By the Sycamore Street, de Eréndira del Carmen Corona Ortíz
By the Sycamore Street
Eréndira del Carmen Corona Ortíz
Se le ilumina la mirada cuando sonríe, y yo no me resisto a deslizar mis manos sobre su cintura casi efímera, mientras el cabello castaño le acaece en un ondulado etéreo sobre los hombros.
...“Stars shining bright above you.. Night breezes seem to whisper I love you.. Birds singing in the sycamore tree.. Dream a little dream of me”... sonaba de fondo en el cuarto bajo la ejecución de una esplendorosa voz acompañada por una trompeta melancólica al mismo tiempo que Jenny, en medio de su belleza atemporal, me sonreía con esa mirada suya siguiendo mi ritmo de baile en una sincronía casi perfecta.
— Exhausto mi querida Jenny, estoy exhausto...
Le digo, en tanto la expresión de su rostro se apresura a dibujar un gesto inquisitivo pidiéndome que le cuente lo que me ha traído hasta ella de nuevo.
— Mi matrimonio se terminó, me ha dejado casi en la calle y, lo peor de todo, se lleva a mi hijo con ella. — Entonces descubro como una pequeña arruga, que puedo calificar de dulce, se le marca en el ceño como señal de compasión por mí, pero eso no le impide continuar escuchando atenta toda mi desventura.
— El proceso con los abogados, una absoluta pesadilla. Una lucha para ver quién acapara más. Y el niño, alguien que no merece estar al centro de todo esto, no de ese modo — … Le continúo contando a ella, que siempre me escucha, para desahogarme.
Después de oír toda mi desgracia, Jenny posa con gesto delicado su mano sobre mis labios como señal para que deje de atormentarme. Intenta colocar su cabeza sobre mi hombro mientras seguimos bailando y comienza a trazar con los dedos figuras en tinta invisible sobre mi pecho, con ellos escribe una historia diferente en un idioma recién inventado que por fortuna entiendo. Una casita hermosa cerca de la playa, el matrimonio donde son uno para el otro y el hijo sonriente que se gradúa de la universidad y llena de orgullo a sus padres para luego buscar su camino. El cuento perfecto de un hogar feliz.
Me conmueve la inocencia de su historia, sin embargo logra hacerme sonreir en un gesto no sé si de resignación; y creo que ella lo nota porque enseguida me voltea a ver con esos ojos grandes que siempre me encuentran. Entonces comprendo, se acerca la hora de la despedida. También tendré que prescindir de ella y volver a la realidad de mi soledad.
Nuestra canción favorita que llevaba sonando un número de repeticiones de las que nunca llevé la cuenta, como otras tantas veces, se deja de escuchar. La iluminación tenue cambia rápidamente a un brillo más intenso y entonces Jenny y su hermosa figura se desvanecen entre mis brazos.
Me incorporo un poco mareado, después de tantas veces todavía sigo pasando por los efectos secundarios a los que nunca me acostumbraré. Desconecto el pequeño aparato del lado derecho de mi cabeza y lo coloco sobre la mesa para el próximo ocupante. Busco el saco, lo echo a mi espalda y abro la puerta. Ya de salida, me dirijo hacia la pantalla táctil en el portal para hacer el depósito del pago en la opción pertinente que indica el concepto “Cuarto de Hipersueño”. Encierro un cigarrillo y emprendo el camino de regreso por Sycamore Street.
Eréndira del Carmen Corona Ortíz nacida el 29 de Octubre de 1984 en la antigua y hermosa ciudad de Veracruz, México. Estudió Ingeniería en Telecomunicaciones, ejerce en el campo de la Automatización y es Escritora por afición. Le gusta apreciar las realidades del mundo desde sus distintas perspectivas como en un caleidoscopio y ha encontrado en la poesía y los cuentos las herramientas perfectas para hacerlo.
email: erendira77@gmail.com
twitter: @schrodingekitty
El arte de lo cotidiano siempre será como agua de manantial