Poesía

Diótima. Encuentro Nacional de Poesía. Poemas de Fernando Gallo

 

 

Presentamos la serie Diótima en la cual publicamos poemas de Fernando Gallo, invitado al Segundo Encuentro Nacional de Poesía Homenaje a Híkuri efectuado los días viernes 17, sábado 18 y domingo 19 de mayo en la Biblioteca General del H. Congreso de la Unión, en el Centro Cultural de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público y en el Museo Nacional de las Culturas del mundo, respectivamente.

 

 

 

El secreto o de cómo el Códice Mariana deviene novena oquedad.

A propósito de un guión transconceptual (en proceso) para un ensayo poiético en torno a la musa desde una mirada contemporánea.

CUADERNO INICIAL. primer BORRADOR: Una paradoja visual o de cómo se llega a la imperfección en el arte sin pasar por el concepto de belleza kantiano: umbral, que no equilibrio, entre emoción (sentimiento) e intelecto. Piedra filosofal de todo proceso creativo.

 

 

Primera oquedad. Un abrazo contenido.

 

La plenitud de sus líneas es la profundidad nunca olvidada, el receptáculo por el que transitan mis palabras, mi mirada, mi aliento nunca marchito porque siempre llega a buen puerto. Su mirada, amada libélula, es el espejo eterno que dicta mi destino. ¿Sabe acaso todo el amor y la pasión que recorren mis venas cuando tengo sus huertos en mi boca, esos limonares maduros, ya en fruto? Seguro que lo sabe, eso me llena de paciencia y recuerdo su aliento de loba en mis labios... entonces sé que el olvido es simplemente una metáfora, el fantasma de las palabras nunca pronunciadas, nunca dichas a través de los umbrales recorridos y vividos. ¡Soltar amarras, qué arte más bello y, sin embrago, ya olvidado! Plena sabiduría de los antiguos que sabían regirse por los astros. Su mirada y la mía son el espejo nunca marchito que une nuestras horas, eternidad profunda y translúcida que nunca miente sino que une. En efecto, el aullido de los lobos es la otredad que hay en los cuerpos, ayuntados, sudorosos, extasiados. Así las cosas... las musas siempre caídas del cielo como cae un ángel. Attraversiamo.

 

 

Segunda oquedad. Un beso suspendido.

La piel nunca marchita de sus besos, es la poción eterna de su aliento, amada musa. Si la vida tiene una medida, ésta debería ser femenina por excelencia. Las diosas del mundo siempre afloran una y otra vez... no sé... acaso son nuestras madres eternas y diáfanas en el aciago camino de la vida misma.

 

 

Tercera oquedad o de cómo la suma de las dos premisas anteriores deviene el aposento de la musa, visualidad puesta en la eternidad y el umbral que la espera.

La otredad no es dilación, tampoco silencio, sino intervalo que acaso dicta los márgenes ausentes de nuestras vidas. Es la noche, esa otredad, la que sella lo que somos porque hemos visto nuestras miradas, justas, en el concubio, como en el continicio. La vida es el tiempo sostenido, alteridad una y otra vez, contemplada, que no dicta u obliga, pues el arte imperfecto per se, es ausencia que añora la presencia. Nunca olvide señora, musa que me redime cotidianamente, un espejo es el mayor ejemplo de omisión en el arte contemporáneo. Una musa, una loba, una A, como si se tratara del mismo río.

 

 

Cuarta oquedad. El imprescindible acto de amor.

Nuestros cuerpos se trenzaban en un nudo que hacía de ambos uno solo. Los besos y caricias eran intensas, como los mejores encuentros que hemos tenido. Esos que han rasgado el límite de lo eterno. Orgasmos simultáneos y miradas profundas enmarcaban la estancia. Así nos anudamos interminablemente en un beso largo y profundo. Así nos venció la noche intempesta y dormimos anudados nuevamente. Al despertar eran las 3:33 del sustantivo galicinio.

 

 

Quinta oquedad o el umbral dicta siempre las anheladas caricias, como surcos escritos sobre la piel de una musa amada.

Las noches de luna llena saben mirar a las brujas y sus aquelarres. Saben que la desnudez de una musa es la página en blanco para un artista —un iniciado que si a veces duda— sabe que escribir en el mapa corporal de su amada es para hacerla aullar como loba, reiteradamente, bajo el embrujo de las diosas mediterráneas. Así tendrá, ese artífice, la luz necesaria para mirarla a los ojos en pleno acto de amor. La alquimia es la luz, el oro de las palabras que nombran al unísono el origen y la eternidad. Si le digo, la amo, por ejemplo, es porque no hay otro verbo contemporáneo para decirle lo mucho que la extraño: CUM LUCE SALUTEM.

 

 

Sexta oquedad. La levedad del ser es un sustantivo siempre femenino.

Desde el umbral sigo sus pasos, a veces ausentes, a veces de loba... El galicinio es la profunda sustancia que nos dicta el indicio eterno de las voces en silencio////////no el vacío////////sino la ausencia que dictan las horas nunca marchitas////////////el perpetuo teclear de la Olivetti sesentera en que aprendimos a nombrar los pronombres prohibidos: esa obsesión visual por el silencio contenido entre las palabras.

 

 

Séptima oquedad. La correspondencia, el códice, el beso profundo que nunca llegó.

