Dos poemas de Cesario Verde (Lisboa, Portugal). Traducciones y notas de Xavier Limancourt

 

 

 

La traducción dista mucho de ser literal, se privilegia el sentido semántico del texto al igual que la métrica y la rima consonante.

 

 

 

 

Dos poemas de Cesario Verde

 

Traducciones y notas de Xavier Limancourt

 

 

 

 

Oh, áridas Mesalinas[1]

 

Oh, áridas Mesalinas

no arriben en el santuario,

que transformarán en ruinas

mi formidable sagrario![2]

 

Oh! Diosa de las dulzuras,

a la mujer la contemplo!

pero ustedes son impuras,

no me profanen el templo!

 

La mujer es ser sublime,

y conjunta los afectos

que no propagan el crimen,

ni sentimientos abyectos.[3]

 

Ustedes, viles ofensas,

que nos dan falsos placeres,

no sé si son malas, mensas,

pero ya no son mujeres!

 

 

 

 

¡Manías![4]

 

El mundo, vieja escena ensangrentada,

cubierta de remiendos, picaresca;

la vida, una sucia farsa silbada,

o salvaje tragedia pintoresca.[5]

 

Conozco una persona, –hoy degradada–

que amaba a cierta dama pedantesca,

perversísima, escuálida y malvada

y llena de jactancia quijotesca.

 

Odiaba los domingos muy rasposa.

Le concedía el brazo con pereza,

con dengue, con actitud recelosa,

 

y en sujeción canina más sumisa

él le daba su mano sin firmeza

con el libro con que ella oía misa.

 

 

 

 

Ó áridas Messalinas

 

Ó áridas Messalinas

não entreis no santuário,

transformareis em ruínas

o meu imenso sacrário!

 

Oh! A deusa das doçuras,

a mulher! eu a contemplo!

Vós tendes almas impuras,

não me profaneis o templo!

 

A mulher é ser sublime,

é conjunto de carinhos,

ela não propaga o crime,

em sentimentos mesquinhos.

 

Vós sois umas vis afrontas,

que nos dão falsos prazeres,

não sei se sois más se tontas,

mas sei que não sois mulheres!

 

 

 

 

Manias!

 

O mundo é velha cena ensanguentada,

Coberta de remendos, picaresca;

A vida é chula farsa assobiada,

Ou selvagem tragédia romanesca.

 

Eu sei um bom rapaz, – hoje uma ossada, –

Que amava certa dama pedantesca,

Perversíssima, esquálida e chagada,

Mas cheia de jactância quixotesca.

 

Aos domingos a deia já rugosa,

Concedia-lhe o braço, com preguiça,

E o dengue, em atitude receosa,

 

Na sujeição canina mais submissa,

Levava na tremente mão nervosa,

O livro com que a amante ia ouvir missa!

 

 

 

 

[1] Referencia a la emperatriz romana Valeria Messalina, esposa del emperador Claudio. Fue conocida por su belleza apabullante y sus múltiples infidelidades. Según Plinio el viejo, Valeria instó a las mujeres romanas a participar en una competición en la que ganaría quien tuviera relaciones con más hombres. Mesalina resultó victoriosa al haber estado con más de 70 hombres en una sola noche. De este acto histórico, surge a palabra “messalina”, utilizada en sentido figurado, para referenciar alguna mujer que lleve una vida como la de la emperatriz.

[2] El lector avisado podrá entender que el autor no desdeña la hipersexualidad femenina, sino la infidelidad y cómo la lujuria de aquellas mujeres afectan espititualmente al sujeto lírico.

[3] A Cesario Verde podemos inscribirlo dentro de la tradición modernista por algunos aspectos formales; sin embargo es más interesantes su aspecto realista aunque, valga la paradoja, no termina por desprenderse de algunas ideas propiamente románticas. En el poema se observa una idealización del la feminidad en un concepto de pulcritud que contrasta con la mujer de carne y hueso, imperfecta y con errores.  Este rasgo hace más evidente la corriente realista de su obra, y es un tópico recurrente en su obra, pues constantemente contrasta el idealismo de la donna angelicata con el realismo de la femme fatale.

[4]Soneto italiano que, al igual que el poema de las Mesalinas, retrata un aspecto de la mujer distinto al prototipo general del siglo XIX, por excelencia romántico. Aquí se adquiere un tono burlesco para hablarnos de una mujer que apesar de su mala apariencia ejerce gran domino sobre su amante.

[5]De manera jocosa la voz lírica nos muetra cierta humillación sentimental de la mujer hacia el hombre. Estas características son profundamente relevantes en la obra de Cesario Verde pues terminan por manifestar de manera filosófica el encuentro de la realidad ideal con la realidad factible; es decir que nos encontramos con una crítica consciente del Romanticismo.

 

 

 

José Joaquim Cesário Verde (Lisboa, Portugal, 1855-1886). En 1873 se matriculó en el Curso Superior de Letras, donde tuvo como condiscípulo a António José da Silva Pinto, quien lo introdujo en la vida literaria y se convertiría, tras su muerte, en su albacea literario. Empezó a publicar poemas en periódicos como el Diário de Notícias y a frecuentar tertulias, como la del café Martinho. En 1877 sufrió los primeros síntomas de la tuberculosis, y en 1882 murió también su hermano, Joaquim Tomás, de esta enfermedad. En 1883 viajó a Francia, donde visitó únicamente Burdeos y París, por un viaje de negocios. Murió de tuberculosis. La poesía de Cesário Verde se caracteriza por su realismo, al que no es ajena la influencia del filósofo francés Hyppolite Taine y de Charles Baudelaire. Ignorado en vida, es hoy considerado un clásico de la literatura portuguesa del siglo XIX, en parte gracias a la atención prestada a su obra por los poetas modernistas portugueses Mário de Sá-Carneiro y Fernando Pessoa. Dos de los heterónimos de este último, Ricardo Reis y Alberto Caeiro, expresaron su admiración por la obra de Verde. Caeiro le dedicó uno de los poemas de la serie El guardador de rebaños. Cesário Verde fue una de las personalidades más originales y voces más innovadoras de la poesía portuguesa.