Entrevista

Todos los mundos de Viviana Gonzales. Entrevista con la poeta. Por Melina Eliana Sánchez

 

 

 

 

 

La imagen de portada es una composición o collage de Viento -Cintia Vallejo-. Viento es artista plástica, muralista y docente.

 

 

 

 

 

Todos los mundos de Viviana Gonzales.

Entrevista con la poeta

 

Por Melina Eliana Sánchez

 

 

 

La Fonoteca Global de Poesía ha anunciado estos días que se encuentra dentro de los poetas más relevantes de la literatura boliviana contemporánea. Recientemente dio un taller en homenaje a Alejandra Pizarnik y al yo poético y ha comenzado otro en torno a la felicidad. Prolífica escritora y viajera incansable, de mirada y sentir ancestral. Madre, es su fundamental oficio. Mientras habla parece que salieran de su cabeza, no solo autores, sino épocas, regiones geográficas, fuerzas de la naturaleza, discusiones políticas, como si todo eso fuera su elemento para la composición de obra. En ese encuentro en tiempo y espacio que supone una entrevista, pienso a la poeta, a la lectora, a la migrante, a la madre, a la esposa, a la docente… Conversé con ella una mañana muy temprano, y luego muchas preguntas se fueron diseminando en relación a esa charla. Charlamos a lo largo de todo un mes, sobre su taller en Buenos Aires, su comienzo y desarrollo y todos los otros proyectos que vienen.

Su mirada cosmopolita, transnacional, capaz de ir desde la Biblia y el Quijote hasta las idiosincrasias latinoamericanas que oscilan entre la xenofobia, la migración y la pertenencia… nos regala un recorrido por las posibilidades de una escritura postpandémica en sus clases, y en sus textos.

Docencia:

Le pregunté a Viviana en distintos momentos del mes, acerca de sus clases en el taller dedicado al yo poético y en el que gira en torno a la felicidad. Aquí sus respuestas.

 

Melina Eliana Sánchez

 

 

 

¿Me contás algo del taller para estudiantes de Buenos Aires?

 

Estoy muy contenta con este taller porque fue una especie de sorpresa para mí. Yo he empezado a dar este taller gracias a mi maestra de tarot. Hablando con ella, que además es historiadora del arte, le había dicho que doy talleres y desde el año pasado estábamos hablando de posiblemente dar uno. El taller es meramente práctico. Pero obviamente una parte muy importante tiene que ver con el proceso de lectura. Por lo tanto, también vamos a leer. Me emociona mucho por varias cosas, una, la primera, es que se llama: Yo me uno al silencio. Que es una especie de homenaje a una gran poeta argentina, Alejandra Pizarnik.

Enfrentarme por primera vez a un público argentino, sí me ha supuesto cierto temor, porque estamos hablando, o por lo menos para mí, en lo que significa para mí Argentina, desde la visión que yo tengo, Argentina para mí es la tierra de Borges, es la tierra de Cortázar. Además es un vecino de mi país, es un país con el que a veces tenemos ciertos conflictos, a veces no, hay una relación de amor odio con Argentina muy fuerte, pues por la migración que se da de mis compatriotas hacia allá, o sea hay mucha relación que tengo yo con Argentina. Entonces, enfrentarme a un público argentino sí me dio un poquito de temor. La mayoría, no, todas mis alumnas, son mujeres. No lo sé porqué a veces a los hombres todavía les cuesta adentrarse en los ejercicios de escritura, aunque he tenido muy buenos alumnos varones.

Estoy muy emocionada con mis alumnas. Estoy muy emocionada con este taller en el que hablamos de esta gran poeta argentina. Está centrado en el yo poético. Ese yo que muchas veces se le critica a Alejandra, del que no ha podido salir hasta su muerte. Y el que finalmente la ha llevado a su muerte. Un alma atormentada, como ha sido Alejandra. Podemos hablar, obviamente de Alfonsina y muchas almas atormentadas, que no han podido salir del yo, y tocamos pinceladas de algunos poetas que sí han podido salir del yo, y el difícil ejercicio que es a veces tratar de contar desde el otro, desde: a ver soy un árbol, a ver soy un pájaro. Eso es muy difícil, es un ejercicio muy complejo. Este taller se centra en el yo poético, es a partir de mí, de mis taras, de mis miedos, de mis frustraciones, pero también de mis alegrías que me acerco al proceso creativo. Sí, estoy muy emocionada, para mí significa mucho dar por primera vez un taller en Argentina.

 

 

¿Cuál fue la recepción entre tus alumnas?

 

Me encontré con muchas cosas, con mujeres que quieren contar cosas, quieren contar su visión del mundo. Creo que eso es muy importante, que cada uno de nosotros tenemos una visión del mundo, y que nadie nos puede negar el derecho de contarlo.

Conozco muchos talleres que tienen como una imagen de ser los maestros muy rudos, de mucha categoría, de mucha calidad. ¿Por qué? Porque el maestro es capaz de decirle tú no sirves para ser poeta y tú tampoco. Yo no creo eso, creo que todos servimos para ser poetas y que todos tenemos una visión del mundo y que la podemos compartir.

