Tagore, según Octavio Paz. Por Razu Alauddin

 

 

 

 

Tagore, según Octavio Paz

 

Razu Alauddin

 

 

Octavio Paz, en la introducción a una colección de poemas del poeta portugués Fernando Pessoa, dijo que “los poetas no tienen biografía”, que “su trabajo es su biografía". Más puntualmente dijo que en Pessoa “nada sorprendía, excepto sus poemas”. Rabindranath Tagore dijo algo similar muchos años antes, en otro ritmo y de una manera ligeramente diferente:

 

That I am a poet, who can catch me

Shaped as man who is confined to the house,

Every moment who looted on the ground

Who trembles with the fever of praise and condemnation

The poet will not be found in his biography.

 

Siguiendo dos vías diferentes -Tagore bajo el disfraz sutil de la poesía y Paz bajo el de la claridad del ensayo- los dos coincidieron en que todas las vibraciones de la vida resuenan maravillosamente en el lenguaje simbólico de la literatura. Fue así como, sin leer la biografía de Rabindranath, muchos de los principales escritores españoles encontraron la voz única de este poeta en los rasgos universales de sus obras literarias; la voz que una vez inspiró a muchos escritores de habla hispana, incluidos Juan Ramón Jiménez, Victoria Ocampo, José Vasconcelos, Pedro Enríquez Ureña, Pablo Neruda y Gabriela Mistral. La influencia de Rabindranath en Jiménez, aunque mucho más pronunciada, es creativa. Tal vez por eso, cuando tradujo al poeta indio, Jiménez se convirtió en el Rabindranath andaluz. De esta manera, una nueva entidad es formada por la unión de dos entidades creativas, aunque lleve las características de ambas. Uno de los poemas del primer libro de poesía de Neruda era un eco exacto de un poema de Rabindranath. ¿Ocurrió esto en el caso de Paz? La coincidencia que hemos mencionado nos permite hacer esa pregunta.

Pero aparte de esa coincidencia no parece haber ningún otro indicio de la influencia de Rabindranath en la obra de Octavio Paz. Tal vez el escritor mexicano, sin saberlo, llegó al mismo nivel de sentimiento de Rabindranath al menos por esa sola vez. Y puesto que es un sentimiento tan antiguo, cualquier escritor creativo acaba por experimentarlo en algún momento, sea que lo saque o no a la luz. De allí que tratar de determinar el efecto a partir de esa sola coincidencia se constituya en un sinsentido. Prefiero referirme a la alineación de sus pensamientos como un indicio del interés de Paz hacia Rabindranath, más que como un indicio de cualquier influencia del autor indio en la obra del mexicano.

No obstante, no hay manera de saber con acierto cuándo inició el interés de Paz por Rabindranath, porque el propio Paz no lo mencionó en ninguna parte. Es importante sin embargo anotar que el primer poema de Paz (“Juego”) aparece en la sección "Los nuevos", del suplemento dominical del periódico El Nacional de la Ciudad de México del 7 de junio de 1931, junto a un poema en prosa de Rabindranath. No es absurdo imaginar entonces que el joven Paz se fijara en los poemas de este poeta indio, y a partir de ello conjeturar que su interés por Rabindranath se inició antes de su primera visita como diplomático a la India en 1951. Más aún si sabemos que La luna creciente de Rabindranath fue publicada en español en 1915 por Juan Ramón Jiménez, en traducción de Zenobia, bajo el nombre de La Luna Nueva. Desde entonces, ese libro y otros libros suyos han sido traducidos y publicados en muchos países de América Latina y España. Incluso Gitanjali, que fue publicado en México, en 1918, en traducción del prematuramente fallecido poeta y traductor Pedro Requena. Todo ello permite suponer que Paz, ávido de lecturas, estuvo familiarizado desde el comienzo de su vida lectora con esas traducciones, aun cuando no haya ninguna influencia de Rabindranath presente en sus escritos. Ni siquiera en el último periodo de su vida literaria, cuando llegó al contexto de Rabindranath, se le oyó a Paz mencionar tal influencia. Y aunque sí mencionó que las obras literarias de Rabindranath Tagore, a saber, La luna creciente, Personalidad, Sadhona y Nacionalismo fueron publicadas en 1924 como parte de un proyecto educativo emprendido por el autor mexicano y Ministro de Educación José Vasconcelos, no podemos encontrar la presencia de Rabindranath en sus obras literarias, en el sentido en que sí la encontramos en la vida temprana y la poesía de Neruda, o en el período importante de la vida literaria de Gabriela Mistral y Juan Ramón Jiménez. Con todo y la influencia de la cultura india en la poesía y el pensamiento de Paz, apenas encontramos la influencia de Rabindranath en este autor. Su interés por la obra literaria de Rabindranath, en cambio, se mantuvo durante mucho tiempo. Paz mismo comentó sobre ello en varias ocasiones e incluso escribió un ensayo separado y gracias al libro Vislumbre de la India o In Light of India, pudimos saber más acerca de la evaluación que hace de la presencia de Rabindranath y su papel en la cultura india:

