Ensayo

Sobre el ritmo en el poema XXVII de Trilce y en las crónicas de César Vallejo: Por Víctor Coral

 

 

 

Víctor Coral (Perú) organiza para la Revista Literaria Taller Igitur una serie en ensayos y artículos de distintos autores que se ocuparán de escribir y reflexionar sobre Trilce, de César Vallejo. En esta ocasión, el propio poeta Víctor Coral analiza en su ensayo el poema XXVII, de Trilce (1922). Dicho poema lo publicamos y nuestro lector puede leerlo en el siguiente enlace.

 

 

César Vallejo (Perú): Poema XXVII, de Trilce

 

 

 

 

 

 

 

 

Sobre el ritmo en el poema XXVII de Trilce

y en las crónicas de César Vallejo

 

Víctor Coral

 

“Algún flujo sin reflujo ay”

“Me extraña cada firmeza, junto a esa agua

que se aleja, que se ríe acero, caña.”

“La novia se volvía agua”

“Para que de día surja

toda el agua que pasa de noche.”

C. V.

 

 

 

Entendemos aquí el concepto de ritmo siguiendo la estela que abrió Emile Benveniste en un cada vez más famoso ensayo: “La noción de ritmo en su expresión lingüística” (1). Allí el lingüista y filólogo francés recupera la noción de ritmo ( ῥυθμός, en griego antiguo) entendido como flujo, y como forma, tomada esta como la conformación particular en que se muestra al observador una cosa o una acción. Este es el sentido de ritmo que exponen en sus obras filósofos como Heráclito y Demócrito, y poetas como Arquíloco, Anacreonte y Teognis.

La degradación de este concepto se establece a partir de los trabajos de Platón, quien ejerce un desplazamiento semántico en el término y le da un significado nuevo que tendría mucha influencia en la cultura occidental: ritmo como medida, como repetición, como armonización de elementos mensurables. Esta nueva concepción iba a impregnar la poesía y los trabajos sobre poesía, iba a alimentar el poder de las métricas griegas y latinas que luego se consolidarían y, por supuesto, iba a llegar a la literatura española para dejarla grávida de concepciones sobrevaluadas en torno al mero conteo de sílabas, la medición de acentos y la clasificación de formas poéticas ortodoxas, anquilosadas.

En cuanto al concepto, digamos, intelectual, de ritmo, nos atendremos específicamente a los artículos periodísticos de César Vallejo. Nos guiaremos por las concepciones de ritmo que estaban al uso en los años de publicación de esos textos (años 20 y 30 del siglo pasado), y que se pueden resumir en estas palabras de María Zambrano:

 

“El ritmo es uno de los más profundos y decisivos fenómenos de la vida, especialmente de la creación humana, cuyo primer secreto descubrimiento en la aurora de la historia, tal vez sea el ritmo”. (2)

 

 

El ritmo oculto en el poema

 

Algunas veces un concepto, una idea, una imagen no están presentes de una manera explícita en el poema; pero ello no quiere decir que necesariamente ese elemento no forme parte del ideario del poema o del libro. Esto sucede con la palabra “ritmo” en Trilce. Su ausencia en los 77 poemas del libro, en lugar de hablarnos de un desentendimiento del poeta con respecto a ese concepto, más bien nos sugiere que el ritmo es una preocupación permanente, sólo que subsumida –aunque latente, palpitante—bajo imágenes y vocablos que lo convocan de una manera abierta, a veces, semivelada, otras.

Veamos la primera estrofa del poema XXVII:

 

Me da miedo ese chorro,

buen recuerdo, señor fuerte, implacable

cruel dulzor. Me da miedo.

Esta casa me da entero bien, entero

lugar para este no saber dónde estar.

 

Desde el principio, Vallejo establece un contrapunto entre ese misterioso chorro que genera angustia, y la casa (¿la del lenguaje, la del ser, la de lo estable?), que hace contrapeso a la suma inquietud que provoca el fluir potente de aquel chorro. La segunda estrofa difumina la dialéctica vallejiana (3) en pinceladas más ambiguas:

 

No entremos. Me da miedo este favor

de tornar por minutos, por puentes volados.

Yo no avanzo, señor dulce,

recuerdo valeroso, triste

esqueleto cantor.

 

¿A dónde pide no entrar el yo poético? Puede ser a la casa, pero es más probable que sea al flujo intenso del chorro, que ahora aparece como el río que nos lleva a la muerte, o al menos como el caudal de recuerdos que la muerte nos entona en momentos álgidos… Tercera estanza:

 

Qué contenido, el de esta casa encantada,

me da muertes de azogue, y obtura

con plomo mis tomas

a la seca actualidad.

 

Ahora el ímpetu del poeta se vuelve hacia la casa. Parece que ella pone topes a la relación con lo externo, es oprimente (“obtura con plomo”) y a la vez “encantada”, y se opone a la sobriedad de la actualidad, que es realidad monda y desprovista de afeites. La última estanza nos devuelve a la dinámica inicialmente planteada:

 

El chorro que no sabe a cómo vamos,

dame miedo, pavor.