Ese día –al inicio del taller- recuerdo que hablamos de la yerba mate, de cómo la yerba mate funciona en Argentina y en Uruguay, como un proceso de conocimiento colectivo, un proceso de contemplación de la vida. ¿Qué es compartir la yerba mate? Es compartir una manera de creer en la vida, de creer incluso en lo divino. Cuán importante es para un argentino el compartir la yerba mate. Va más allá de cualquier cosa… Creo que ellas tienen mucho que decir. Lo que sí me he dado cuenta, tanto en este taller como en todos los que doy, es de que muchas veces lo primero que te dice un alumno es: “tal vez mi texto no es el mejor”, “tal vez no tengo calidad”. Creo que es algo que tenemos que ir rompiendo, eso de que “tal vez lo nuestro no es lo mejor”. Todos estamos aprendiendo. Todos, absolutamente todos, estamos aprendiendo. Incluso los premios nobeles, tú puedes leer un texto y otro y te vas a dar cuenta de que no todos tienen la misma calidad. Porque no puedes exigirle a un individuo que siempre cree cosas magníficas. Eso es muy difícil y eso no tiene nada que ver con el proceso de festejo de la literatura. Porque la literatura debe ser un proceso de alegría, de realmente disfrutar lo que estás haciendo. Si vas a contar un sufrimiento, cuéntalo, pero cuéntalo con todo tu corazón.

Y creo que el hecho de ser auténtico, de decir la verdad, sin importar lo que piensen, si es bueno o malo, solamente la autenticidad, va a dar a un texto mayor calidad en el trabajo de un individuo, eso es muy importante. Ser auténtico, nada más.

Todos tenemos que contar algo y todos tenemos una visión del mundo. Las historias o los temas son limitados. Puedes hablar del amor o del desamor. Puedes hablar del dolor o de la frustración. Los temas finalmente son limitados. La manera en la que los abordas es lo que hace a un gran texto.

Puedes estar hablando del amor y del desamor en cualquier historia romántica “cinco pesos”. O puedes hablar del amor y del desamor desde Gabriel García Márquez, o desde la gran historia de amor como es William Shakespeare, es la misma, es solamente una historia de amor, es como tú lo vas enfocando, los temas son limitados. Las posibilidades de agotar esos temas son infinitas. Nunca las vamos a poder completar.

 

 

¿Cómo se desarrolló el taller?

 

Pues estuvimos trabajando sobre todo el yo, el yo poético, nos enfocamos mucho en el trabajo de Alejandra Pizarnik, criticada muchas veces por los poetas y por los críticos literarios por nunca haber salido del yo. Creo que es un buen ejercicio situarme en tiempo y espacio y a partir de mi experiencia personal poder relatar lo que es el mundo para mí. A partir de eso también hemos trabajado lo que es crear un mundo mítico para cada uno: qué habita dentro de mis mundos míticos, qué dioses, qué monstruos, qué miedos, qué cosas ocultas hay detrás de mí, para mí. A partir de eso yo puedo contarte esas visiones que se me presentan que son mías, son únicas y son auténticas.

Lo que hemos intentado mucho es trabajar mucho lo auténtico. Más allá de lo que digan los demás, qué es para mí mi mundo mítico, donde yo habito. Un ejemplo del cine por ejemplo, en el que existe un buen trabajo de un propio mundo mítico creado por alguien es Tim Burton. Cómo él ha creado sus personajes, los colores, las historias, las tramas. A partir de quiénes me habitan, cuáles son mis monstruos, mis fantasmas, mis miedos, pero también mis dioses, cómo son esas imágenes, de qué colores son, más grises o son más luminosas, eso creo que es de los trabajos que más hemos tratado de realizar durante el taller. Y también hemos hecho algunos ejercicios de serpentinas poéticas, para no quedarnos en metáforas ya trabajadas, sino tratar de ir siempre más allá, jugar mucho con las palabras. Esa serpentina poética que me permite decir bueno, las nubes son como algodones. Sin decir nubes puedo hacer un ejercicio: veo algodones en el infinito… Pero ir incluso más allá, ir más allá de lo obvio. Cuando uno empieza a escribir vas a lo obvio, al estereotipo, a todo esto que tiene que ver con el cine y con las redes sociales...

Cómo el estereotipo nos está limitando el poder de la imaginación, entonces cuando le dices a alguien, a ver describe a un escritor lo primero que hacen es decir: ah, sí un ser incomprendido con lentes caminando en las calles de Europa tomando un café. Ese es el gran estereotipo del escritor. Pero un escritor puede ser una mujer que en las noches es una dama de compañía, o puede ser alguien que se dedica a vender joyas, puede ser una gran millonaria, una súper empresaria, a lo mejor y sí. O sea ir más allá del estereotipo, que nos ha vendido mucho la industria de Hollywood, que nos venden mucho más las redes sociales y tratar de crear mundos que van más allá de…

Y creo que eso es lo que nos han dejado las grandes obras literarias, las voces auténticas, el no querer aparentar algo, el no querer escribir para que los demás me aplaudan. Escribo porque lo siento. Y tratar en todo esto obviamente de que sea verosímil la historia. Trabajar la verosimilitud en la poesía también. El Gabo, por ejemplo tiene a Remedios la Bella, que se eleva al cielo, y en ningún momento como lector tú le dices: ay no, esto no me lo creo, es imposible. Puedes trabajar la fantasía tanto en narrativa como en poesía, pero ten cuidado y sé verosímil en tus historias.

