Cuatro poetas sufíes. Versiones de José Vicente Anaya

 

 

 

 

 

 

Esta selección poética fue publicada originalmente en Alforja. Revista de Poesía, número XXV, verano 2003.

 

 

 

Tolerancia e iluminación de los poetas sufíes musulmanes. Por Fernando Varela

 

 

 

 

 

Cuatro poetas sufíes

 

Versiones de José Vicente Anaya

 

 

 

Mohammad Djalal ud Din Rumi

(Nació el 20 de septiembre de 1207, en Balk)

 

 

Rubayats

(Selección)

 

Yo no tengo belleza pero amo la belleza.

No quiero vino pero estoy muy ebrio.

De piadoso nada tengo pero, en la taberna,

Estoy en plena borrachera.

 

͌

Hasta mí llega el dulce trino del ruiseñor.

La brisa está besando a mi corazón.

Mi Bienamada mira su rostro en el agua.

Y el perfume de nuestra intimidad está

en la rosa.

 

͌

Estando muy ebrio le pedí a mi maestro:

“Enséñame a distinguir el ser y el no ser.”

Él me dijo: “Vete. Cuando te hayas alejado

De los padecimientos mundanos, entenderás”.

 

͌

Somos el tesoro de divinos misterios.

Somos inmenso mar repleto de perlas.

Estamos en el Todo, desde el fondo

del mar hasta la Luna. Nuestro asiento

es un trono.

 

͌

¿Hasta cuándo aroma y colores del tiempo

me limitarán? Debo encontrar el ser de la

dulzura eterna.

Cuando lo mire, veré mi imagen.

Cuando a mí me mire, será su imagen.

 

͌

En la secta del amor no hay más que amor.

El amor es un océano sin fondo ni playas.

Ahogarse ahí es no conocer el sufrimiento.

 

͌

Girando como un átomo danzará el sufi

mientras el Sol del alma tenga resplandor.

Dicen que es una danza endiablada; será

entonces de un diablo dulce, el alma viva.

 

͌

No se danza para elevarse y menos

como el pobre polvo. Hay que danzar

para ir más allá de este y del otro mundo,

estrujar al corazón llevando en vilo al alma.

 

͌

Dios lo sabe de cierto, yo lo ignoro.

En mi corazón hay algo que sonríe.

Una rama de rosal que se mece en

la brisa, es mi corazón.

 

͌

Soy un mínimo átomo; y Tú, el Sol.

Estoy enfermo y tú eres mi curación.

Sin tener alas te persigo en el vuelo.

Tú eres un imán; y yo, simple alfiler.

 

 

 

¿Qué me preocupa…

 

¿Qué me preocupa si Él de mí se ocupa?

¿Para qué quiero yo miel si Sus labios he besado?

¿Iré al rosedal sabiendo que me hieren sus espinas?

¿Por qué buscaría, cual búho, la noche si

debo olvidar al Alba Matutina?

 

Aunque he bebido mucho vino, no pierdo el sentido.

¿Por qué interrumpiría la Asamblea del Paraíso?

 

Si he luchado por tener el rostro de la Luna,

¿abandonaré a la Luna por conseguir una estrella?

 

¿Estando en el Séptimo Cielo añoraría a la Tierra?

¿Hablaría de humanos para enojar a los ángeles?

 

 

 

El viene como la luna…

 

El viene como la luna celestial, inigualable,

es sueño y realidad, su aureola es fuego eterno

que no se apaga ni con diluvios.

 

Oh, Dios, mi alma se desvanece en lágrimas

que gotean de la Copa de Tu Amor, y

triturada queda mi casa de adobe.

 

La primera vez que el Dador de la vida ante

mi solitario corazón, me ofreció Su amistad,

mi pecho vivió el fuego del vino que circuló

por todas mis venas.

 

Y ya cuando Su imagen llenó mis ojos, en

el Cielo una voz decía: “Esto es Obra Perfecta,

oh Soberano Vino, oh inigualable Cáliz.”

 

 

 

 

Sa’du’d-din Mohammad Shabistari

(Nació en Azerbayán, en el siglo XIV)

 

 

Parroquianos de las tabernas

 

Los que asisten a la taberna se liberan de sí mismos.

Es tan impío el egoísta como el piadoso. En la taberna

dicen; aquí se encuentra la unicidad y se rompen los

lazos familiares. La taberna es mundo sin igual. Lugar

de los enamorados carentes de preocupaciones, nido

del ave espiritual, santuario sin espacio. El que asiste

a la taberna está solo en la multitud. El mundo

es un espejismo del desierto que no tiene fronteras,

pues nada encontrarás, ni a ti mismo siquiera, aunque

por cien años lo camines. Los asistentes a las tabernas

carecen de pies y cabeza, no son creyentes ni impíos.

Se olvidan de sí mismos con el vino subido a la cabeza.

