Con permiso del olvido: Entrevista a Julio César Quesada Galán
Julio César Quesada Galán caracteriza su poética, entre otros aspectos estilísticos, por un interés teórico y crítico. Es autor de uno de los planteamientos poéticos contemporáneos más destacados, conocido como Poesía Especular, donde el poema no es el fin, sino algo que siempre está en proceso. Esto es sumamente valioso, porque es una de las pocas propuestas del presente histórico, por no decir la única, que unifica autor, obra, lector e intérprete o crítico literario. El giro completo de la literatura. También desarrolla la heteronimia. Y es autor de libros sobre teoría y crítica literarias. Este conjunto forma parte de una de las poéticas españolas con mayor riesgo y búsqueda. El lector encontrará en ésta entrevista parte de los propósitos e indagaciones de la Poesía Especular.
Fernando Salazar Torres
Entrevista a Julio César Quesada Galán (Espala) sobre Con permiso del olvido
Por Fernando Salazar Torres
1.- En tu libro Ensayos fronterizos: entre el poema y la heteronomia (2017) distintos autores discuten, entre otras cuestiones, sobre los problemas de la escritura y la reescritura. ¿Una de tus propuestas líricas en Con permiso del olvido supone volver a reflexionar sobre el problema de los géneros literarios bajo el concepto de la identidad y el problema del campo textual?
Cuando uno hace propuesta poética como la de Poesía Especular o Poesía non finito, al exponerla, como he hecho en varios ensayos, hace también una reconstrucción de un género o al menos, lo intenta. Reconstruirlo es reconstruir parte de una tradición. En Con permiso del olvido se sella de manera definitiva ese arco temporal que en mi poesía va de 1996 a 2020; si entendemos el género literario como familia o modo, y aún más, desde la retórica latina, esa de Horacio en su Epistula ad Pisones. Pero, en mi caso, en lugar de unir cada género con su forma métrica, temática o estilística, he decidido enlazar cada tipología textual con un distintivo gráfico, ortotipográfico, visual o dialógico con la finalidad de mostrar el proceso creativo del poema. Un tachado, una nota a pie de página, unas barras o una marginalia por sí solas no dicen nada (ya lo dijeron en su momento con las vanguardias, los experimentalismos o las neovanguardias); pero si se ponen en conexión con la finalidad de reflejar la genética textual, entonces, todo cambia. Este asunto, el de la rotura del poema, el de agujerearlo, tiene a su vez una conexión identitaria: mostrar las posibles vidas del poema y también, las posibles vidas de uno mismo. De todas estas búsquedas se da cuenta en Con permiso del olvido.
2.- En tu última poesía, aquella que va desde Inclinación al envés (2014) hasta Testigos de la utopía (2017), se replantea la figura del autor, quizás, su muerte o, mejor dicho, ¿su resurrección? ¿Algo que ver con aquella visión de Roland Barthes? ¿En Con permiso del olvido hay un recorrido por las diversas muertes del autor?