 

Debo enfatizar en que la ausencia de pensamiento crítico moderno no implica la ausencia de una gran literatura. Rabindranath Tagore es un ejemplo. No era un pensador; fue un gran artista. Su vida y obra fueron un puente entre la India y el mundo. Admirado por los mejores de Europa, como W.B. Yeats y Andre Gide, también tuvo muchos lectores ardientes en el mundo hispano. Visitó Buenos Aires y fue amigo de Victoria Ocampo, a quien dedicó un libro de sus poemas. Un gran poeta, Juan Ramón Jiménez, en colaboración con su esposa, Zenobia Camprubi, tradujo gran parte de la obra de Tagore. Esas traducciones influyeron en muchos poetas jóvenes de la época, entre ellos Pablo Neruda. En uno de los primeros libros de Neruda, Veinte poemas de amor y una canción de desesperada, hay un eco, en ciertos momentos, de la voz de Tagore. Aunque nunca participó activamente en política, Tagore fue un apasionado defensor de la independencia de la India y sus valores. (Su padre, Debendranath Tagore, fue una de las figuras centrales en el Renacimiento bengalí de la cultura india). Entre Gandhi y Tagore hubo algunas dificultades, debido a la crítica del poeta a ciertos aspectos de la política de Gandhi, como la condena total de la civilización occidental y la quema de ropa y otros productos extranjeros. (Preferiría, dijo Tagore, dar esa ropa a los que están desnudos). Estas diferencias no afectaron profundamente la admiración mutua que Gandhi y Tagore sentían el uno por el otro. Pero es útil recordar que los poetas, a pesar de su reputación, generalmente han mostrado buen sentido, algo que no se puede decir de los santos. El diálogo entre un poeta y un santo es difícil porque un poeta, antes de hablar, debe escuchar a los demás, es decir, el lenguaje, que pertenece a todos y a nadie. Un santo habla con Dios o consigo mismo, dos formas de silencio. (pp. 117-118)

 

Aun cuando el interés de Paz en Rabindranath fuera principalmente literario, el crítico e intérprete de la cultura mexicana también valoró con precisión las opiniones sociales, culturales y políticas de Rabindranath en un contexto más amplio. Hacia el final de su vida hizo este comentario en una entrevista con Sheldon Rodman, de 1971:

 

“No sé si hay poetas significantes en la India hoy en día", dijo. "Tengo un amigo, Swaminathan, que es pintor, pero lo considero un poeta. Y me encantan los poetas de los siglos XVIII y XIX, místicos que cantaban y bailaban mientras recitaban, no muy diferentes de Ginsberg. Por supuesto que estaba Tagore”, agregó, “pero lo prefiero como pintor. ¿Has visto sus manuscritos? De alguna manera anticipó la poesía concreta”.

 

Antes de ese comentario, Paz había escrito, en 1967, otro ensayo sobre Rabindranath, titulado “Los manuscritos de Rabindranath Tagore”, incluido más tarde en su libro El signo y el garabato. Cabe destacar que el ensayo no trataba sobre el poeta, ensayista, novelista, cuentista o dramaturgo Rabindranath, sino sobre el pintor Rabindranath que llamó su atención. El artículo trata de los manuscritos que podrían considerarse el vivero donde inició el viaje pictórico de Tagore.

