Araceli Sagüillo (Palencia, España)
Araceli Sagüillo (Palencia, España)
CASTILLA
Qué tema para un romance, tiemblan las palabras
al esconderse el tiempo que el pasado esconde,
se funden los días derramados en este mundo desigual,
surgen ternuras desvalidas y la brisa que no vuelve.
¿Es el mundo que nos rodea y se confunde de pensar
ante la verdad de lo desconocido?
¿Qué ocurrió en ese tiempo confundido?
Contemos juntos el temor a las heridas compartidas,
a los brillos que fueron derroche de amor y muerte,
no supimos quién prendió el fuego, el humo acabó en llanto.
¿Llegaste a percibir cómo la parcela fue asidero y trampa?
Fue refugio eterno, deslizándose por la obsesión imparable,
de reunirnos todos descalzos, en torno a la gran mesa,
aquél fue por siempre nuestro refugio de los sueños.
Ya cerrado con las llaves eternas, las lanzamos al término
del camino, donde el claro río
y el castellano campo se abrazan.
NO FUISTE DE ALARDES NI DE BESOS
Palabras bien contadas y mirada clarísima.
Y tus manos meciendo
estrellas inventadas.
Único. Tú.
En la charca,
remanso de caminos,
llagas sin cerrar,
promesas infectadas,
mano izquierda contagiando a la derecha.
Injustamente traicionado.
En esta historia de avaros
el principal tesoro está por descubrir.
Nosotros, como la pared,
insensibles.
Siguiendo órdenes
y haciendo vida,
que no historia.
Tu sed fue cansancio,
mirada en tierra,
brazos caídos.
Manos limpias.
Esperemos,
conciencia del tiempo,
llevando la hora en tu cintura.
DETRÁS DE LA RETINA EL CIELO
Dormida el alba, vacilante la tierra,
la Patria y los hombres
siguen a la espera
de aquel toque de queda,
donde los cansados pies,
borraban los valores eternos.
Qué caminos dibujarán
cuando en la oscuridad,
sientan galopar a los caballos…
Qué razones soportarán los pies
al son de los tambores.
Se llenarán de rabia los bolsillos,
hasta hacer de la protesta un juego.
Hoy la antigua ilusión está desierta,
igual que la carretera, las encinas, la casa.
Sí, desierto el campo… Nadie pasa,
esclavo el aire,
donde los dragones duermen.
DESANDARÍA todo lo que anda mal en este mundo, acabaría con las nubes que no dejan ver el sol, ni tu rostro. Sujetaría mi vida con cadenas para que este poema no acabara nunca. Viajaría a la luna, cruzaría sus mares hasta encontrarte. Rozaría con mis manos el reloj cansado, hasta que las horas fueran años futuros contigo. Acabaría con la languidez de mi vida si no fuese que tengo algo pendiente de mí. Me gustaría que este poema sin métrica ni rima, llegara hasta la soledad más recóndita de todas las soledades juntas. Ay, pero cobijaré en mi pecho la luz y el calor del sol, y plantaré rosales esta primavera.
Me está doliendo a gritos
tantas estrellas perdidas por el mundo,
tanto futuro sin fuego que se avive.
Tanto silencio a solas,
tantas palabras inundadas de realidad.
En este lugar donde todo parece,
donde nada es igual.
A veces se escuchan
los versos, la voz del poeta.
VOLVERÁ DICIEMBRE
A caer en manos de la niebla,
los árboles quedaron heridos por la escarcha,
volverá el olor de los pinares con su recuerdo
y el de su último verano.
Hay un silencio extendido entre los pinares,
un rastro de mala hierba sigue el camino del agua,
huele a campo, a nube derramada, a resina recién cortada.
¡Dolorido está todo, los pájaros siguen colgados
presintiendo lo increíble, ni cantan ni vuelan,
sólo mueven las alas y se hinchan asustados!,
los insectos reunidos en la hura del puente.
Pasarán los años la tierra guardará el recuerdo
de su abrazo, y el de su dulce sonrisa,
el grito quedó colgado entre los ásperos pinos.
Mañana el amanecer será pálido,
abrazos de escarcha y ramas del árbol
quedaron deshojadas.
¿Buscaba las nubes y huían, esperaba llegar,
y se perdió en el aire?
Su figura entre aerosoles se busca por el mundo...
Y el mundo llora.
POBRE CORAZÓN
Tanto recorrer inviernos
bordeando las entrañas del alma,
tanto luchar por la justicia…
por la alegría. Para acabar
siendo ternura en tu pecho.
Me pregunto qué es el equilibrio
de una vida, qué leyes baña
la túnica de tus manos,
qué versos nacen allá donde las águilas…
Quedan palabras en el aire,
y esta tarde humanamente hermosa
se está muriendo…
Pobre corazón, siempre al remanso
del mundo, y ahora entre tiernas amapolas
resiste el tacto que acaba sepultado.
TENEMOS EN LOS HOMBROS
Espacios para reclinar deseos,
una gota de fuerza entre los hombros
y caudales de fiebre entre los huesos.
Y vamos mejorando con los años
sabiendo el lenguaje de los listos,
y presenciamos momentos inhumanos
estremecidos, con gritos sin aliento.
Vivimos por vivir, sin entender de nada
a pesar de juntar cuartetos con tercetos,
la vida pide más.
Más horas de consumo reprimido.
Terminas imitando a Dios en el silencio
y te juegas el puesto
allá en el cielo
por no saber el nombre de tus lágrimas.
ESCRIBO A OSCURAS. Los sentidos alumbran las luces que se apagan. Sin luz que encienda bajo las escaleras, en cada escalón brilla una lágrima, la imagen muy sutil actúa sin respuesta. Presentes siempre los reflejos de todo lo perdido. He conseguido despistar la inocencia de las rimas, la fuerza técnica de los sonetos, de la exigencia de cadenas obligadas, de los apretados ritmos pendientes del final. Mi poesía es la libertad del mendigo, el temblor del corazón con rayos de silencio. Busco el llanto que agoniza, el perdón del engaño, los ojos imposibles a la mirada. Ha llegado a ser humo, sin ninguna presencia que lo apague. Por eso escribo para que mis ojos vean los vuestros en este poema sin engaño.
Sobre la hierba escribo,
que es raíz, resonancia
en las entrañas, hoja triste
de mañana.
Se llamará esta manta verde,
sorpresa, y será un placer
dormir al sol.
Araceli Sagüillo (Palencia, España). Hasta 2018 fue coordinadora del reconocido ámbito cultural “Los viernes del Sarmiento”, que se celebraba semanalmente en Valladolid y que sumó más de 2000 actos literarios. Desde entonces es asidua invitada a los Encuentros de Poetas Iberoamericanos que se celebran anualmente en Salamanca, en cuyas antologías se recogen sus poemas. Tiene publicados 23 libros en verso y prosa. Entre sus poemarios están La charca de los lirios (1994), Mujer (1996), Tiempo de silencio (1999), Las voces (2003), el poema dramático En la alameda (2004), El ático vacío (2009), Treciembre existe (2011), Las Moiras (2016), Nosotros (2018), Inefable tierra (2020), Precisamente Ariana (2020) y El sonido de las horas y En la alameda (2021), entre otros. Su poesía ha sido traducida al italiano, croata, búlgaro, árabe y portugués.