Son renunciantes del bien y del mal. Beben sin saborear,

No les importa la fama ni la reputación. No hablan de

cosas maravillosas, visiones, alcances espirituales, sueños,

iluminaciones, retiros, prodigios. El aroma de la bebida

los lleva a toda renuncia. Ese sabor los tumba ebrios.

A cambio de esa bebida les han ofrecido bastones,

cuencos y rosarios. Dan tumbos y se levantan. Lloran

sangre. Hay ocasiones en que la ebriedad es beatitud,

tristes contemplan la pared, o se cuelgan de un dogal,

o ejecutan la danza mística, alegres, frente al Bienamado,

girando pierden la pisada como andando en el Cielo.

Viven el invisible éxtasis con cada acorde musical,

Pues el canto místico es más que sonidos y palabras

(un precioso misterio se encierra en cada nota).

Se deshacen del turbante. Pierden noción de los colores

y perfumes. El vino purificante es lavatorio. En una

sola copa beben todos los tonos negros, verdes, azules

de ese vino puro y se convierten en sufíes puros,

sin atributos, quitan el polvo de sus almas y,

agarrándose del borde de las ropas de los otros

briagos, no pueden narrar ni una milésima de

lo que han visto. Se hartan de ser tan discípulos

como maestros. ¿Qué es la piedad, qué la devoción?

¿Qué es la hipocresía, el engaño, el noviciado?

Miran igual lo grande como lo pequeño. Y entonces

aceptan los ídolos, el cristianismo, los símbolos

sagrados.

 

 

 

El ojo y el labio

 

Del Bienamado observa estos atributos de

Sus ojos y Su labio: Sus ojos propician

nostalgia y ebriedad.

La esencia del ser es Su labio de rubí.

Todos los corazones se avivan ante Sus ojos.

Los corazones enfermos encuentran la cura

en Sus labios de rubí.

Se embriagan y se duelen, por Su ojo,

los corazones. Las almas se desvelan

por Su labio de rubí.

Su labio es compasivo aunque Su

ojo no esté mirando la terrenalidad.

Nuestros corazones se hechizan ante

Su humanismo

Que acude en ayuda del miserable.

Sonriendo vivifica tanto al agua

Como al barro con que está hecho el humano.

Cuando el Cielo se ilumina es

por Su aliento. Atrapan las miradas de Sus ojos.

Hay tabernas en cada intersticio de Su labio.

Le basta un parpadeo para aniquilar al mundo

Con todas sus criaturas y; con uno de Sus besos,

todo lo vuelve a construir.

Sus ojos propician el ardor de nuestra sangre.

Las almas enloquecen por Su labio. Con

el encantamiento de Su mirada devasta al corazón.

Una sonrisa Suya atrapa al alma.

Cuando pides que te arropen Su labio y Sus ojos;

uno lo afirma, los otros lo niegan. Su gracia

termina los conflictos del mundo.

Un beso Suyo vivifica el alma. Por Su mirada

Podemos dar la vida. Su beso resucita y hace

llegar al día final en un instante. Por Su aliento

Adán tuvo espíritu. Cuando en la terrenalidad

son pensados Sus ojos y Su labio, adviene

el abandono que celebra al vino. No toda

la existencia es contemplada por Sus ojos,

pues la concibe como un sueño ilusorio,

como una borrachera pasajera, ¿Cómo

se relacionan el polvo y el Señor de los Señores?

La razón queda congelada en la perplejidad

de lo que Él sentencia: “Todo es moldeado

por Mi mirada.”

 

 

 

 

Omar Ibn Ibrahim Khayam

(Nació en Nichapur en 1040)

 

 

Rubyat

(selección)

 

Trata con benevolencia a los ebrios.

Tú no estás exento de defectos.

Si quieres vivir en paz, sereno, mira

A los que no tienen nada, a los que sufren.

 

͌

Son muchos quienes leen el Corán,

¿pero cuántos conocen el deleite?

Una máxima secreta,

que estamos obligados a paladear,

está escrita al filo de la copa

rebosante de vino.

 

͌

¡No atreverse a amar, no haber vivido

la ebriedad del amor, es una abyección!

¡Sin amor jamás apreciarás el intenso

destello del Sol

ni la clara delicadeza de la Luna!

 

͌

Fuera de aquí nada hay que me interese.

¡Sírveme más vino! ¡En todo el Universo

no hay boca más bella que tu boca!

¡Quiero más vino del color de tus mejillas!

¡Si tengo remordimientos, que floten

como tus largos cabellos al moverte!

 

͌

Nuestros días desaparecen

igual que pasan rápido los vientos

del desierto y las aguas de los ríos.

Hay dos días que no me importan:

el ayer que se fue y el mañana venidero.

 

͌

¡He llorado tanto que no aprecio el cielo!

Frente a las llamas que me consumen,

de Infierno es una simple charamusca.

Para mí, un instante de paz es el Edén.

 

͌

¡Bebiendo vino encontrarás la vida eterna!

