Diótima. Encuentro Nacional de Poesía: Poemas de Lízbeth Padilla
Presentamos la serie Diótima en la cual publicamos poemas de Lizbeth Padilla, invitada al Segundo Encuentro Nacional de Poesía Homenaje a Híkuri efectuado los días viernes 17, sábado 18 y domingo 19 de mayo en la Biblioteca General del H. Congreso de la Unión, en el Centro Cultural de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público y en el Museo Nacional de las Culturas del mundo, respectivamente.
Lízbeth Padilla
REZO DE LA MUJER ABANDONADA
Para desaparecerte
frotaré mis manos contra la pared
voy a descolgar las máscaras
a cocinar un guiso donde hiervan tus dedos
quiero volver de carne la gabardina
cubrir tu boca con periódico
habrá que arrinconar todos los muebles
cambiar de sitio la pupila que heriste
limpiar con vinagre tus mañanas
al sustantivo amor desearle salud eterna
Completaste el terrario con tu rictus de espina en campo abierto
La casa huele a pastel abandonado antes de la celebración
Me tienta el deseo de envolver como dulces tus dientes
narcotizar las caricias
poner en la pecera tu lengua indócil
Para desvanecerte de mis comisuras
voy a frotarme ungüentos
buscar la brisa que oriente mis mascadas a otros patios
Para convertirte en antídoto contra la noche
voy a zurcir tu viaje pluma a pluma
a frotar mis manos en la pared
descolgar las máscaras
cocinar un potaje
cubrir tu boca
arrinconar
cambiar de sitio
frotarme ungüentos
sacar de la vitrina mi vestuario de maga
LAS VISITADORAS
El partir el pan a solas, tiene
una extrañeza como de animal o dios.
George Steiner
Levanto el cadáver de luna
le doy respiración de boca a boca
Nunca quisimos asomarnos a ver pasar los sueños en muletas
Se perdió un posible retorno
Los besos caminan melancólicos
Llamé a los gatos para lamer mi sombra
y saborearon ríos de aburrimiento
No se podía dormir
cuando toda la noche resbalaba en el lavabo una gota de insomnio
y afuera peregrinaba nuestro amor por los bares
por la capilla rota en la plegaria
por la calle de Moneda que cabe en el bolsillo de diciembre
A dónde acudir para taparle el aullido a las estatuas
por qué ropero salen cantatas de rosarios
desnutridos camisones sin baile
muñecos de mi prima Raquel maltratados por el polvo
Perturba el ruido de blancas manos que descienden infiernos
se asfixian las botellas azules donde pusimos salmos a navegar
Abrí panes de muerto
calabazas rodaron sobre el cempazúchitl
y de nuevo los ruidos se apoderaron del aire que zarandea a las visitadoras
Ellas temidas
muestran su talismán de aguacero
depilan sus bigotes frente a espejos oscuros
el aliento empaña su miopía
Me advirtieron detenerme antes de aquella esquina
rodear con fuego el corset negro
para entregarme fatua
al soliloquio donde pasión y muerte se confunden
Ruido de tiempo seco escapa de los libros
cuando te veo llover
en el territorio de las visitadoras
FUEGO NEGRO
Antes de ver desmoronarse el pan del sueño
y las arpías me picoteen
al tiempo que mis ojos se curan de visiones
y mi respiración ligera telaraña
desarticula caballos voladores
antes que la sabiduría se agriete en los espejos
y eche a andar por las calles como si nada
estaré tras de ti en las estancias nítidas
hará nido mi muerte en tu negrura
sorberé a escondidas tu humedad
antes muy antes que todas las canciones fueran pájaros
y fuego en fuga mayor
estábamos tú y yo cobijados bajo lenguas de aire
como cachorros limpios
como ángeles rebeldes
antes que Dios hubiera dicho Hágase la luz
nosotros invocamos la ceguera
NUNCA SERÁ SOMBRA
Qué hora escogerá mi padre para morir
con qué sencillo gesto levantará la sábana
para cubrir su rostro eternamente
con qué descuido soltará las manos
de cuál rincón de casa robará la primera oscuridad
engendrada al cabo de ochenta años
para posarla en sus ojos como bálsamo
cuándo vendrá a entregarme sus memorias
para que yo despliegue frente a Andrés
la fina hechura de sus frases
el modo de hojear y descubrirme el mundo en los prólogos:
- Hay que dejar que respiren los libros
sacarlos del librero airear sus hojas cambiarlos de lugar
una biblioteca nunca se apacigua
Dónde nos dejará sus ideas que fueron bastones
conque trepaba la conversación
qué hora será valiente para marcar el fin de la sangre que teñía sus canciones
El pentagrama de su cuerpo es leído por mis ojos minúsculos
porque no soy Goliat para alcanzar su cabeza y darle un beso
A qué maldita hora se le ocurrirá abrir la puerta
dejarnos de marfil
mirando su lugar desocupado en la mesa
su cama bien tendida
sus zapatos como perros sin dueño
Testigo de mis caídas a la noche
cómplice de mi teatro
irás conmigo al límite del sueño
y besaremos juntos silencio y calaveras
Entrégame la luz de tu rostro
para tener mi casa iluminada
a pesar de la noche
BOLETO A ÍTACA
Nadie se acuerda de que los plumeros fueron pájaros.