Enlazando esta pregunta con la otra, tengo que comentar que Juan Andrés García Román decía, en su prólogo a Inclinación al envés, que la poesía se había convertido en un apéndice de la prosa; y, en gran parte, es así. La cantidad de epígonos, desde hace décadas, es tremenda y ha hecho de la realidad lírica, puro prosaísmo. Uno lee algunos jóvenes y no tan jóvenes y parece que siempre nos ofrecen la misma fotografía (o similar). La apariencia de tiempo estático resulta inaceptable. Un ejemplo para el cambio: las nuevas tendencias ciberpoéticas han hecho que nos replanteemos la cuestión del sujeto poético, de la identificación autor-escritura, de la transversalidad y la intermedialidad, etc. Estos asuntos han hecho que algunos autores hayamos dejado los descafeinados eclecticismos, la soporífera tarara de la tradición es la tradición (esto vale para eso del autor es un amasijo de citas) y otros sonsonetes de este tipo. Al escribir lo que hacemos es reconstruir. Por mi parte, mostrar las reescrituras es uno de los actos más leales-con uno mismo-de escribir. Y cuando hablo de leales, me refiero a nucleares. En sí, esto es mostrar la progresiva desaparición del autor: el gesto que se afirma durante unos momentos, la conciencia de ser un eslabón más en la gran cadena...Desde esta perspectiva, el autor es un intralector porque se convierte, durante un tiempo, en un intérprete de sí mismo (el lenguaje que mira su habla). Desde la Poesía Especular, el poeta refleja la escritura como una categoría móvil. El autor es un personaje y un paisaje (más sus plurales). En su pluralidad, en su colectividad (¿qué es esto? Los otros de uno mismo, es decir, quienes ayudan a hacer el libro, por ejemplo, los amigos, los compañeros de viaje poéticos, la pareja, el editor…). Nuestra visión de la creación poética cada vez es más colectiva, tanto desde un punto de vista externo con los heterónimos, como de uno interno con esos juegos que hicimos en Inclinación al envés, El primer día y Testigos de la utopía de invitar a otros autores, de divertirnos con traducciones/versiones, ya sean propias o ajenas, de poner las correcciones que nos señalaban nuestros editores…Estas son nuestras muertes del autor.
3.- Dame tu postura respecto a la crítica literaria contemporánea. En relación con ello, ¿cuál crees que será la recepción de esta antología?
Casi siempre se tiene una visión negativa sobre la crítica literaria, como algo flojo, irregular, descuidado, perezoso, etc, y tan solo cuando hacen una buena crítica a uno es auténtica. Sus círculos concéntricos, es decir, dosieres, antologías, reseñas, artículos, estudios…cuando están justificados por el cerco de la aportación resultan una actividad necesaria. Tanto en la creación como en la interpretación pocos son buenos. El mayor problema de la crítica literaria es que la mayoría (seguramente el 98%) la hacen los poetas (juez y parte, pues como que no), es decir, que es tendenciosa, extremadamente subjetiva y, por lo tanto, inservible. Además, como dice mi querido Óscar de la Torre, casi todos los críticos no poseen un sistema analítico ni propio ni ajeno (van al tuntún), ni tampoco una metodología interpretativa. ¿Vivimos en una mentira? Quién sabe…
En cuanto a la recepción de mi antología, lleva más de medio año en circulación y ha tenido varias reseñas y entrevistas. Está teniendo muy buena acogida, así que feliz por ser escuchado desde la periferia.
4.- La poesía escrita en español, me parece, lleva bastantes años repitiendo los mismos sistemas escriturales, además, actualmente sus modelos de composición giran con mayor frecuencia hacia la poesía escrita en inglés, puntualmente a lo que se hace en Estados Unidos, ¿aceptas que la poesía, por estos motivos, se ha tornado epigonal?
No sé, ellos, los anglos, repiten los nuestros y nosotros los suyos. Quizás, seamos más seguidistas nosotros por una simple razón, el número de poetas anglosajones traducidos al mercado hispanohablante es mucho mayor que el nuestro al suyo. Aquí, en España, por ejemplo, se traduce muchísimo del inglés. Yo tengo que decir que lo que he leído de la tradición anglosajona me interesa poco y de la actual, menos. De hecho, mi consideración es que muchos de sus poetas multipremiados tienen una calidad muy, muy, muy tibia, por decirlo suavemente.
En España, hace veintitantos años hubo un enfrentamiento que se daba, más o menos, entre una poesía de línea neopurista, minimalista, claroscura y otra realista, accesible y clara; después vino el eclectismo (en estos momentos, un montón de jóvenes están por aquí), es decir, en la mezcla; ahora tenemos la combinación, unos escriben como los otros y los otros como los uno (una grandísima parte de los de mi generación, aquellos que van de 1970 a 1990) Un puro disparate todo esto (además, a mí me parece que lo mejor de muchos poetas es haber nacido o vivir en Madrid o Barcelona). En mi caso, la tradición de mis versos viene de la tradición hispanoamericana y mediterránea.
