Entrevista

Entrevista con Evgueni Rein (Rusia): La poesía es el dios de los mejores sueños sobre la tierra

 

 

 

 

 

 

 

Esta entrevista fue publicada originalmente en Alforja. Revista de Poesía, número 30, otoño 2004.

 

 

 

 

La poesía es el dios de los mejores sueños sobre la tierra

Entrevista con el poeta Evgueni Rein

 

Nota y traducción de Jorge Bustamante García

 

 

Evgueni Rein (Leningrado, 1935) es, según opinión de Joseph Brodsky, uno de los mejores poetas rusos de la actualidad. Junto con Anatoly Naiman, Dmitri Bahishev y Brodsky conformó un sólido grupo que creció bajo la influencia de Ana Ajmátova. A este grupo se le conoce hoy en la literatura como “Los huérfanos de Ajmátova”. Tuve la oportunidad de ver a Rein en diciembre de 1994, en un recital en el Pen Club de Moscú, dedicado a su compañero Dmitri Babuishev, quien acababa de regresar de Estados Unidos, donde vivía entonces. Luego de la lectura, el poeta futbolista Aleksandr Tkashenko, secretario del Pen Club, me lo presentó y pude intercambiar con él algunas palabras. Me hablo de Ajmátova, Pasternak y algunos poetas jóvenes que apreciaba. Le solicité una entrevista formal para el día siguiente pero, desafortunadamente, Rein tenía que viajar muy temprano a otra ciudad, por lo que se disculpó muy cortésmente. Días después de mi entrevista frustrada encontré, en la revista literaria La Amistad de los Pueblos, una interesante y larguísima conversación entre la escritora Tatiana Biek y el poeta, que de alguna manera me hizo olvidar mi frustración. A continuación me permito traducir algunos momentos de esa conversación, que me parecen de singular importancia.

 

 

 

Tatiana BieK: Cuando escribes un poema, ¿cómo empiezas tu trabajo?

 

Evgueni Rein: A partir del sonido. Yo escucho una melodía, o una frase, o un fragmento de una estrofa. De una manera confusa, vaga, percibo lo que quiero decir. Todo es muy extraño. Aparecen las primeras palabras y al lado de ellas suena una música vaga, luego el espacio comienza a llenarse… a llenarse… y cuando aparece la estrofa, la medida del verso, entonces ya prácticamente no hay que rehacer nada —el poema está casi resuelto.

 

 

¿Qué significa para ti la rima? ¿Por qué en los últimos años te has interesado por el verso blanco y el verso libre?

 

La rima para mí es la base fundamental del subconsciente poético. Ella dirige el flujo de la lírica. Por esa razón a veces me alejo de ella, aunque sea un poco difícil de explicarlo. Soy un poeta que con frecuencia intenta introducir rasgos de prosa en la poesía. Escribir fragmentos netamente líricos, largos poemas rimados, ya no me satisface. Cuando escribí algunas novelas en verso entendí que era necesario encontrar algo entre la prosa y la poesía. Entonces vino en mi ayuda el verso blanco. Me gustó mucho. Pero también tiene sus problemas: por ejemplo, es más difícil de lograr que el verso rimado. Pero quiero confesarte que yo no he encontrado, hasta ahora, la forma más optima del poema.

 

 

Te has balanceado entre la poesía y la prosa, ¿qué puedes decir del prosaísmo en la poesía (en la tradición rusa tenemos adeptos extraordinarios, como Pushkin y Nekrásov), cuáles son las perspectivas de este fenómeno?

 

Es el mejor terreno para el desarrollo de la poesía. Ya se ha dicho que la mejor prosa es la poesía.

 

 

Sé que te gusta mucho el cine, ¿qué le ha dado el cine a tu poesía?

 

Le ha dado muchísimo. Me gusta el cine y considero que desde el punto de vista estético es que más se acerca a la creación poética. Son artes vecinos, hermanos (la prosa se queda relegada). En mis novelas en verso he intentado involucrar recursos cinematográficos, no sé hasta qué punto lo he logrado.

 

 

De la literatura actual en Rusia, ¿qué es lo que más me interesa?

