Poesía

Diótima. Encuentro Nacional de Poesía: Poemas de Verónica Volkow

 

 

 

Presentamos la serie Diótima en la cual publicamos algunos poemas de Verónica Volkow, invitada al Segundo Encuentro Nacional de Poesía efectuado los días viernes 17, sábado 18 y domingo 19 de mayo en la Biblioteca General del H. Congreso de la Unión, en el Centro Cultural de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público y en el Museo Nacional de las Culturas del mundo, respectivamente.

 

 

 

Recuperado de Los caminos

 

Río

 

El río es sólo un brillo entre las rocas

que cae, cae

y canta un estallido incesante

como vidrio que nunca deja

por dentro de quebrarse.

Los árboles danzan en el viento,

danzan con perfección,

se mueven en un mezcla

de agitación y engranaje.

El viento, se alza el viento,

rumor que desglosa lo múltiple.

El lago cambia de rostros como un espejo,

en la tarde después de ser sol

se vuelve algo metálico.

Ahota el lago es azul

y paulatinamente transparente

como aire cercano  hacia los bordes.

Entre la niebla el agua es una piedra,

la niebla cubre el bosque como un velo profundo

pero por todas partes está abierta.

 

 

 

 

Recuperado de Arcanos

 

Arcano 0. El loco

 

Amarró la noche en su alforja,

a ese Proteo imprevisto, la penumbra,

las promesas de lo ignoto y las cosas

que lo negro atesora:

el olvifo perdido

del inasible sueño,

en el olvido un tiempo sin historia

y en el sueño sin tiempo,

una historia extraviada

y los frutos prohibidos

que resguarda la sombra.

 

Lo imposible es inolvidable.

Mitad vivimos cara hacia la noche

y en el borde del párpado inventamos.

Anhelo loco por despertar en un sueño,

porque son otros los jardines de la noche,

oitros los puertos y los horizontes.

Caminar caminar

hacia lo que aún no existe,

por lo intempestivo del rayo

o la vaguedad del naufragio.

En la noche fundar el día,

en el día abrir la noche.

 

 

 

 

Arcano 1. El mago

 

¿Quién escuchó la voz del viento,

la palabra que dice,

su grito interminable en la montaña,

y descifró el lenguaje de los ruidos,

el galopar de letras del follaje,

y las "eles" del agua?

¿Quién atrapó con un nombre el fondo de la noche,

la rasgadura del rayo?

Poderes precisos de lo etéreo,

y un saber que rescata en manos de aire.

Lo eterno es hueco, es forma, es alma

-esa imposible sed de  memoria.

Sin cuerpo y sin las cosas,

sólo viento y sueños, las palabras,

viento tejido por los sueños,

almas al aire que el silencio olvida,

estatuas de la ausencia insomnes,

despertar de la nada hacia la nada.

Hay sombras en los sueños

que no son de las cosas,

sino cuerpos quizá de las palabras,

ánimas de los nombres,

resurrección de la llamada.

Para poder morir son las palabras:

salvación profunda de lo ido,

tiempo enamorado que habla.

 

 

 

 

Arcano 9. El ermitaño

 

En mi mano el centro

lejano como una estrella donde se halla el alba de la piedra

y los muros rompen en caminos.

Algún punto, ahí esconde el origen,

y es fuente y es astro y es cimiento,

ya tierra,

ya enterrado.

 

El fuego abre las páginas de un libro,

de áureas láminas ancianas,

amanecer insttantáneo en la lectura,

que también ahora nos aclara.

Rosa de mil hojas, la mirada,

flamas, momentáneos horizontes.

 

Prendo el cielo con un poco de agua

que no sé si brota como llama

o si rasga

-abertura horizontes,

girón de lo inmenso en lo cercano.

Con la luz entran los astros

y el espacio,

lo lejano irrumpe en mi ventana.

 

 

 

 

Arcano 19. El sol

 

Unidad en blanco que quiebran

los colores

a la luz se le saldría el mundo

pero en su acorde es transparencia

joya invisible que encerró el tesoro

silencio

que escuchó toda la música y piensa

 

como cosas se encienden las imágenes

no hay hogueras en los brillos

en luz

recaudan mundo los espejos

quizá con luz se piensa

 

tras el sol la luz

como un origen

que aclara

una memoria

que ilumina

que es pureza.

