Poesía provenzal: Arnaut Daniel (Ribérac, Francia, ¿1150-1210?). Traducción del provenzal de Renato Sandoval

 

 

 

 

 

 

 

 

Estos poemas se publicaron, originalmente, en Alforja. Revista de Poesía, Nueva Época, número 36, Primavera, 2006, pp. 108-112.

 

 

 

 

 

ARNAUT DANIEL (Ribérac, Francia, ¿1150-1210?)

 

Traducción del provenzal de Renato Sandoval

 

 

 

 

 

La amarga brisa los densos bosques/clarea1

 

La amarga brisa los densos bosques

clarea, aquellos que la dulce espesó con hojas,

y a los alegres picos de las encaramadas aves

mudos los vuelve, a los pares diversos.

¿Por quién me afano en decir y hacer las delicias

de tantos? Por Aquella que me ha puesto de cabeza,

de ahí que morir tema si el afán no me asoma.

 

Fue tan clara la luz primera

que elegir me hiciese a aquella

por quien el corazón a los ojos cree,

que no doy ni dos angevines

por ninguna otra. Atiende poco mis ruegos,

pero es tan de mi agrado y oír deseo

buenas palabras sin agravio de aquella que por asalto me tomara

y a cuyo entero servir de pies a cabeza me hallo.

 

¡Amor, dime! ¿Soy yo bien acogido?

Temo hacer que se oiga, si me desdeñas,

diez pecados tales que mejor será si te apartas;

amante fiel soy, que quiere y nunca cambia,

mas el corazón fuerte y firma ocultar me hace tantas verdades,

que además de la nieve precisaría de un beso para refresco

del corazón ardido, pues otro bálsamo no vale para ello.

 

Si me ampara aquella a quien me someto

y que emblema es de todo mérito acogiendo

las calladas cuitas que en mí llevo a raudales,

le ofreceré abiertamente todos mis pensamientos:

ya habría muerto, pero sufrir me hace la esperanza

—que suplícole me abrevie— la cual feliz y alegre me tiene,

pues gozar de otra cosa ni vale lo que una manzana.

 

Dulce faz con todas las virtudes amadas,

por ti soportaré tantas afrentas,

pues motivo eres de todos mis desatinos

y en eso tengo tantos viles pares. Y los alardes

de ti no me apartan ni me alejan las riquezas,

pues nunca amé tanto con tan poco orgullo

y a ti deseo más que a Dios los de Doma.

 

Prepárense ya, canción y cortejo,

para satisfacer al rey que habrá de protegerlos,

pues el mérito, aquí agotado, se duplica

perdurando siempre los dones y manjares.

Vayan con gozo y miren su anillo si se los muestra,

pues de Aragón nunca estuve lejos

sin querer allí volver, pero aquí me han dicho ¡quédate!

 

Hecho está el trato: que el corazón contemple todas las noches

a aquella a quien, yo, Arnaut, sin compañeros cortejo,

pues nada arrastrará a otro deseo.

 

 

 

 

Dulces ayes y gritos

 

Dulces ayes y gritos,

layes, votos y cantares

oigo de las aves que en su lengua imploran

con sus parejas, tal como nosotros lo hacemos

con las amigas que escuchamos;

y puesto que oí a la más gentil de todas,

hacer debo una canción de superior factura

sin palabras en falso ni extraviada rima.

 

Ni me perdí

ni erré el camino

la primera vez que entré al castillo,

allí donde mi dama mora y de quien tal hambre tengo

como nunca lo tuviera el sobrino de San Guillermo;

mil veces diarias me conduelo y gimo

por la beldad que a las demás supera

lo mismo que el goce a la ira o la pena.

 

Bien acogido fui

y lo mismo mis palabras,

pues al elegir nunca primó la torpeza

y en vez de cobre preferí el puro oro,

y esto el día que yo y mi dama nos besamos

escudándome ella con su hermoso manto,

de ahí que falsos lisonjeros de lengua viperina

y palabras de hiel nunca lo vieran.

 

Dios piadoso,

por quien fueran absueltas

las faltas del ciego Longinos,

quiera, si así le place, que yo y mi dama reposemos

en la cámara donde ambos sostengamos

un delicioso encuentro del que tanto gozo espero,

y que su bello cuerpo besando y riendo yo descubra

y que a la luz de la vela contemplarlo pueda.

