Abū Nuwās al-Hasan Ibn Hāni’ al-Hakamī (Irán): Cantar al vino
Esta selección poética del extenso poema Cantar al vino forma parte del ensayo Abu Nuwás, entre el delito y el deleite; una suerte de cosmogonía del deseo. Cantar al Vino, de Jonathan A. Jaramillo Z. A continuación compartimos el ensayo.
Abū Nuwās al-Hasan Ibn Hāni' al-Hakamī (Irán, 756-814, Irak)
Cantar al vino
II
Hombres, ¡a mí qué me importan
las espadas o los combates!
Yo sólo sigo a una estrella:
la del placer y la música.
En mí no confiéis,
pues soy de aquellos que rehúyen
encontronazos y embates.
Cuando veo el enemigo
salto sobre mi potrillo
con las riendas colocadas
por el lado de la cola.
No sé cómo es un arnés,
ni un broquel, ni un alfanje.
Todo mi afán es saber,
cuando sus guerras estallan,
por qué camino escapar.
Si de juergas se tratara
de beber vino sin mácula
o de pasarme la noche
junto a vírgenes luciendo
sus vestidos de luto negro
me veríais con razón
como héroe de los árabes.
Posible interpretación: La referencia a la tercera persona al iniciar el anterior fragmento alude, a la libertad y al poner sobre la mesa un tema polémico dentro de la cultura islámica, determina, también, el tipo de lugar donde se desarrolla el cantar. En este caso, las tabernas cumplen aquella singularidad. Las tabernas detentadas, generalmente, por judíos o cristianos, contenían una serie de [posibles] disputas del deber ser del ciudadano; muy al contrario, Abu Nuwás se adentra en el desierto obscuro, sin más guía que la luz del vino. Haciendo referencia a los combates y al hecho de ser un “guerrero” dentro del terrario de Bagdad como una pérdida de escrúpulos; ése aire presuntuoso que se adquiere con motivo de una gran calamidad lleva a un “ponerse” sobre sí si se trátese de poner el cuerpo al límite del placer que, sería similar, si se hiciese con armas en mano.
XXXII
Sé esquivo y avariento y a los aduares no hables:
sus ruinas, el saludo, no te han de devolver.
Maldice el cuervo de mal agüero de la separación.
Siéntate junto al narciso, deja atrás las espinas,
túmbate al lado del mirto, olvídate de las zarzas,
y por la mañana empieza a beber al vino.
¡Que ninguna prohibición te lo impida!
Quien combate los placeres que el vino acompaña
vive una extenuante vida de aflicción.
Posible interpretación: A partir del fragmento anterior, se ve con claridad los efectos del vino a nivel del oído (Kennedy, 2005), es decir, el vino de Abu Nuwás tiene la particularidad de hablar. En la intimidad de la noche, cuando los otros bebedores yacen abatidos por la ebriedad, el vino susurra secretos al bebedor, canturrea como una virgen en su gineceo, o añejo cuenta las historias más frígidas del mundo. De ésa manera, una referencia, no tan sutil, a la individuación del Ser se asoma en las líneas iniciales. Un rechazo constante a la separación comensal; determinar la existencia a partir de sentencias hedonistas. El dictamen de provocarle vida al vino: “… Y por la mañana empieza a beber [al] vino” Singularidad que revela los efectos de éste. Una referencia, al finalizar, a los combates, [únicos], que el ser debería afrontar: los límites del vino, una apología al placer: muriendo nos convertimos en los dueños del mundo.
XXXVI
Deja el viento del sur soplar sobre las ruinas
y que el destino destruya su tiempo de esplendor!
¡Deja el áspero desierto para que en él trote
el jinete montado en sus camellos y camellas!
En esas tierras sólo brotan arbustos espinosos
y las únicas piezas de caza son hienas y lobos.
No aprenderás de los árabes ningún modo de solaz
Porque su vida no es vida, su vida es un erial.
Déjales que ordeñen y beban cuanta leche quieran
puesto que son ajenos al exquisito y buen vivir.
Y si la leche se les cuaja, escupe en sus tazones,
no te sientas culpable, no será ningún pecado.
Mejor delicia que todo eso es un vino fresco
escanciado en ronda por un diestro copero.
Largo tiempo estuvo en el fondo del tonel
hirviendo sin que jamás una llama lo tocara.
Los murmullos del fermento semejaban
la lectura de un sacerdote ante la cruz.
Un muchacho te tiende la mano con la copa
y te habla con la voz de una gacela joven
criada por nodrizas que extremaron su educación.