 

 

¿Qué talleres vienen?

 

Mis lecturas de la Biblia creo que han sido muy importantes. Estoy leyendo muchísimo la Biblia. Son textos que me gustan mucho. Me gustan mucho las imágenes bíblicas, adónde te evocan. Esas imágenes que son muy de poesía. La Biblia es muy poética. Las historias del Antiguo Testamento, Jonás… hasta las historias del Nuevo Testamento, en concreto el Evangelio según San Juan, es uno de mis evangelios favoritos. Creo que voy a continuar con estas lecturas. Estoy pensando en hacer próximamente un taller sobre Jesús, sobre su historia, hablando obviamente de Khalil Gibrán, de la figura de Jesús, de algunos evangelios, de algunas películas, todavía no lo tengo tan estructurado. Pero sí el taller respecto a la literatura y la felicidad. Y eso surge porque había pensado en hacer un taller sobre poetas suicidas, que hay tantísimas: Alejandra, Alfonsina… pero hay esa especie de relación que tú y todos los lectores no me van a negar, entre lo trágico, las vidas atormentadas y la literatura. Pareciera que solamente puedes escribir desde el tormento; Horacio Quiroga, por ejemplo, cualquier gran escritor, Raymond Carver, pensemos en grandes escritores que escriben desde ese tormento… y bueno a mí muchas veces la poesía, la literatura me sirve de escape…

Pero ahora –y no tiene nada que ver con estos couchs de la positividad que no les creo nada-, ahora quiero hacer un alegato, una defensa de la literatura como el camino hacia la felicidad, hacia la alegría, hacia la contemplación, porque no todo tiene que ser tragedia, también la poesía es un festejo a la vida, recuerdo por ejemplo a Violeta Parra, que canta “Gracias a la vida”, bueno, un año después se suicida –risas- claro, es otra atormentada… pero bueno, es ese canto a la vida.

Quiero tratar de encontrar textos, he estado leyendo, y la verdad es que desde Grecia, la verdadera literatura parece estar condenada a la tragedia. Y quiero preguntar a mis alumnos, porque yo aprendo mucho de ellos, quiero yo exponer mis ideas… ideas que pueden ser erróneas. Siempre les digo a mis alumnos, si me tienes que corregir algo, si estoy hablando estupideces, adelante, no soy maestra de matemáticas, y además soy un ser humano, cometo muchos errores. Mis talleres siempre son de decirles: si en algo no estás de acuerdo di que no, en la vida nos enseñan a decir sí, sí, sí al maestro y a todos y en la vida hay que decir que no, una de las grandes lecciones que todos los individuos debemos aprender es decir no, no estoy de acuerdo, o no, no me gusta. Es muy difícil decir no. Entonces desde mi punto de vista quiero hacer una especie de pequeña investigación, de algunos textos, tanto en narrativa como en poesía, hablando de la felicidad, creo que ya basta un poco de tragedias y tragedias y tragedias y almas atormentadas y ver si la literatura también habla de la felicidad o como dicen algunos griegos en el momento de la felicidad no vas a tener tiempo de escribir porque estás viviendo la felicidad.

Las clases que terminé de dar en Argentina fueron muy lindas, todas mis alumnas eran mujeres y muchas de ellas artistas plásticas, fue maravilloso mostrarles que la poesía existe y está viva caminando en las calles de nuestras ciudades. Creo que es muy importante bajar de ese lugar inalcanzable a la poesía, es como cederla a un "público privilegiado, una élite" y no es así o, por lo menos, no debería serlo. Lo mismo hablé el otro día con mi hijo acerca de la ópera contándoles algo sobre Rigoletto o Carmen, no creas, le dije, que la ópera es para los millonarios, que es solo para esa "élite", al contrario, la ópera cuenta cosas como infidelidades, cosas así, de la vida cotidiana, no podemos entregarles así como si nada a esas élites el arte, hay que llegar al pueblo, siempre.

Este mes intentaremos, responder a la pregunta de si se puede escribir en momentos de felicidad o, por el contrario, el escritor o el artista está condenado en general a ser un alma atormentada como Hemingway, Anne Sexton, Pizarnik, Quiroga, etc. Trabajaremos muchísimo la melancolía, los recuerdos, la niñez.

 

 

¿Cómo fue el proceso creativo y de publicación de Canto de un pájaro de fuego?

 

Canto de un pájaro de fuego surge justamente en la pandemia cuando yo entré en una crisis de decir no voy a escribir nada porque no estoy saliendo, porque necesito escuchar a los demás, necesito irme a sentar a un café, y no voy a escribir. Y todo fue una mentira, todo fue un sabotaje, realmente, un autosabotaje.