 

Primero que todo me interesa la obra de Fazil Iskander y la de Andréi Bitov. Por supuesto Brodsky: su poesía, su prosa, su ensayística. Conozco y valoro los versos de Kushner, Chujóntzev… De los más jóvenes me gustan Kublanovski, Kibírov e Iván Zhdánov. Yo habló de mi generación y de los poetas posteriores. Me gusta la poesía de Semion Lipkin e Inna Lisnianskaya. Ellos están unidos en los suyo y hacia lo demás son sordamente indiferentes y hostiles…

 

 

Leskov dijo una vez que no necesitaba un farol propio, porque a su lado estaba Lev Tolstoi. En tu caso, ¿a quién pondrías ese lugar de farol?

 

Creo que a nadie. Incluso un talento excepcional como Brodsky no me da esa sensación. Entre nosotros —con toda y nuestra amistad— existe una gran diferencia, estamos hechos de diferentes materiales.

 

 

¿Y él también así lo entiende?

 

Pienso que sí.

 

 

Sin embargo, a ti te atraen mucho los versos ajenos…

 

Hay periodos en que estoy sordo para los versos ajenos (ahora, por ejemplo). Pero, por lo general, en mí siempre hay una sed por los versos ajenos, donde encuentro —como decirlo— una especie de segundo motor. Pueden ser versos de los poetas más diversos: Shtzki, Brodsky… autores del todo extraños entre sí… Esa algo sorprendente. De la misma manera influyeron en mí los poetas de la emigración como Georg Ivánov e Iván Elagin. A veces son los vanguardistas de ahora. Con gran interés leo al ya mencionado Iván Zhdánov y a otros poetas de las más recientes generaciones.

 

 

¿Qué ves en la poesía de Zhdánov?

 

En sus versos percibo el espacio del ser, la emoción, el misterio. Zhdánov tiene sonido, que no se agota con el ritmo, ni la fonética —es el rumor de la lengua y de la vida.

 

 

De las herejías teóricas de la juventud en las que tú eras un maestro, ¿qué les quedó a Brodsky y a ti?

 

Es sorprendente la exactitud con la que Joseph ha recordado muchas de mis palabras, pensamientos y reflexiones. Por ejemplo, sobre la saturación del verso con los objetos, sobre cómo el epíteto dey el verbo deben ceder su lugar ante el mundo de los sustantivos, si el verbo y el epíteto son necesarios, entonces también están obligados a producir objetos. Hasta la fecha encuentro en sus ensayos otras resonancias de nuestras conversaciones juveniles: sobre el significado místico del lenguaje en la poesía, sobre el futurismo…

 

 

¿Qué cosas realmente nuevas trajo Brodsky a la poesía rusa?

 

Su poesía es de otro calibre, en comparación con toda la poesía rusa que reinó en las últimas décadas; es una poesía que se acerca más a autores del siglo XIX como Derzhavin y Baratinsky. En la poesía de Brodsky definitivamente no hay el optimismo cálido que está presente en la mayoría de la poesía rusa del siglo XX, pero tampoco hay degano. Él prefiere un comienzo racional y un tono medio. Precisamente lo que define, en principio, el espíritu innovador de la poesía de Brodsky es su pensamiento estoico, sin desgarramientos. También hay que mencionar su sintaxis ágil, apacible y bifurcada, que es el armazón que todo lo contiene. Es una sintaxis que en parte viene de Tsvetáieva, pero que Brodsky volvió larga, contrastante, con inserciones. El verso brodskyano es también un permanente trabajo cerebral que no permite que el poema se convierta sólo en emoción. El cerebro continuamente controla, se entromete, establece una trama, una fábula que conforma el poema. El comentario filosófico siempre existe en Brodsky, paralelo a su expresión poética.

 

 

En los últimos años has viajado mucho por el mundo. ¿Qué te han dado los viajes como poeta?

 

Los viajes me han dado mucho, sobre todo representaciones visuales y muchas impresiones. Aunque siempre visito museos, catedrales, lo más importante para mí es la nueva imagen del lugar. A esto se conectan siempre asociaciones de tipo histórico. Quizás la principal impresión de este tipo la tuve en Italia hace poco, cuando estuve en Venecia, Florencia y Roma: el país, la multitud, la gente, el paisaje, el café, formaron una especie de mosaico, un cuadro, un panorama que contenía la arquitectura, la pintura, la calle, las escenas de la vida. Cuando viajo me gusta vagar por la ciudad, adentrándose en los barrios que no son explorados por el turismo. En Venecia hay una calle en honor a Garibaldi, donde hay casas muy viejas, canales, barcas, cafés muy modestos. No en vano en Italia escribí todo un libro de poemas —tuve tiempo para vagabundear, reflexionar y disfrutar la soledad…

 

 

Desde hace dos años enseñas en el Instituto de Literatura y yo misma he sido testigo de cómo te aprecian y quieren los estudiantes. ¿Qué les enseñas? ¿Qué te ha dado la enseñanza?

