El nombre de los gatos: Thomas Stearns Eliot (San Luis, Misuri, 1888–Londres, 1965). Traducción Rosa del Olmo

 

 

 

 

 

El poema  apareció publicado originalmente en la revista El Corno emplumado, número 14, abril de 1965.

 

 

 

 

Thomas Stearns Eliot (San Luis, Misuri, 1888 – Londres, 1965)

Traducción Rosa del Olmo

 

 

 

 

 

 

El nombre de los gatos

 

El nombre de los gatos es un asunto difícil,

No es sólo uno tus pasatiempos.

Al principio puedes pensar que estoy loco de remate

Cuando te diga que un gato debe tener

TRES NOMBRES DISTINTOS.

Primero, tiene el nombre que la familia usa a diario,

Como Pedro, Augusto, Alonso o Jaime,

Como Víctor o Jonathan, Jorge o Bill Bailey,

Todos los nombres cotidianos, razonables.

Hay nombres más elegante —suenan mejor, si te parece—

Algunos para los caballeros, otros para las damas:

Como Platón, Admeto, Electra, Demetrio—

Pero todos nombres cotidianos, razonables.

Pero, te digo, un gato necesita un nombre que sea especial,

Un nombre que sea peculiar y más digno,

¡Si no, cómo puede mantener su cola perpendicular,

O estirar sus bigotes o demostrar su orgullo?

De nombres de este tipo, puedo darte un quorum,

Como Munkustrap, Quaxo o Coricopat,

Como Bombalurina o Jellylorum—

Nombres que nunca nombran más de un gato.

Pero más allá de esto todavía queda un nombre,

Y ese es el nombre que nunca olvidarás;

El nombre que ninguna investigación humana podrá descubrir—

que SOLO EL GATO LO SABE, y nunca lo confesará.

Cuando veas un gato en profunda meditación,

La causa, te digo, es siempre la misma:

Su mente está absorta en extasiada contemplación

Del pensamiento, del pensamiento, del pensamiento de su nombre

Su inefable efable

Efaniefable

Profundo e inescrutable particular Nombre

 

 

 

 

 

 

 

The Naming Of Cats

 

The Naming of Cats is a difficult matter,

It isn't just one of your holiday games;

You may think at first I'm as mad as a hatter

When I tell you, a cat must have THREE DIFFERENT NAMES.

First of all, there's the name that the family use daily,

Such as Peter, Augustus, Alonzo or James,

Such as Victor or Jonathan, George or Bill Bailey--

All of them sensible everyday names.

There are fancier names if you think they sound sweeter,

Some for the gentlemen, some for the dames:

Such as Plato, Admetus, Electra, Demeter--

But all of them sensible everyday names.

But I tell you, a cat needs a name that's particular,

A name that's peculiar, and more dignified,

Else how can he keep up his tail perpendicular,

Or spread out his whiskers, or cherish his pride?

Of names of this kind, I can give you a quorum,

Such as Munkustrap, Quaxo, or Coricopat,

Such as Bombalurina, or else Jellylorum-

Names that never belong to more than one cat.

But above and beyond there's still one name left over,

And that is the name that you never will guess;

The name that no human research can discover--

But THE CAT HIMSELF KNOWS, and will never confess.

When you notice a cat in profound meditation,

The reason, I tell you, is always the same:

His mind is engaged in a rapt contemplation

Of the thought, of the thought, of the thought of his name:

His ineffable effable

Effanineffable

Deep and inscrutable singular Name.

 

 

 

 

 

 

 

Thomas Stearns Eliot (Saint Louis, 1888-Londres, 1965) Poeta, dramaturgo y crítico inglés. A comienzos de siglo, Boston era una ciudad cosmopolita que destacaba por sus artistas y escritores, sus museos, salas de concierto, bibliotecas y centros de educación. El M.I.T., el Conservatorio de Música de Nueva Inglaterra, y las universidades de Boston y Harvard eran sus más notables instituciones. En esta última, Eliot comenzó a estudiar griego, literatura inglesa, alemán, historia medieval e historia del arte, además de iniciarse en el camino de la poesía a través de la revista de la institución.

En 1910 Eliot se instala en París para estudiar literatura francesa y filosofía en la Sorbona con Alain Fournier y Henri Bergson. París vivía uno de sus momentos más gloriosos, La Belle Epoque, el París de los sueños de grandeza de una burguesía que olvidaba los tiempos difíciles en la creencia de que el siglo que se iniciaba sería de la felicidad y prosperidad que ofrecían los nuevos inventos y descubrimientos. En el otoño de 1911, Eliot regresó a Harvard a estudiar sánscrito y filosofía hindú. De ese año datan sus estudios acerca de F. H. Bradley, el pensador que más influiría en su obra. En Harvard es nombrado profesor ayudante de filosofía y traba amistad con Bertrand Russell, profesor invitado a esa universidad. Tiempo después, viaja nuevamente a Alemania gracias a una beca que le permitiría profundizar sus conocimientos en la Universidad de Marburgo. Sin embargo, Eliot decide huir del país por temor al conflicto bélico que estaba por estallar y se traslada a Londres. A finales de 1914, en sólo unos cuantos meses los ejércitos europeos habían sido diezmados en las trincheras.

La Primera Guerra Mundial no sólo transformó a los hombres, sino que también produjo un nuevo estado, el estado guardián, movilizador de hombres y propiedades, supremo rector de la vida económica, censor de la libertad de expresión y manipulador de las conciencias. Lejos del frente, Eliot conocerá de cerca el mundo literario inglés gracias a sus vínculos con Ezra Pound, Virginia Woolf y James Joyce. Al principio, pudo ganarse la vida en el Highgate Junior School donde enseñaba desde latín y matemáticas a pintura, natación y baseball. Luego entraría en el Lloyd’s Bank y en la editorial Faber and Faber. En noviembre de 1918 comenzaba una nueva era, los felices veinte, en la que jóvenes hastiados sólo querían vivir un presente que les hacía olvidar la posibilidad de otra guerra.

Inventos de la liebre de marzo, Prufrock y otras observaciones, Poemas, La tierra baldía, Los hombres huecos, Miércoles de ceniza, El libro de los gatos habilidosos y Cuatro cuartetos son algunos de los títulos que forman parte de la extensa obra literaria de T. S. Eliot, el autor que, en 1927, decidió adoptar la nacionalidad británica y convertirse al anglicanismo. En sus escritos, Eliot recorrió un camino que en el siglo XX condujo al hombre de Occidente a una necesidad de creer, sin certidumbre ni esperanza. El anhelo de los hombres huecos. Vivimos y habitamos un mundo sin Dios, sin libertad, sin amor. Somos el hombre de la edad de la miseria, sin ayer ni mañana. T. S. Eliot fue reconocido, en 1948, con el Premio Nobel de Literatura.

 

 

 

 

 

 

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