Había estado escribiendo durante la pandemia y no me había dado cuenta. Hasta que en un momento me siento a ver lo que tenía escrito y sí eran una serie de textos. Yo no encontraba en principio nada en común entre ellos y cuando me di cuenta lo que tenían en común es que en casi todos los poemas había pájaros que sobrevolaban. Pájaros de todo tipo, desde aves de colores y fantásticas, hasta aves de malagüero, ligadas obviamente a mi idiosincrasia, a mi cultura, tanto mexicana como boliviana. Esas aves sobrevolaban enfermedades que me habían afectado, una de esas era el alzheimer de mi abuela, otra era por ejemplo el trastorno obsesivo compulsivo que tengo. Eran una serie de aves que estaban sobrevolando mi poemario.  A partir de darme cuenta de que ese era el punto que unía a todos estos textos le puse el título de Canto de un pájaro de fuego.

Buscando editoriales mi primera opción fue pensar en Argentina. Por una cuestión meramente de amor, porque cuando yo comencé a ser lectora, cuando era niña, los textos que leía, cuando veía dónde estaban impresos, decía: “Impreso en Buenos Aires”. Porque eran los textos que llegaban a Bolivia en la mayoría de los casos, otros de Barcelona, pero, como que la primera impresión que tengo de mis libros de la niñez era que todos se habían impreso en Buenos Aires. Buenos aires era esa gran urbe muy parecida a Europa de la que hablaba mucha gente en Bolivia, Buenos Aires era primero lo más cercano, y segundo esa gran urbe. Mi primera opción fue buscar algo en Argentina, por una cuestión de amor, aunque también había pensado en España. Y me di cuenta de que una gran editorial Argentina, a la que yo seguía por internet para conocer muchos escritores de poesía, era Buenos Aires Poetry.

Mandé el manuscrito sin esperar nada. Me respondieron la verdad muy rápidamente. Les gustó. Hicimos un proceso de edición muy rápido, de mucha calidad, al igual que la portada, el trabajo que tienen ellos me gustó muchísimo. Salió Canto de un pájaro de fuego durante la pandemia. No pude hacer las presentaciones que me hubiera gustado hacer presenciales, hice una en Bolivia y espero ahora en julio, hacer otra ya en la Ciudad de México. Pero bueno, lo que se cumplió fue ese sueño de niña de decir que mi libro se ha impreso en Buenos Aires. Que era, creo, un homenaje a los libros de mi infancia, a los libros de la biblioteca de mis abuelos.

 

 

¿Cómo surge Hay un árbol de piedra en mi memoria?

 

El anterior libro, que es el que gana el premio en Bolivia, se llama Hay un árbol de piedra en mi memoria. Ese es mi primer poemario, con el que no esperaba ganar, la verdad.  Fue una enorme alegría. Cuando uno envía textos a concursos, lo más seguro es que te los van a rechazar, pero siempre tienes ahí el optimismo de que alguno te va a decir sí, has ganado, y eso sucedió y además en mi país. Me sentí, la verdad, muy emocionada y muy honrada. Ese texto homenajea la nostalgia, homenajea la melancolía, y homenajea mis pasos por mi tierra, por Bolivia. Creo que ese texto no se hubiera podido escribir si no es a partir de la distancia y de la especie de exilio en el que uno vive cuando es un migrante.

Yo soy una mujer que ha migrado desde los diecinueve años. Entonces, creo que vivo ya la mitad de mi vida fuera de mi país. A partir de eso he podido reinventar mi país. Un país que no existe, es un país que es inventado por mí, me he dado cuenta, es un país de alguna forma idealizado por mí. Y es un homenaje a las margaritas que recuerdo en la casa de mis abuelos, los atardeceres, el olor de la cocina de la casa de mi mamá, los pasos que había recorrido en un país andino, al que recuerdo con gran melancolía, pero cuando voy a Bolivia me doy cuenta que muchas de las cosas son creadas por mí, no son tal como las tengo en el poemario.

Tiene ese título porque sí surge de un viaje, que es un viaje que hicimos al Salar de Uyuni. Y hay ahí, un árbol de piedra, que se quedó grabado en mi memoria, y se llama Hay un árbol de piedra en mi memoria. A lo mejor por eso, hay esa relación que muchas veces hacen entre mi poesía y la poesía indígena, que digo no tiene mucho que ver o casi nada. Lo que sí, es que en ese poemario están cinco cantos náhuatls, que es una especie de homenaje que hice a la poesía mesoamericana que me gusta muchísimo y en la que obviamente están presentes los dioses y todas esas cosas que a mí me fascinan.

 

 

¿De ese país que recordás, el que volvés a ver cuando viajás, el país inventado, y lo que sucedió en la historia boliviana desde que te fuiste hasta los últimos acontecimientos, qué te llama más la atención, qué pensabas que no iba a suceder nunca y finalmente sucedió?

