Poesía

Diótima. Encuentro Nacional de Poesía: Poemas de David Noria

 

 

 

Presentamos la serie Diótima en la cual publicamos algunos poemas de David Noria, invitado al Segundo Encuentro Nacional de Poesía efectuado los días viernes 17, sábado 18 y domingo 19 de mayo en la Biblioteca General del H. Congreso de la Unión, en el Centro Cultural de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público y en el Museo Nacional de las Culturas del mundo, respectivamente.

 

 

 

 

Cuatro sonetos de David Noria[1]

 

 

Visita

 

Marcó el mes de julio la visita

de lluvias del verano anheladas

por la voz de la tierra que concita

en su centro la sed y las cascadas.

 

Ignora el bosque el parecer que habita

majestuoso y callado en las aladas

nubes: torrente ciego que da y quita

irrespetuoso de las barricadas.

 

Relámpago tus ojos, tu voz trueno,

negra lluvia tu pelo perfumado,

pantera en su colina es tu seno,

 

tu piel huele a hojarasca en mi costado.

Ven y duerme, Tormenta, en mi cabaña.

“Entraré –dice– y me iré mañana”.

 

 

 

Horacio en Panoaya

 

I

 

Si ya el Popocatépetl se divisa

blanco y sereno bajo muda nieve,

pasmado el río del que ya no bebe

ni la fauna feroz ni la sumisa,

 

resguarda de la escarcha y la ceniza

–mientras haces del pino lumbre leve–

tu casa y tu alegría y mientras mueve

el corazón el vino que ameniza.

 

Observa con cuidado qué es la vida

si no el sucederse de estaciones.

La juventud es tiempo de canciones

 

y la vejez no es más que despedida.

Discreto el volcán muestra tu suerte:

serena y muda llegará la muerte.

 

II                    

 

La leyenda que vio a la princesa

de nombre Iztaccíhuatl a su lado

pensó que aquel volcán enamorado

pereció congelado de tristeza:

 

y el amor tras la muerte ¿no es proeza?

Cadáver eres, monumento helado,

tendido y recubierto con cuidado

por un lino de nieve y de pureza.

 

Pero di, majestuosa y gran señora,

encumbrada tu faz: ¿no cambiarías

tu silencio solemne y tu fama

 

por volver, aunque pobre, a aquella hora

del abrazo y el beso, y a los días

que el volcán era novio y tú la dama?

 

 

 

Apóstrofe

 

A pesar de mí mismo, si es preciso,

cumpliré la tarea encomendada;

si es preciso haré de la cascada

un río decantado y conciso.

 

Un sino inescrutable y alto quiso

que fuera ruiseñor de la alborada

con sangre de la aurora enamorada,

de víspera lechuza entre el granizo.

 

La vida para el arte yo prefiero

y transformar en rítmico sonido

–al fin como aprendiz del alfarero–

 

el fárrago tortuoso con su ruido.

No se fugue el instante pasajero

sin que forme de él cristal fluido.

 

 

[1] David Noria (Ciudad de México, 1993), escritor y filólogo. Profesor en la Universidad de Aix-Marsella, Francia. Licenciado en Letras Clásicas por la Universidad Nacional Autónoma de México, con estancias en el Instituto Caro y Cuervo, Colombia, y en la Universidad Aristotélica de Tesalónica, Grecia. Ha publicado en Letras Libres, Cuadernos Americanos, La Jornada Semanal, Papel Literario, Zona Paz, Este País, entre otros.

 

 

 

David Noria (Ciudad de México, 1993), escritor y filólogo. Profesor en la Universidad de Aix-Marsella, Francia. Licenciado en Letras Clásicas por la Universidad Nacional Autónoma de México con estancias en la Universidad Aristotélica de Tesalónica, Grecia, y el Instituto Caro y Cuervo, Colombia. Ha publicado en los principales medios de México: Letras Libres, Cuadernos Americanos, La Jornada Semanal, Zona Paz, La Cultura en México, La Palabra y el Hombre, Literal, Nova Tellus, entre otros, así como en el Boletín de la Academia Colombiana de la Lengua y diversos medios internacionales.

Un comentario en "Diótima. Encuentro Nacional de Poesía: Poemas de David Noria"

  • Recibe un abrazo fuerte David, generas felicidad y orgullo a tu familia.
    Enhorabuena, sigue adelante, los frutos son tiernos todavia, pero eres promesa.

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