Tesoro mío, imagino la humedad que ha recorrido su entrepierna en plena madrugada y afloran esos recuerdos de su mapa corporal donde escribo acaso 1525 veces lo mucho que le deseo. Sus oquedades, esos no lugares, son quizá el límite de mi fantasía. Me gusta mirarlas, succionarlas, anudarlas con mi lengua y darles un nuevo nombre. ¿Sabe? me habría encantado haber estado ahí, encallado en su íntimo secreto, y así mirar cómo gemía de placer, cómo pronunciaba mi nombre y me suplicaba, con su bella voz de libélula, que la sometiera a mis deseos... que la hiciera mía y le llevara al máximo placer hedonista. Sentir sus contracciones y fluidos. Besar el infinito de su mirada posada en la mía y abrazarnos hasta el galicinio, entonces llenos de mutua saliva... pasión renacentista y manierista de siempre lujuría.

 

 

Octava oquedad. Toda evidencia es otredad interpretada, oscuridad revelada.

Viernes 13 de enero, luna llena, boda Celta.

La alquimia, el trece, la luna llena de 1525, señora mía, ilumina nuestra mirada conjunta. El umbral nos une a través de nuestra boda. Al fin, mio cuore, sabré quién es esta musa que durante largo tiempo ha estado ausente en la oscuridad del tiempo, pero siempre presente en mi destino e intuición. Pasado y futuro conforman el escenario de nuestras miradas hechas gemidos y sudores compartidos en plena espiral. Acaso un beso robado otrora dio origen a esta no-historia, trama futura basada en el pasado de un robo de un beso y un anillo en pleno ocaso. La unión de nuestras miradas estaba destinada por las diosas. La novena oquedad es el secreto guardado, cultivado por años. Es el códice que hoy descifra nuestra existencia. La noche, las velas, la música celta darán cuerpo a las miradas compartidas, ausentes, presentes y olvidadas por años. Porque algún día, la distancia casi nos mata...

 

 

Novena oquedad. El secreto.

La musa, el secreto, la novena oquedad. Escribir es un acto contundente, dicta el destino de nuestras vidas. Si los adjetivos, prejuicios de la actual literatura, nos acogen bajo su embrujo es para mejor mirarnos. La mirada cómplice, encrucijada de nuestro camino, transcurre bajo el aullido de las viejas lobas, amantes, madres, taciturnas libélulas que nos acogen en su inmediatez. En efecto, la noche es larga y tiene sus estancias: Véspero, crepúsculo, Concubio, Conticinio, Intempesta, Galicinio, ésa es nuestra mirada mutua vista al calor de las caricias furtivas, súbitas y nostálgicas. El aroma de gardenias es nuestra piel cotidiana sin adjetivos, sólo la espera nos redime. La poesía es profunda ausencia, no deleite que dice lo que otros esperan en repetición métrica.

La profundidad de su mirada, la nostalgia sostenida en sus brazos, el aliento de dragón que surca sus manos, su boca, su vientre, es la noche alterna y profunda que nos une otra vez 1525 veces al margen. El intervalo ausente, presencia que pendular dicta nuestras encrucijadas, es el fuego eterno de la pasión que nos hace una sola mirada, especulando, otrora en sus aposentos de aire y saliva mutua. Saliva o acaso sábila que leen con ojos cerrados el porvenir de la musa sibila en trance.

He visto                      dilatarse                      una tarde

a través de la ventana

el sol               sus nombres                espejeándole

infinitos senderos

donde muero              crepúsculo

pleno sin incertidumbre                     ni encrucijada

El punto de quiebre en el arte, contrapunto del cual surge la tensión en la imagen poética e icónica, es una paradoja que da como resultado belleza y armonía o su ausencia —valor negativo y, sin embargo, sentido profundamente contemporáneo de lo poiético.

Los extremos son las aguas calmas y las tempestades: horizonte nunca olvidado ya trazado en su piel de musa. El punto medio: sus besos diáfanos en el alba: sin embargo, a estribor el secreto desvela la noche, inefable intersticio que ambos conocemos de sobra.

 

 

Fernando Gallo, México, 1959. Empresario cultural, artista visual, escritor, editor y diseñador, es fundador y director de la empresa cultural Espolones Editores desde el año 2004, con sede en la ciudad de México. Es miembro fundador de FISEC (Foro Iberoamericano sobre Estrategias de Comunicación), con sede en Madrid, España. Desde 1984 ha participado en exposiciones en Argentina, Chile, España, Estados Unidos, México y Puerto Rico. Es autor de los libros de artista tratado del artificio o Acaso la hierba. México (1995/1996); Cuaderno ausente contra provisiones. Umbral Ediciones, México (1998); Laberintos. Quantumleap Consultores, Madrid (2001); Códice Labyrinthos. Espolones Editores, México (2004); Pretexto_Contexto_Postexto. Espolones Editores, México (2009); Hierba Hereje. Espolones Editores, México (2011); ARCHIVO proceso_A9. Espolones Editores, México (2011); PRO/POSICIONES. Espolones Editores, México (2012); SUITE PETRA. Espolones Editores, México (2012); VISUALIDAD OFFSIDE. Ciberlibro de artista publicado en Facebook, entre octubre 15 y noviembre 30 de 2012; Anatomía del laberintoUn libro de destreza visual. Espolones Editores, México (2012); 1525 o la intuición dorada. Un tratado liminar en torno a la ausencia. Espolones Editores, México (2014); A Través de la orilla otra del horizonte. Espolones Editores, México (2015);DIAGRAMA DERRIDA. Espolones Editores, México (2016).

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