 

Creo que a todos nos pasa, creo que es un fenómeno psicológico además, creer que toda época pasada fue mejor. Lo cual no es cierto.  Creo que es un fenómeno más que psicológico, sociológico. Alguna vez había leído eso. Pero bueno, siempre había dicho: tenía que haber nacido en los años setenta…  No, estoy idealizando un proceso histórico muy duro, pero la valentía de los jóvenes estudiantes de los setenta siempre me había llamado la atención… esa lucha, ese sueño por una utopía…

Yo he crecido en un país meramente indígena. De toda América Latina, Bolivia es ante todo, un país indígena. No lo queremos reconocer, seguimos tristemente sin reconocerlo y andamos hablando de mestizaje, con lo que no estoy tan de acuerdo. Sí tenemos que reconocer que Bolivia es ante todo un país indio. Y siempre había defendido esa idea de lo indio, de reconocernos, que sí hay sangre española, pero nosotros somos ante todo una raza indígena. Era una lucha que la había hecho desde joven y nadie creía en mí. Y me acuerdo de esa famosa frase con la que llega Evo Morales al poder: “Volveré y seré millones”. Cuando lo matan a Tupac Katari, parece ser que dice eso.

La verdad es que la llegada de un indio al poder para mí ha significado muchísimo. Creo que ha sido la primera vez que he podido decir guau, ahora sí, Bolivia está siendo gobernada por alguien de nuestra tierra. Con sus cosas buenas y malas. Hay cosas en las que obviamente Evo Morales me ha decepcionado, muchísimo.  Pero creo que ha sido un gran paso, creo yo que ha sido una gran lección. Pero cada vez que me acerco a Bolivia o justamente cuando hablas de la salida de Evo, que fue una salida terrible a nivel político.... me acuerdo que he recibido mensajes de compañeras de escuela, etc, insultándome. Diciéndome “ojalá que no vuelvas”, diciéndome cosas muy fuertes… Claro, porque yo estaba hablando desde México. No estaba ni apoyando una cosa ni otra. Estaba viendo cómo se estaban queriendo matar entre bolivianos tal parecía que iba a despertarse ahí una guerra civil, que no habíamos aprendido las grandes lecciones de las guerras civiles.

Cuando vuelvo a Bolivia todavía lo que sí me cuesta, lo que sí lo digo abiertamente, es que siento todavía que Bolivia sigue siendo racista. Pese a la llegada de un indio al poder, en Bolivia siempre tienes que hablar de querer ser blanco, de aparentar ser algo que no eres.  Bolivia todavía quiere negar su raza india. Todavía hay gente que se cree superior porque es más blanco que el otro. Todavía veo en Bolivia ese deseo, no es ni siquiera de superación, es deseo de pertenencia a algo que no eres.  Pero no solo es Bolivia eso, también es México. México también tiene una fuerte tradición indígena. Ahora bien obviamente, México es una gran capital, es una gran urbe, a la que ha llegado gente de Europa, pero México igual no se quiere reconocer, no se reconoce.  Todavía hay términos tan despectivos como: “ese prieto”, o cosas así a alguien que es más moreno.

Creo que en América latina, en general lo digo, nuestro gran conflicto es aspirar. Ser unos aspiracionistas a algo que no somos. No estoy diciendo con eso que todos mañana seamos indios y que festejemos con abarcas. Estoy diciendo que nos reconozcamos indios, que reconozcamos que la conquista ha sido una conquista brutal y terrible, porque hay que reconocerlo, que la podemos haber superado, que ya son más de quinientos años o qué.  Pero que somos un pueblo o unos pueblos bastantes complejos, unas naciones dentro de cada territorio, no hay una Bolivia, no hay un México, hay muchos pueblos que habitan dentro. Creo que el mal de América latina es esa aspiración, a imitar a Europa, a imitar a los Estados Unidos, y no reconocer lo auténtico de nosotros. Eso es algo que todavía me cuesta, la verdad.

 

 

¿Estos sentimientos encontrados, estas disputas, estas grietas, así como las ves en lo latinoamericano, en lo nacional, las ves también al interior de la familia?

 

Alguna vez recuerdo los comentarios en mi familia, de tías y cosas así… en Bolivia se ustea, como respeto al otro. Pero era muy fácil siempre tutear -y es algo que yo lo he visto en mi familia y en familias cercanas-, a la mujer de pollera, como cosa de menor respeto, aunque sea mayor. Esas cosas me parecen terribles.

Todavía yo sí tengo previsiones, tanto con mi familia como con mis amigos muy cercanos a los que quiero muchísimo. No compartimos las mismas ideas respecto a lo indígena, respecto a identificarte con algo, reconocerte indio también, aunque sea en un cierto porcentaje. Es un tema bastante delicado que a veces prefiero ya ni tocarlo porque te digo levanta demasiadas pasiones, que la gente se enoja muchísimo, entonces prefiero ni tocarlo,  y además porque me dicen tú no puedes opinar porque estás hablando desde afuera. En parte también tienen razón. Yo estoy hablando desde ser una mujer migrante. Y ver como a ese país perspectiva. Pero en México también me ha sucedido lo mismo. Me chocan muchísimo esos comentarios de decir: “ay, ese prieto” o “el que tiene sangre como india”, “el indito”.

