Gerardo Diego (Santander, 1896-Madrid, 1987). Selección de Carlos Sánchez Ramírez
La presente selección la realiza nuestro editor de contenidos, Carlos Sánchez Ramírez, a propósito de su ensayo Gerardo Diego: renovador de la tradición española, que nuestros lectores pueden acceder a través del enlace que se deja al final de esta serie de poemas, o bien, buscarlo en nuestra sección de "Poesía".
Gerardo Diego (Santander, 1896-Madrid, 1987)
Selección de Carlos Sánchez Ramírez
Madrigal
A Juan Ramón Jiménez
Estabas en el agua
estabas que yo te vi
Todas las ciudades
lloraban por ti
Las ciudades desnudas
balando como bestias en manada.
A tu paso
las palabras eran gestos
como éstos que ahora te ofrezco
Creían poseerte
porque sabían teclear en tu abanico
Pero
No
Tú
no estabas allí
Estabas en el agua
que yo te vi
Guitarra
Habrá un silencio verde
todo hecho de guitarras destrenzadas
La guitarra es un pozo
con viento en vez de agua
No está el aire propicio
No está el aire propicio para estampar mejillas
Se borraron la flechas que indicaban la ruta
más copiosa de pájaros para los que agonizan
Se arrastran por los suelos nubes sin corazón
y a la garganta trepa la impostura del mundo
No está el aire propicio para cantar tus labios
tu nuca en desacuerdo con las leyes de física
ni tu pecho de interna geografía afectuosa
Las tijeras gorjean mejor que las calandrias
y no vuelven ya nunca si remontan el vuelo
y aquí en mi cercanía tres libros se aproximan
abiertos en la página donde muere una reina
Qué dulce despertar el del amor que existe
y qué existencia clara la del ojo que duerme
velado por las alas remotas de los párpados
Pétalos de difuntas miradas llueven llueven
y llueven llueven llueven Me sepultan los pies
las rodillas el vientre la cintura los hombros
Van a enterrarme vivo van a enterrarme vivo
No está el aire propicio para soñar contigo
Insomnio
Tú y tu desnudo sueño. No lo sabes.
Duermes. No. No lo sabes. Yo en desvelo,
y tú, inocente, duermes bajo el cielo.
Tú por tu sueño, y por el mar las naves.
En cárceles de espacio, aéreas llaves
te me encierran, recluyen, roban. Hielo,
cristal de aire en mil hojas. No. No hay vuelo
que alce hasta ti las alas de mis aves.
Saber que duermes tú, cierta, segura
- cauce fiel de abandono, línea pura -,
tan cerca de mis brazos maniatados.
Qué pavorosa esclavitud de isleño,
yo, insomne, loco, en los acantilados,
las naves por el mar, tú por tu sueño.
[Novena canción]
Ayer soñaba.
Tú eras un árbol manso
- isla morada, abanico de brisa -
entre la siesta densa.
Y yo me adormecía.
Después yo era un arroyo
Y arqueaba mi lomo de agua limpia,
como un gato mimado,
para rozarte al paso.
Gerardo Diego: renovador de la tradición española. Por Carlos Sánchez Ramírez
Gerardo Diego Cendoya. (Santander, 3 de octubre de 1896-Madrid, 8 de julio de 1987). Poeta español miembro de la Generación del 27. Estudia Letras en la Universidad de Deusto, aunque se licencia en la Universidad de Madrid. En 1920 obtiene la plaza de Catedrático de Lengua y Literatura e imparte clases como profesor de instituto en distintas ciudades españolas, como Soria, Santander, Gijón o Madrid. Su actividad literaria comienza a una edad muy temprana, publicando en 1918 su primera obra, el cuento La caja del abuelo, en El Diario Montañés. Durante estos primeros años colabora en distintas publicaciones, como la Revista Grial, la Revista Castellana y diversas revistas vanguardistas - Grecia, Reflector o Cervantes. Su primer libro de poesías, El romancero de la novia, ve la luz en 1920. Durante su estancia en Gijón mantiene una gran actividad literaria, fundando las revistas Carmen y Lola y manteniendo contactos con el resto de los integrantes de la Generación del 27. Este grupo de poetas se da a conocer tras la publicación en 1932 de su antología Poesía española: 1915-1931. Durante los años de posguerra Gerardo Diego continúa con su actividad poética con obras como Ángeles de Compostela, Alondra de verdad o Romances. Durante los siguientes años el poeta mantiene su intensa actividad, publicando nuevos libros, viajando y recibiendo numerosos homenajes y premios. En 1962 obtiene el Calderón de la Barca por su retablo escénico El cerezo y la palmera, su incursión en el teatro. El gran reconocimiento del autor llega en 1979 con la concesión del Premio Miguel de Cervantes, que comparte con Jorge Luis Borges.
Carlos Sánchez Ramírez (Ciudad de México, 1998). Estudia Lengua y Literaturas Hispánicas por la FFyL UNAM. Ha sido dos veces becario del Curso de Creación Literaria para jóvenes de la Fundación para las Letras Mexicanas. Forma parte de la revista Taller Ígitur, de Crítica y Pensamiento en México y de Diótima.