 

No existe rama florida

con capullos ni botones

estremecidos por los picos de las aves

que sea más fresca, de ahí que poseer no quiera a Ruán

ni a Jerusalén toda si no la tengo a ella;

pero con fervor y lealtad ante ella me rindo,

que amándola se honraría el rey de Dover

o aquel de quien son Estela y Pamplona.

 

Boca, ¿qué dices?

Pues creo que me habrás de arrancar todas

esas promesas por las que el emperador griego

se sentiría honrado o el señor de Ruán

o el rey que tiene Jerusalén y Tiro;

muy loco soy queriendo tanto que me arrepiento,

que Amor poder no tiene para que me cubra

y necio es quien el gozo espanta.

 

A los impíos

de pérfidas lenguas

no les temo, aunque al rey gallego

errar lo hicieran; y justo es si lo censuramos

por apresar a un pariente suyo —lo sabemos—:

era Ramón, hijo del conde, y sé bien

que el rey Fernando a duras penas recobrará el mérito

si al instante no lo suelta y lo libera.

 

Yo lo hubiese visto, pero en otras cosas me ocupaba:

en la coronación estuve del buen rey de Estampa.

 

 

 

 

El firme querer que en mi corazón entra [Sextina]

 

El firme querer que en mi corazón entra

arrancar no me lo pueden pico ni uña

de lisonjero que por mal decir pierde su alma;

y como no sé darle con rama ni vara,

aun a ocultas, allí donde no tenga tío,

gozaré del gozo, en el jardín o en cámara.

 

Cuando me acuerdo de la cámara

en la que bien sé ningún hombre entra

y que me vigilan más que hermano o tío,

no hay miembro mío que no se estremezca, y aun la uña,

así como lo hace el niño frente a la vara:

tanto miedo tengo de que me falte el alma.

¡Con el cuerpo lo sería, no con el alma,

si ella me consintiese en su cámara!

Más me hiere el corazón que golpe de vara

pues donde ella está su siervo allí no entra;

con ella seré siempre como carne y uña

y no creeré consejo ni de amigo ni tío.

 

Nunca a la hermana de mi tío

la amé yo tanto, ¡por mi alma!,

tan próximo como el dedo de la uña,

si lo desea, querría yo estar de su cámara;

de mí puede hacer Amor, que en el corazón me entra,

más a su gusto que hombre fuerte con débil vara.

 

Desde que en flor estuvo la seca vara

y Adán diera sobrino o tío,

tan fiel amor como en el corazón me entra

no creo existiese nunca en cuerpo o en alma;

doquiera que esté, en plaza o cámara,

mi corazón no se aparta de ella como del dedo la uña.

 

Es así que se entraña y se aúña

mi corazón a ella como la corteza en la vara;

pues sí que me es torre de gozo y palacio y cámara,

y tanto no amo yo a hermano, pariente o tío:

en el paraíso tendrá doble gozo mi alma

si por bien amar hay quien allí entra.

 

Arnaut envía su canción de uña y de tío,

con permiso de quien de su vara tiene el alma,

a su Deseado, cuyo mérito en cámara entra.

 

 

 

 

 

 

L’aur’amara fa·ls bruels brancutz

 

L’aur’amara fa·ls bruels brancutz

clarzir, que·l dous’espeys’ab fuelhs,

e·ls letz becx dels auzels ramencx

te balbs e mutz, pars e non-pars.

Per qu’ieu m’esfortz de far e dir plazers

a manhs? Per ley qui m’a virat bas d’aut,

don tem morir, si·ls afans no·m asoma.

 

Tan fo clara ma prima lutz

d’eslir lieys, don cre·l cors los huelhs,

non pretz necx mans dos angovencs

d’autra. S’eslutz rars mos preyars,

pero deportz m’es e d’auzir volers

bos motz ses grey de lieys, don tan m’azaut

qu’al sieu servir suy del pe tro qu’al coma.

 

Amors, guara! Suy be vengutz?