¿Cuáles son los motivos de la abundante epigonalidad? Si tenemos en cuenta que, como decía Óscar de la Torre, es una degradación sistemática de una tendencia o estilo, las razones pueden ser las siguientes: falta de propuestas tanto estilísticas como teóricas, el seguidismo que acaba en clientelismo, la escasa pericia en el manejo de la materia lingüística o el narcisismo confundido con moda. Vivimos un tiempo en el que los propios epígonos se critican unos a otros, se confunden y se igualan. Es una gran masa en todos los países, sin excepción. Para mí son como los insectos, molestos en su conjunto, extraños la mayoría (me acerco a ellos con curiosidad, la de mi heterónimo, Óscar de la Torre, que los estudia con gusto y mucho interés. Es como un forense literario), asquerosos todos.
5.- Quizá una nueva manera de reactualizar la tradición no sea la repetición de modelos y esquemas de la poesía moderna, sino releer con nuevos códigos de lectura nuestras tradiciones (algo que ocurre con la muestra inédita en Con permiso del olvido, del libro inédito, Un adiós abierto), ¿no te parece? ¿Qué opinas?
Para “releer con nuevos códigos de lectura nuestras tradiciones” hay que conocer esos códigos, es decir, uno tiene que preguntarse qué le puede venir bien a la poesía de cada uno. Por mi parte, lo que intenté en Inclinación al envés, El primer día y Testigos de la utopía fue hacer una Poesía Especular/Poesía non finito: juntar los antetexto y el poema final, las reescrituras y la escritura, los bocetos y el cierre. ¿Qué implica en esos libros esta tendencia poética? Pues la búsqueda de una retórica que pudiese reflejar eso.
En el libro inédito, Un adiós abierto, lo que intenté es poner en práctica todo lo que aprendí con mis amigos mexicanos de la editorial Sombrario, puesto en el ensayo, Cuaderno de Sombrario. Esferas de la Poesía Especular. ¿Y cuál fue el aprendizaje? Pues esclarecer todo ese barroco textual, todas esas maneras de agujerar el texto, de esclarecer con sencillez toda esa retórica limada, todo ese elogio del boceto para el cual he tomado dos direcciones, una, la de los Canciones y Romanceros: para hacerlo claro y sencillo. La otra, de las vanguardias y sus oleadas (principalmente la de los 70). Para ello, relacioné cada tropo con un tipo de antexto: esbozo, intratextos, deslecturas, apuntes…Sin embargo, había que añadirle el alma, la melodía, y vino a través de esa forma de retomar los versos de la tradición cancioneril. Un adiós abierto es un libro que el lector va haciendo conforme lo lee.
6.- Hasta ahora has publicado cuatro poéticas, tres con tu nombre Ensayos fronterizos. Entre la heteronimia y el poema, Cuaderno de Sombrario (Esferas de la Poesía Especular) y Correos a los editores (Poesía Especular/Poesía non finito), y otra con la heteronimia Jimena Alba, El último manifiesto (2019), ¿qué relación guardan con la reunión de todos estos poemas que van de 1996 a 2020?
Pues con los tres primeros libros poco, pues El ocaso de la aurora, Márgenes y Tres veces luz iban por el tanteo; aunque el que mayor relación guarda, sea el primero, pues en él quise establecer una reflexión sobre la creación poética en cuatro movimientos. Esas poéticas están más conectadas con Inclinación el envés, El primer día, Testigos de la utopía, Un adiós abierto (saldrá al año que viene) y Un cancionero inacabado, que está en proceso. Para mí son una necesidad, necesito explicarme los motivos de lo que hago. Igual que necesito saber qué concepto tengo de la amistad, del amor o de la familia, requiero saber esto, tener una buena base para no ser voluble y engancharme a cualquier cosa.