Ramón Gómez de la Serna
He aquí unos muertos cuyos huesos no blanqueará la lluvia
(...)
inscripciones que nadie recorrerá encendiendo la luz de alguna lágrima.
Olga Orozco
Prestadme un plumero para espantar los cuervos que coronan cuentos de hadas
un plumero fresco donde quepa el aroma de antiguos pájaros volando sobre torres de sol
y las noches que en vela transcurrieron navegando entre vino y pan rancio
Prestadme los plumeros de mi madre
tan coloridos e incompletos porque Judith y yo les arrancábamos
una a una las plumas como hojas de cuaderno
y les devolvíamos su tarea inicial: soplábamos apenas
y ellas volaban en el aire caliente
mansamente descendían
y sobre nuestras manos se posaban para beber las líneas
todavía ríos
de esas dos pajarracas caídas en desgracia años más tarde
Prestadme un plumero
aquel que tiene de nido todas las puertas abiertas
las plumas enjuagadas en el polvo del martes y el terror del relámpago
Prestádmelo para escarbar el alma de los libros
sacudir los huesos del librero y aguantar esta rabia que los amigos muertos
van dejando en el borde de los ojos
Prestadme un plumero y secaré los llantos de mi padre
y tapiaré con plumas las ventanas
y construiré un féretro muelle y tibio para mi tía Lucha
la que quiso morir con el hábito de las monjas carmelitas
y el retrato de su marido reverdeciendo en la cálida oscuridad
mujer que agitó risas y palabrotas
Prestadme los plumeros del alba plumeros de luna
y de los dormitorios de mis primas: Gelo Áurea Lucero
un pajarraco inmenso irá tomando forma para voltearnos la casa boca arriba
y dejarnos mirando como idiotas el suelo como cielo
la lluvia como espinas
el desamor como ángel que de tanto soplarnos en la nuca
nos da escalofríos y gabanes para pasar una noche más
al abrigo del fuego
a espaldas de la guerra
a contrapelo del pico que telegrafía un canto sucio
en Puebla de los Ángeles
Prestadme un plumero para cubrir mis desnudeces
para frotarme viento en estas ramas necias
para tapar mis ojos con las alas
que harán que vea en sueños los ángeles que bañan a los muertos
en tinajas de alcohol
y amordazan sus bocas les queman las palabras
No sea que mañana se arrepientan y suban nuevamente hasta nosotros
como brujas viajando en plumeros de noche
pájaros de cera cruzando nuestra Ítaca personal
Lízbeth Padilla nació en Tlalnepantla, Estado de México, en 1961. Ha ganado varios premios de poesía, entre los que destacan los otorgados por el Centro Toluqueño de Escritores: Escobas para el viaje, con Papalote de luz para Andrés y con Lápices de la Ninfa Vieja. Fue premiada en el año 2008 por el Instituto Mexiquense de Cultura en el Concurso de Obra Publicada con su libro El dolor de los Iluminados y en el mismo año el Centro Toluqueño de Escritores le publicó el poemario El libro de Natanael. Además de los mencionados, tiene publicados los libros de poesía La piel de los ausentes, en la colección El ala del tigre, UNAM, 1994; Tragaluz del insomnio, (Margen de poesía), UAM, 1998; y Alquimista de lágrimas, editado por La tinta del alcatraz, de la UAEM, en 2001, entre otros. El Consejo Editorial de la Administración Pública le editó en 2014 una antología personal: Enlobar epifanías, donde están reunidos 10 de sus poemarios. Ha sido becaria del FOCAEM por tres ocasiones y parte de su obra se encuentra en diversas antologías como: Antología Eco de voces, Mujeres que besan y tiemblan, Las divinas mutantes y Trilogía poética de las Mujeres en Hispanoamérica. Desde 2005 escribe cuentos para niños y en 2013 ganó el certamen internacional Sor Juana Inés de la Cruz en la categoría de Literatura Infantil con el libro SHARASH Y EL REGALO DE FEDERICO.