Despojando Raíces, de Sandro Pecchiari (Trieste, 1951). Traducción de Antonio Nazzaro
Fotografia de Sandro Pecchiari by Fabio Rinaldi
Estos poemas han sido tomados del poemario Despojando Raíces, publicado por Uniediciones, Colombia en coedición con Samuele Editore, Italia.
Sandro Pecchiari (Trieste, 1951)
Traducción de Antonio Nazzaro
Lluvia y oro
Un ocaso como los de hace tiempo,
con las nubes que son continentes
y hocicos de animales y reyes dorados,
que reclaman un obsequio obligado,
con barcos y velas tensas hacia los atraques
que no podrás tocar.
Que quema el horizonte, mientras tú
apartas el aliento y abres de par en par los ojos…
Y mientras vuelas en estos lugares,
los tocas casi y casi los conquistas,
regálale pronto un nombre
porque en algún lado
tu gran reino se está convirtiendo en lluvia.
(Roma)
Partidas
las dos tazas vecinas, dos vasos,
la cafetera lustra y los cubiertos
ya secos en el escurreplatos,
en la casa en silencio desde aquel día.
Y sus reflejos de recuerdo
se empujan hacia adelante codeándose
hablando, gritando todos juntos:
sarta de frases, unos abrazos,
esa serenidad tuya al poseerme,
un ¡chinchín! al futuro sin creerlo,
esa nuestra sesgada cómplice sonrisa,
el café que amo al cardamomo,
que me has traído desde lejos
y que lejos te regresa…
(Grado)
Buen Viento
Estos años tuyos rudos de óxido
han sido rutas respuestas en la vida.
Ahora tira calmo la cola a este mar,
desafía este viento de navaja.
Ríes y enderezas fuerte hacia el mar,
suaviza la rosa salada de la ausencia,
solo para ti las nubes se van esta noche
tan extrañas en bandadas regulares.
El puerto es propicio, vente conmigo:
una altísima marea de luna llena
devora las costas y los días amontonados.
(Grado)
Trenes
Así vuelvo a ver la campiña entre las nubes
y las filas densas de los cipreses ceñudos
en la luz incierta que trae lenta al alba
en un manto de cielo color perla.
Que cambia en oro amarillo palidecido
si vuelan las aves despiertas o los primeros humanos…
Y rápido huye deslizándose
sin nunca aferrarse a la ventanilla
sino en las paradas.
Esta flecha veloz empuja la campiña,
burlando a los enemigos que la esquivan
–las carreteras paralelas y las naves–
o intentan un ataque ineficaz,
anteponiendo ríos, pasos a nivel
ya en alerta
o los Apeninos anchos bajo el sol.
Quisiera que fuera así la vida,
un observar lento sin paradas,
con alguna reflexión,
recuerdos,
con el tiempo en la cara
y gente renovada
que se narra.
(Orvieto)
Estambul
Viaje de azotadas
y paisajes
arrastrados por las alas
viaje que pela
la piel y los ojos
en pozos de alivio
ni palabras ni costumbres
sirven
sino desafíos y juegos
que se imponen
rebeldes
y que aran
mi sonido
así solo me confundo
y cuento
en las astillas de atención
en el vórtice de la gente
casi un mar
soy solo uno,
de esos tantos,
que se pierde.
Talking
lengua que se viste de fragmentos
y se refleja al ping pong entre continentes,
ahora incrustada de sonrisas y gestos,
dentro de un mapa de alfabetos ajenos
en el que todo resuena inadecuado.
Y que confunde las palabras de cada día
con los olores y las especias de los cuentos.
Y tambalea y marca mapas de autobuses y de trenes,
y reanuda con verbos desconocidos
lugares de casas y ríos y shopping malls.
En un exterior de película de ciencia ficción,
se dispersa la confrontación con lo conocido
en este multifacético tránsito de sonidos
que juega a los dados con la palabra dicha.
Vocabulario
¿Cuáles son las palabras para ese caer
de hojas y ramas, para arrastrarlas al valle?
¿Por este remangarse de luz tan exigente?
Sucede desde siempre, más vale definirlo todavía.
Palabras antiguas han fluido
con la clorofila,
el florecer en la sombra
la frescura.
Han pasado con las caravanas,
las pieles
el sexo del deber,
el cansancio empolvorado por los rifles
Han quedado como los ojos,
los tuyos,
si te detienes sobre mis pies desnudos,
tus dedos estacas de una carpa teñida
contra la noche de plata y de huesos.
¿Cuál vocabulario las contiene todas?
Y las salva.
O quizá las palabras son bromas del silencio
y acariciar las cosas con unos nombres
no es más que definirse en un espacio
y volverse a llamar.
