
igual que cae la fina llovizna
rodando sordamente por las calles
que huelen a noche en una ciudad
hoy desnuda como Comala eterna.
Silencio en los balcones inocentes
con sus barandas de hierro ondulado
ungidas por el aire de los años.
Silencio en las esquinas que apresuran
los embates nostálgicos de un tiempo
de nocturnos jazmines del país.
Desnuda la ciudad se moja lenta,
poblando su perfil de una humedad
que enmascara los ecos de un pasado
de miradas altivas, y de pájaros
de vuelos geométricos y audaces.
Desnuda la ciudad, cuando la noche
impone su poder, baja sus párpados
y emprende un nuevo viaje hacia el recuerdo.
SIN SALIDA
Vives dentro de un círculo. No puedes
escapar de esa huella que te lleva
de la mano al presente y al futuro,
con señales que indican donde se hallan
las lindes del camino que te impiden
transitar libremente, y te compelen
a esconder, muchas veces, tus deseos,
tus más irreverentes sentimientos,
tus más disimuladas emociones,
tus mitades perdidas en la selva.
Deambulas y vuelves siempre al centro,
mareado por giros infructuosos
en busca de la llave que abra puertas.
Has crecido a la sombra de unos límites
por los que pululaba la censura
con plena libertad: ¡Vaya un oxímoron!
Hoy te queda la impronta de tus horas,
las que eran sólo tuyas, sin disfraces,
con las que tú has llegado a atragantarte
de tanto masticarlas en silencio.
Pisas sobre adoquines desiguales
mientras en el crepúsculo incipiente
el pasado te engulle y te limita;
no puedes traspasar esa barrera
sin quebrar sus cristales periféricos.
Los sueños retroceden aturdidos
sin advertir el hueco hacia la luz,
rebotan en las cárcavas profundas
–faltos de su estridor y sus aristas–
y chocan con la orilla de la noche.
Has madurado como un gran reserva
en barricas herméticas de roble.
Te abroquelas al borde del perímetro
pero sabes que ya no quedan vanos
por donde deslizarse a un nuevo tiempo;
inevitablemente todo acaba
dentro de la frontera orbicular.
Comprendes que ya es tarde, no hay salida.
Acatas con decoro tu destino
y te acomodas en tu propio claustro.
LA ÚNICA RESPUESTA
A veces me pregunto
cómo llegué al silencio
de larga caballera,
a ese silencio pulcro
que se esconde en la nada.
Cómo se me pegó
el murmullo de un viento
arrimado a la infancia.
Cómo y cuándo esta lenta
y blanca soledad
se transformó en cómplice
hilera de sinónimos,
adherida al olvido
del recinto secreto
donde el silencio reina
sin versos ni palabras.
A veces me pregunto
si este silencio claro
de sílabas calladas
y de densa fatiga,
que amordaza y secuestra
hasta el mínimo ruido,
tendrá bastante fuerza
para levantar muros
que me dejen al margen
de este mágico espasmo
que el caos me produce.
La desolación crece
acentuada por voces
que escapan de un perplejo
poema que no calla
como si de un espejo
parlante se tratara.
A veces me pregunto
si nació este silencio
para envolver mis versos
o es mi imaginación
que le ha insuflado vida.
Me lo pregunto a veces,
y el eco de mi voz,
que tiembla sin garganta,
es la única respuesta.
SOBREVIVIENDO AL OTOÑO
A este otoño se le caen las ramas,
a sus hojas le flaquean las fuerzas,
visten de amarillo a parques y plazas,
mientras yo le doy color a mis huellas.
Y lo hago regresando a viejos tiempos,
releyendo canciones y poemas
que escribía en los felices momentos
de aquellas impetuosas primaveras.
Hoy son recuerdo, como los veranos,
a los árboles les tiemblan sus pétalos
igual que a mí las manos y las piernas.
Mas si ellos luchan por no ser talados
como un náufrago en medio de un océano,
no seré yo el que abandone esta guerra.
LA VOZ DE LA MUJER
En este nuevo día -tan distante
de aquellos que los vientos dispersaron-
desde lo más profundo de los tiempos,
emerge este candente itinerario
que nos hará viajar por la memoria,
a través de los rieles olvidados
de mujeres valientes, luchadoras,
que, dueñas de un coraje primitivo,
quitaron el cerrojo de la puerta,
enrejada y ceñida por los siglos,
para lanzar su voz a las estrellas.
Este sol que ilumina el nuevo tiempo,
funde la sombra oscura del pasado
y elimina fantasmas y barrotes,
dejando al descubierto en el espacio
las sensaciones de una luz serena
que atraviesan en grupo ciertos pájaros
mientras derraman su salmodia fresca.
Ya no quedan semáforos en rojo
tampoco hay límites para el futuro.
La fuerza de su grito es ya imparable,
la voz de la mujer despierta al mundo.
MISTERIOS
“A mitad del camino de la vida,
en una selva oscura me encontraba
porque mi ruta había extraviado”.