Y aunque Paz reconoció el poder magnético de la poesía de Rabindranath, al final dijo que "muchos de sus poemas de hoy parecen retóricos y nos hacen reír". Junto con la cita de Paz, nos viene a la mente la declaración ligeramente moderada del poeta Shankha Ghosh sobre los poemas escritos por Rabindranath hacia el final de su vida: "Entonces, al mismo tiempo, ¿no debería recordar cómo el nivel de exageración hace que Rabindranath caiga de un lugar a otro? ¿No notaré que su discurso elocuente aumentó en sus últimos años?

Aparte de Victoria Ocampo, José Vasconcelos, Gabriela Mistral, Jaime Sabines, Eduardo González Lanuza o Pedro Enríquez Ureña, ningún poeta o escritor importante en América Latina parece haber tomado a Rabindranath tan en serio. A pesar de sus duras críticas a Rabindranath, Jorge Luis Borges lo había considerado un ensayista o pensador, debido a su libro Nacionalismo. Paz, que reconoció a Rabindranath como lógico profundo y previsor en el campo del pensamiento, al final tuvo predilección por el pintor Rabindranath, más atractivo para él. Anotó las razones por las que es más interesante el pintor, en este ensayo mencionado anteriormente:

 

A medida que pasan los años crece el interés por la pintura de Tagore. En un artículo reciente uno de los pintores indios de mayor talento, Swaminathan, afirmaba que la obra plástica del poeta de Bengala es uno de los orígenes de la pintura india contemporánea. Tiene razón. A mí me parece que su pintura es, por lo menos, tan importante como su poesía. Además, es más moderna. Muchos de sus poemas hoy nos parecen retóricos y nos hacen sonreír. No ocurre lo mismo con su obra plástica: Tagore dice en sus cuadros cosas que no dijo en sus poemas; y lo dice con una violencia, una fantasía y una libertad en verdad impresionantes. El pintor Tagore está más cerca de nosotros que el poeta Tagore. Pero hay un punto de unión entre el pintor y el poeta. Este punto de unión es un verdadero “punto sensible” y confiere una profunda actualidad a su obra. Me refiero a esos manuscritos que menciona Victoria Ocampo en su ensayo. Siguiendo sin saberlo la idea de Leonardo da Vinci y de los surrealistas, Tagore acepta la colaboración del azar. Al convertir los tachones y otros accidentes de la escritura en experiencias plásticas, transforma la página en un objeto mágico. Las palabras se vuelven signos plásticos y abandonan la esfera de la significación; al mismo tiempo, las manchas, líneas y colores se unen y separan en una suerte de prefiguración del lenguaje. Derrota de la palabra pero triunfo de la poesía. Lo que dice el poema esta más allá del lenguaje; lo que nos muestra el cuadro esta más allá de la vista.

 

El interés de Tagore por las relaciones entre pintura y poesía aparece temprano en su obra. Al leer por primera vez a los poetas japoneses, comenta: “No escriben poemas-canciones sino poemas-pinturas”. Esta observación revela con perspicacia la diferencia entre la tradición poética india y la de China y Japón. Ahora bien, Tagore no cedió a la tentación del ideograma ni a la del poema-pintura. Esto distingue su tentativa de la de Apollinaire. El poeta francés quería dibujar con palabras y de ahí que, a pesar de la gracia de muchos de sus calligrammes, haya fracasado en su intento de unir poesía y pintura. En cambio, Tagore quería cantar con las líneas y los colores. Por eso no parte de las palabras y las letras sino de las líneas y las manchas, que son siempre rítmicas. En un ensayo de 1930, dice: “... El principio del ritmo, común a todas las artes, transforma la materia inerte en creaciones vivientes. Mi instinto rítmico y mis experimentos plásticos me llevaron a descubrir que, en arte, las líneas y colores no transmiten información: buscan una encarnación rítmica en formas plásticas. Su último propósito no es ilustrar o copiar realidades exteriores o visiones interiores...”. Estas palabras, que me hacen pensar en Kandinsky, son una admirable definición de lo que es y se propone el arte moderno”. Mas adelante, en el mismo ensayo, agrega: “... Y esta fue mi experiencia con los accidentes de mis manuscritos. Las correcciones aisladas se unieron en una relación rítmica dando nacimiento a formas únicas...”. El poeta bengalí no cesa de asombrarnos: adivina ahora una de las empresas más usadas del arte moderno: la “poesia concreta”. Se trata, como ustedes saben, de un movimiento que tiene sus centros en Brasil, Inglaterra y Alemania. Estos jóvenes artistas pretenden (y a veces logran) crear con letras, líneas y colores correspondencias verbales y plásticas, en las fronteras entre significación y no significación. Tagore intento algo semejante.