¡A ti entrega sus riendas al sorber el vino,
para ti la embriaguez desata su cinturón!
Al acariciarlo te cautiva con sus encantos,
te vuelve loco, hace saltar tu corazón.
Emborrachado, alza su grupa con dificultad
y se menea como una palma bajo la túnica
caminando hacia ti, deshaciéndose en seducción.
Censora, ¡no te extiendas en tus reproches!
Quien de mi espera arrepentimiento desespera.
Me echas en cara mis pecados, ¿pero qué joven no peca?
Quiero vivir esta vida y no la de leche ordeñada
y tiendas desparramadas en medio de un vil desierto.
¡Compara esos yermos con el arco del palacio de Cosroes!
¿Se puede equiparar un hipódromo a un corral?
Te engañas creyendo que al insistir me reformaré.
¡Rásgate las vestiduras que no me arrepentiré
Posible interpretación: Un despojo evidente a lo que, inicialmente, fue su vida como aprendiz, además, se denota un rechazo determinante a una vida de ésas características. Una propuesta de deterioro, dirigido hacia el desierto árabe (lo que hoy día se conoce como Dier ez-Zor, límite hacia Siria) Una desacreditación, como ya se había dicho, a una vida nómada; un cierto odio ante el aprendizaje experiencial de la vida en el desierto. Asimismo, existe una exclusión constante hacía los dueños de esas vidas, en la medida en que aquellos nunca conocerán la vida del placer, y de ésa sutil manera, se autocontempla como el único capaz de dirigir su mirada hacia tales principios. Seguidamente, la referencia a un desierto que, para nuestro autor, se contempla cómo magnífico y pulcro: un buen vino en rondas taberneras. Es desde acá donde se examina una referencia al gusto del vino y, muy contrariamente a lo que se cabría pensar, Nuwás parece más interesado en los efectos del vino que en su sabor. El vino que nos describe no debería ser, en efecto, ninguna exquisitez. Según explican las fuentes antiguas, en aquella época la bebida que se obtenía de la fermentación de la uva era un líquido espeso y bastante amargo que para ser consumido, tenía que ser mezclado con agua. Cabe aclarar que, tanto en Nuwás como en muchas referencias poéticas árabes, la unión del agua con el vino dará pie a toda una simbología poética en la que el agua, en árabe (almyah) se refiere al masculino, y el vino, en árabe (alnbydh) simboliza a la mujer. Así pues, no es gratuito que el sabor del vino nos sea presentado, casi siempre, como picante como la pimienta, o tan amargo que arruga la nariz.
LXIV
Cántame, oh Sulaimán,
y llena de vino mi copa!
¿No ves que apareció al alba
bajo sus tenues velos?
Cuando te llegue la jarra
agárrala y sírveme:
quiero que ella te distraiga
de la llamada del almuédano.
Sírveme el vino sin tregua,
a la vista de todo el mundo,
y hagamos como los de Sodoma.
Posible interpretación: En este cantar se ve, con claridad, la figura del copero. Tal es un personaje central de la obra báquica de Abu Nuwás. Escanciador de vino, el copero, y siguiendo a Bencheikh, J, es también servidor de otros placeres (BENCHEIKH, 1963.1964). Gacela de mirada seductora, rama de sauce que se contornea sobre la duna de sus caderas, el copero sirve de su mano el vino y de sus ojos otros vino, igual de embriagador. Personaje de sexualidad ambigua, andrógeno, a menudo sólo sabemos que se trata de un copero o de una copera por el género del nombre propio con el poeta se refiere a ellos.
XCII
Busca refugio de Ramadán
en el buen vino de las tinajas.
Y entero pasa el mes de Shawal
entre orgías con las esclavas
y borracheras de par en par.
Shawal nos ofrece dones y bienes
y aun así un reproche merece:
pese a juergas y festines,
pese a dejar sueltas las riendas
de la pasión desenfrenada,
por ser de Ramadán el más cercano
no puede ser el mejor mes del año
Posible interpretación: Detenerse para celebrar ayuno, a nuestro poeta, le parece una pérdida circunstancial de tiempo, sin embargo, si ha de pasarse con la embriagues del vino, éste es soportable. Diferente a aquél, el Shawwal contempla la festividad en su sentido más amplio. Una contra partida que se instaura en ¿aquél o este? Por su puesto, para Nuwás, es importante y deseable pretender pasar en un universo donde, de modo sarcástico, los dones divinos no interfieran en los dones del vicio.
