Reseña: Nuestra lengua. Ensayo sobre la historia del español, de David Noria. Por Fernando Salazar Torres
Noria, David (2021), Nuestra lengua. Ensayo sobre la historia del español, México, UNAM/Academia Mexicana de la Lengua.
El libro puede leerse y consultarse en el siguiente enlace: https://issuu.com/laacademiaparajovenes/docs/nuestralengua_web
Nuestra lengua. Ensayo sobre la historia del español, de David Noria
Fernando Salazar Torres
La lengua española tiene una historia única, que alcanza poco más de 1000 años de desarrollo y construcción y continua. Actualmente la hablan cerca de 600 millones de personas, es el segundo idioma más hablado por el número de habitantes nativos, después del chino mandarín, y la cuarta por el número de hablantes, tan sólo después del inglés, chino mandarín e hindi, además es la segunda más estudiada a nivel internacional. Desde el siglo XI los reinos castellanos ya intentaban desplazar la ocupación musulmana, ocasionando con eso el movimiento de la lengua y la religión árabes al sur de la península ibérica. En el año de 1492 sucedieron diversos hechos históricos y políticos, que marcaron el futuro de la lengua española: la entrega de las llaves del reino nazarí de Granada a los reyes católicos por Boabdil; Cistóbal Colón llegó a las Antillas y desembarcó en la isla de Guanahaní, bautizada con el nombre de San Salvador y a la postre arribó a los actuales territorios de Santo Domingo y Cuba; y Antonio de Nebrija editó su Gramática de la lengua castellana que constituyó la primera obra dedicada al estudio de la lengua castellana y sus reglas, el futuro español. En definitiva, la primera lengua globalizadora. Don Fernando Cortés desembarca en las costas de Cozumel en Ferrero de 1519 y poco tiempo después conoce a Gerónimo de Aguilar y a Doña Marina, ambos son la lengua, otro suceso decisivo para el futuro de nuestra lengua. Estos acontecimientos implicaron no solo la ampliación geográfica del Imperio español, sino el incremento y expansión de los hablantes de su idioma, que venía desarrollándose desde siglos atrás y en ese año con un continente por delante, daba nacimiento a la primera lengua global. A ambas orillas del Atlántico, el español dio crecimiento, desarrollo y amplitud a América. En años de Carlos V, rey de las Españas, el responsable mayor, la Nueva España se convirtió, entonces, en el centro del mundo económico, comercial y financiero, y con su nueva lengua fue el lugar cuyos puertos, el Pacífico y el Atlántico, unía los continentes. La América española siempre fue clave para la Historia, la historia del español y España. Todo esto es el hito y la piedra de toque, resultado de otros eventos precedentes.
Estudios, historias y tratados sobre este tema siempre han existido y se seguirán escribiendo, porque la producción de literatura y conocimiento es incesante. En el siglo pasado, los autores españoles, como Dámaso Alonso, se dieron a la tarea de dar una genealogía. Ahora, el libro del poeta, ensayista y traductor mexicano David Noria, Nuestra lengua. Ensayo sobre la historia del español, da una visión desde México, una historia vista, narrada, reconstruida y visualizada desde América. Consta de 10 capítulos, que transitan más o menos de forma cronológica las formas por las cuales el español asimiló otras lenguas y adaptó sus fonemas, disidencias, grafías, formas verbales, grafemas, conjunciones, y toda una variedad de elementos conjugados.
El libro lo abre un ensayo sobre el futuro del idioma en la ciudad de México. Y justamente esta es la hipótesis de trabajo: hacer del pasado una memoria viva para sugerir posibilidades y conjeturas. La hispanidad siempre resultó mestiza, con la apertura de combinar y asociar sus pueblos no solamente vincular un modo de habla y escritura, sino que se sumaron imaginarios, culturas, historias, tanto materiales como inmateriales. En este acervo, el precedente indudablemente es el latín y sus arborescencias romances. De esta manera, el latín se superpuso a las demás lenguas o dialectos, pero en esa relación y desdoblamiento hay marcas comunes. Sobre esto el autor data ejemplos verbales, apoyándose en las tablas de Rufino José Cuervo y amplias bibliografías. Estas leyes de la alternancia o evolución de sonidos muestran la aglutinación del proceso de romanización.
En este sentido de ideas, Noria supone una Romania externa y otra interna, según el movimiento histórico de sus lenguas, porque no siempre dominaba un vocabulario romano. El cambio del idioma no depende solamente de las palabras y su desplazamiento geográfico, sino del léxico, es decir, en el caso del español, la manera en que el latín incrustaba su léxico en la fraseología, la sintaxis, la enunciación, el sistema verbal y el campo semántico en las distintas maneras romances de los idiomas. Un caso semejante de este hecho se dio en el impacto del griego, como lengua universal al menos hasta los tres siglos después de Cristo, en el latín vulgar. Algo del griego llegó al español, por vía de la voz viva y hablada del latín. A este hecho el ensayo la llama Romania griega.