Qu’auzir tem far, si·m dezacuelhs,

tals detz pecx que t’es mielhs que·t trencx;

qu’ieu suy fis drutz cars e non vars,

ma·l cors ferms fortz me fai cobrir mans vers,

qu’ab tot lo ney m’agr’obs us bays al caut

cor refrezir, que no·y val autra goma.

 

Si m’ampara silh que·m trahutz

d'aizir si qu’es de pretz capduehls,

dels quetz precx qu’ai dedins a rencx

l’er fort rendutz clars mos pensars:

qu’ieu fora mortz mas fa·m suffrir l’espers,

que·lh prec que·m brey, qu’aisso·m te let e baut,

que d’als jauzir no·m val jois uma poma.

 

Douza car’a totz ayps volgutz,

sofrir m’er per os manhs orguelhs,

quar etz decx de totz mos fadencx,

don ai manhs brutz pars. E guabars

de vos no·m tortz ni·m fay partir avers,

c’anc non amey ren tant ab menhs d’ufaut,

ans voz dezir plus que Dieu silh de Doma.

 

Ara·t para, chans e condutz,

formir al rey que t'er escuelhs,

quar pretz, secx say, lay es doblencx

e mantengutz dars e manjars.

De joy la·t portz, son anel mir s·il ders,

qu’anc non estey jorn d’Arago que·l saut

no·y volgues ir, mas say m’an clamat: roma!

 

Faitz es l’acortz, qu’el cor remir totz sers

lieys cuy dompney ses parsonier, Arnaut,

qu’en autr’albir n’es fort m’entent’a soma.

 

 

 

 

 

Doutz brais e critz

 

Doutz brais e critz,

lais e cantars e voutas

aug dels auzels q'en lur latin fant precs

qecs ab sa par, atressi cum nos fam

a las amigas en cui entendem;

e doncas ieu q’en la genssor entendi

dei far chansson sobre totz de bell’obra

que no·i aia mot fals ni rim’estrampa.

 

Non fui marritz

ni non presi destoutas

al prim q’intriei el chastel dinz los decs,

lai on estai midonz, don ai gran fam

c’anc non l’ac tal lo nebotz Sain Guillem;

mil vetz lo jorn en badaill e·m n’estendi

per la bella que totas autras sobra

tant cant val mais fis gaugz q’ira ni rampa.

 

Ben fui grazitz

e mas paraulas coutas,

per so que jes al chausir no fui pecs,

anz volgui mais prendre fin aur que ram,

lo jorn qez ieu e midonz nos baisem

e·m fetz escut de son bel mantel endi

que lausengier fals, lenga de colobra,

non o visson, don tan mals motz escampa.

 

Dieus lo chauzitz,

per cui foron assoutas

las faillidas que fetz Longis lo cecs,

voilla, si·l platz, q’ieu e midonz jassam

en la chambra on amdui nos mandem

uns rics convens don tan gran joi atendi,

qe·l seu bel cors baisan rizen descobra

e qe·l remir contra·l lum de la lampa.

 

Ges rams floritz

de floretas envoutas

cui fan tremblar auzelhon ab lurs becs

non es plus frescs, per q’ieu no volh Roam

aver ses lieis ni tot Jerusalem;

pero totz fis, mas juntas, a li·m rendi,

q’en liei amar agr’ondra·l reis de Dobra

o cehl cui es l’Estel e Luna-pampa.

 

Bocca, que ditz?

q'eu crei qe·m auras toutas

tals promessas don l’emperaire grecs

en for’onratz o·l senher de Roam

o·l reis que ten Sur e Jerusalem;

doncs ben sui fols que quier tan qe·m rependi,

que jes Amors non a poder qe·m cobra,

ni savis es nuls om qui joi acampa.

 

Los deschauzitz

ab las lengas esmoutas

non dupt’ieu jes, si·l seignor dels galecs

an fag faillir, per q’es dreitz si·l blasmam,

que son paren pres romieu, so sabem,

Raimon lo filh del comte, et aprendi

que greu fara·l reis Ferrans de pretz cobra

si mantenen no·l solv e no·l escampa.

 

Eu l’agra vist, mas estiei per tal obra,

c’al coronar fui del bon rei d’Estampa.