Recuerdo valeroso, yo no avanzo.

Rubio y triste esqueleto, silba, silba.

 

El poeta reafirma la poderosa zozobra espiritual que ese flujo le asigna. El chorro configura así un ritmo desconocido, metahumano, uno que no se entera “a cómo vamos”, pues su estructura está formada de acuerdo con la naturaleza pura, aquella sobrehumana, incomprensible que, por ejemplo, sugiere Spinoza en su Ética.

Estamos, así, ante una dinámica ritmo / casa que configura una oposición activa entre flujo vital, natural, y seguridad humana, estabilidad sólo aparentemente firme. Veamos de manera breve cómo esta presencia rítmica puede ser acompañada y nutrida por ciertas elaboraciones conceptuales del poeta Vallejo.

 

 

Ritmo transmoderno, cósmico

 

En el artículo “Las mujeres de París”(4), Vallejo ensaya una crítica a la modernidad de la época, enfocándose en ciertos cambios notados en el género femenino. Cito: “Ella parece haber violentado el ritmo espiritual de su sexo, hacia un rol desconocido en la vida del hogar”. Opone así el poeta ese ritmo femenino original a cierta “esterilidad” y desnaturalización femenina.

En “Roberto Ramauge”, una crónica sobre un pintor francés de la época, podemos leer: “Su técnica, por el fuerte ritmo individual que la produce, por el cálido temblor espontaneo y libre que la informa, permanece ajena casi del todo a la voluntad del pintor, y hasta a su propia conciencia.” Es muy claro que el concepto de ritmo que tiene en mente Vallejo aquí, es uno del exceso y de la metaconciencia antes que de la mesura y el orden.

“Wilson y la vida ideal en la ciudad” es un artículo donde el concepto de ritmo vallejiano aparece en su esencia más clara. En el intento de revalorar a Madrid como capital “moderna” frente a otras más cosmopolitas de la época, el poeta afirma: “(En Madrid) todos los tornillos y fuerzas del progreso aparecen como espiritualizados y transformados en un ritmo vital superior, más humano y menos físico.” (El énfasis es de Vallejo).

Finalmente, en “Los maestros del cubismo”, Vallejo se refiere con todas sus letras a un ritmo trascendente, que por supuesto tiene poco que ver con el ritmo del metrónomo y del silabeo ramplón: “Las grandes corrientes estéticas de la historia han tenido idéntica suerte e igual consagración. Las obras de Picasso y de sus amigos, al igual que las maravillas del Renacimiento, pasarán a la categoría de celebridades no por haber descendido al grueso público, sino por haberlo educado hasta hacerle ascender hacia ellas, y por encerrar en sí un ritmo cósmico.” (Énfasis mío).

Como podemos percibir, el concepto de ritmo en César Vallejo es de tal naturaleza creadora y proteica que puede alumbrarnos la lectura de los pasajes más difíciles de su obra menos permeable: Trilce. Espero poder ampliar esta primera aproximación en sucesivos trabajos.

 

 

 

Notas

 

  1. Publicado inicialmente en Journal de Psychologie, 1951. Posteriormente incluido en Problèmes de Linguistique Générale I, 1966. La versión castellana del libro publicada en 1971, no incluye este ensayo.
  2. Zambrano, María. Hacia un saber del alma, Alianza Editorial, 1987.
  3. Varios especialistas en Vallejo han incidido, a veces más, a veces menos, en lo que llamo dialéctica vallejiana. Prefiero remitirme a la fuente a menudo precisa que es Georgette Philippart, quien cita a su esposo César Vallejo así: “Pasamos a la dialéctica en general. Aludo a Trilce y su eje dialéctico de orden matemático -1-2-0- “Escalas”: o instrumento y conocimiento: el rigor dialéctico del mundo objetivo y subjetivo. Su grandeza y su miseria o impotencia.” En Apuntes biográficos sobre "Poemas en prosa" y "Poemas humanos", Moncloa Editores, 1968.)
  4. Todas las citas las tomo del volumen crítico de los artículos periodísticos y crónica de César Vallejo titulado Desde Europa (Fuente de Cultura Peruana, 1987. Edición y prólogo de Jorge Puccinelli.)

 

 

 

 

 

Víctor Coral (Barranco, Lima, 1968). Estudió Ciencias Administrativas y Literatura en la UNMSM. Fundó la revista literaria Ajos & Zafiros en 1998. Ha publicado los poemarios Luz de Limbo (2001, 2005), Cielo Estrellado (2004), Parabellum (2008), Poseía(2011), tvpr (2014) y Acróstico Deleuziano. También las novelas Rito de paso (Norma, 2008) y Migraciones (2009). Poemas, reseñas y ensayos suyos han sido publicados en Letras Libres, Periódico de Poesía, Luvina, Círculo de Poesía, Letralia, Revista de Crítica Literaria Latinoamericana, Hueso Húmero, entre otras. Ha hecho periodismo cultural en su país en los diarios La República y El Comercio.