Ahora bien, el recorrido por Hispania, como marco geográfico, político, comercial, y filosófico, continúa el recorrido de la lengua romana, incluso hasta alcanzar la Edad Media, época en la cual “a partir del año 340 los godos serán cristianizados en la doctrina del arrianismo por el obispo de origen romano Ulfilas, quien tradujo la Biblia a la lengua gótica utilizando un alfabeto concebido por él mismo tomando caracteres griegos, latinos y rúnicos. La futura simbiosis gótica-románica se prepara, pues, gracias a la traducción de un libro”. (59-60). En este escenario de relación entre la Romania y la Germania, los romanos y los pueblos bárbaros, los visigodos, conquistaron la Romania Ibérica, y en tal conflicto y tensión política y social, la lengua se construía, además de los hechos señalados, por el vocabulario germánico que insufló por medio del latín en los dialectos, al grado de construir un vocabulario voluminoso. El Imperio romano había sido derrotado.
Posterior a esto, devino la ocupación árabe. En el escenario posterior, al-Ándalus se convirtió en la primera época dorada hispana, el primer siglo de oro. Entre otras razones como las literarias, científicas, filosóficas, de traducción, cosmología, agronomía, economía, la lengua circunscribió una diáspora lingüística entre el árabe y el romance. Noria señala:
No será tampoco de nula importancia advertir que, aunque anónimo, el autor del Cantar de mío Cid —el primer monumento conocido de la literatura hispánica—, pudo haber sido un mozárabe, es decir, un cristiano imbuido en la cultura musulmana. Ni cómo olvidar lo que debe el relato de Don Quijote al misterioso personaje Cide Hamete Benengeli, musulmán español de lengua árabe que se nos presente como su autor ficticio, doble de Cervantes; o bien lo que aportaron las palabras y la sensibilidad moriscas a la poesía de Góngora, en cuya natal Córdoba bien pudo decirse en su tiempo, no sin insistencia: “Hay en esta civilizada y cristiana ciudad quienes se visten a la moda árabe; hay quienes bautizan a sus hijos con nombres árabes; hay quienes hablan árabe (o, si solo lo chapurrean, meten arabismos cada que pueden); hay quienes escriben en árabe, y hasta se conocen poetas hispano-romanos que versifican magistralmente en árabe” (68-69)
En este crisol se fundieron el árabe y lo que propiamente sería nuestra lengua. En el periodo de la ocupación musulmana en tierra Ibérica nació el castellano en un lugar de Cantabria cuyos primeros testimonios, afirma el autor, son las Glosas Emilianenses durante los finales del siglo X. Posteriormente en el siglo XI comenzaron a escribirse las primeras obras literarias en lengua castellana y poco tiempo después en la corte de Alfonso X el Sabio se financiaba obras en las cuales ya podía leerse y está registrado el desarrollo de la lengua. Este proceso tiene su crecimiento cuando el desplazamiento de la religión cristiana y la lengua castellana expulsan a los musulmanes, hecho explicado al principio de esta reseña. Inclusive, el impacto de lo árabe llega a América, no solamente por el registro lingüístico, sino también por el modo de vida, maneras de comportamiento y hechos culturales. A este aspecto se suma el fenómeno de los judío-españoles o sefardíes, quien para el caso Noria expone varios ejemplos.
Casi al final del libro está presente una aportación muy valiosa: La Romania Americana. Se explica como el fenómeno similar acontecido en Europa entre el latín con sus variaciones románicas, sólo que aquí, la referencia del latín como aportación en América ocurre con la lengua portuguesa y castellana, que se alimentan con la geografía, modo de vida y las lenguas nativas del continente americano, como por ejemplo el léxico africano, indígena incorporado al español.
Al final del ensayo aparece un último ensayo titulado “La edad mexicana del español”, que está formulado como una hipótesis conclusiva. Queda establecida una disyuntiva: el español desaparecerá dando lugar a otros nuevos idiomas tal como sucedió con el latín y las lenguas romances, o bien, gracias a la tecnología y a los nuevos soportes el español quedará fortalecido al grado que superará los abatimientos del inglés de Estados Unidos.
Este libro, como podrá intuir el lector, es más que una didáctica sobre el español, es un estudio que se vale de su historia para testimoniar la memoria y los valores que hicieron posible su construcción, apoyado siempre de volúmenes eruditos, estudios y una extensa documentación que puede revisarse en la bibliografía.
David Noria (Ciudad de México, 1993), escritor y filólogo. Es autor de Nuestra lengua. Ensayo sobre la historia del español. Licenciado en Letras Clásicas por la UNAM. Profesor en la Universidad de Aix-Marsella, Francia, donde cursa un máster en Historia de la filosofía metafísica. Ha publicado en Letras Libres, Cuadernos Americanos, Zona Paz, Otros Diálogos, La Jornada Semanal, El Nacional y El Espectador, entre otros.
Fernando Salazar Torres (México). Poeta, crítico literario, ensayista y gestor cultural. Licenciado en Filosofía (Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa, UAM-I). Maestría en Teoría Literaria (UAM-I). Doctorado en Literatura Hispanoamericana (Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, BUAP) con estancia de investigación en la Universidad de Salamanca (Usal). Docente en Escuela de Escritores (Madrid) y en Casa Lamm (México). Autor de los peomarios: Sueños de cadáver (2015), Visiones de otro reino (2018) y el libro de artista Ghazhal (2021), en conjunto con el artista plástico Fernando Gallo. Su poesía y ensayos se han publicado en distintas gacetas y revistas literarias impresas y electrónicas. Su poesía ha sido traducida al italiano, portugués, rumano, catalán, griego, árabe, bengalí, ruso, coreano e inglés, y publicada en varias antologías. Director de la revista literaria Taller Igitur. Coordinador en Hispanoamérica del “Dylan Thomas Day”. Es miembro del PEN Club de México.