¡Sólo el vino te hace recobrar tu juventud!

¡Divina primavera, vino y amigos verdaderos!

¡Goza la vida, porque es un instante fugaz!

 

͌

Que serán condenados los bebedores, dicen.

No conocemos la verdad, pero distinguimos

la mentira. Si al Infierno van los amantes del

vino y del amor, ¡en el Edén no hay nadie!

 

͌

¡Vino! ¡Mi corazón se cura con el vino!

¡Vino de aroma delicioso y color de rosa!

¡Vino que apagas el fuego de mi corazón!

¡Mi Bienamada, el vino y su laúd, es todo!

 

 

͌

¡Ya no bebas más vino, Khayam, me dicen!

Yo respondo: Después de beber mucho vino

entiendo el lenguaje de rosas, jazmines y tulipanes.

Entiendo, además, lo que mi Amada no me dice.

 

 

 

 

Shams-ud-din Mohamed Hafiz

(Nació en el año de 1320, en Shiraz)

 

 

El libro del cantinero

(Selección)

 

Cantinero: ¡sírveme! El vino que trae el éxtasis

y al alma otorga toda perfección y piedad.

 

Sírveme, sírveme, que estoy descorazonado,

y por eso de corazón estoy partido en dos.

 

Cantinero: ¡Sírveme! La alquimia, ese elixir que

nos trae el reino de Karun y la vida eterna de Noah.

 

Sírveme, para que mis pedazos se arrojen ante

la puerta del comercio perenne y próspero.

 

Sírveme el fuego brillante de Zaratustra que puede

ver detrás del sucio emplaste en las paredes.

 

 

͌

Mi tierra natal es como el Jardín de las Almas

¿Por qué soy prisionero de mi carne y mis huesos?

 

Yo soy el que mira, con la copa en la mano, lo

que hay tras el espejo, cualquier interrogante.

 

Cuando estoy ebrio toco la puerta de la austeridad,

hago alarde de ser un mendigo con realeza (y lo repito).

 

En la borrachera Hafiz siente que canta; y la misma

lira de Venus, desde el Cielo, le manda sus bendiciones.

 

Cantinero: ¡sírveme! Hay que huir de la vida traidora.

Al pedir el vino se anhela la vida infinita.

 

La vida se expande con el vino y es por esto que,

con un toquido, se abre la puerta de lo Oculto.

 

 

͌

Cantinero: ¡sírveme! Esa joya que alerta el alma,

que cura corazones enfermos y devuelve la vida.

 

Si el tiempo no le hubiera arrebatado su copa al rey

Jamshid, el mundo, por él gobernado, sería bueno.

 

Cantinero: dame ese líquido que refresca y que

revive a mi muerto corazón, oh ¡qué delicioso jugo!

 

Los adoquines que hemos puesto en el terraplén

son las cabezas de los reyes Alejandro y Kay Kobad.

 

El tazón está lleno de sangre de los reyes pasados.

En el desierto está la Belleza hecha polvo.

 

Por saber lo anterior, yo, enloquecido, amé el vino

con una copa en la mano, en la taberna, digo:

 

“Es por ese significado que el Cielo sigue un curso,

Demasiada ignorancia con mucha felicidad es sabiduría”

 

Cantinero: sírveme ese vino acidulce al paladar, que

si viniera de la mano de mi Amada, sería dulce y divino.

 

 

 

 

 

José Vicente Anaya (Villa Coronado, Chihuahua, México, 1947-2020). Poeta, ensayista, traductor y periodista cultural. Fundador del movimiento infrarrealista. Ha publicado más de 30 libros, entre ellos: Avándaro (1971), Los valles solitarios nemorosos (1976), Morgue (1981), Punto negro (1981), Largueza del cuento corto chino (7 ediciones), Híkuri (4 ediciones), Poetas en la noche del mundo (1977), Breve destello intenso. El haiku clásico del Japón (1992), Los poetas que cayeron del cielo. La generación beat comentada y en su propia voz (3 ediciones), Peregrino (2002 y 2007), Diótima. Diosa viva del amor (2020), Mater Amatisima/Pater Noster (2020) y Material de Lectura (poesía Moderna, UNAM, 2020), entre otros. Ha traducido libros (publicados) de Henry Miller, Allen Ginsberg, Marge Piercy, Gregory Corso, Carl Sandburg y Jim Morrison. Ha traducido a más de 30 poetas de los Estados Unidos. Ha recibido varios premios por su obra poética. Es miembro del Sistema Nacional de Creadores CONACULTA-FONCA. Formó parte de la Sociedad de Escritores de México y Japón (SEMEJA). En 1977, funda alforja. REVISTA DE POESÍA. Desde 1995 ha impartido seminarios-talleres de poesía en diferentes ciudades de México. Ha asistido a encuentros internacionales de poesía y dado conferencias en varios países como Italia, Estados Unidos, Colombia y Costa Rica. Colaboró en la revista Proceso.