Antología de la poesía parnasiana: Théophile Gautier (Tarbes, 1811–Neuilly-sur-Seine, 1872). Por Traducción Miguel Ángel Feria
La presente selección forma parte del libro Antología de poesía parnasiana (Madrid, Cátedra, 2016). Edición, estudio y traducción de Miguel Ángel Feria.
Théophile Gautier (Tarbes, 1811- París, 1872)
Traducción Miguel Ángel Feria
El jarro de flores
Cuando a veces un niño se encuentra una semilla
va en seguida, prendado de sus vivos colores,
a plantarla en un tiesto de porcelana orlada
con dragones azules y flores pintorescas.
Pasa el tiempo. Prolonga la raíz sus culebras,
y un arbolillo sube de la tierra y florece,
y hunde los pies vellosos más hondos cada día
hasta quebrar por fin el vientre del jarrón.
Pasmado al regresar y ver la enorme planta
blandiendo entre los restos del jarro dagas verdes,
quiere el niño arrancarla, pero el tallo es tenaz;
y se ofusca y los dardos ensangrientan sus dedos.
En mi alma el amor germinó de igual modo:
yo creía sembrar flores de primavera
y no es más que un aloe cuya raíz destroza
la fina porcelana de sublimes diseños.[1]
Afinidades secretas
(Madrigal panteísta)
En el frontón de un templo antiguo
dos mármoles, durante tres mil años,
bajo el azul del cielo de Ática
juntaron la blancura de sus sueños.
Fijas en nácares iguales,
dos perlas sumergidas bajo el mar
como dos lágrimas de Venus
se dijeron palabras ignoradas.
Al fresco del Generalife,
entre las cintas de agua de las fuentes,
rosas del tiempo de Boabdil
murmuraron sus cónclaves de flores.
Sobre los arcos de Venecia,
dos palomas torcaces de alas blancas
han hecho el nido del amor
eterno en el crepúsculo de mayo.
Mármol, paloma, rosa, perla,
todo se desvanece y se destruye;
mengua la perla, caen los mármoles,
se aja la flor, el ave echa a volar.
Y al separarse, cada esencia
se va al crisol profundo de los tiempos,
a la materia universal
hecha de cuantas formas funde Dios.
El mármol blanco en carne blanca,
y las rosas en labios como rosas,
el todo en cuerpos diferentes
refunde el todo en sus metamorfosis.
Son dos palomas que se arrullan
de nuevo el corazón de los amantes,
y en el joyero de las risas
los dientes son de perlas moldeadas.
Nacen de ahí las amistades
y el dulce amor y luego la fe ciega
cuando un espíritu sagaz
se reconoce hermano de otro espíritu.
A los reclamos de un aroma,
de unas hebras de luz o de un color
ya vuela el átomo hacia el átomo
dócil como la abeja hacia las flores.
Como el recuerdo de algún sueño
hay algo en el frontón o bajo el mar,
conversaciones floreales
al borde de la fuente de agua clara,
besos, temblores de alas vivas
sobre las altas cúpulas de oro:
fieles se atraen las moléculas
buscándose y amándose por siempre.
Vuelven amores olvidados,
el pasado renace vagamente,
la flor en unos labios rojos
de sí misma respira y se conoce.
Brilla en el nácar o en la risa
la perla que recuerda su blancura;
siente en la piel de una muchacha
emocionado el mármol su frescor.
Un eco dulce de su arrullo
escucha la torcaz en los gemidos:
ya cede toda resistencia
y lo desconocido se hace amado.
Tú que me abrasas y estremeces,
¿Qué cúpula, qué ola, qué frontón,
di qué rosal ya fuimos los dos juntos,
mármol o flor, perla o paloma?[2]
Le pot de fleurs
Parfois un enfant trouve une petite graine,
Et tout d'abord, charmé de ses vives couleurs,
Pour la planter, il prend un pot de porcelaine
Orné de dragons bleus et de bizarres fleurs.
Il s'en va. La racine en couleuvres s'allonge,
Sort de terre, fleurit et devient arbrisseau;
Chaque jour, plus avant, son pied chevelu plonge
Tant qu'il fasse éclater le ventre du vaisseau.