(Fort Gibraltar, North Saint Boniface)
Mi historia
dóname las raíces de los migrantes
para grabarle juntos las emociones
de quien pinta los cantos
raíces que demoran
en la más vasta carrera sin riendas
que entretejen un nido
sobre el cristal indomable de los ojos
que derriten subterráneas
el laberinto de viento de los desiertos
el anudarse antracita de las aguas
dame raíces en la corriente del mar
–su nunca visto oscuro parlotear–
raíces para reforzarme en el escudo
inesperado y fuerte de florestas
mis raíces ahora llegan a acuerdos
con el enrarecerse de la pasada
presunción de lo ya hecho…
dame raíces con la mirada recta
que voltee y se hunda hacia lo alto
dame raíces como flechas
que fijen al dios del vértigo
y haz que resulten retráctiles
cuando estaré al final.
Despertares
Tengo que domarme como un humo bajo
en una noche húmeda
y convertirme en agua para entender
esta brida de sonidos desconocidos.
Nunca seré los peces
las aves de aquí:
son aves diferentes estas,
confundidas entre los timbres de los semáforos
pero yo así me pierdo.
Mis llamados son un tic tac de bolsillo,
tu posarme en la cama actividad de celda
en una colisión celada al infinito.
Tendré que asumirte en pequeños pasos líquidos,
recogiendo con el tenedor el aire para anudar
y esperar a que tú derrames
la piedra de mi cuerpo
y laves el fango
de mi espalda.
Tormenta
nubes
cubiertas por el bosque
del corazón inmóvil
de los años congelados
por ti de mi sobrevivir
sombras hojas
oscuro verde espantado
huyo casi viento
casi granizo
sobre el cuerpo sobre el aliento
en pedazos
refugiado lejos
de ti del recuerdo
de tus brazos
olvidadizo nado desnudo
tampoco yo
quiero
(Barcola, Trieste)
Pioggia e oro
Un tramonto come quelli di una volta,
con le nuvole che sono continenti
e musi d’animali e re dorati
che pretendono un ossequio doveroso,
con navi e vele tese verso approdi
che non potrai toccare.
Che brucia l’orizzonte, mentre tu
distogli il fiato e sgrani gli occhi...
E mentre voli in questi luoghi,
li tocchi quasi e quasi li conquisti,
regala loro presto un nome
perché da qualche parte
il tuo gran regno sta diventando pioggia.
(Roma)
Partenze
le due tazze vicine, due bicchieri,
la caffettiera lustra e le posate
ormai asciutte nello scolapiatti,
nella casa in silenzio da quel giorno.
E i loro riflessi di ricordo
si sospingono avanti sgomitando
parlando urlando tutti assieme:
sfilze di frasi, qualche abbraccio,
quel tuo sereno possedermi,
un cincin al futuro senza crederci,
quel nostro sghembo complice sorriso,
il caffè che amo al cardamomo,
che mi hai portato da lontano
e che lontano ti riporta...
(Grado)
Buon vento
Questi tuoi anni ruvidi di ruggine
sono stati rotte riposte nella vita.
Ora tira calmo la coda a questo mare,
sfida questo vento di rasoio.
Ridi e raddrizza forte verso il largo,
smorza la rosa salata dell’assenza,
per te solo le nubi se ne vanno questa sera
così strane in stormi regolari.
Il porto è propizio, vieni via con me:
un’altissima marea da luna piena
ne divora le coste e i giorni accatastati.
(Grado)
Treni
Così rivedo la campagna tra le nubi
e le file dense dei cipressi immusoniti
nella luce incerta che porta lenta all’alba
in un mantello di cielo color perla.
Che cambia in oro giallo impallidito
se volano gli uccelli risvegliati o i primi umani...
E svelto sfugge scivolando via
senza mai aggrapparsi al finestrino
se non nelle fermate.
Questa freccia veloce spintona la campagna,
sbeffeggiando i nemici che la schivano
– le strade parallele e i capannoni –
o tentano un attacco inefficace,
anteponendo fiumi, passaggi a livello
già in allarme
o l’Appennino largo sotto il sole.
Vorrei fosse così la vita,
un osservare lento senza soste,
con qualche riflessione, dei ricordi,
col tempo in faccia
e gente rinnovata
che si narra.
(Orvieto)
İstanbul
viaggio di sferzate
e paesaggi
trascinati dalle ali
viaggio che scorza
la pelle e gli occhi
in pozzi di sollievo
né parole né abitudini
servono
ma sfide e giochi
che s’impongono
ribelli
e che arano
il mio suono
così solo mi confondo
e racconto
nelle schegge d’attenzione
nel risucchio della gente
quasi un mare
sono solo uno,
di quei tanti,
che si perde.
Talking
lingua che si veste di frammenti
e si specchia a ping pong tra continenti,
ora incrostata di sorrisi e gesti,
dentro una mappa d’alfabeti altrui
in cui tutto risuona inadeguato.
E che confonde le parole d’ogni giorno
con gli afrori e le spezie dei racconti.
E annaspa e sigla mappe d’autobus e di treni,
e riannoda con verbi sconosciuti
posti di case e fiumi e shopping malls.
In un esterno da film di fantascienza,
si disperde il confronto col saputo
in questo sfaccettato transito di suoni
che gioca a dadi con la parola detta.