Justo ahora que estamos en Houston. Porque mi hijo está estudiando ballet. Ayer me dice que hay un compañero de él que habla español y que es latino, y que no le gusta hablar en español porque le da vergüenza. Creo que todavía también eso se arrastra aquí en los Estados Unidos. La fuerza del latino es muy poderosa. Dentro de comunidades latinas se puede hablar perfectamente español sin necesidad de hablar inglés. Pero todavía hay esa necesidad de pertenecer a algo que no es nosotros. El no poder reconocernos latinoamericanos. No poder decir sí, soy latino, y no pasa nada, está bien, soy eso.

Creo que también pasa por la escuela. Revisemos los libros de texto en Bolivia, no sé cómo será en Argentina. Pero hasta qué punto los libros de texto también han negado la presencia de lo indígena. Ha existido la historia de los blancos, la historia de un lado. Pero no la historia desde lo indígena, entonces también hay que revisar los libros de texto, por lo menos los de mi época, yo me acuerdo que casi nunca me habían enseñado, cuentos, leyendas, tradiciones, ni siquiera palabras en quechua o en aymara. No te digo que salgas bilingüe, pero que por lo menos conozcas. Y en el caso de México que es un país con sesenta y ocho lenguas, maravillosas lenguas, un país riquísimo en lenguas indígenas.  No hay ni un aeropuerto, ni uno en México que tenga un letrero en lengua indígena. Y estamos hablando de sesenta y ocho lenguas, algunas ya en peligro de extinción, entonces estamos hablando de algo que es muy grave.

 

 

¿Qué textos vienen?

 

Estoy tratando de hacer un poemario místico ya hace mucho tiempo, por mis lecturas de textos como el Bagabhad Ghita, el Corán, la Torá, la Biblia, pero creo que me va a tomar todavía un tiempo más y por otro lado estoy escribiendo poesía muy suelta, y además estoy haciendo una especie de libro de crónicas de mi llegada a los Estados Unidos con mi hijo, es un libro de crónicas de cosas divertidas que nos han ido sucediendo, divertidas y difíciles también, desde una madre a un hijo hasta una perrita que tiene ansiedad por separación, que tenemos que ir en el bus, y que luego he aprendido a conducir, y que ves el acento que tengo al hablar en inglés, etc.  Ese libro, yo tentativamente lo estoy titulando como  Lo que los gringos no saben es que mi mamá está loca, lleva como subtítulo Houston we have a problem. Y por otro lado lo estoy haciendo como textos sueltos.

Eso es, Houston we have a problem, esas especies de crónicas, mi libro de poesía mística, que todavía está ahí muy difícil y otros poemas sueltos que estoy tratando de escribir y que tienen que ver con mis lecturas. Además estoy leyendo mucha literatura infantil últimamente. El año pasado también escribí un texto que se llama Mamá tiene miedo, y sí tiene mucho de autobiográfico. Es un texto en el que cuento desde la voz de un niño y en verso, la historia de una madre que sufre de depresión pero desde la imagen de un niño, cómo ve el niño a una mujer que tiene depresión, y cómo esa mujer cae en el hoyo, cómo es el hoyo, cómo se lo pinta, cómo lo ve un niño, cómo ve un niño una depresión. Es un texto que ha sido ya aceptado en una editorial española, estoy todavía buscando otra casa editorial. Es un texto que sí o sí quiero que sea ilustrado. Es el primer texto en verso que está escrito como si fuera una literatura infantil tocando un tema delicado. He tenido rechazo de dos o tres editoriales diciendo me gusta el texto, pero es un tema muy turbio y no me animo a publicarlo.

Creo que mucha gente padecemos de depresión, muchísima gente y con la pandemia salieron mucho más, hay que tratar de ver los trastornos mentales, como la depresión, como el trastorno obsesivo compulsivo,  ya no desde el tabú primero y ya no desde la burla tampoco. A mí una vez me dijeron: ah, sí, yo también soy obsesivo compulsivo porque me gusta todo ordenado, si fuera así, sería muy sencillo, el trastorno obsesivo compulsivo genera un sufrimiento mayor. Hay mucho tabú todavía detrás de los trastornos mentales.

 

 

¿De dónde viene esto de la lectura de la Biblia?

 

Sí, yo también digo cuándo empecé a leer la Biblia. Verdaderamente he empezado a leer la Biblia gracias a Don Quijote de la Mancha. Don Quijote es el gran libro, y suena trillado, pero verdaderamente es un gran libro, muy mal leído. Es un libro que habría que leer desde los ojos contemporáneos, porque es un hombre completamente contemporáneo, es un hombre divertido, pero además de reírnos y de hablar sobre los molinos de viento, que es de paso uno de los capítulos más cortos que hay, Don Quijote es ante todo un estudio profundo del ser humano, del individuo, de cómo funciona, del racismo. Cervantes conocía muy bien por ejemplo a la cultura musulmana que está muy presente en el libro. Estamos hablando de una cosa terrible también que ha sucedido en España, que es que los musulmanes han estado ocho siglos viviendo en España y que un día de la noche a la mañana les dicen se tienen que ir, esta ya no es su tierra, se tienen que ir todos los moros. Cómo Cervantes hace una crítica al miedo que le tenemos al otro.

