Alfonso X (Toledo, España): Fuga Mundi
A través de una interpretación autobiográfica, el rey Sabio expone en la cantiga un desengaño del mundo de la corte. Fuga mundi es la historia de un rey exhausto de los avatares y las traiciones cortesana. La renuncia al mundo de la nobleza por la del comercio, ejemplifica la vida de desengaños y proyectos frustrados del monarca y su repudio de la guerra y de las intrigas políticas. La figura del alacrán vincula el mundo terrenal y el universo astronómico y astrológico en la imagen del escorpión. La interpretación literaria se enmarca en el contexto cortesano y de la lírica de las cantigas de escarnio e maldizer, así como en el marco de la traición y el engaño. El mar, en esta composición, en su sentido simbólico representa el principio y el fin.
Alfonso X (Toledo, 1221-Sevilla, 1284)
Non me posso pagar tanto
Fuga mundi
I
No me puede agradar tanto
el canto
de las aves ni su melodía,
ni el amor, ni el esfuerzo,
ni las armas –que tengo miedo
porque muy peligrosas son–,
como un buen galeón
que me aleje muy rápido
de esta endiablada campiña
donde están los alacranes;
porque dentro en el corazón
ya sentí su espina.
II
Y juro por Dios santo
que manto no traeré, ni barba,
ni defenderé cuestiones de amor
ni de armas, porque quebranto y llanto
viene de ellas siempre;
pero traeré una dorna
e iré por la costa
vendiendo aceite y harina
y huiré del veneno
del alacrán, que yo no
le conozco otra medicina.
III
Ni me siento pagado
de lanzar a tablado,
Dios me ampare,
ni de ejercitar las armas;
andar de noche armado,
o andar de ronda,
lo hago a mi pesar;
que más me pago del mar
que de ser caballero;
que yo ya fui marinero
y ahora me quiero más guardar
del alacrán, y volver
a lo que fui primero.
IV
Y os diré una cosa razonable:
el pecado no me puede engañar
para hacerme hablar de armas,
que no me está permitido
(fácil es
para mí razonar sobre ellas,
pues no he de probarlas);
antes prefiero andar solo
e ir como comerciante
a buscar alguna tierra
donde no me puedan culpar
alacrán negro ni pinto.
I
Non me posso pagar tanto
do canto
das aves nen de seu son,
nen d’ amor nen de mixon
nen d’ armas – ca ei espanto,
por quanto mui perigo[o]sas son,
– come dun bon galeon,
que mi alongue muit’ aginha
deste demo da campinha,
u os alacrães son;
ca dentro no coraçon
senti deles a espinha!
II
E juro par Deus lo santo
que manto non tragerei nen granhon,
nen terrei d’ amor razón
nen d’ armas, por que quebranto e chanto
ven delas toda sazon;
mais tragerei un dormon,
e irei pela marinha
vendend’ azeit’ e farinha;
e fugirei do poçon
do alacran, ca eu non
lhi sei outra meezinha.
III
Nen de lançar a tavlado
Pagado
non sõo, se Deus m’ ampar,
aqui, nen de bafordar;
e andar de noute armado,
sen grado
o faço, e a roldar;
ca mais me pago do mar
que de seer cavaleiro;
ca eu foi já marinheiro
e quero-m’ ôi-mais guardar
do alacran, e tornar
ao que me foi primeiro.
IV
E direi-vos un recado:
Pecado nunca me pod’ engañar
que me faça já falar
en armas, ca non m ‘ é dado
(doado
m’ é de as eu razõar,
pois-las non ei a provar);
ante quer’ andar sinlheiro
e ir come mercadeiro
algua terra buscar,
u me non possan culpar
alacran negro nem veiro.
Alfonso X de Castilla y León, llamado «el Sabio» (Toledo, 1221-Sevilla, 1284). Hijo primogénito del rey castellano San Fernando, nace en Toledo a finales del 1221. Casó en 1246 con Violante de Aragón, hija de Jaime I, con el que tendría contactos personales en momentos de singular gravedad e importancia; y muere en Sevilla en abril de 1284, a sus 63 años. Rey, por una parte, belicoso; con alianzas expansivas con Portugal, Inglaterra y Navarra; y con una ambiciosa pretensión de la corona de Alemania y del título de Rey de los Romanos. Soñando con la conquista de África, mantendrá en el último tercio de su vida un aguerrido enfrentamiento con los árabes, todavía instalados en el sur de la península, con muy desigual fortuna. En este período, muere su primogénito Fernando; su hijo Felipe pacta con los enemigos musulmanes de su padre; su esposa Violante defiende a los hijos del primogénito difunto, los Infantes de la Cerda; y su hijo Sancho muestra sus pretensiones a sucederle. El rey Alfonso se vio envuelto en guerras y en acontecimientos políticos que le hicieron cometer graves errores y que resolverá a veces en contra de sus propios sentimientos. Al mismo tiempo, sus biógrafos anotan como momentos importantes de su vida la redacción de Las Partidas (a. 1256-1263), por poner un ejemplo, el inicio recopilatorio de la Crónica General, y la publicación de obras científicas como el Saber de Astronomía, entre otras; y destaca asimismo su obra poético lírica, uno de cuyos ejemplos, las Cantigas de Santa María, nos ocupa ahora; y no dejan de subrayar la importancia de algunas de sus traducciones de singulares obras del saber árabe y judío.