7.- ¿Por qué la elección del título, Con permiso del olvido?
El título lo saqué de la mina del poeta Luis Feria, uno de los mejores autores de la generación española del 50, que por supuesto no está en el canon ni en los circuitos oficiales (no le hace falta, el canon es para los que creen en el amaño, en la mentira, en lo de siempre, en el brillo del trepa embalsamado por la cultura; es para aquellos que creen en la beatería de lo literario). Pero es un poeta extraordinario, de una fuerza y una imaginaría portentosas (le pasa lo mismo que a Héctor Viel Temperley). El título tiene un perfil irónico, pues yo no creo en la inmortalidad literaria, pues llegará el momento en que la tierra hará pum. En realidad, no hay poesía, tan solo algunos momentos líricos.
8.- ¿Si tuvieras que salvar un poema de esta antología cuál sería?
Aunque esta antología es un único poema, me quedaría con una parte, la de “Sobre el nivel del mar”. Se trata de un texto del libro Tres veces luz (en este caso, en el de Con permiso del olvido, cada apartado va como “Página”), terminado en Granada, en 2005. Ese poema salió del tirón un domingo y recuerdo perfectamente aquella sensación epifánica, ascendente, unitiva. Siempre empiezo las lecturas con esa punta de lanza. Hace poco me pregunté el porqué de comenzar siempre así y la respuesta fue que era una manera de revivir ese momento. Una lectura pública es un modo de revivir ese momento, por lo tanto, elijo ese instante.
9.- ¿Cómo fue la selección de los poemas? ¿Qué relación guarda esta antología con otras, por ejemplo, con Acorde para las aguas madres (Balduque, 2019)?
La selección estaba hecha, pues ya en otras ocasiones tuve que reunir los poemas. En un principio, hice una lectura en zigzag, rápida, impresionista, por todos los libros. Aquí, ya casi lo tenía claro. Después una relectura a fondo. En este segundo estadio se confirmó casi al cien por cien la primera lectura. Fue sencillo, tan solo decidí hacer algunos ajustes en algunos poemas, reescribirlos como los de El ocaso de la aurora, los cuales puse en prosa, pues se concibieron así y añadí los poemas del libro Un adiós abierto, que desde 2020 está cerrado y listo para editarse en Pre-textos.
En cuanto a la segunda cuestión: Acorde para las aguas madres es el germen de Con permiso del olvido en relación a la selección de los libros Tres veces luz, Márgenes e Inclinación al envés. La razón de hacer Acorde para las aguas madres estribaba en un proyecto antiguo, ya comentado en el prólogo de El ocaso de la aurora, ahí Miguel Ángel Lama daba noticia del mismo y yo quise recuperar y reunir una serie de poemas en torno a la enfermedad y el amor.
10.- Creo que todo autor, en algún momento de su trayectoria creativa, debe preguntarse ¿qué ha aportado? Si te hicieras esta pregunta, ¿qué me podrías decir? Y no vale entrar en eso de lo deben decir otros o esa tontuna de mi poética son mis poemas.
No, no iba responder con falsas inmodestias, esas de autor que dice en Facebook que no nos va a dar la tabarra con sus historias y venga tabarra con sus historias. Aunque hay que decir que esa aportación deben completarla los lectores, los editores y los estudios literarios, yo te puedo comentar que se ejemplifica en esa propuesta comentada de Poesía Especular (también denominada, en su momento, Poesía non finito), que es una poética del boceto, del afuera, de juntar, como he dicho, reescrituras y escritura, con toda una retórica pragmática del antetexto, de deshacer el poema y volverlo hacer; y mostrarlo todo de todas las maneras. Una propuesta, no sé si una aportación, pero lo que sí sé es que no he seguido a nadie (eso sí, tengo mis maestros actuales: Héctor Viel Temperley, César Vallejo, Cavafis, Francisco Pino, César Simón, José María Fonollosa, Adonis, Diego Jesús Jiménez, Leopoldo María Panero, Chantal Maillard, Eduardo Espina, Eduardo Milán, León Félix Batista, Carlos Marzal, Maurizio Medo…), que he trazado esa ruta en varias poéticas y que ya sé los motivos de lo que hago. Ya estoy tranquilo.