Cervantes parte de un profundo conocimiento de libros, de textos iniciáticos, uno como es el Corán. Pienso que Cervantes sí pertenecía a un grupo de intelectuales que tenía conocimientos que van más allá de solamente de lo intelectual. Creo, es mi teoría, que él pertenecía a un grupo que tenía relación con lo místico, con la búsqueda de la alquimia, esas cosas que siempre han interesado a muchos escritores, en el caso de Cervantes es muy claro el manejo que tiene de los colores, importantes en el mundo musulmán, las palabras, y a la vez la cultura que tiene de textos como la Biblia. A partir de cómo Cervantes me había mostrado esa utilización simbólica de elementos que pertenecen a la cultura musulmana, a la cultura judía y a la cultura cristiana, es que he querido adentrarme un poco más en estos textos iniciáticos, entonces lo primero que he hecho ha sido comprarme la Biblia de Jerusalén y el Corán. El Corán es muy difícil de leer, la verdad, es además un texto que a diferencia de la Biblia, es un texto desordenado y como somos tan ignorantes respecto al mundo musulmán, el mundo árabe para nosotros es tan desconocido que solamente lo negamos: “ah, sí los terroristas”, y no, el mundo musulmán es mucho más que eso, mueve a millones de personas. Si me he adentrado a textos iniciáticos que luego han ido abriendo otras puertas como el Bhagavad gita y otros textos, ha sido a partir de mis lecturas pero sobre todo de mi estudio muy profundo de Don Quijote y de textos de análisis del Quijote desde Vladimir Navokov hasta maestros de la UNAM, profesores en España… Don Quijote sí puedo decir que es el gran referente para que yo pueda haber entrado a otros tipos de textos.

 

 

¿Cómo influyen estos distintos intereses y cómo ensamblás esos roles diferentes que tenés en la vida con la literatura?

 

Trato de meter todas las cosas que vivo en mi literatura. Porque lo que hay que ser en la vida es consecuentes. Es muy fácil decir yo creo en esto y luego hacer otra cosa completamente diferente. Hay que ser consecuentes, o por lo menos intentar ser lo más consecuentes con lo que uno cree. Entonces por ejemplo, ya que hablas de la alimentación y de la salud, para mí es fundamental porque tengo un hijo que estudia ballet. Y todos los días lo que le repito es: el ballet implica un entrenamiento de alta intensidad como el de un deportista, pero no eres solamente un deportista, eres alguien que está expresando algo con su cuerpo, estás haciendo arte con tu cuerpo. El otro día, que fui a la presentación de ballet y vi a los chicos mucho más grandes bailando dije guau: qué posibilidades tiene el cuerpo para contar historias, para narrar historias. Ese día era una presentación de ballet casi contemporáneo con música de Johan Sebastian Bach. Era impresionante la calidad del baile. Era impresionante la belleza del cuerpo, ese cuerpo tan parecido al Miguel Ángel del Renacimiento, cuando el Renacimiento nos dice “el hombre es la medida de todas las cosas”.

Para mí implica mucho el hecho de que mi hijo haga ballet. El verlo moverse, el verlo contar historias a través del baile.  Pienso por ejemplo, en Bili Elliot, esa película inglesa que me gusta muchísimo porque además tiene un trasfondo político importante, la época de Margaret Thatcher. Un niño que tiene que salir de esa tristeza, de esa pobreza de la vida de un minero, porque si los proletarios tienen algo en común en todo el mundo es que siempre la pasan mal. Ese niño necesitaba y se refugia en el baile como un momento de escapatoria.

Entonces, la alimentación por ejemplo, en un mundo en el que te dicen que tienes de todo, que puedes comer de todo, y todo es de colores, casi como en Disneylandia, puedes acercarte a todo lo que quieras. Es buen momento de retornar a la alimentación que nos habían dejado nuestros pueblos. En mi poesía, me acuerdo que una vez me dijeron: parece que estuvieras describiendo unos elotes, unos choclos. Y al final me di cuenta de que era eso lo que yo había estado contando y si no me lo decían, no me daba cuenta.

Y sí una de las cosas que más me gusta en México es comer esquites por ejemplo, o los nopales. Cuando algo a mí me gusta muchísimo, si es algo de Bolivia como el chuño o la papa, digo esto es delicia de los dioses de los andes, y cuando es algo muy rico en México, digo esto es delicia mexica. Porque creo que tenemos unos sabores muy ricos, creo que América Latina tiene cosas muy ricas y muy saludables. El nopal es una delicia de dioses. El cacao, no solamente es algo delicioso y saludable. El cacao permite además encuentros místicos. La hoja de coca ni qué decir, con la hoja de coca se escribe la historia de los pueblos andinos, la hoja de coca es sagrada. Lo mismo para ustedes la yerba mate, no hay argentino que no se levante y lo primero que haga es compartir un mate.

