Poesía hispanoarábe: Yūsuf ibn Hārūn ar-Ramādī (أبو عمر يوسف بن هارون الكندي الرمادي)(Córdoba, 917-1012)
Yūsuf ibn Hārūn ar-Ramādī o Al-Ramadi (Córdoba, 917-1012)
Jardín
El mirto, la azucena, el jazmín lozano
y el alhelí tienen gran mérito
y con él se enseñorea el jardín.
Pero el mérito de la rosa
es aún mayor.
¿Acaso es el mirto otra cosa que aroma
que se extingue arrojado al fuego?
La rosa, aun marchita, deja en el agua
perfume que perdura tras de ella.
El mal de la azucena es muy común:
tras un instante baja a la tumba.
El jazmín es humilde en sus orígenes,
pero su aroma es solemne y orgulloso.
El carácter del alhelí está trastornado,
es como un ladrón,
se despierta tras la oración de la noche.
La rosa es la señora de los jardines,
aunque es sierva de la rosa de las mejillas.
*
Aquellas noches en las que vendí mi fama a los censores,
en las que confié mis oídos a los calumniadores,
cuando me acompañaban un escanciador y una cantora,
los dos esbeltos, semejantes sus almas.
Extendía mi mano hacia el pavo real, unas veces,
y otras me retiraba hacia la paloma torcaz.
Hacía circular las copas hasta que los veía
inclinarse de embriaguez, pero manteniendo el equilibrio;
la pasión les había hecho adelgazar tanto,
que casi les podía apretar en el mismo abrazo.
ABU ÚMAR YUSUF IBN HARUN AL RAMADI (Córdoba) también llamado ABU YENIS, el ceniciento. Fue panegirista de Almanzor y uno de los primeros autores de moaxajas, tras Muqadam de Cabra e Ibn Abd Rabbi Hí. Grandes tinieblas cubren la vida y obra de este autor. Ya antes de los disturbios originados por guerra civil, a finales del siglo X, se había asentado en el Reino Taifa de Zaragoza, donde difundió las modas líricas cordobesas y dirigió panegíricos áulicos al primer rey Tuyibí de esta Taifa, Mundir I. Se supone, gracias a las crónicas de la época, que intervino en una conjura de intelectuales contra Al Mansur, y que descubierta y abortada por éste, Al Ramadi fue condenado a que nadie le dirigiese la palabra bajo pena de grandes castigos, por lo que vagaba como un muerto por las calles de Córdoba. Aunque no se sabe bajo qué circunstancias fue perdonando, ya que un tiempo después figuró en el séquito de poetas que acompañaron a Al Mansur en su expedición a Barcelona en el año 986.