Julio César Galán (Cáceres, 1978). Autor de los siguientes poemarios: El ocaso de la aurora (2004), Tres veces luz (La Garúa, 2007), Márgenes (Premio de poesía “Villa de Cox”, Editorial Pre-textos, 2012), Inclinación al envés (ERE/Editorial Pre-textos, 2014), El primer día (Isla de Sitolá, 2016) y Testigos de la utopía (Diputación de Cáceres/ Editorial Pre-textos, 2017).
Además, ha publicado como heterónimo los siguientes libros de poemas: Gajo de sol (Abezetario, 2009), La llanura (Premio de poesía “Vicente García de la Huerta”, I.E.S. Suárez de Figueroa, 2016) y Para comenzar todo de nuevo (Ay del Seis, 2017) de Luis Yarza; ¿Baile de cerezas o polen germinando? (Ediciones Idea, 2010) y ¿Una extraña orquídea o un superviento estelar? (Bala Perdida, 2021) de Pablo Gaudet; e Introducción a la locura de las mariposas (Tigres de papel, 2015) de Jimena Alba.
De su poesía se han realizado diversas antologías como Ahora sí (Huesos de Jibia, Buenos Aires, 2018), Donde es aquí (RIL Editores, Santiago de Chile/Barcelona, 2019), Anotaciones cardinales (Sombrario, Guadalajara, México, 2019), Acorde para las aguas madres (Balduque, Murcia, 2019), Sin adiós (Cascahuesos, Arequipa, Perú, 2020) y El inventor del Sí (La Zonámbula, Guadalajara, México, 2020).
Como ensayista cabe destacar: Limados. La ruptura textual en la última poesía española (Amargord, 2016) de Óscar de la Torre; Ensayos fronterizos. Entre el poema y la heteronimia (RIL Editores/Universidad de Extremadura, 2017) en coautoría con Óscar de la Torre y Jimena Alba; El último manifiesto (Trea, 2019) de Jimena Alba; Cuaderno de Sombrario de Julio César Galán (Amargord, 2020) y Correo a los editores. Poesía especular/Poesía non finito (RIL Editores, 2021). Entre sus textos teatrales podemos citar los siguientes: Eureka (Ediciones del Unicornio, 2014), La edad del paraíso (ERE, 2016) o NO (Ñaque, 2020).
Fernando Salazar Torres (México). Poeta, crítico literario, ensayista y gestor cultural. Licenciado en Filosofía por la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa (UAM-I). Maestría en Teoría Literaria (UAM-I). Doctorado en Literatura Hispanoamericana en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) con estancia de investigación en la Universidad de Salamanca (Usal). Docente en la Escuela de Escritores (Madrid) y Casa Lamm (México). Ha publicado los poemarios Sueños de cadáver (México, 2015), Visiones de otro reino (México, 2018), el libro de artista Ghazhal/Gacelas (Espolones, 2021) en conjunto con el artista plástico y poeta Fernando Gallo, y Divã da Hispânia/Diván de Hispania (Portugal, 2022). Su poesía y ensayos se han publicado en distintas gacetas y revistas literarias impresas y electrónicas. Su poesía ha sido traducida al italiano, portugués, rumano, catalán, griego, árabe, bengalí, ruso, coreano e inglés, y publicada en varias antologías. Director de la revista literaria Taller Ígitur. Coordinador en Hispanoamérica del “Dylan Thomas Day”, colaborador organizativo en la Feira do Livro Maputo, Mozambique. Es miembro del PEN Club de México. Forma parte de la Cátedra Hispánica de Estudios Literarios.