XCIII
Qué mes, el Ramadán!
Ojalá estuviera lejos
para no estarte sufriendo.
Todo son para Shawal
y a ti te detestamos.
Te hemos aborrecido, miserable Ramadán,
Sin dudarlo te mataría si pudiera matar a un mes.
Posible interpretación: Con decisión, y poderío gramatical, existe una especie de odio particular en la poesía de Abu Nuwás con respecto a los preceptos religiosos: un odio que promete comparación; dicho de otra manera, el sin fin de críticas y líneas dirigidas a la cultura y la vida nómada, contienen en sí misma una orientación hacia “deber ser” de una vida aislada de [todo] en cuánto pertenece a la vida de ciudad, muy por el contrario, la crítica religiosa embarra absolutamente todo y al tener cabida en cada rincón del territorio Oriental, de cualquier manera habrá repercusiones de tipo legal y, siendo así, Nuwás deja que el vino hable a través de sí.
A suerte de conclusión
Dejando abierta la discusión, el ensayo elaborado en las páginas que anteceden, tienen el papel de mostrar una pequeña parte de la cultura literaria de Oriente instaurada en Bagdad, la Meca de la poesía por más de dos siglos. El poeta Abu Nuwás se contempló aquí como uno de los representantes de la poesía inquisidora, crítica y determinante para el pensamiento intelectual árabe. Una serie de reflexiones que se postularon a favor de hacer más tangible el sentido embajador de la poesía de Abu Nuwás se examinaron en el cuerpo del texto; el traer algunos fragmentos en su idioma original (árabe) y en español, hace la lectura más completa y crítica. La ayuda de comentadores, también, fortalecieron tal reflexión.
Termino mi intervención reflexiva con el epilogo del libro Elogio de la Locura de Erasmo de Rotterdam, no de modo gratuito, sino, de modo demostrativo sobre la evolución sátira de la poesía y filosofía que, gracias a poetas como Abu Nuwás, podemos leer y por qué no comentar.
Pero ya hace tiempo que me he olvidado de que estoy traspasando los límites que me había propuesto. Si os parece que me he excedido en pedantería o charlatanería, pensad que quien a vosotros se ha dirigido es la [necedad] y por añadidura, que es mujer.
Acordaos, sin embargo, al mismo tiempo, de aquel proverbio griego que dice: ‘Muchas veces el necio habla corduras’, a menos que creas que esto no reza con las mujeres.
Veo que estáis esperando el epílogo; pero muy necios seríais si imaginaseis que me acuerdo de lo que he dicho, después de haberos soltado tal fárrago de palabras. Es viejo el adagio que dice: ‘Odio al convidado que tiene buena memoria’; mas éste es nuevo: ‘Aborrezco el oyente que se acuerda de todo’.
Y con esto, salud, aplaudid, vivid y bebed, ilustres partidarios de la necedad.” (ROTTERDAM)
Bibliografía
Adonis. (1997). Poesía y poética árabes. Madrid: Ediciones del Oriente y del Mediterráneo.
BENCHEIKH, J. (1963.1964). Poésies bachiques d' Abu Nuwas: thèmes et personages". Bulletin d' études Orientales. , 18, 7-89.
Kennedy, P. (2005). Abu Nuwas:a Genius of poetry. OneWorld Press.
Monteil, V. M. (1979). Abu Nuwas: le Vin, le Vent, la Vie. París: Simbad.
ROTTERDAM, E. D. (s.f.). ELOGIO DE LA LOCURA. Traducción del Latín y prólogo de A. Rodríguez Bachiller. Con 82 dibujos de Holbein, procedentes de la edición de Johannes Froben, impresa en Basilea en 1515.
Abu Nuwas. Poeta árabe. Nació en el 756 en Al-Ahwáz, actual Irán. Formado bajo la tutela de los poetas al-Kufah y Khalaf al-Ahmar en la escritura islámica sagrada, el Corán, y la tradición vinculada a los profetas (Hadith), antes de pasar un año en el desierto con los beduinos. Las convulsiones políticas en la corte de los Abasíes le obligó a buscar refugio en Egipto, pero cuando regresó a Bagdad sus panegíricos y otros poemas cautivaron el gusto del califa Harun ar-Rashid y obtuvieron una importante difusión social. En su Diván se hallan representados todos los géneros poéticos árabes, pero su fama se debe, sobre todo, a sus poemas «modernistas», en los que, abandonando ya los antiguos temas beduinos, canta al amor y al vino.