Poesía

Ezra Pound (Estados Unidos). Traducciones de José Coronel Urtecho y Ernesto Cardenal

 

 

 

 

 

Estos poemas aparecen publicados en El Corno emplumado, revista editada por Margaret Randall y Sergio Mondragón, quienes forman parte de nuestra Consejería Editorial y nos han autorizado la reproducción. Fueron editados en el número 24, octubre 1967.

 

 

 

 

 

Ezra Pound (Estados Unidos, 1885-Italia, 1972)

 

Traducciones de José Coronel Urtecho y Ernesto Cardenal

 

 

 

La buhardilla

 

Vamos, compadezcamos a los que están mejor que nosotros,

vamos, amigo, recordemos

que los ricos tienen camareros y no amigos

y nosotros tenemos amigos y no camareros.

Vamos, compadezcamos a los casados y a los no casados.

 

La aurora entra con pasitos menudos

como una dorada Pavlova,

y yo estoy junto a mi deseo.

Y la vida no tiene nada mejor

que esta hora de diáfana frescura,

la hora de despertarnos juntos.

 

 

 

 

Lamento de la escalera de gemas[1]

 

Los enjoyados peldaños están ya blancos de

rocío, Es tan tarde que el rocío empapa mis medias de

gasa.

Y bajo la cortina de cristal

Y miro la luna en el claro otoño.

 

 

 

 

Los temperamentos

 

Nueve adulterios, 12 liasones, 64 fornicaciones

y algo así como un rapto,

pesan en la conciencia de nuestro fino amigo Florialis,

hombre tan suave y reservado en sus maneras

que pasa por anémico y asexuado.

Bastides, al contrario, que sólo habla y escribe de cópulas

ha sido padre de gemelos,

pero pagando por su hazaña un alto precio:

Ha tenido que ser cuatro veces cornudo.

 

 

 

 

Clara

 

De dieciséis ya era una celebridad en potencia

Con cierta repugnancia por las caricias.

Actualmente me escribe desde un convento;

Vive una vida oscura y perturbada,

Y ninguna salida se presenta.

No echa de menos a sus hijos

Ni desea más hijos.

Su ambición es vaga, indefinida,

N quisiera quedarse, ni salir.

 

 

 

 

La tina

 

Como una tina de baño de porcelana

Cuando el agua caliente se le acaba o entibia,

Así el lento enfriamiento de nuestro amor caballeresco

Oh mi muy alabada y no-enteramente-satisfactoria-señora.

 

 

 

 

Paccadilly

 

Bellas, trágicas caras

vosotras que fuisteis lozanas y estáis tan abatidas

y, oh, tan impacientes y borrachas,

¿quién os habrá olvidado?

oh, caprichosas, frágiles caras, pocas en muchas,

las gruesas, las toscas, las descaradas,

Dios sabe que no puedo compadecerlas, quizá, como debiera;

pero, oh, vosotras, delicadas, caprichosas caras,

¿quién os habrá olvidado?

 

 

 

 

Causa

 

Yo junto estas palabras para cuatro personas,

Algunos más pueden oírlas,

Oh mundo, lo siento por ti,

Tú no conoces a esas cuatro personas.

 

 

 

 

El encuentro

 

Mientras hablaban ellos de la Nueva Moral

Los ojos de ella me exploraban.

Y cuando me levanté para marcharme

Sus dedos eran como la fibra

De una servilleta japonesa de papel

 

 

 

 

Lesbia Illa

 

Memmón, Memmón, aquella

Que andaba entre nosotros

Con tan graciosa incertidumbre,

Ha contraído matrimonio

Con un casero de la Gran Bretaña.

¡Lugete Veneres! ¡Lugete, Cupidimésque!

 

 

 

 

Una balada del camino de las moras

 

El sol se alza en la esquina sureste de las cosas

Para mirar la casa alta de los Shin

Porque tienen una hija llamada Rafú,

(muchacha linda)

Ella inventó su nombre: “Velo de Gaza”,

Porque da de comer moras a los gusanos de seda.

Ella las coge junto al muro sur de la ciudad.

Con fibras verdes hace la urdimbre de su cesta,

Hace el aro de su cesta de ramas de Katsura,

Y se echa todo su pelo al lado izquierdo.

 

Sus pendientes son de perlas,

Su fustán es de seda floreada,

Su falda es de la misma seda teñida de púrpura,

Y cuando los hombres que pasan ven a Rafú

Ponen en el suelo sus cargas,

Se quedan parados y retuercen sus bigotes.

 

 

 

 

[1] Poema de Li Tai Po, traducido por Ezra Pound.

 

 

 

 

 

 

Ezra Pound (Hailey, Estados Unidos, 1885 - Venecia, Italia, 1972) Poeta estadounidense. Tras graduarse en la Universidad de Pensilvania en lenguas románicas, se instaló en Londres en 1908; ese mismo año apareció A lume spento, con el que comenzó un período de intensa producción, como demuestra la publicación de Personae (1909), Provença (1910), Canzoni (1911), Sonetos y baladas de Guido Cavalcanti (1912), Cathay (1915), Lustra (1916) y Hugh Selwyn Mauberley (1920).