Un cuento de la Disciplina Clericalis: Moshé Sefardí (Pedro Alfonso de la Huesca, España)
El éxito fue ciertamente inmenso, porque la novedad era inaudita. Por primera vez se leían en Europa cuentos constituidos en un género literario desconocido totalmente, del cual la antigüedad grecolatina no había dejado rastro alguno, y se leían referidos a un mundo atractivo por su exoticidad y apoyados en la autoridad de la filosofía oriental. Así, la Disciplina clericalis se propagó con rapidez por toda Europa. Es el ejemplo más palpable, y como tal lo he escogido, para hacer ver el enorme poder difusivo de ciertos productos literarios árabes y el ansia de absorción que el Occidente mostraba hacia estas irradiaciones que de España partían, adobadas al gusto occidental.
Disciplina Clericalis
Pedro Alfonso de la Huesca (Huesca, España, 1062-1140)
Uno, al ausentarse para ir al extranjero, encomendó su mujer a su suegra. Su mujer tomó amores con otro, y lo dijo a su madre. Ésta, condolida de su hija, la ayudó en aquel amor y, convidando al amante, se sentaron los tres a comer. Mientras ellos comían, llega de improviso el marido y llama a la puerta. Se levanta la mujer, esconde al amante en la alcoba y luego abre la puerta al marido, el cual, en cuanto entró, mandó preparar la cama, porque venía muy cansado. Turbada la mujer, no sabía qué hacerse, pero la madre acudió diciéndole: «No te apresures, hija, a preparar la cama, hasta que mostremos a tu marido la colcha que hemos hecho». Y sacando una colcha, la vieja levantó cuanto pudo una de sus puntas y dio la otra punta a la hija para que la alzase. Y así el marido quedó burlado, mientras por detrás de la colcha extendida escapó el amante oculto. Entonces la madre dijo a su hija: «Tiende ya la colcha sobre la cama a tu marido, que con tus manos y las mías está tejida». El marido le dice: «y tú, señora mía, ¿sabes hacer colcha tan bonita como ésta?». Ella replicó: «¡Ay hijo!, muchas como ésta tengo yo tejidas».
Pedro Alfonso de Moseh Sefardí (1065–1121). Escritor, polemista, científico. La trayectoria vital de Pedro Alfonso lo convierte en un personaje singular, muy adecuado para ejemplificar las transformaciones culturales que se vivieron en el valle del Ebro a principios del siglo XII. La primera fecha, y casi la única, que se conoce de su vida es la de su bautismo, celebrado en la ciudad de Huesca, el día 29 de junio del año 1106 (1144 de la era hispánica), siendo su padrino el rey Alfonso I y el celebrante el obispo Esteban (1099-1130). El suceso, al que alude en el capítulo primero de sus Diálogos, es mencionado también por un autor coetáneo, Abraham bar Hiyya, en sus tratados Libro del revelador y Meditación del alma. Siglos más tarde lo recordará Jerónimo Zurita, el gran cronista aragonés, en sus Anales (1512-1580): “En el año 1106, en la fiesta de los Apóstoles San Pedro y San Pablo del mes de junio, estando el rey Alfonso I en la ciudad de Huesca [...] se convirtió a nuestra Santa Fe Católica, y recibió el agua del Santo Bautismo en la iglesia mayor de ella un judío, que era en su ley el más enseñado que hubo en aquellos tiempos. Bautizolo don Esteban, obispo de aquella ciudad. Y fue su padre espiritual el rey Alfonso I. Y en memoria de esta solemnidad se llamó Pedro Alfonso”. De su vida anterior sólo pueden sacarse algunos datos.