Poesía

Daniel García Helder (Argentina)

 

 

 

Daniel García Helder (Argentina)

 

 

Una ninfa

 

El aire que se desliza a ras del agua

cruzando el banco de arena,

roza los cuerpos expuestos a este sol

que empieza a declinar, incluido

el de la bañista que unos pasos más allá

descansa sobre una estera de juncos.

Diminuto vello rubio en su piel tostada

Erizado se mece con la brisa

como un campo de trigo. El abundante pelo suelto,

las piezas del biquini mojadas,

mirando en dirección a esa isla más o menos yerma

que los nativos llaman, inescrupulosos,

El Paraíso… no lo imagino

en otras circunstancias más deseable.

De todos modos, en lo que concierne a los dos,

proximidad y simultaneidad

no significan nada, lo mismo que si yo estuviese

fuera de este banco de arena, en la ciudad,

o ella perteneciese a otro tiempo,

cuando una ninfa descansando al borde de un río

se exponía a que un dios la violara.

 

 

 

 

La pérdida de sangre

 

Somos el animal que huye herido

dejando, a su paso, sobre las hojas

de la herida, sobre la tierra pelada

y las piedras, tibias gotas encarnadas

que el frío a la noche cristaliza

y el sol de la mañana evapora…

Neoclásico, un símbolo de fácil conversión

que la mente fijó en versos blancos

mientras el resto de mí, por su cuenta,

conducía a lo largo de una calle despejada.

Y así como el ingeniero sigue sus cálculos

al lavarse las manos, y los interrumpe

para atender el teléfono,

con las maniobras para estacionar

frente al portón de Hebraica

-el candelabro de siete brazos temblando

en el espejo retrovisor- la estrofa,

como la sangre misma de la que trataba,

sobre los viejos adoquines recalentados

de la pendiente, se evaporó…

Entré al edificio, no esperé a que llegara

el ascensor y subí las escaleras:

algo en la oscuridad me rozó la frente,

haciéndome un tajo: la arista

-luego supe- de un batiente recién pintado

que había quedado abierto.

 

 

 

 

Alisos en la orilla

 

A la rama de un aliso

vienen a posarse las torcazas,

y esa aparición, ese idilio,

las aguas del río que bajan

corriendo hacia el delta,

las nubes de humo industrial,

el barro de la orilla, los juncos,

están en el ojo de un pescado

que se pudre al sol.

Y cuando e viento cálido y suave

inquieta a los alisos, las torcazas

como la aguja de un reloj

que al completar unas vuelta marca,

para siempre, el fin de un minuto

y el arranque de otro,

espantadas, dejan la rama.

 

 

 

 

Una alegoría

 

Aquello, a medida que el tren avanzaba

describiendo una curva, iba quedando atrás,

a medio camino entre las dos ciudades.

Con la puesta de sol, al fondo,

terminaba otro día, otra semana

-débil luz de brasa filtrando

los árboles que cierran el paisaje.

Un capa de polvillo hacía aun más denso

el grueso vidrio de la ventanilla,

de modo que veladamente podían verse

aquellas figuras ilusorias, casi,

a un lado del terraplén.

Como arqueólogos, unos,

cavando en la con palas y picos,

los torsos desnudos, en la cabeza

pañuelos a modo de barbijos;

encorvados, los otros, empujando

carretillas a través de un matorral

rumbo a los hornos de barro.

Actores de una escena en sí misma anodina,

sin luz propia, pero que,

como los encadenados en la caverna

de Platón, parecían representar

una alegoría de la naturaleza humana.

 

 

 

 

Escenas del agua

 

No la estela nómade

y siempre viva

de la que acodado, lacónico,

en la baranda de una popa

fui testigo y puedo asegurar

sin escrúpulos

que es una y la misma siempre,

sino la estela ya débil

y sin cresta

que la costa recoge, deshace

como el que nada tiene

porque no atesora.

 

 

 

 

Daniel García Helder. Poeta y crítico argentino. Nació en Rosario en 1961. Reside en Buenos Aires desde 1990. Publicó El faro de Guereño (Libros de Tierra Firme, Bs. As., 1990) y El guadal (Libros de Tierra Firme, 1994). Fragmentos del inédito Tomas para un documental aparecieron en el sitio Poesia.com (Buenos Aires, 1996), en las revistas Punto de Vista (Buenos Aires, 1997), La modificación (Madrid, 1998), Matadero 103 (Sgo. de Chile, 2002) y en algunas antologías de poesía latinoamerica. Tiene escritos y publicados ensayos sobre Rubén Darío, César Vallejo, Juan L. Ortiz, Francisco Gandolfo, Juana Bignozzi, Francisco Urondo, Marosa di Giorgio, Alejandro Rubio, Raúl Gómez Jattin, Darío Canton, Néstor Groppa, etc. Formó parte del periódico Diario de Poesía y del sitio de Internet Poesía.com. Junto al poeta Arturo Carrera ha dictado Talleres de escritura. Desde 2001 dirige la Casa de la Poesía de Buenos Aires.