Vocabolario
Quali sono le parole per questo cadere
di foglie e rami, per trascinarli a valle?
Per questo rimboccarsi di luce così esigente?
Succede da sempre, tanto vale definirlo ancora.
Parole antiche sono fluite
con la clorofilla,
lo sbocciare nell’ombra
la frescura.
Sono passate con le carovane,
le pelli,
il sesso del dovere,
la stanchezza impolverata dai fucili.
Sono rimaste come gli occhi,
i tuoi,
se ti soffermi sui miei piedi nudi,
le tue dita picchetti d’una tenda tinta
contro la notte d’argento e d’ossa.
Quale vocabolario le contiene tutte?
E le salva.
O forse le parole sono scherzi del silenzio
e carezzare le cose con dei nomi
non è che definirsi in uno spazio
e richiamarsi.
(Fort Gibraltar, North Saint Boniface)
La mia storia
donami le radici dei migranti
per incidervi insieme le emozioni
di chi dipinge i canti
radici che dimorino
nella più vasta corsa senza briglie
che intreccino un nido
sul cristallo indomabile degli occhi
che disciolgano sotterranee
il labirinto di vento dei deserti
l’annodarsi antracite delle acque
dammi radici nella corrente al largo
– il suo non visto oscuro parlottare –
radici a rafforzarmi nello scudo
inaspettato e forte di foreste
le mie radici ora scendono a patti
col rarefarsi della passata
presunzione del già fatto...
dammi radici con lo sguardo dritto
che rotei e affondi verso l’alto
dammi radici come frecce
che fissino il dio della vertigine
e fai che risultino retrattili
quando sarò alla fine.
Risvegli
Devo domarmi come un fumo basso
in una sera umida
e diventare acqua per capire
questa cavezza di suoni sconosciuti.
Non sarò mai i pesci
gli uccelli di qui:
sono uccelli diversi questi,
confusi tra le cicaline dei semafori
però io così mi sperdo.
I miei richiami sono un tic tac da tasca,
il tuo posarmi a letto attività da cella
in una collisione celata all’infinito.
Dovrò assumerti per piccoli passi liquidi,
per forchettate d’aria da annodare
e aspettare che tu rovesci
il sasso del mio corpo
e risciacqui il fango
dal mio dorso.
Temporale
nubi
coperta del bosco
del cuore immobile
degli anni gelati
da te dal mio sopravvivere
ombre foglie
scuro verde impaurito
fuggo quasi vento
quasi grandine
sul corpo sul fiato
in frantumi
rifugiato lontano
da te dal ricordo
le tue braccia
dimentico nuoto nudo
neanch’io
voglio
(Barcola, Trieste)
Sandro Pecchiari (Trieste, 1951). Ha publicado Verdi anni (2012); Le svelte radici (2013); L’imperfezione del diluvio/An Unrehearsed Flood (2015) y Scripta non manent (Samuele Editore, Italia, 2018). Está presente en muchas antologías, entre ellas: Umana, troppo umana: poesie por Marilyn Monroe (Nino Aragno Editore, Torino, 2016); La lengua incansable. Poesía italiana: 10 voces contemporáneas (Buenos Aires Poetry, 2017).
Entre las obras que ha traducido se encuentran Storie de Fausta (Vita Activa, Trieste, 2017), de Claudio Grisancich; Spolia I (Samuele Editore, 2015) y Spolia II (Samuele Editore, 2017) de Federico Rossignoli. Ha colaborado en la edición y traducción de La casa apócrifa/Apocryphal House, de Rachel Slade; y Periferie-the Bliss of Hush and Wires, de Ilaria Boffa.
Fotografia by Fabio Rinaldi
Antonio Nazzaro (Turín, 1963). Periodista, poeta, traductor, video artista y mediador cultural italiano. Fundador y coordinador del Centro Cultural Tina Modotti. Colabora con la revista italiana de poesía Atelier y con la revista Fuori/Asse y con Laboratori Poesia. Es responsable de la colección de poesía de la casa editorial Edizioni Arcoiris Salerno. Colabora con la revista venezolana Poesía y la chilena Ærea y la revista argentina Buenos Aires Poetry entre otras. Ha publicado en 2013 el libro Olor a, Turín Caracas sin retorno en italiano y español y en 2017 Appunti dal Venezuela. 2017: vivere nelle proteste, ambos libros por la casa editorial Edizioni Arcoiris Salerno. Ha sido traducido y publicado en diferentes antologías nacionales e internacionales. En septiembre será publicado su primer poemario bilingüe: ”Amor migrante y el último cigarrillo” por la casa editorial chilena RiL Editores, el mismo libro será también publicado en Italia por la editorial Edizioni Arcoiris Salerno. En septiembre será publicada con la editorial Arcoiris la traducción de la antología sobre la “Generación sin nombre” de la poesía colombiana preparada por el poeta y ensayista Federico Díaz Granados.