 Este aspecto de su obra abre a los nuevos pintores, poetas y músicos un mundo que pocos han explorado. Los fascinantes manuscritos de Tagore nos revelan a un artista que es simultáneamente nuestro precursor y nuestro contemporáneo.

Con los años, la cuestión de la contemporaneidad y la relevancia de Rabindranath, nos llegará recurrentemente a todas partes del mundo. Aunque ha habido mucha discusión sobre la relevancia de su obra literaria, la contemporaneidad de sus pinturas apenas se ha discutido. En este contexto, no dudo en decir que, al igual que Paz, ha habido pocos intentos de observar hábilmente el verdadero significado de sus pinturas en el contexto global. No importa cuán enigmáticas y caprichosas hayan sido sus pinturas, estas seguían perfectamente la naturaleza básica de las artes. También me gustaría decir, ¿quién más podría mostrarla como Paz?

 

 

 

 

Razu Alauddin. Aunque ha publicado más de veinticinco libros de ensayos, traducción y poemas hasta el momento, solo tiene una antología de poemas en su haber, porque ha optado por la calidad en lugar de la cantidad tal como lo hicieron Baudelaire, Rimbaud y Whitman. Por lo tanto, esta antología ha resultado ser una bomba de profundidad capaz de explotar astillas de sutiles pensamientos y estética. En muchos de sus poemas de amor en esta colección, ha transformado la expresión mundana de un amante estereotipado en discursos blasfemos. Por otro lado, en sus poemas patrióticos se ha vuelto global y abrazado al violar deliberadamente las fronteras del parroquialismo. Con la ayuda de una única antología de poemas, ha podido tocar melodías multitudinarias. En el mundo contemporáneo de la poesía bengalí, es un ejemplo único de coexistencia de sutileza y protesta, como si se hubiera elaborado un mapeo secreto de la aspiración para el futuro.

Conocido como el padre de la poética nano, Razu Alauddin nació el 6 de mayo de 1965 en Shariatpur, Bangladesh. Su búsqueda académica y de crecimiento tuvo lugar en Dhaka. Razu comenzó su carrera como periodista, pero tomó una profesión diferente cuando vivió en México durante diez años. Él vive en Dhaka ahora. Ha traducido profusamente tanto del inglés como del español, y también ha escrito ensayos sobre literatura vernácula y extranjera. Hasta ahora ha traducido poemas seleccionados de George Trakl, C P Cafavy y Ted Hughes y editado cinco volúmenes de obras de Jorge Luis Borges en bengalí. Recientemente ha publicado un trabajo de investigación sobre Rabindranath Tagore en América Latina, cuyo segundo volumen saldrá pronto. Razu Alauddin se ha convertido en una personalidad aclamada por sus escritos sobre literatura extranjera, así como por su traducción del español original al bengalí.

Ha participado en numerosas conferencias organizadas por universidades y organizaciones literarias.

1.- Conferencia literaria sobre literatura latinoamericana organizada por la Universidad Jahangirnagar en 2009.

2.- Conferencia internacional sobre magia y literatura: 27-28 de mayo de 2016, ULAB

3.- Lectura de poemas de Razu Alauddin en español y bengalí, 8 de agosto de 2018, en Casa de poesía Silva, Bogota , Colombia.

4.- On Translation organizado por la Universidad BRAC.

5.- Participa en Festival Internacional de Poesía de Guayaquil Ileana Espinel Cedeño 2019, Ecuador.