Jacek Dehnel (Polonia, 1980)
VUELVEN A MÍ COMO LAS PERSONAS
Con los años los árboles vuelven a mí como las personas,
como aquel, visto no sé cuándo, en qué país dios sabe:
sobre la exuberante hierba verde, inflada de otoño,
medio deshojado: una bola de oro calada,
y bajo ella un anillo amarillo, como el reflejo de la luna de agosto
en el estanque, una noche sin viento.
Hemos minado casi toda la belleza,
quien pise este campo puede perder la cara.
Pero el árbol es inocente en su belleza,
inocente es el color de la hierba, la forma
en que las hojas se posan sobre ella: como hilos de tapiz o
un enjambre de abejas de veinte quilates sobre las que
alguien echó el hechizo del sueño.
Entonces escribo sobre aquel árbol, sin poder escribir
sobre el que amé de indebido modo
y a quien perdí irremediablemente,
y alto era, dorado y hermoso,
tumbado en la hierba
como un reflejo
de algo más grande,
algo que las heladas quemarían pronto.
WRACAJĄ DO MNIE JAK LUDZIE
Drzewa wracają do mnie po latach jak ludzie,
jak tamto, widziane nie wiem kiedy, nie wiem w jakim kraju –
na trawie soczyście zielonej, napompowanej jesienią,
na wpół opadłe z liści: ażurowa złota kula,
a pod nią krąg żółci, jak odbicie sierpniowego księżyca
na stawie, w bezwietrzną noc
Zaminowaliśmy prawie całe piękno,
kto wchodzi na to pole, może stracić twarz.
Ale drzewo jest w swoim pięknie niewinne,
niewinny jest kolor trawy, sposób,
w jaki kładą się na niej liście: jak nici tapiserii albo
rój dwudziestokaratowych pszczół, na które
rzucono zaklęcie snu.
Piszę więc o tamtym drzewie, nie mogąc i nie chcąc pisać
o tym, kogo kochałem nie tak, jak należy,
i kogo straciłem niepowrotnie,
a był złoty i wysoki, i piękny,
i leżał na trawie
jak odbicie
czegoś większego,
co zaraz zetnie mróz.
Sarcófago de los esposos, de maestro etrusco desconocido, VI aec
A la profesora Jolanta Szatkowska
Querida, he pagado generosamente al escultor
que tan bellamente ha modelado nuestra imagen,
y todavía hoy, cuando la historia ha borrado
toda Etruria de esta tierra quemada,
la arena no ha borrado la sonrisa de nuestros labios.
La sangre en nuestras venas de muselinas azules
ha amarrado como barcas endurecidas,
como largas barcas, drakkars del norte,
en alguna orilla, supuestamente conocida
pero del todo extraña.
¿Han traído los pájaros
en las alas de tus cejas ennegrecidas el frío
que marchitó el jardín de rosas de tu semblante?
La sangre en nuestras venas...
Peines de hueso
encallados en la maraña de los cabellos,
y en la muñeca una pulsera de grueso oro
emite un triste ruido.
Lo que amaste, lo mandé mostrar
en las pinturas de nuestro sarcófago:
amplios campos, pájaros, músicos,
también cipreses, azucenas y una bailarina,
para que en la eternidad podamos reparar fuerzas
con esta imagen a través de la pupila de la muerte.
Lo sé, y tú, querida, ves el mundo ante ti:
dos japoneses, una alemana y un español,
por las noches los rollizos brazos de la limpiadora.
Generosamente pagué, querida, al escultor,
y él olvidó ponernos cara a cara.
Ahora, por toda la eternidad vemos
el mundo —tan solo el mundo—, un doloroso suplemento.
Varsovia, 18-19 de noviembre de 2002
Jacek Dehnel, incluido en Poesía a contragolpe. Antología de poesía polaca contemporánea (Prensas Universitarias de Zaragoza, 2012, selec. y trad. de Abel Murcia, Gerardo Beltrán y Xavier Farré).