 

 

 

 

Arcano 21. El mundo

 

Para atrapar al sol

pulí la piedra,

lavé mi corazón,

entré en el agua

y tuve al mundo atravesado

por un río diáfano y claro.

 

Un afán de brillante empuja al agua.

Lava en su espejo el mundo

que en lo fugaz se vuelve fuego nuevo,

rostro en blanco

y fragua de pureza;

flecha en lo real de manantiales.

 

En la imagen la cosa se destrenza,

se nos disuelve intacta.

Sabor de olvido el agua

brillante de reflejos.

Su correr es volar,

un desprenderse,

ser de abismo o quizás ave de nada,

sed de cielo o avidez de nada.

 

Y fue una piedra de aire entre mis dedos

el agua rota por lo inmenso.

 

 

 

 

La sibila de Cumas

 

A Manuel Ulacia, in memoriam

 

1

 

Ahora soy sólo la voz

la palabra ceñida y exacta

sombra del futuro prisionera

hueco tan sólo del eco ineludible

la voz que quiebra las olas

hace caer las hojas por su canto

y dicta con piedra la prisión de las estatuas

guardo el silencio de lo incierto de ríos jamás deshechos

de seres inmortales y mares inmóviles

abriendo mi boca precipito

su ser en la caída

su ser de río que corre

buscando el cauce y perdiéndose

 

ahora soy sólo manantial

eterna fugitiva

que nunca se detiene en forma ni en deseo

y piensa tan sólo en morir

porque para ser

hay que dejar de ser en la epidermis

porque la muerte

hunde al interior los ojos

y hay un mar de caracoles sueño adentro

junto con sombras y esbozos

y un bosquejo verde de manzanos

donde los hombres

corren desnudos bajo el cielo de su deseo

 

dichoso el poeta ciego

el de la palabra deforme

el de la palabra estridente

de voz callada adentro de su voz

como su un sueño desencajado

no hallara espacio en la tierra

el poeta que abre

el abismo en plena calle

donde cada hombre

cae dentro de sí mismo

y es el espacio del gesto

del acto que allí termina y recomienza.

 

 

 

Verónica Volkow es poeta, escritora y académica. Tiene maestría en literatura comparada en Columbia University,  doctorado en literatura comparada en la UNAM, y maestría en Historia del Arte en la UNAM. Ha sido becaria del Sistema Nacional de Creadores y actualmente es miembro del SNI y se encuentra adscrita como investigadora titular definitiva al Seminario de Hermenéutica del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM. Recibió en 2004 el Premio Pellicer por obra publicada y en 2005 el premio José Revueltas de Ensayo literario por El Retrato de Jorge Cuesta, libro que publicó,  en 2009, Siglo XXI Editores. Escribió una crónica sobre la vida cotidiana en el apartheid: Sudáfrica, diario de un viaje, México, Siglo XXI, 1988. En 2009 apreció Los gladiadores demónicos, Editorial Renacimiento, Sevilla. En 2010 aparecieron: Camino de vida; ensayos de poesía mexicana del siglo XX,  BUAP, y Miradas a la plástica mexicana del siglo XX.  Universidad Veracruzana.  En eternos malabares 2014 apareció De la demonización al análogo. El Fondo de Cultura Económica reeditó en 2015 La mordedura de la risa un estudio sobre la obra gráfica de Francisco Toledo.  En el IIFL, UNAM apareció recientemente: Dos cielos dos soles, imágenes de la totalidad del cosmos a finales del XVII novohispano. Como poeta ha publicado :La Sibila de Cumas, 1974; Litoral de tinta, 1979; El inicio, 1983; Los caminos, México, 1989. Arcanos , 1996; Oro del viento, 2003; Litoral de tinta y otros poemas, Sevilla, Editorial Renacimiento, 2006; Arcana, United Kindom, Shearsman Books, 2009. Tiene también un libro de narrativa, La noche viuda, FCE, 2004. Su trabajo como investigadora se centra en trabajos comparativos entre la literatura y las artes plásticas, particularmente durante el barroco novohispano.  Incorpora para ello los importantes desarrollos teóricos de la hermenéutica simbólica contemporánea.

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