Entonces creo que pese a que aunque todavía queremos negar algunas cosas, estos elementos todavía nos permiten sentirnos latinoamericanos y lo que hago en nuestras dietas saludables es eso, tratar de retornar a las cosas que nos da la tierra. Claro, cuando voy a Bolivia es completamente diferente, ahí veo una zanahoria deforme como tiene que ser una zanahoria. Porque ahora es todo muy lindo, si ves una manzana es perfecta, bien roja y parece la manzana de Blancanieves y eso no es verdad, las manzanas y las zanahorias tienen que ser un poquito deformes. Todo ya es muy lindo y todo ya es perfecto, y no todo en la vida es muy perfecto, ni las zanahorias ni las papas. Cuando vas a un sitio orgánico en el altiplano boliviano las papitas tienen muchas formas y son algunas un poco deformes. Entonces creo que tiene mucho que ver lo que escribo, lo que leo y mi relación con mi maternidad, el hecho de poder ver a mi hijo bailar, quizás mi hijo no es el más grande lector que hay, pero él cuenta historias a través de la danza, él cuenta con su cuerpo y veo la emoción que tiene cuando baila. Otra de las cosas que también me gusta mucho es el cine. No puedo dejar de contarle a él historias a través del cine. El cine es muy importante para mí.

La idea o la tarea es regresar a lo que somos. Con nuestros errores, con nuestras virtudes. Ya no podemos hacer una revisión histórica si ha sido buena o mala la conquista. Simplemente ha sido un hecho. Pero a partir de eso, ¿qué somos? No aspirar a algo que no somos. Esa es mi gran lucha como mamá lo único que puedo hacer es nada más que decirle: eres boliviano eres mexicano y estas historias estos mitos creacionales son maravillosos y los tenemos que seguir contando. Eduardo Galeano siempre decía hay que contar historias, porque el ser humano necesita contarlas. Todos, todos tenemos derecho a contar nuestras historias, tenemos todo el derecho de contarlas. No sé si mañana vas a ser un García Márquez, pero no importa, lo que importa, es contar tu historia contar tu versión contar tu visión del mundo y eso, creo que eso es lo más importante.

 

 

 

Un poema de Viviana, de su poemario Canto de un pájaro de fuego, publicado por la editorial Buenos Aires Poetry, en 2021.

 

 

HISTORIA DE UN VUELO, UN BASTÓN Y UNA TRENZA

 

Hemos saltado del vientre de nuestra madre o del borde de una estrella

y vamos cayendo.

Vicente Huidobro

 

En un vuelco de nubes celestes

hay un mar a lo lejos que yo no alcanzo a ver.

Son años de ceguera y no mar,

un soplido se desprende del tiempo.

El tiempo es –lo sabemos–

una palabra mayúscula.

Hay un hilo que brota por entre mis piernas

mientras vuelo el hilo me quiere atar a la tierra.

Mi madre y mi abuela cepillan una trenza enorme,

otra mujer la decora con guirnaldas y petunias.

Es difícil alcanzar el vuelo con el hilo que me ata,

con la vagina cerrada, entumecida y espantada.

Yo no puedo elevarme porque al miedo

nunca le ha dado la gana de soltarme.

Si ahora caigo de seguro el hilo se rompe y

el miedo saldrá corriendo

al ver la nada que soy, que me ha vuelto.

Alguno que otro llorará mi ausencia

mi madre

mi abuela

desde el otro lado

la lluvia.

Mi hijo no tiene hilos entre sus piernas.

Hay un bastón que lo sostiene.

Puede fallar en el despegue o incluso caer como yo.

El bastón sujeta al hombre, a mi hijo.

Más tarde voy a llegar a llorar mi cortedad

y el miedo me volverá a coger vacía,

eso le dejaré a mi hijo

mi muerte blanca y absurda

mi sexo nocturno con el miedo

mi trenza roja y omnipotente

que emerge todos los días

el monstruo que devora mi útero.

Mañana

quizás a hurtadillas

pueda volar de nuevo

libre de todo:

sin hilos

sin vientre

sin miedo.

Tomar las tijeras de la máquina de coser de mi abuela

abrirlas

abrirme

parir mis dolores

mis angustias

mi pasado

empaparme de hombría, sujetar un bastón

con mis piernas y

Volar.

 

 

 

 

Viviana Gonzales (La Paz, Bolivia 1985). Poeta y dramaturga. Licenciada en Periodismo por la Universidad Carlos III de Madrid; Máster en Arte por la Universidad Complutense de Madrid y Especialista en Conflictos Armados por la UNED y el Instituto Gutiérrez Mellado. Es Premio Nacional de Literatura en Poesía (Santa Cruz, Bolivia 2019) por su poemario Hay un árbol de piedra en mi memoria. Promotora de lectura para jóvenes y docente de literatura y creación literaria. Sus poemas y piezas teatrales han sido publicados en distintas revistas así como también en antologías. Ha cursado talleres literarios en la UNAM; Centro Xavier Villaurrutia; Casa Lamm; un diplomado en Creación Literaria en Literaria, Centro de Escritores y otro en Literatura en Lenguas Indígenas de México.