L'enfant revient; surpris, il voit la plante grasse
Sur les débris du pot brandir ses verts poignards;
Il la veut arracher, mais la tige est tenace;
Il s'obstine, et ses doigts s'ensanglantent aux dards.
Ainsi germa l'amour dans mon âme surprise;
Je croyais ne semer qu'une fleur de printemps:
C'est un grand aloès dont la racine brise
Le pot de porcelaine aux dessins éclatants.
Affinités secrètes
(Madrigal panthéiste)
Dans le fronton d'un temple antique,
Deux blocs de marbre ont, trois mille ans,
Sur le fond bleu du ciel attique
Juxtaposé leurs rêves blancs;
Dans la même nacre figées,
Larmes des flots pleurant Vénus,
Deux perles au gouffre plongées
Se sont dit des mots inconnus;
Au frais Généralife écloses,
Sous le jet d'eau toujours en pleurs,
Du temps de Boabdil, deux roses
Ensemble ont fait jaser leurs fleurs;
Sur les coupoles de Venise
Deux ramiers blancs aux pieds rosés,
Au nid où l'amour s'éternise
Un soir de mai se sont posés.
Marbre, perle, rose, colombe,
Tout se dissout, tout se détruit;
La perle fond, le marbre tombe,
La fleur se fane et l'oiseau fuit.
En se quittant, chaque parcelle
S'en va dans le creuset profond
Grossir la pâte universelle
Faite des formes que Dieu fond.
Par de lentes métamorphoses,
Les marbres blancs en blanches chairs,
Les fleurs roses en lèvres roses
Se refont dans des corps divers.
Les ramiers de nouveau roucoulent
Au coeur de deux jeunes amants,
Et les perles en dents se moulent
Pour l'écrin des rires charmants.
De là naissent ces sympathies
Aux impérieuses douceurs,
Par qui les âmes averties
Partout se reconnaissent soeurs.
Docile à l'appel d'un arome,
D'un rayon ou d'une couleur,
L'atome vole vers l'atome
Comme l'abeille vers la fleur.
L'on se souvient des rêveries
Sur le fronton ou dans la mer,
Des conversations fleuries
Prés de la fontaine au flot clair,
Des baisers et des frissons d'ailes
Sur les dômes aux boules d'or,
Et les molécules fidèles
Se cherchent et s'aiment encor.
L'amour oublié se réveille,
Le passé vaguement renaît,
La fleur sur la bouche vermeille
Se respire et se reconnaît.
Dans la nacre où le rire brille,
La perle revoit sa blancheur;
Sur une peau de jeune fille,
Le marbre ému sent sa fraîcheur.
Le ramier trouve une voix douce,
Echo de son gémissement,
Toute résistance s'émousse,
Et l'inconnu devient l'amant.
Vous devant qui je brûle et tremble,
Quel flot, quel fronton, quel rosier,
Quel dôme nous connut ensemble,
Perle ou marbre, fleur ou ramier?
[1] La patente estructura alegórica de piezas como “Le pot de fleurs” certificó en el seno del Parnaso una suerte de retórica presimbolista que habría de significar un estadio previo al simbolismo tal como este fue desarrollado en su apogeo. En la rehabilitación de algunas formas y procedimientos retóricos barrocos como la alegoría ha de situarse una de las claves del nacimiento de la poesía moderna. Aunque el romanticismo, en general, había desestimado la alegoría como forma poética por mecanicista, didáctica, racional, no dudaron en recurrir a ella Alfred de Vigny en varios de sus Poèmes Antiques et modernes o Víctor Hugo en piezas de Les Voix intérieures como «La Vache». Pero una recuperación sistemática de la alegoría no se encuentra más que en algunos maestros del Parnaso como Leconte de Lisle -«Le Parfum impérissable»- y sobre todo Théophile Gautier –«Les Colombes», «Niobé», «Le Pot de fleurs», «Le Pin des Landes», etc.-. Partiendo de Gautier, Baudelaire presentaba en Les Fleurs du mal composiciones como «L´albatros», «Le masque», «Duellum» o el rotulado precisamente «Allégorie», cuyo empleo del símbolo a la manera clásica, basado en una imagen asociada a una idea que se descifra siempre al final del poema, presenta lo que Jerónimo Martínez Cuadrado reconoce como «aprosdóqueton, por el que el segundo término de la comparación no se hacía esperar mediante una ponderación en el primer término» -Cf. “La función del poeta francés del siglo XIX según sus creadores”, in Anales de filología francesa, nº. 9, 1998-2000, págs. 205-226-. En la alegoría, a diferencia de los procedimientos propiamente simbolistas, comparecen siempre los dos términos de la analogía: al albatros, no duda en explicitarlo el propio Baudelaire, «Le Poète est semblable», como anteriormente, para Gautier, «Le poète est ainsi» como aquel pino de las Landas, mientras que en “Le pot de fleurs” el amor germina de igual modo que aquellas flores. Primera publicación de “Le pot de fleurs”: La Comédie de la Mort (1838).