Dante ALIGHIERI
(La Divina Comedia - Canto I, versos 1 al 3).
¿Es la vida un paréntesis?
¿Acaso lo es la muerte?
Preguntas e inquietudes,
cubiertas por la niebla
del oscuro misterio,
que no tienen respuesta
(al menos para mí)
En medio del silencio
que campea a sus anchas
por esta habitación,
que es como cualquier otra,
yo procuro inútilmente,
en la oscura e invisible
hora del desaliento,
despejar las incógnitas,
resolver jeroglíficos.
Cegado por la trampa
que la vida nos teje,
esa rutina diaria
que alguien teledirige,
esa monotonía
obligada y absurda,
que parece creíble
porque llega a atraparnos
con su red envolvente.
Cegado, y dando tumbos
por las necesidades
que nos han inventado,
yo avanzo entre despojos
que ágilmente se arrastran
por mi extraviado sueño.
Diariamente me asaltan
preguntas sin respuesta:
¿Dónde me ubica Dante?
¿En cuál de los tres reinos?
Todo se desdibuja
igual que una acuarela
y se convierte en nada.
Todo es un gran misterio:
El cambio de estaciones,
el mar, la luz, el aire,
la creación del mundo,
el tiempo y el espacio,
el embrujo de un beso.
El tiempo que vivimos
descuida su pasado,
y pronto será olvido
sin lugar para quejas,
ni sueños de futuro.
Ya nadie se hará cargo,
ya no habrá quien reclame.
Las horas del reloj
son volutas de un humo,
hechicero y discreto,
que se marcha deprisa
y que “pasa” del tiempo.
El dolor se hace público,
hay quien le ruega a Dios
por temor o por fé.
¿Y Él? Sigue su camino
de silencio burlón.
Hoy nadie sabe nada,
todo es un gran enigma.
Lo es esta cruel pandemia
del Covid 19,
que alguien nos ha inventado
¿para su beneficio?
Lo es el confinamiento
que nunca imaginamos,
lo es la muerte que acecha
y lo es la vida misma.
Dudas e incertidumbre
se filtran por las grietas
de arcano desconsuelo.
En fin, todo es incierto,
una gran nebulosa
mayor a cualquier cálculo.
Como dice e.e.cummings:
Toda la creación puede llegar a ser
menos incalculable que un solitario beso.
El mundo del revés
pretende contagiarme,
me resisto a caer.
Me refugio en la priva,
compañera silente,
y, mientras tanto, espero
para ver en qué espacio,
en cual, de los tres reinos,
me coloca el gran Dante.
EL FINAL DE LA TARDE EN UN BAR
El silencio no existe, existe el miedo
que gotea por todas las esquinas,
nos traiciona, y detiene nuestro paso
sin que nos atrevamos a mirar.
Es sombra efímera la voz ausente,
aullido ahogado en la imprudencia oscura.
Cerca, se oyen disparos compungidos.
El final de la tarde son estrellas
en los espejos que dejó la lluvia
sobre sábanas del asfalto herido;
son hojas y pancartas de protesta,
pisoteadas por la multitud
que corre hacia las calles laterales.
El final de la tarde se amortaja
con los gases y el humo que la cubren,
lloran los pájaros sobre las ramas.
Me tropiezo con una adolescente,
corremos hasta un bar que está cerrando.
El camarero baja las persianas,
la noche inoportuna avanza rápido
y cuela en el local su agria silueta.
El sudor nos humilla con su llanto,
los disparos regresan a su eco,
permanecemos en el interior
hasta que quedan desiertas las calles.
De la mano de las ausentes voces,
nos despedimos cuando ya no hay niebla.
¿Volveremos a vernos algún día?
Me sonríe. La sigo con mis ojos.
No se ha movido de su sitio el miedo.
MI MEDIO CORAZÓN
Cada noche, doctor...
mi corazón se detiene en una vieja casa
en Estambul.
Nazim HIKMET
Las alas que tuve un día, tan solo eran una máscara
detrás de la cual temblaba
mi pulsación dividida
en tiempos damnificados.
Con resignado disfraz
administro la nostalgia y dosifico el olvido.
Como al gran Nazim Hikmet, tras esa angina pectoris
que el doctor le señaló,
en mi pecho solamente
late medio corazón,
con la estrella más lejana
pastando sola en los campos más profundos de la noche.
Como le ocurrió a Nazim, mi otra mitad late lejos
en el tiempo y la distancia,
palpita en tiempos de botas,
en época de fusiles,
de adolescencia difícil,
y se va… Se va a una vieja casa de infancia celeste.
Se va hasta aquel hogar donde la vida era efervescente,
borbotaba en las paredes.
Resonaban risas, cantos,
y retumbaba el silencio
en el círculo de agua
de aquel fondo remansado del viejo y oscuro aljibe.
Hoy mi medio corazón entra en el patio, en ventanas,
con transparencia de lágrima.
Descansa bajo la parra,
entra en las habitaciones
que, a su paso, se deshacen
deshabitando el recuerdo coagulado en el tiempo.