 

 

 

 

Lo ferm voler q’el cor m’intra

 

Lo ferm voler q’el cor m’intra

no·m pot jes becs escoissendre ni ongla

de lausengier, qui pert per maldir s’arma;

e car non l’aus batr’ab ram ni ab verga,

sivals a frau, lai on non aurai oncle,

jauzirai joi, en vergier o dinz cambra.

 

Qan mi soven de la cambra

on a mon dan sai que nuills hom non intra

anz me son tuich plus que fraire ni oncle,

non ai membre fremisca, neis l’ongla,

aissi cum fai l’enfas denant la verga:

tal paor ai no·l sia trop de l’arma.

 

Del cors li fos, non de l’arma,

e cossentis m’a celat dinz sa cambra!

Que plus mi nafra·l cor que colps de verga

car lo sieus sers lai on ill es non intra;

totz temps serai ab lieis cum carns et ongla,

e non creirai chastic d’amic ni d’oncle.

 

Anc la seror de mon oncle

non amei plus ni tant, per aqest’arma!

C’aitant vezis cum es lo detz de l’ongla,

s’a liei plagues, volgr'esser de sa cambra;

de mi pot far l’amors q’inz el cor m’intra

mieills a son vol c’om fortz de frevol verga.

 

Pois flori la seca verga

ni d’En Adam mogron nebot ni oncle,

tant fin’amors cum cella q’el cor m’intra

non cuig fos anc en cors, ni eis en arma;

on q’ill estei, fors en plaz’, o dins cambra,

mos cors no·is part de lieis tant cum ten l’ongla.

 

C’aissi s’enpren e s’enongla

mos cors en lei cum l’escorss’ en la verga;

q’ill m’es de joi tors e palaitz e cambra,

e non am tant fraire, paren ni oncle:

q’en paradis n’aura doble joi m’arma,

si ja nuills hom per ben amar lai intra.

 

Arnautz tramet sa chansson d’ongl’e d’oncle,

a grat de lieis que de sa verg’a l’arma,

son Desirat, cui pretz en cambra intra.

 

 

 

 

Arnaut Daniel (1150-ca. 1200). Trovador provenzal, nacido en Ribérac (Périgord) hacia el 1150 y fallecido hacia el 1200. En 1180 presenció la coronación de Felipe Augusto, y sabemos por sus poesías que estuvo cierto tiempo en España. Amigo de Bertran de Born, gozó de la protección de Ricardo Corazón de León. De este autor, claramente influido por Marcabru y Raimbaut d'Aurenga, nos ha llegado un sirventés de contenido obsceno, una sextina provenzal y 16 canciones amorosas, dos de ellas con música. Arnault Daniel, maestro en la métrica y siempre dispuesto a servirse del vocabulario más exótico, sorprende por la ambigüedad de sus poemas, que atrajeron a Dante, a Petrarca y, en época moderna, a D'Annunzio, Ungaretti o Ezra Pound.

 

 

 

 

 

Renato Sandoval (Lima, Perú, 1957). Poeta y traductor peruano. Ha publicado, en poesía, Singladuras, Pértigas, Luces de talud, Nostos, El revés y la fuga y Suzuki Blues. Poemas suyos han sido traducidos al francés, alemán, italiano, danés y finlandés. En ensayo, El centinela de fuego, libro dedicado al poeta simbolista José María Eguren, y Ptyx: Eielson en el caracol. En el campo de la traducción, son conocidas, entre otras, sus versiones de Pavese, Quasimodo, Tabucchi, Arnaut Daniel, Tieck, Rilke, Kafka, Södergran, Ågren, Haavikko, Saarikoski, Dinesen, Boberg, Drummond de Andrade y Sylvia Plath, así como un par de piezas de teatro escritas en francés por César Vallejo y una antología de cuentos de Quebec (Canadá) bajo el título La mano de dios. En 1988 obtuvo el primer premio de “El cuento de las mil palabras”, del semanario Caretas. Dirige la editorial Nido de Cuervos y las revistas Evohé y Fórnix. Actualmente dicta literatura alemana, literatura nórdica y literatura francesa medieval en la Pontificia Universidad Católica del Perú.

 

 

 

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