 

Yo me preparo un poco para las clases, claro está, pero no hago planes especiales ni resúmenes. Tengo 60 años, de los cuales 50 los he dedicado a la literatura y leo innecesariamente. Para mí mismo es interesante saber qué fue lo que se acumuló en mi cabeza en tantos años- Con frecuencia no sé lo que voy a decir en clase. Pero resulta, para mi sorpresa, que sé más de lo que sospechaba. De pronto surgen los recuerdos, las asociaciones. Considero que en mis seminarios es necesario apoyarse más en la intuición, en el subconsciente. La memoria reproduce las citas, las conversaciones que tuve con Ajmátova, con Pasternak, con Kirsanov, con Brodsky, con Kusher. Resulta que todo eso está acumulado en la memoria. Sólo hay que animarla. Ahí está toda la riqueza que yo acumulé en el transcurso de mi vida. Los seminarios y las clases son para mí una manera de extraer esa fortuna.

 

 

¿Cuáles de nuestros poetas son los más cercanos a ti?

 

Es difícil responder a semejante pregunta. Probablemente serán los poetas de comienzo del siglo XX. Uno de los hechos más importantes de mi vida, que me empujo a escribir versos en mi temprana juventud, a los 14 años, fue la poesía de Aleksandr Blok. También me es cercana la poesía simbolista y acmeísta. Siempre experimenté un interés extraordinario por el futurismo ruso… Por otro lado, entre más vivo más significado cobra para mí la poesía de los siglos XVIII y XIX, especialmente Pushkin, Nekrásov…

 

 

¿Qué te dio un poeta como Nekrásov?

 

Nekrásov fue un innovador genial, un virtuoso del verso. Renovó la poesía rusa como muy pocos. Él, en cierta medida, hizo en poesía el mismo inmenso trabajo de Dostoievski en la prosa. Creó un nuevo sonido en la poesía rusa, cambiando la prosodia y la armonía italianas, que desde los tiempos de Batiushkov, y a través de Pushkin, pesó fuertemente en nuestra poesía. Nekrásov introdujo el diálogo genuino, el lenguaje popular, los géneros menores, el folletín, el reportaje, el lenguaje periodístico. Todo esto es Nekrásov. Además de Nekrásov, valoro mucho a Bratainski, Afanasi Fet es un gran poeta, Zhukovski, a quien nosotros conocemos poco. Sólo sus baladas y eso es todo, pero él es autor de poemas espléndidos, grandiosos. Y las traducciones que hacían son magistrales.

 

 

¿Sientes nostalgia por el imperio soviético, por la vida pasada?

 

Ninguna, en absoluto. Yo siento nostalgia sólo por mi juventud, por el viejo Leningrado, por mis amigos. Yo fui muy afortunado: haber nacido en esa ciudad, conocer a Ajmátova, vivir rodeado de gente creativa y extraordinaria.

 

 

Hace poco leí en el diario de Salvador Dalí que la política corroe a la poesía como un cáncer. ¿Qué opinas de esto?

 

Creo que es correcto. Esto también tiene que ver con los grandes poetas. Cuando la política entra desnuda, directa, a una obra, indudablemente corroe la poesía. Pero la poesía civil sí se soporta emocionalmente, creo que no contradice al espíritu de la poesía. Ahí está por ejemplo “Las escitas” de Blok…

 

 

¿Tienes alguna definición personal de poesía, tal vez en alguno de tus versos?

 

Creo que no. Pero de todas las definiciones yo prefiero la formulada por Zhukovski en su poema “Camoens”: “La poesía es el dios de los mejores sueños de la Tierra”

 

 

 

 

 

 

Jorge Bustamante García (Colombia, 1951). Ensayista y poeta. Radica México desde 1981. Estudió Ingeniería Geológica en el Instituto de Minería y Petróleo de Moscú y la maestría en Geología Aplicada en la Universidad de la Amistad de los Pueblos Patricio Lumumba, Moscú. Ha traducido a numerosos poetas rusos del siglo XX. En tres ocasiones ha sido becario del FONCA como traductor. Colaborador de Acento, Babel, Casa del Tiempo, El Espectador, El Semanario de la UniversidadLa Jornada Semanal y Tierra Adentro.

 

Foto: Rodulfo Gea | CNL-INBA