Y permanezco desnudo entre el espejo y la réplica,
conversando con la muerte
con dulzura y lucidez
tras atravesar el mar.
¡Que la vida no camine
sin la luz de aquellos tiempos que quedaron marenmedio!
CUANDO YA NO SEA NADIE
La memoria agoniza con el fuego
y lanza el eco de un quejido débil,
bocado oscuro, freno de la muerte,
puñal que resplandece en el abismo
e ilumina el secreto de la noche
en unas horas que no son de nadie.
Si después de esas horas, fuese nadie,
quizás yo reviviera con el fuego.
Entonces volvería por la noche
y, aunque estuviera viejo y algo débil,
no caería aún en el abismo,
miraría de lejos a la muerte.
No sé si habrá otra vida tras la muerte
porque del más allá no ha vuelto nadie.
Me resisto a caer en el abismo,
me anima Prometeo con el fuego
que le robó a los dioses y, aunque débil,
salgo a vivir la vida alguna noche.
Busco en el ruido sordo de la noche
no caer en los brazos de la muerte,
y con la fuerza intrínseca del débil
-aunque esto no lo entienda casi nadie-
soy receptor del culto sacro al fuego
y del verso que estalla en el abismo.
Y así, sin exiliarme en el abismo
ni en la juerga festiva de la noche,
me uniré a la sagrada luz del fuego
y al ritmo de la vida y de la muerte
que, llegándole a todos, es de nadie.
(No habrá triunfo del fuerte sobre el débil)
Nace mi verso con aliento débil
lanzando su metáfora al abismo,
y habla por mí, como si fuera nadie.
Quiere guardar el brillo de la noche
para que parta en paz hacia la muerte
cuando, helado de nieve, busque el fuego.
Yo caeré al abismo de la muerte
cuando mi débil verso arda en el fuego
y, tras la noche, me convierta en nadie.
Julio Pavanetti nació en Montevideo, Uruguay, en 1954. Poeta residente en Benidorm, España. Fundador y presidente de la asociación internacional de poetas “Liceo Poético de Benidorm”. Director de la colección de poesía “Azul” de Editorial Enkuadres, España y director del Festival Internacional de Poesía “Benidorm & Costa Blanca”. Ha participado en numerosos festivales y encuentros internacionales de poesía e incluido en innumerables antologías. Ha recibido numerosos premios y reconocimientos nacionales e internacionales por su carrera. Ha publicado 14 poemarios, entre ellos “Spirala timpului” (La espiral del tiempo) bilingüe rumano/español publicado en Bucarest, “Hidden Word” (Palabra escondida) bilingüe inglés/español publicado en España, y también los libros “Mërgimi dhemb” (El exilio duele) publicado en albanés en Pristina, Kosovo y “Battute d’arresto” (Contratiempos) publicado en italiano en Gaeta, Italia. Su libro “Tiempo de cristales rotos” obtuvo el 2º Premio en el I Certamen "Lámpara en la tierra” de Oviedo en 2013, y “Al roce de la piel callada” el 1º Premio del XVI Certamen de Poesía Ayuntamiento de Aspe en 2015. Muchos de sus poemas se han traducido al inglés, italiano, siciliano, catalán, árabe, francés, rumano, portugués, croata, serbio, bosnio, polaco, azerbaiyano, eslovaco, albanés, alemán, holandés, japonés, chino, coreano, búlgaro, turco, malayo, bengalí, griego y griego micénico, y publicados en innumerables periódicos y revistas especializadas nacionales e internacionales, tanto digitales como de papel.
Carmen BULZAN (Seudónimo Carmen Peregrina). (Rumanía). Poeta, ensayista, traductora de/al español, catedrático en sociología, miembro de la Unión de Escritores de Rumanía y miembro de la Unión de Escritores Rio de Janeiro, Brasil. Su obra poética suma 15 libros de poesías, entre cuales: Peregrinando (2008), Vademecum (2013), Instantes españoles (2014), Armonías celestiales (2018), Sombra de la misteriosa luz (2019). Su obra poética fue traducida al: español, francés, inglés, serbio, portugués, japonés, árabe y apareció en muchas antologías internacionales de poesía. Ha traducido Miguel de Unamuno (poesía, novela, ensayos), Alfredo Pérez Alencart, Carmen Martínez y.o. Premios recibidos: el Diploma de honor de la Asociación „Vorba Noastră” de Viena (Austria, 2003), el Premio de Excelencia, Drobeta-Turnu-Severin (Rumania, 2011), el Premio Eminescu de traducción, Bucarest (Rumania, 2011), el Premio Umberto Peregrino y Gran Mérito Cultural, Rio de Janeiro (Brasil, 2016), Medalle d’or en el Festival Internacional de poesía ”Mihai Eminescu”, Craiova (Rumanía, 2017, 2019), el Premio de la Unión de Escritores de Rumanía para traducción (2018). Para su laborioso trabajo de traducción fue reconocido como Huésped distinguido de la Ciudad de Salamanca (2018), España.