[2] Primera publicación: Revue des Deux Mondes, 15 de enero de 1849. Formó parte de la primera edición de Émaux et camées (1852).
Miguel Ángel Feria (Huelva, España) es Licenciado en Humanidades por la Universidad de Huelva, Licenciado en Filología Hispánica por la Universidad Complutense de Madrid, y Doctor en Literatura Comparada por la Universidad Complutense de Madrid. Como traductor ha publicado, con introducción crítica, selección y notas a su cargo, una Antología de la poesía parnasiana francesa -Editorial Cátedra (2016)- así como una versión íntegra de El arte de ser abuelo de Victor Hugo -Editorial La Lucerna (2017)-. Su obra poética propia ha obtenido el XIV Premio Internacional de Poesía “Ciudad de Salamanca” (2010) por La Consagración del Otoño -Ed. Reino de Cordelia, 2011- y el IX Premio de Poesía “Andalucía Joven” (2007) por El Escarbadero -Ed. Renacimiento, 2008-. Ha sido profesor de literatura en las universidades de Marsella, Paris 7 y Limoges en Francia y en la Universidad de Alcalá de Henares en España. Ha publicado artículos y reseñas en revistas especializadas como Thélème, Nueva Revista de Filología Hispánica, Archivum o Anales de Literatura Hispanoamericana. Traductor residente en el Collège international des traducteurs littéraires de Arles (Francia) y en el Centre for Arts and Creativity de Banff (Canadá), donde prepara la primera versión al español del poeta francocanadiense Roland Giguère.
Théophile Gautier (Tarbes, 1811- París, 1872). Escritor francés. Fue director de la Révue de Paris y de L'Artiste. En el campo de la novela destacan Mademoiselle de Maupin (1835), que contenía un prólogo en el que defendía la concepción del arte por el arte, y El capitán Fracasse (1863), en la que con vivo colorido y humor narra las aventuras de una compañía de comediantes. De entre sus obras líricas cabe mencionar Esmaltes y camafeos (1852). Escribió asimismo novela histórica (La novela de la momia, 1858) y relatos de viajes. Cultivó, por último, el ensayo de crítica literaria en Historia del Romanticismo (1874), y el de arte en Las bellas artes en Europa (18559).
Sus primeras obras, agrupadas bajo el título de Primeras poesías, aparecieron en plena revolución de julio de 1830, razón por la cual pasaron desapercibidas. En 1832 publicó Albertus, ou l'Âme et le péché. El compendio Les Jeunes-France (1833) reunía cuentos que hacían un retrato irónico de las "preciosas ridículas del romanticismo", y anunciaban los principios estéticos que expuso en el prólogo de su novela Mademoiselle de Maupin, en 1835. El capitán Fracasse (1863) fue escrito tras un viaje a Bélgica, y los que hizo a España (1840), Argelia (1845), Italia (1850) y Constantinopla (1852) fueron costeados con los relatos de sus andanzas, como Viaje por España (1843), Viaje por Italia (1852) y Viaje por Rusia (1867).
En 1845 publicó sus Poesías completas. De producción constante pero irregular, Gautier publicó en 1844 Los grotescos, estudios sobre antiguos autores franceses, y en 1852, su famosa colección de poesía Esmaltes y camafeos. Expresó su veta fantástica en obras como Le pied de momie (1840), Arria Marcella (1852), Avatar (1856) y Jettatura (1856), así como en Spirite, su última gran obra de ficción.